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El Primer Dragón

Robbert corrió colina arriba, como un niño pequeño al que su padre le ha regalado un arco nuevo y está deseando probarlo, dejó atrás el campamento militar que el dirigía y se dirigió al pequeño campamento de los jinetes. Subió la cuesta pesadamente, los cuatro dragones que descansaban allí, cerca de sus entrenadores, ya se habían acostumbrado a la presencia del joven guerrero de grandes ojos azules, así que apenas reaccionaron cuando Robbert terminó de escalar la colina. A pesar de la indiferencia de las bestias, los jinetes si que dedicaron una mirada hostil al noble extranjero.
Ya hacía un par de lunas que el equipo de Ayla se había establecido en el norte de la isla de Myr, a unas leguas de distancia de Halogala, huyendo de Ingrid y de sus jinetes, al servicio de Svend, quien había tomado Malmö y había obligado a Ayla, Ryden y los suyos a huir apresuradamente de su isla, ocultar quienes eran y negar que pertenecían a la familia Adger. Lis fue herida de gravedad durante la fuga, y mientras la curaban fueron encontrados por el ejército de Lund, una tribu del continente en guerra constante con el pueblo de Malmö, que aprovecharon la situación agitada de la isla para recuperar lo que "era suyo", con la dificultad de que no poseían el armamiento adecuado para cruzar el mar y vencer un ejército de dragones. El capitán de esa contienda era Robbert Madden, el primogénito del rey de Lund, un muchacho de unos veintipocos años, cabello castaño y rizado, grandes ojos azules, alto y robusto como un oso, y dispuesto a hacer lo que fuese por recuperar la codiciada isla de Halogala.
Robbert se plantó en el campamento que los jinetes habían construido a la espera de que Lis se recuperase de su fatal caída y de que Zaniah estuviese en forma para volar largas distancias. Un gran fuego dominaba el centro de la colina, rodeado por cuatro tiendas de tela en forma triangular. Axel Pendragón afilaba su querida espada sentado cerca del fuego, mientras que Ryden curaba las rozaduras de la dragona azul con una pasta anaranjada. Elof se encontraba en el campamento militar, ayudando con las curas de Lis.

-¿Dónde está Ayla?-preguntó Robbert en voz alta al llegar.

-¿Por qué quieres saber eso Kuti?- preguntó Axel arrogante sin mirarlo a la cara. El joven Pendragón llamaba a Robbert "intruso" en la antigua lengua de Malmö.

-Quiero mostrarle unas puntas de flecha que han hecho mis arqueros, son de obsidiana, más duras y afiladas que cualquier otra flecha jamás vista...

-Ayla ya sabe hacer sus propias flechas, de la manera en la que nuestro pueblo las ha hecho durante cientos de años, no necesita los trucos de un pueblo del continente.

-Estoy seguro de que a Ayla le gustaría probar estas puntas.

Axel se levantó y se encaró con el joven Madden.

-¿Qué te has creído estúpido Kuti? ¿Qué puedes venir aquí, como si fueses amigo de toda la vida e intentar cambiar nuestras costumbres? Si estamos aquí es por pura necesidad, por nuestra amiga Lis, los jinetes de las islas no se relacionan con los hombres del continente.

-Solo quiero agradecer a Ayla que nos ayudase el otro día con las tropas de Theo Pike. Si no hubiese sido por ella y su dragón, nos hubiesen echado de aquí.

-Ryden y yo también estuvimos ese día ¿recuerdas?

-¿Qué te pasa Axel? ¿ Te sientes amenazado porque un estúpido Kuti como yo pueda robarte a tu chica?

-Ayla no es mi chica, Ayla no es de nadie, las mujeres de las islas no son de nadie, y mucho menos de un Madden como tu...

Las frentes de ambos guerreros casi se rozaban y la tensión se palpaba en el ambiente. Hydor rugió, notaba que su jinete estaba enfadado, y él también se excitaba... Ryden dejó sus curas y separó a ambos jóvenes...

-Ayla está en el bosque, en el río, al lado de la pequeña cascada. Pero yo no la molestaría, está preparándose para la Ceremonia de Purificación.- dijo el primo de Ayla.

