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Mostrando entradas de mayo, 2016

Los Jinetes: La Graduación

Axel y Ayla volaron a toda velocidad entre los bosques de Malmö, Hydor era más grande y pesado que Acamar, pero el dragón negro era más ágil y esquivaba con más facilidad las ramas de los árboles. Una bola de fuego les sorprendió: -¡Eso es trampa!-gritó ella -Venga, princesa- se burló él- es solo una bola de fuego... -Te vas a enterar... Con un hábil movimiento, Ayla provocó que Acamar volase en círculo y golpease a Hydor y a Axel con su aliento eléctrico, propio de los dragones de su especie. A Axel le costó esquivar ese rayo e intentó contraatacar con una bola de fuego, que Lis, a lomos de Zaniah consiguió apartar. -No te metas en esto Lis- le gritó el joven noble -Has comenzado tú a hacer trampas.- respondió la muchacha de cabellos negros- ¡Corre Ayla! ¡Corre! Ayla espoleó a Acamar, el dragón se revolvió y comenzó a ascender entre las copas de los árboles, hasta llegar a cielo abierto y lanzarse en picado hacia la academia. Ya la veían, el hemiciclo donde se llevaría a

Una Chica Normal

Como cada mañana de lunes a viernes, mi despertador suena a las siete de la mañana, lo apago de un tortazo y con mi habitual mal humor matutino y arrastrando pesadamente los pies, me voy directa al baño. Con una buena ducha de agua caliente intento volver a ser persona, me cepillo el pelo y me lavo los dientes. Me visto con mis vaqueros rotos y me calzo las zapatillas negras de tela, esas que mi madre insiste en que tire a la basura de una vez y yo me niego. Intento innovar con mi pelo, peinándome de una manera diferente, pero como siempre desisto y me acabo recogiendo la melena rubia en una coleta mal hecha. Me quedo mirandome al espejo un rato, esa soy yo, una chica normal dentro de los criterios de normalidad más absoluta que existen: Me llamo Ayden Madeleine Winchester y nací el 18 de septiembre de 1995 en Lawrence, Kansas. Mi padre, John, era mecánico y le encantaba el beisball, falleció hace unos años por una parada de miocardio. Mi madre, Mary, es ama de casa, adora la jardinerí

Maldad

-¿Ayla?-repitió Crowley- ¿Te llamas Ayla?-la joven idéntica a Ayden Winchester asintió con la cabeza mientras se terminaba de maquillar y recorría la habitación inspeccionando los objetos mágicos de Rowena- ¿Quién te puso ese nombre? -Mi padre. -¿Tu padre? ¿Te refieres a John Winchester?-continuó interrogando el otro -No, mi padre no es John Winchester, es el padre de Ayden, pero no el mio... -Entonces... ¿quién es tu padre? -El que me creó.- Ayla se sirvió una copa de licor y bebió sin ni siquiera mirar a los ojos a ninguno de sus dos anfitriones, luego continuó cotilleando los objetos de la bruja- Castiel.- pronunció ese nombre con un golpe seco de voz, fríamente. -¿el ángel te creó? ¿cómo? -No lo se, simplemente nací. No existía y de repente existí. Castiel me dio un nombre y una misión, me dijo que cuidara de Ayden y que no dejara entrar a nadie. Querían hacerle daño, yo estaba allí para impedirlo. -Tú eres la protección del vínculo- concluyó Rowena- el ángel te cre

Libre

Dean entró en el bunker bruscamente, apartando todo a su paso y abriéndose paso hasta la habitación de Ayden. Está herido, le sangra la ceja y tiene una mejilla hinchada. Sus brazos y su torso también están llenos de cortes y magulladuras y algunos moratones. Detrás de él, Sam lleva a Ayden en brazos, inconsciente. El hermano mediano también está herido, pero no tanto como Dean ni mucho menos con Ayden, que se desangra por una herida de bala en el costado. Dean aparta las cosas de Ayden de encima de su cama y Sam coloca a la joven suavemente sobre ella. El primogénito busca desesperadamente un trapo con el que tapar la hemorragia que cada vez se extiende más sobre la camiseta gris de Ayden. La muchacha abre los ojos débilmente mientras Sam presiona el trapo contra la herida. -¿Sam?-murmura Ayden-¿dónde está Cas? -Tranquila Ayden, te pondrás bien. Tu solo estate tranquila... -¿Dónde está Cas?-vuelve a preguntar adormecida y muerta de dolor. Dean coloca otro trozo de tela sobre

Atrapada

Ayla dibuja a mi alrededor un círculo con gasolina mientras Ayden contempla la escena pasiva, de brazos cruzados. Me han atado las manos a la espalda y los tobillos para que no pueda levantarme. -Lo siento,- me dice Ayla- es por tu propio bien, no podemos permitir que sigas haciendo esto... -¡Solo he intentado vivir mi vida! Tomar mis propias decisiones, ser yo misma...- le respondo Sabía que tarde o temprano llegaría este día. El día en que Ayla y Ayden se diesen cuenta de que no son tan distintas como creían, el día en que aparquen sus diferencias y se volviesen contra mí. Cometí el terrible error de encerrarlas a ambas, y ahora se han vuelto contra mi, y me han atrapado. -Y ya has visto como te ha ido desde que nos encerraste. Cometes malas decisiones, te dejas influenciar demasiado por todo ese rollo de los sentimientos y de las emociones. Creía que ya habías asumido que no podías sentir esas cosas... -Pero estoy sola Ayla... No me gusta estar sola. Ayden- la miro- Tu sab