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Voluntad de Hierro

El repiqueteo de la lluvia contra el cristal disimuló el grito de Ayden al caer al suelo de rodillas, derrotada. La habitación del motel estaba casi sumida en la oscuridad, con la única iluminación de las farolas de la calle que entraban por la ventana. Ayden estaba arrodillada en el suelo, mordiéndose los labios hasta sangrar para ocultar el dolor. Un espeso líquido rojo manchó el suelo de madera. Le salía sangre por casi todos los agujeros de la cara. Chorreaba como una cascada desde su nariz, le caían gotas desde las orejas y lloraba oscuras lágrimas rojas. Cayó al suelo, ya no podía soportar el dolor y se echó a llorar desconsoladamente. Se hizo un ovillo ahí mismo y se quedó sollozando hasta tranquilizarse. Echaba de menos a Dean, desde lo de la caja, su hermano mayor temía perder al único miembro de su familia de sangre que le quedaba y prohibió a Ayden seguir cazando. La dejó en casa de Bobby y se marchó a vivir con Lisa y con Ben, la muchacha recordaba el frío tono de voz de su hermano, sentado desde el asiento del piloto de su querido Impala. Bobby le había puesto una mano en el hombro:

-Lo siento Ayden-le dijo-pero no voy a perder otro hermano.

Pocos meses después se marchó. No es que no quisiese a Bobby, es mas, lo adoraba, era como su padre. Pero hasta que no trajese a Sam de vuelta del Infierno no volvería a ver a Dean y no volverían a estar los tres juntos, jamás. Ayden recordó como Cas había sacado a su hermano del Averno, ahora y gracias a Gabriel, ella tenía los mismos poderes que un ángel. Así que una noche recogió lo imprescindible en una mochila, se puso una cazadora y dejó Sioux Falls. Antes de irse, encontró a Bobby en la biblioteca, dormido sobre su mesa, con una botella vacía de whisky y un montón de libros antiguos. Se acercó a él y le susurró al oído:

-Lo siento mucho Bobby, se que te hago daño marchándome de esta manera y que le prometiste a Dean que cuidarías de mi. Pero debo encontrar a Sam. Tengo que salvarlo y des de aquí no puedo hacer nada. Te prometo que iré con cuidado, y no te preocupes: Estaré bien.

Le besó la mejilla, y justo cuando se dio la vuelta para marcharse, un objeto del escritorio de Bobby cayó delante de sus pies con el sonido de un cristal roto. Era un marco de fotos viejo, Ayden lo cogió y quitó con cuidado los trozos de vidrios rotos: era una fotografía tomada por John Winchester, en ella aparecía su gran amigo y hermano Bobby Singer y sus tres hijo de pequeños, cuando abrieron el taller: ella era una muñequita rubia en brazos del viejo con gorra, a sus pies Sam sonreía tímidamente a la cámara y Dean hacía divertidas muecas. Sonrió con añoranza yMiró a su alrededor, buscando una señal que le indicase que la caída del cuadro había sido cosa de alguna fuerza angelical. No había
Bobby Singer (Jim Beaver) es el único que cuida de Ayden
cuando Sam cae en la caja, pero ella debe abandonarlo para
intentar salvar a Sam
sabido nada de Castiel desde lo de la batalla de Lucifer y Miguel. Antes de marcharse dijo que debía ir a poner paz al Cielo ahora que los Arcángeles se habían ido, y que si lo necesitaba solo tenía que rezarle. Ayden le rogó cada noche desde que Dean la había dejado, pero ni rastro del ángel con gabardina. A la joven se le rompió el corazón en mil pedazos. Estaba enamorada de él, pero sabía que era una locura, aún así tenía la esperanza de despertar un sentimiento de cariño o aprecio en el frío corazón del grandullón de ojos azules, pero había pasado casi un año y ni rastro de Cas... Sam tenía razón, tenía que dejarlo estar, ojala estuviese allí... Necesitaba sentir los abrazos de oso de su hermano, le diría que tenía razón, pero Sammy no la respondería con un "Te lo dije", como habría hecho Dean, solo la abrazaría y la dejaría que se desahogase en su hombro. Pensar en él le dio fuerzas para levantarse del suelo y dirigirse al baño. Andaba descalza, vestida apenas con una camiseta ancha y un pantalón corto, todo sucio y manchado. Se lavó la cara y se limpió la sangre, su cabello rubio le caía por la espalda, y lo llevaba suelto y alborotado.

-Vamos Ayden, por Sammy-se dijo a si misma reflejada en el espejo.

