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Mostrando entradas de febrero, 2016

Ayden V

Castiel cayó de rodillas en la habitación del motel, sujetándose la cabeza con ambas manos. Cerró los ojos con fuerza y contuvo su alarido de dolor. -¡Cas!- gritó Dean mientras ambos hermanos corrían en su ayuda y le ayudaban a levantarse- ¿Estás bien? ¿qué te ocurre? -Se trata de Ayden, me, me esta rezando, me está pidiendo ayuda... Dean y Sam intercambiaron una mirada. -¿Entonces nos recuerda?- balbuceó Sam -No lo se- dijo Cas sujetándose la cabeza- Pero está protegida con símbolos enoquianos, y eso me perjudica. -¿Puedes localizarla? -Si, pero dudo mucho que pueda entrar. -Para eso estamos nosotros, ¿verdad Sammy? Dean golpeó con fuerza el maletero del Impala, estaba oscuro, detrás de ellos se encontraba la vieja fábrica abandonada, protegida contra los ángeles y rodeada de demonios. -¡Qué típico de Crowley!- exclamó Dean al ver el lugar- fábrica, secuaces y herramientas de tortura. Espero que por su bien no esté ahí dentro, sino te juró por mi hermana que le cla

Rose

Brandon y Rose llegaron a la pequeña cabaña de madera al anochecer. Se trataba de un pequeño refugio en medio del bosque, a penas a unos kilómetros del pueblo donde Brandon trabajaría los próximos meses. La cabaña tenía dos habitaciones, un comedor-cocina y un baño. Suficiente para los dos hermanos. Brandon entró por la puerta, suspirando profundamente con una sonrisa en el rostro y soltando sus bolsas sonoramente en el suelo. -Hogar, dulce hogar. -¿No te encanta esto, Rose?- comentó a su hermana menor, que entraba detrás de él, tímidamente y con una mochila a cuestas... -Me gustaba más el apartamento de Nuevo York, ahí podía salir a la calle, ver gente... Ahora estamos en medio de la nada. Brandon se descalzó y se tiró al pequeño sofá de la casa -No digas tonterías. ¡Esto es vida! Aire puro, el sonido de la naturaleza, no hay pitidos de coches... Y no tenemos que pagar alquiler. Ronald nos presta la cabaña durante los meses que estemos aquí. ¡Es genial! -Si tanto te gusta

Los Demonios

Asaliah corre entre la muchedumbre para intentar alcanzar el coche viejo y rojo en el que ha subido la muchacha, tropieza con la gente, se disculpa, le gritan, los ignora. De repente, choca contra un hombro robusto con cazadora de cuero, Asaliah ni siquiera lo mira, pide disculpas e intenta seguir adelante, pero el hombretón le detiene sujetándole por el hombro de la chaqueta del traje... El hombre lo arrastra hasta a un callejón donde le esperan otros dos hombres y una mujer vestidos con ropa "underground". -¿Pero mira a quién tenemos aquí?-exclama uno de los hombres jóvenes que les aguardaban en el callejón- Si es nuestro primo de alas negras... -¿Qué haces tú aquí, pequeño bribón?- ironiza la mujer que viste con camiseta de tirantes y pantalones rasgados- ¿A caso eres otro desesperado en busca de Raphael? La mujer, de media melena rubia y labios rojos se acerca a Asaliah, sujeto por el hombre grande y calvo y arrodillado frente a ellos. -Parece que papá está hacien

LA PRIMAVERA IV: El Amante

(hace unos meses) El hombre se levantó de la cama sigilosamente, para evitar despertar a su compañera. Se encontraba en un cuarto de motel barato, oscuro y sucio.  Se dirigió al cuarto de baño y se lavó la cara, observó su rostro en el espejo, aunque la penumbra apenas dejaba distinguir su propio rostro reflejado en el cristal. -¿Qué estás haciendo?- una voz femenina y juvenil resonó al otro lado de la habitación. -Ahora voy... -contestó el hombre con la voz entrencortada De nuevo atravesó la oscura habitación y se aproximó a la cama donde jugueteaba la muchacha. Ayla estaba tumbada boca abajo, con la espalda desnuda y la mejilla apoyada sobre sus brazos, sonriéndole. El hombre le acarició la espalda, los brazos y el rostro con cariño, luego se escabulló entre las sábanas y se abrazaron... -¿Cuánto me va a costar esta noche?- bromeó el hombre - Sabes que soy incapaz de cobrarte nada. Lo hago porque quiero.... -Lo se, pero cada vez me resulta más complicado ver como otros

Una entre un millón

Una suave capa fría y blanca ha cubierto las calles de Nueva York, las gastadas zapatillas de tela negra resbalan por las escaleras del portal del viejo edificio. Unos vaqueros rasgados, guantes sin dedos, cazadora de cuero gris y una bufanda de lana alrededor del cuello. La melena rubia, lazia y cortada en forma de nube asoma bajo la gorra de la muchacha. Apenas se distingue su rostro entre la ropa. Las mejillas sonrojadas y unos brillantes ojos verdes observan curiosos el panorama invernal de la Gran Manzana. La joven empieza a correr entre la muchedumbre, disculpándose para abrirse paso entre las gentes. Se resbala con el hielo delante de un puesto de café y observa melosa la caliente bebida. Se mete la mano en el bolsillo y saca unas monedas, las mira un rato, luego cierra el puño con fuerza y frunce el ceño. Vuelve a guardar las monedas en el bolsillo e intenta levantarse. Una sombra cubre su rostro, delante de ella se ha parado un chico, alto, rubio y de grandes ojos azules, de

Caos

El pobre y malherido ángel se arrastraba penosamente por el campo de batalla. Sus dos grandes alas negras rozaban el suelo con cada movimiento, a su paso va dejando un rastro de sangre y plumas azabache sobre la arena. En un lugar no muy lejano los ángeles todavía se están peleando entre si... -¿Dónde se ha visto esto? ángeles peleándose contra ángeles...- murmura el guerrero una vez se ha alejado lo suficiente de la guerra. Aunque sea una criatura de Dios... el ángel mantiene el aspecto humano que antaño tuvo su alma. Cabello negro, ojos pequeños y azules, nariz chata y una amplia frente. Unos labios gruesos y rosados y la piel firme y tersa, apenas marcada por algunas marcas de expresión. En sus tiempos, debía ser un hombre muy atractivo, pero ahora sucio y cubierto de sangre, arrastrándose, humillado... Perdía todo el encanto del que habría gozado en sus años de hombre... El ángel se levanto pesadamente sobre una duna de arena y observó el panorama, parecía que ya se había proc