Robbert asintió con la cabeza agradeciéndole la información a Ryden, pero sin quitar sus enormes ojos azules de Axel, que le miraba amenazador, espada en mano.

*    *    *

Robbert Madden no obedeció los consejos de Ryden y se acercó al bosque, a la cascada. Fue sencillo encontrar a la joven, el dragón negro merodeaba a su alrededor y hacia ruidos para llamar su atención. Ayla estaba sentada junto a la orilla, envuelta en su capa de piel y con el cabello recogido hacia atrás. El muchacho esperó unos instantes escondido tras los arbustos, quizá Ryden tenía razón y tendría que haber esperado a que Ayla terminase de realizar su ceremonia, pero cuando estaba dispuesto a marchar, notó como algo le tiraba del pantalón, era Dzigan, el dragoncito verde de los ojos rojos tiraba de su pie para llamar su atención. Robbert sacudió suavemente la pierna para intentarse librar del mordisco del pequeño dragón.

-Se que estás ahí Robb, puedes salir...- dijo ella en tono despreocupado.

Robbert cogió al dragoncito en brazos y se sentó junto a Ayla.

-Ryden me dijo que estabas aquí. Lamento si te he interrumpido...

-No te preocupes, tan solo preparaba algunas cosas para llevar a cabo la Ceremonia de Purificación, mañana realizaré una ofrenda al Primer Dragón, y debo tener el cuerpo y el alma limpios.

Robb observó que alrededor de la joven había diversos cuencos con hierbas y mejunjes, un cuerno de búfalo humeante, un pequeño fuego y un diente de dragón sobre una paño de piel suave. Su ropa estaba extendida sobre una roca, secándose al sol, y ella vestía únicamente con su camisa blanca y una capa sobre los hombros.

- A Acamar se le ha caído un diente, es señal de que crece sano y fuerte. Voy a ofrecérselo al Primer Dragón como señal de agradecimiento por cuidar de mi montura, de mi equipo, y de mi.

Robbert meditó un rato en silencio, mientras observaba como Ayla machacaba algunas semillas en un cuenco y las mezclaba con agua y otras hierbas.

-Ayla, ¿cualquiera puede participar en estas ceremonias?

-Creí que no creías en el Primer Dragón.- dijo ella sonriente y mirándole de reojo.

Robbert le sonrió.

-Es solo curiosidad.

-Cualquiera puede realizar una ofrenda al Primer Dragón y en cualquier lado, el Primer Dragón está en todas partes, solo debes purificarte antes de hacerlo. Debes estar limpio, tanto en cuerpo y alma antes de conectar con él y sentir su verdadera esencia...- el tono de voz de Ayla se volvió nostálgico al recordar como llevaba a cabo las Ceremonias de Purificación y el Rito de Ofrenda ante el Primer Dragón.

-Ayla, quiero realizar esa ceremonia. Quiero agradecerle al Primer Dragón que nos protegiese de las tropas de Pike, y que te trajera a ti y a los dragones hasta aquí..

-Tú no crees en esas cosas, Robb

-Pero tú si- se miraron a los ojos. Ayla se sonrojó ante la enorme y pura mirada oceánica de Robb.

-Está bien, esta noche realizaremos la Ceremonia de Purificación, debe hacerse cuando hay luna, el color blanco es el que honra al Primer Dragón, y mañana al alba el Rito de Ofrenda. Pide que te llenen la bañera de tu tienda con agua caliente, y no comas nada hasta después del Rito. Solo agua y te, nada de alcohol. Y prepara ropa limpia para mañana.


