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Sola...

Ayla avanza a través de la tormenta de nieve, con una mano agarra fuertemente las riendas de su caballo, mientras que con la otra sujeta a su hija, envuelta en una manta y sujeta sobre su cadera, arropándola con su capa. Ha metido a Iolaus dentro de uno de los cestos de carga del corcel, arropado con una manta y protegido del frío del viento, pero teme que el animal se asuste y eché a correr, lastimando al niño.
Avanzan pesadamente por la nieve, que le cubre casi las rodillas, pronto no podrán avanzar y quedarán atrapados. Pero de repente, Ayla reconoce un paisaje familiar, aunque cubierto de blanco, es inolvidable... El castillo de piedra se alza delante de ella, hacía muchos años desde que lo pisó por última vez, y lo hizo con el mismo caballo y con un bebé en brazos...
El lago estaba congelado y con la nieve lo cruzaron sin darse cuenta. Luces anaranjadas parpadean en el interior, Ayla recordaba el castillo de Loki como un lugar frío y solitario, pero no podía ser más frío que el interior, su otra gran duda era si la dejarían entrar...

En el interior del castillo, Loki pidió a Eleanor que añadiera leña a la gran chimenea del salón principal y que después se pusiera a preparar la cena. Reinaba el silencio, en el enorme casoplón solo vivían Loki, Eleanor, el hijo de ésta y un criado. El sonido del hierro contra la piedra rompió ese ordinario silencio. Eleanor y Loki se miraron confusos. Volvió a sonar el repiqueteo y Loki se acercó a la puerta.

-Señor...- dijo la mujer un tanto asustada.

Loki le ordenó que callara con un gesto y abrió despacio el porticón de madera. Su gesto de asombro fue casi mayor que el de Eleanor, la princesa Ayla, envuelta en una capa y vestida con una simple túnica estaba frente a él, cubierta de nieve y acurrucando a dos niños bajo sus ropas...

-Eleanor- dijo Loki perplejo- dile a Jorlás que se haga cargo del caballo. Y apúrate en preparar la cena.

Loki hizo pasar a Ayla y a los niños, ella los condujo hacia la chimenea para que entraran en calor. Él observó a los pequeños: Iolaus era más bien tímido, estaba pegado a su madre, abrazándole la pierna, sin apenas acercarse al fuego. La niña era más despierta, en sus ojitos podían verse las llamas doradas, y acercaba las manitas para intentar tocarlas.

-Oí que habías tenido una niña.-dijo Loki, con su característica dulce voz, después de pasar un rato observándoles.

-Se llama Leah, tiene siete meses. Me casé con un militar y me concedió este precioso regalo.

Ayla le mostró a la pequeña y Loki éste no pudo evitar sonreír al cogerla en brazos. Iolaus aprovechó el momento para llamar la atención de su madre y que lo cogiera en brazos. Elanor no pudo evitar acercarse sorprendida al reconocer al niño...

-Dios mío.... ¿Éste es Iolaus? Cómo ha crecido.... Déjame verte.

Iolaus se resistió a las carantoñas de Eleanor. Pero cedió en cuando Ayla se lo dejó en brazos.

-Iolaus, ésta es tu tía Eleanor. Ella cuidó de ti antes de que nacieras, y fue la que me ayudó a traerte al mundo. Tienes que portarte muy bien con ella.

El niño era reacio a los desconocidos, pero finalmente cedió a las insistencias de Ayla y se fue con Eleanor. Ayla volvió a coger a la pequeña y se sentó junto a Loki en el fuego.

-¿Y bien? ¿Me vas a contar que ha sucedido?

-Loki... Yo lo siento mucho, pero no sabía que hacer. Los niños tenían hambre y frío y tropecé con el castillo... Y yo...

Loki le puso un dedo en los labios.

-¿Por qué no estás en Asgard?

-Hayden me acusó de alta traición, cuando se enteró de que estuve conviviendo contigo... Declaró que mi sangre ya no era pura, por haber usado la magia, tan prohibida a las mujeres asgardianas. Mi padre le apoyó y nos desterraron a Leah y a mí. Mi madre, como siempre, se mantuvo al margen, al parecer no opuso ningún tipo de objeción al perder a su hija de nuevo. Iolaus se negó a permanecer con su padre y se marchó conmigo.

-¿Y tu marido?

-Destinaron a Aysel a la marina hace algunos meses, hace semanas que no tenemos noticias. Sospecho que fue enviado por orden de Hayden y mucho me temo que ejecutado. Él jamás hubiera permitido que nos hiciesen esto... Nos quería tanto.- Ayla tomó la mano de Loki- No estuvo bien lo que te hice, lo se. Pero por favor, te suplico por mis hijos que nos dejes quedarnos aquí el tiempo que dure la tormenta. Por favor Loki, si queda algún bonito recuerdo de nosotros durante aquellos años...

Loki se levantó, firme y autoritario. Habló serio:

-Ya te dije que la Isla siempre sería tu hogar. Puedes quedarte el tiempo que quieras.

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