Ir al contenido principal

El Día Después

Una triste música resuena en su cabeza, es la canción que tararean las mujeres cuando van a lavar al Sena. Su visión es borrosa, apenas distingue las figuras que le rodean. Enjolras empieza a balbucear y a ponerse nervioso, un agudo dolor le perfora el costado y grita. Una mano cálida le acaricia el rostro y le limpia el sudor de la frente con un paño húmedo.

-Shhh, cálmate, ya pasó todo- le dice una suave voz.

Enjolras no tarda en reconocer que se trata de Ayla,

-¿Ayla? ¿Eres tu? -Enjolras palpa a ciegas el aire en busca de la joven. Ella sujeta sus manos entre las suyas. -¿Qué ha pasado? ¿Y la barricada?

El joven se frota los ojos y empieza a ver con claridad, está tumbado en un camastro de madera, semidesnudo, Ayla está sentada a su lado, vestida con una camisa blanca y una falda, y un manto sobre sus hombros desnudos, su larga melena ha desaparecido, ahora los simpáticos y lacios mechones rubios le acarician la nuca.

-¿Dónde estoy? ¿Qué le ha pasado a tu pelo?

-¿No recuerdas nada?- le pregunta Ayla

Enjolras le queda pensativo, "Lo ultimo que recuerdo es ver a Gavroche morir en tus brazos". Una sombra de tristeza atraviesa el rostro de la joven,

-La policía atacó -empieza a relatar ella, sin mirarle a la cara- te apartaste de mi lado, intenté retenerte pero no lo logré. Avanzabas hacía la barricada, a tu alrededor todo era sangre, te hirieron en el hombro, pero seguiste andando. No se que es lo que se te pasaría por la cabeza Enjolras, pero no sabía como detenerte. Otra bala te alcanzó en el estómago y te caíste al suelo. Gritabas de dolor y te desmayaste. La barricada estaba destruida y la mayoría de tus amigos muertos, los demás corrían a refugiarse en el Café. Aproveché el momento de confusión y fui hacia ti. Estabas mal Enjolras, muy mal, pero estabas vivo. Te arrastré por los túneles que atraviesan París, hasta aquí. Mi pequeño apartamento, no sabía si ibas a sobrevivir pero al menos tenía que intentarlo. Le prometí a Gavroche que si le pasaba algo cuidaría de ti, y yo nunca falto a mi palabra.

Las ultimas frases Ayla las había pronunciado entre lágrimas, con las manos de Enjolras entre las suyas. El joven se conmovió, y la abrazó. Él sentía algo por ella, lo sabía desde que la conoció, pero desconocía esos sentimientos tan profundos de la solitaria Ayla.
Enjolras la miró a los ojos, sujetándole la cabeza.

-¿Dejaste el cuerpo de tu hermanito en la barricada, por mi?-Ayla se enjuagó las lágrimas mientras asentía- ¿Pero como pudiste? Era Gavroche...

-No era Gavroche-exclamó ella- Solo era su cuerpecito, él estaba muerto, tu no. No podía cargar con los dos, tenía que elegir a uno. Y escogí al que tenía mas posibilidades de vivir...

Llorar le dolía, en su orgullo y por sus heridas. Pero no podía aguantarlo. El gesto de Ayla le había conmovido. Ella se levantó y le mostró a Enjolras la preciada chaqueta azul de Gavroche. 

-No lo dejé todo.-dijo ella mostrándosela.

Enjolras acarició la prenda de ropa. Estaba vivo, era el único que estaba vivo. Todos sus amigos habían perecido, pero él no. Él tenía otro propósito en la vida. Tenía que darle a esa chica la vida que de verdad se merecía.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Alaskan Bush Cluedo: ¿Quién disparó al oso?

Buen fin de semanas a todos y a todas. Sé que se está haciendo larga la espera de la segunda parte de Nueva York, pero os aseguro que valdrá la pena. Una pista, ¿Recordáis el primer capítulo de Tierra Mojada? Pues la cosa va por ahí... Y hablando de pistas, he querido dedicar unos "minutitos" esta semana a intentar despejar otra de las grandes incógnitas de la novela, y así, que la espera para Nueva York parte II se haga más corta: ¿Quién disparó al oso que atacó a Matt y salvó su vida y la de Ayla? He recopilado todas las posibles pistas que nos dejan caer: Ayla, Matt, Alba, Gabe, Bam... a lo largo de los últimos capítulos. ¿Seréis capaces de descubrir quién fue el heroico tirador? La respuesta la tendréis en: Cartas desde Browntown, el capítulo que seguirá a Nueva York, parte II. ¡No olvidéis dejar vuestra respuesta en los comentarios y compartir el post en Redes Sociales! Comencemos: Estos son los personajes principales que han habitado Browntown hasta el capítulo X...

Capítulo XX: Nueva York (Parte II)

-Será mejor que subamos arriba. Estás empapado, vas a coger un resfriado…-eso fue lo que pronunciaron mis labios, pasivos y calmados, tragándose entre la saliva la vibración de mis cuerdas vocales. En realidad, quería decir algo muy diferente: “Te echo de menos, fui una idiota, tenemos que volver. Vamos a cuidar a tu madre, te necesito, te quiero, te quiero, te quiero…” La reacción por parte de Matt a mi inesperada propuesta era más que evidente en su rostro. -Está bien, tú mandas…-dijo aun saliendo de su asombro. -Yo cogeré tu maleta. Sube las escaleras, voy detrás de ti. Matt desapareció con paso inseguro hacia el piso de arriba. Las lágrimas corrían como cascadas por mis mejillas. Era él, era distinto pero era él. Cerré la puerta con llave y me aseguré que la habitación que se encontraba al final del pasillo estaba cerrada. Le dije a Esteban que todo estaba bien y colgué el telefonillo que había ocultado en el bolsillo de mi bata. Me planté en las escaleras, una llama se ...

S2. Capítulo III: Insaciable

-Inclínate Ayla, eso es…-la voz de Matt era profunda y grave. Su pecho desnudo estaba perlado de sudor. Dejé que me colocase como él quería. Tumbada sobre la cama, con las caderas hacia arriba y las piernas separadas. Intenté levantar el rostro, pero, con extraño cuidado, me agarró del pelo y me empujó contra el colchón, dándome un desagradable tirón en el cuello. -No te muevas, estás perfecta.-susurró mientras me miraba con sus enormes ojos azules. Tragué saliva. No podía ver lo que había enfrente de mí, pero podía escuchar las olas del mar y el olor a sal, y las partículas de arena blanca que arrastraba el viento y depositaba en mi pelo. El sol de mediodía me acariciaba cálido el rostro. Le sentí empujarme para penetrarme mientras yo me estremecía. No era agradable, lo notaba más hinchado de lo normal. Yo estaba tensa, humillada en una incómoda postura que estaba empezando a pasar factura a mis lumbares. No le importó que yo no estuviese lo suficientemente húmeda para recib...