*    *     *

Robbert estaba tan nervioso por su Ceremonia como un adolescente la primera vez que se encontraba ante una mujer desnuda. Cumplió lo que Ayla le pidió, no comió durante todo el día, tenía la bañera lista y pidió que nadie, absolutamente nadie, le molestase durante esa noche. Esperaba ansioso la llegada de la joven extranjera, paseándose por la tienda, sentándose y volviéndose a levantar al instante, fregándose las manos y alborotándose los rizos de la cabeza.
Madden se sobresaltó al ver a la muchacha entrar en su tienda, llevaba el cabello suelto, dejando que sus ondas rubias le salpicasen la espalda, cubierta por la capa de piel suave. Cargaba con su zurrón, repleto de pomadas y hierbas para realizar la ceremonia. Se saludaron con una sonrisa y un "¿Estás listo?, ella estaba tranquila, más que Robb que temblaba de los nervios. Ayla cogió el cuerno humeante, sacó una brasa ardiendo y la echó en el pequeño fuego que había en la tienda de Robbert Madden, después preparó unas infusiones con unas mezclas que llevaba preparadas en bolsitas de cuero. Dejó que reposaran y le tendió una a Robbert. Después cogió con unas pinzas una brasa del fuego de Robb y la tiró a la bañera, y guardó otra en el cuerno de buey. Después tomó su vaso de madera humeante y se plantó junto a Robb, que le preguntó que hacía...

-La brasa que llevo en ese cuerno es extraída directamente del fuego del Primer Dragón, en mi pueblo hay un fuego permanentemente encendido, lo extrajo el Consejo de la Montaña de Fuego, donde duerme el Primer Dragón, es el fuego más puro que existe. Todos los jinetes y hogares de mi pueblo tienen una brasa de esa hoguera, de ese modo pueden realizar las ceremonias en cualquier lado y tener siempre cerca al Primer Dragón. Está infusión limpiará tu organismo de impurezas, bébela, cuidado, está caliente. Solemos practicar estas ceremonia en las aguas termales cercanas a la Montaña de Fuego, pero también podemos realizarlas aquí.

-Sobretodo ahora, que la isla de Halogala está bajo el mando de Svend Adger y no permite que los extranjeros os acerquéis.

Ayla sonrió forzosamente.

-Quítate la ropa.  

Robb enrojeció y se quedó rígido como una piedra, sin hacer nada. La joven se sentó en un taburete y comenzó a quitarse las botas y el chaleco que le servía de corpiño. Robbert comenzó a desabrocharse torpemente los nudos de la pechera de cuero, de reojo miraba como Ayla se quitaba la camisa blanca y dejaba caer los pantalones de piel suave al suelo. Se acercó a él, completamente desnuda, a excepción por la venda que cubría su hombro izquierdo y le ayudó con los nudos del uniforme militar. Robbert intentaba no mirarla para que no descubriese sus mejillas sonrojadas.

-¿Y... es normal que un hombre y una mujer realicen la Ceremonia de Purificación juntos? - preguntó para romper el silencio incómodo que se había formado entre ambos.

-Un hombre no puede realizar la Ceremonia solo, en mi pueblo, a diferencia que el tuyo, son las mujeres el centro de la vida religiosa.

-¿Por qué motivo?

-Porque ellas traen la vida...- Ayla le miró a los ojos, acababa de desabrocharle los nudos del pantalón y el muchacho se sintió muy incómodo.- De echo, lo normal es realizar la Ceremonia de Purificación en pareja. Los hombres hacen el amor a sus acompañantes al terminar la Ceremonia para honrar al Primer Dragón. Es el acto que inicia la vida, lo más preciado que tenemos... Por eso suelen hacerlo las parejas unidas o comprometidas, aunque en realidad puede hacerlo cualquiera...

No era la primera vez que Robbert estaba con una mujer, en su tierra natal era famoso por llevarse al lecho hasta la dama que más se hacían de rogar, pero ella, ella era distinta... Observó como Ayla rebuscaba en su zurrón y regresaba con un tarro de barro con una pasta anaranjada en su interior. Analizó el cuerpo desnudo de la joven: no era muy alta, pero tenía el cuerpo musculado por el ejercicio realizado en los entrenamientos. Era de hombros estrechos, pechos pequeños pero firmes, vientre plano, cintura marcada y cadera anchas. No era la mujer más hermosa del mundo, la belleza exótica de Lis destacaba por encima de la de Ayla, pero para él, en ese mismo instante, le pareció la mismísima diosa de la belleza. Se plantó frente a él, sujetando el cuenco con ambas manos.