Volvió a la habitación y rebuscó algo en el primer cajón de la mesilla. El cuchillo de Ruby... era la única arma eficaz que conocían ante los demonios, Sam siempre la llevaba encima, Dean la había prohibido cazar, pero ella se quedó el cuchillo de todos modos... "como recuerdo" le había dicho al primogénito de los Winchester con los ojos empapados en lágrimas. Se sentó en la cama y examinó el cuchillo detenidamente, acariciando delicadamente las runas y el perfil de la hoja con la yema de los dedos:

-¿Vas a estar mucho más tiempo lamentándote, pequeña zorra? Algunos tenemos cosas que hacer...

Ayden se levantó y se dirigió a la otra punta de la habitación, en la oscuridad había una chica atada, colgada del techo dentro de un pentagrama con la estrella de cinco puntas. La muchacha no dijo nada, simplemente le rajó el pecho de arriba a bajo mientras la joven morena vestida de cuero gritaba de dolor.

-Puedes torturarme todo lo que quieras puta de los ángeles-escupió la demonio las pupilas dilatadas mientras la sangre le brotaba de la garganta y le manchaba los dientes-No vas a lograr nada, tu hermano será nuestro para el resto de la eternidad...-Ayden le golpeó la mejilla y le giró la cara. La mujer estiró el cuello para recomponerse del bosque y escupió un mezcla de saliva roja al suelo-¿A qué hora el fin del mundo no te parece tan mala idea?-se rió irónica.

-¡Basta!-gritó Ayden enfadada-Eso ya lo veremos. Pero te juro que voy a traer a mi hermano de vuelta, lo contrario que tu perra de ojos negros... Voy a destruirte y a convertir tu asqueroso humo negro en una barbacoa demoníaca...

Ayden colocó la palma de su mano sobre la frente de la demonio. Cerró los ojos y se concentró mientras una energía celestial brotaba de su interior y carbonizaba el cráneo de la mujer, que comenzó a gritar de dolor y a suplicar que se detuviese. Un destello azulado iluminó la habitación. La joven abrió los ojos y comenzó a tambalearse, lo último que vio antes de perder el conocimiento fue el cuerpo del demonio lleno de quemaduras y con las cuencas de los ojos vacías.
Cuando despertó aún era de noche, pero no oía la lluvia, estaba metida en la cama. Miró a su alrededor alarmada, el cadáver del demonio había desaparecido, intentó levantarse pero no tenía suficiente fuerza y volvió a dejarse caer sobre el colchón:

-Si lo que intentas hacer es matarte, oye, no podrías estar haciéndolo mejor...-Era una voz masculina, aguda y con un ligero acento francés. El interlocutor apareció con una ráfaga de viento delante de su cama: era un hombre maduro, de unos cincuenta años, cabello rubio y corto y diminutos y brillantes ojos azules. Era pequeño y de complexión muy delgada, vestía una americana negra sobre una camiseta gris con un cuello muy bajo que ocultaba el final de una cadena de oro que le rodeaba el cuello. Sin duda, a pesar de su edad, Ayden encontró que se trataba de un hombre atractivo, aunque sabía exactamente que no era lo que aparentaba, ya había aprendido a diferenciar a los ángeles del resto de la gente. El recién llegado se sirvió un vaso de whisky del minibar y se acercó a ella, alargando la mano para colocarle dos dedos en la frente, Ayden le sujetó la muñeca, lo miraba desconfiada- ¡Wow, wow, wow1-exclamó apartándose de un salto y levantando la mano exageradamente-Parece que tenemos una gatita en la sala.
Sam Winchester (Jared Padalecki) atrapado en La Caja
con Lucifer y Miguel

-¿Quién eres?-preguntó muy seria.

-Balthazar-respondió con en tono burlesco.

-¿Por qué estás aquí? ¿Quién te envía?

Ayden se levantó despacio, con la mirada fija en el individuo. No sabía donde había dejado el cuchillo de Ruby, y se sentía desprotegida, pero ni iba a mostrar inseguridad delante de el ángel.

-Puedes estar tranquila, no voy a hacerte daño-Balthazar se teletransportó y apareció a menos de un centímetro de la nariz de Ayden-Ademas, si hubiese querido matarte... ¿no crees que lo habría hecho mientras estabas inconsciente?-le colocó dos dedos en la frente y la sanó de sus heridas.

-¿Te envía Cas?-preguntó ella, más relajada, pero manteniéndose todavía alerta.

