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Mostrando entradas de enero, 2016

Ayden IV

La joven no entendía nada, hacía apenas unas horas era una chica normal y corriente de Dakota del Norte. Estudiaba ciencias, salía con sus amigas, iba al cine con su novio... Pero aparecen esos dos muchachos y el hombre con gabardina para trastornarle la vida. Y ahora, estaba atada y amordazada en una silla metálica. El hombre con traje negro que se la había llevado afilaba un cuchillo tranquilamente mientras silbaba una alegre canción. Dejó el cuchillo en la mesa junto a otros instrumentos de tortura y se puso un delantal. -Es para no mancharme el traje- afirmó sutilmente- es de Versace. Se encontraban en un viejo almacén abandonado, los lugares predilectos de Crowley, probablemente el mismo lugar donde torturaron al pobre de Samandriel. Las paredes estaban repletas de símbolos antiángeles, y el lugar custodiado por una guarnición de demonios. La joven consiguió quitarse la venda de la boca y suplicar al rey del Infierno. -¡Yo no te hecho nada! Solo soy una chica normal... ¿Qué

Ayla y Ren

Ayla despertó por la mañana temprano, cuando la luz del sol entró por las ventanas del Palacio de Cristal de Aylania. Ya no estaba con la resistencia en los Bosques del Oeste, estaba "en casa". Había llegado la noche anterior, custodiada por Obi, como acuerdo de paz entre Hayden y Loki. Ella, la princesa legítima de Asgard se casaría con Ren, el hijo bastardo de Loki, y así se juntarían las dos lineas monárquicas asgardianas que habían traído la guerra al pueblo. La joven se había mostrado contraria a la idea de casarse con un desconocido pero Obi y Aysel la habían convencido alegando que era lo mejor para Asgard. La chica miró a su alrededor, era una amplia habitación, decorada con colores claros, el suelo de mármol blanco y las cortinas rosa crema, con zócalos de oro en las paredes. A Ayla, la decoración le recordó al del Palacio de Dirdam, así que dedujo que se hallaba en los aposentos que antaño habían pertenecido a la princesa Anastasia, su difunta madre. Junto a los e

El Profesor VI

Llevaba demasiado tiempo sin verla, y apenas podía concentrarme en dar la clase sin dirigir la vista a la tercera fila y encontrarme con esos curiosos ojos verdes y esos labios carnosos que iluminaban una media sonrisa. Las vacaciones de Navidad se habían cruzado entre Ayla y yo, ella había ido a pasar las fiestas con su padre. No había sabido nada de ella desde entonces, desde que la vi salir de clase un jueves de diciembre, envuelta en un abrigo rosa y con una bufanda alrededor del cuello, cargando con su mochila. Habíamos acordado no comunicarnos durante las vacaciones para no levantar sospechas La noche anterior nos habíamos despedido como a mi me gustaba: desnudos, entre gemidos y orgasmos y con mi boca entre sus piernas. Ahora dominaba yo, y le había dejado tal recuerdo que no se olvidaría de mi durante todas las fiestas. Yo había pasado las Navidades solo, pero no necesitaba a nadie más. Utilicé mis dotes de escritor para escribir un diario sobre mis fantasías con la chica, f

Ayden III

Los Winchester llevaron a la joven a su motel. Ayla era una chica buena, no solía irse con desconocidos, pero esos dos chicos le inspiraban confianza, como si les conociera de toda la vida... Hablaron a Ayla sobre la caza, los ángeles y los demonios, sobre la profecía... Pero la chica, más que recordar empezó a asustarse. Monstruos, muerte, pesadillas... Ayden se había suicidado huyendo de ello y ahora querían que regresara. La joven se apartó de la mesa de un salto, con lágrimas en los ojos...  -¡Jamás seré como esa chica, jamás!-repitió en voz alta -Ayden, por favor, te necesitamos...-exclamó Dean -Deja de llamarme así, me llamo Ayla, Ayla Hurst. ¡No soy ni jamás seré Ayden Winchester! Sam se levantó y agarró a la joven por los hombros, mientras la obligaba a mirarle a los ojos... -Ayden, se que estás allí dentro... Por favor, regresa con nosotros. -¡Suéltame!- se revolvió Ayla y retrocedió asustada hasta chocar con un cuerpo. -Sam, déjala.-ordenó Castiel

Cosas entre Hermanos

De repente, todo cambió para el príncipe heredero, su padre estaba de vuelta, y desde la llegada de su hermana al templo de la Orden Blanca, el joven Hayden había perdido todo el protagonismo del que había gozado desde su infancia. Apenas conocía a su padre, era solo un bebé cuando la guerra estalló y fue puesto bajo la custodia de la Orden. Asgard había puesto todas sus esperanzas en él, las gentes luchaban por él, por devolver la corona al legítimo heredero, al descendiente de los Fundadores, al único hijo de Thor... Sin embargo, desde la llegada de Ayla al templo, todo había cambiado, ella entendía a las gentes, había crecido entre granjas y campesinos. No la veían como la típica princesa elitista, siempre seria y elegante ante el pueblo. Sonreía, Ayla sonreía, no se avergonzaba de mostrar sus emociones en público, a pesar de las insistencias de su institutriz. Esos pequeños gestos, las sonrisas, las lágrimas, acercaban a Ayla al pueblo, era una más, no un miembro de la realeza que