-Voy a aplicar esta mezcla en tus heridas y cicatrices. Son signos de hombría, pero para el Primer Dragón son impurezas que deben ser cubiertas. La sangre es impura, acaba con la vida, y debe de ser ocultada.    

Robbert era un guerrero experimentado, y tenía el cuerpo repleto de heridas y cicatrices que Ayla cubrió suavemente con un dedo untado en el mejunje.

-Sois peludo como un oso- bromeó ella mientras aplicaba la mezcla sobre los pequeños cortes del pecho del joven- las mujeres de mi aldea os encontrarían muy atractivo.

-Deberíais ver a mi padre... Él si que parece un auténtico oso.

Ayla terminó de cubrir las heridas de Robb, el tacto de esa mezcla era pringoso y se endurecía a los pocos segundos de ser aplicado, formando capas protectoras sobre las marcas de guerra. Al joven le resultó bastante incómodo cuando la muchacha se agachó y cubrió los cortes de sus muslos y la cicatriz que tenía en el costado derecho, bajo el abdomen.

-¿Cómo os hicisteis eso?

-Una desafortunada pelea, intentaron matarme en un desfile público. Afortunadamente salió bien.

Después fue el turno de ella. Pasó largo rato cubriendo las marcas de quemaduras de sus brazos y los dientes y arañazos de dragón que sus bestias le habían hecho jugando en alguna ocasión. Se dio la vuelta y cubrió su marca con el mejunje, y volvió a cubrirla con una venda limpia. Robb seguía creyendo que la venda de su hombro era por una herida, y no que cubría la marca que la identificaba como jinete de Malmö. Robb le ayudó a aplicarse la mezcla en las marcas de la espalda y en la pequeña cicatriz que le había quedado en la mejilla izquierda, fruto de su pelea cuerpo a cuerpo con Ingrid. Ayla le tomó de las manos:

-Ahora vamos a pronunciar el inicio de la Ceremonia, le diré al Primer Dragón que voy a ayudarte a purificar tu cuerpo, después tu, ante él, darás tu consentimiento para que pueda hacerlo ¿conoces algunas palabras de la antigua lengua de las Islas?

-Axel me llama Kuti...- río él. Creo que podré hacerlo. Ayla también sonrió y pronunció su parte de las palabras que daban a conocer que estaban realizando un rito sagrado.

-Yo, Ayla de las Islas del Norte, fiel servidora de mi pueblo y sierva del Primer Dragón, te ruego a ti, gran Primer Dragón, creador de vida, que me concedas la pureza y la gracia necesaria para purificar en tu nombre a este hombre y hacerlo digno para honrarte con sus ofrendas. Y te ruego a ti, Robbert Madden del pueblo de Lund, que aceptes a esta mujer, inundada por el espíritu del Primer Dragón, para que prepare tu cuerpo y tu alma para ser digno de honrar al creador de la vida.

La antigua lengua de Malmö era arcaica, con estructura gramaticales muy simples y un léxico muy poco desarrollado. Era la lengua que se usaba para las ceremonias religiosas y los actos formales, la mayoría de los habitantes de las Islas del Norte habían adaptado la lengua del continente para facilitar sus relaciones comerciales.
Ayla pronunció en su lengua las palabras que Robbert tenía que decir y que pronunció con un marcado acento continental.

-Yo, Robbert Madden de Lund, acepto que esta mujer, de nombre Ayla, purifique mi cuerpo y mi alma en nombre del Primer Dragón, para ser digno de honrarle con una ofrenda.

Ayla invitó a Robb a meterse en el agua caliente, mientras ella preparaba otras cremas para limpiar su cuerpo. El contacto con el agua tibia relajó al excitado Madden, Ayla le acompañó en el baño, y le obligó a mojarse la cabeza, ella también lo hizo. Después empujó suavemente el cuerpo del muchacho contra la pared de la bañera, con la cabeza hacia atrás. Le colocó un trapo en la frente que desprendía un olor a flores, muy suave y muy agradable.