-No exactamente...-él le dio la espalda y siguió bebiendo de su copa de whisky-le conozco, somos de la misma guarnición, en realidad, creo que es uno de los tíos más legales que hay allí arriba...

-Pero... ¿está bien?-el hilo de voz de Ayden dejaba al descubierto su preocupación por el ángel.

-¡Oh si! Está perfectamente... Pero las cosas se están poniendo un poco feas con todo el tema de Raphael, la Caja, el fin del Apocalipsis bla bla bla bla... y Castiel tiene que poner un poco de orden.

-¿Y si él no te ha enviado, qué haces aquí?-Ayden volvió a ponerse tensa.

-Castiel me habló de ti... -volvieron a mirarse a la cara, estaban a menos de dos pasos el uno del otro-Dijo que había conocido a una humana en la que tenía fe ciega y que habíais establecido El Vínculo, también me dijo que te habías tragado la Gracia de Gabriel y que estaba preocupado por ti. Y me dije "¡Qué diablos! Quiero conocer a esa chica!"-Ayden se sentó en la cama, a pesar de la sanación, seguía estando muy débil-Veo que no se equivocaba...- su tono de voz cambió radicalmente a uno más suave que denotaba tristeza y preocupación-Se trata de una magia muy poderosa, pequeña, tu cuerpo no podrá soportarla durante mucho más tiempo, si no haces algo pronto: explotarás...


-Debo salvar a Sam...-se excusó ella con un tono de voz excesivamente tranquilo como para saber el riesgo que corría su vida.

-¡Vaya! Así que es cierto lo que contaba Castiel de ti... adoras a tus hermanos y estás dispuesta a dar tu vida a cambio de la suya. Tienes la voluntad de hierro. Me gusta... y por eso estoy aquí: he venido a proponerte un trato.-Balthazar dejó el vaso de whisky en la mesilla y se sentó a su lado. Ayden lo miró muy atenta, el ángel rebuscó en sus bolsillos y sacó un colgante de plata, en forma de estrella, parecido a una trampa de demonio-Es el Amuleto de Heriberto, un escudo antiángeles y antitodas las criaturas de la Creación. Este collar mantendrá la Gracia en tu interior, a salvo de cualquiera que quiera usar tus poderes para su propio beneficio y sobretodo para que no te mate...

Ayden tomó el collar entre sus dedos y lo examinó detenidamente:

-¿Cómo se qué puedo confiar en ti y que esto es una trampa?

-Porque a mi, como a tu amiguito de la gabardina, me tienen un poco manía allí arriba y bien, como no me querían pues... me marché y me llevé conmigo algunos "regalitos".

-¿Robaste la armería del Cielo?-gritó Ayden levantándose alarmada.-¡Tú estás loco! Ya tengo a los demonios detrás porque quieren mi Gracia, solo me falta que ahora me persigan los ángeles porque a ti te haya dado por robar a tus jefes...

-Eh eh eh...-advirtió él mientras realizaba un gesto de calma en las manos-Que yo no he robado nada, solo lo he tomado prestado... Y para que lo sepas: ni los ángeles ni los demonios pueden localizar el amuleto... aunque siempre podrás acudir a cierto amigo tuyo para contarle lo que sucede y entregarle el único trasto en todo el universo que evitará que seas la segunda ola de bombas atómicas de la Tierra...

Ayden se colocó el collar en silencio:

-¿Y qué me vas a pedir a cambio?-preguntó la joven desconfiada.

Balthazar (Sebastian Roché) negociando con Ayden
Balthazar se levantó y se puso a mirar por la ventana, el parking de asfalto del motel estaba húmedo y una fina llovizna regaba la ciudad. A través del reflejo del cristal veía a Ayden, rígida como una estatua, con los ojos clavados sobre la nuca de él, aguardando una respuesta o a darle una puñalada trapera-De momento tú mantente callada, no digas nada sobre mi ni sobre al amuleto y todo irá bien...Ya volveré a cobrar mi deuda cuando las cosas estén más calmadas en el Cielo... -se dio la vuelta para volverse a encontrar con la mirada afilada de Ayden, le cogió ambas manos-Solo tiene un inconveniente, no podrás usar tus poderes, pero si transmitirlos...

Ella se soltó de una sacudida de brazos:

-¿Qué? ¡Ni hablar! No hay trato, necesito mis poderes para salvar a Sam...-protestó llena de rabia.

-Yo no me preocuparía por tu hermano, jovencita... Está mejor de lo que crees.

Y Balthazar se esfumó.



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