-Voy a limpiar tu cuerpo con un jabón hecho a base de raíces y flores para eliminar cualquier impureza de física de ti. Cierra los ojos, y relájate, no pienses en nada, despeja la mente. Deja que la pureza del Primer Dragón te invada...

Robbert obedeció a Ayla, pero no podía evitar pensar que su apetecible cuerpo desnudo estaba tan cerca del suyo, rozándole la piel erizada por la excitación. Ella comenzó a cantar, ya la había oído cantar antes, pero no para él, le cantaba a sus dragones, y cuando estaba sola. Le daba vergüenza que la escuchasen cantar; era propio de una dama de alta cuna, no de una fiera guerrera, pero era necesario para la Ceremonia. Tenía una voz grave, pero melodiosa y muy agradable, le acariciaba los oídos como la brisa en verano, y Robb consiguió, por fin, relajarse y abrir su alma al Primer Dragón.
La canción de Ayla trataba sobre como la Luna se sentía sola, así que puso un huevo, un huevo completamente blanco del que nació un dragón del mismo color, blanco y puro como no hay nada en el mundo. La Luna adoraba a su hijo, y éste a ella, pero el Primer Dragón creció y dejó a su madre para vivir aventuras. Encontró un lugar desolado para vivir, y en el que podía ver a su madre cada noche, pero el Primer Dragón se sentía solo, como su madre antaño, y utilizó todo su poder para poner miles de huevos, del que nacieron multitud de dragones diferentes, con sus llamas creó las islas, sus dragones las poblaron de bosques y de rocas, los de agua formaron los ríos, los lagos y los mares, los dragones de fuego crearon las fogatas y las llamas y los de las tinieblas las oscuras cuevas. De sus escamas viejas creó todo tipo de animales para que poblasen su nuevo mundo y de sus dientes creó un hombre, un hombre inteligente, capaz de cultivar las tierras que había creado, de domesticar los animales y de montar a sus dragones. Pero el hombre, como él, se sentía muy solo, así que de otro diente creó a la mujer, un ser complementario a él en todos los aspectos, pero con una capacidad muy especial: podía crear vida, y así no se sentiría solo nunca más. Después de crear su gran obra, el gran Primer Dragón estaba tan cansado que se durmió, sus ronquidos de humo formaron una pared de roca ardiente a su alrededor y desde entonces permanece allí, dormido en una Montaña que escupe Fuego, custodiado por los jinetes de dragones, los protectores de la vida.
Cuando terminó la fábula, Robb estaba casi dormido, despertó al dejar de escuchar la suave voz de Ayla, ella se estaba lavando cuando abrió los ojos...

-La vida... El Primer Dragón es pura vida...- suspiró Robb- Ahora entiendo porque las mujeres sois tan valoradas en las Islas, creáis vida, es el don que os otorgó el Primer Dragón. Por eso no existe la sentencia de muerte en las Islas, porque sería destruir aquello que él os regaló... La Vida...

Ayla se había apartado de él para lavarse y le daba la espalda, volvió la cabeza hacia él y lo miró orgullosa.

-Lo has logrado Robb, el espíritu del Primer Dragón te ha invadido.

-¿Como puedo agradecerte que me hayas ayudado a ver la vida de esta manera?- ella se encogió de hombros, era su obligación ayudar a la gente a encontrarse con el Primer Dragón, notó como se desplazaba por el agua hasta ella y como le susurraba en la oreja- Mi madre siempre decía que un beso es el acto de amor más puro que existe entre seres humanos. Así que voy a besarte...

Robbert no se lo pensó dos veces, atrajo a Ayla hacia si, abrazándola por la cintura y la besó suavemente en los labios. Ella tampoco se resistió, rodeó el cuello de Robb con sus brazos y le devolvió el beso. Acarició los cabellos empapados de ella y su espalda húmeda mientras la seguía besando por el cuello y el pecho. Ayla le acarició los rizos del pelo y jugó con el vello de su pecho. La apartó de sus labios y la miró a los ojos:

-Si ya hemos terminado, me gustaría que honrásemos juntos al Primer Dragón, para agradecerle que me haya dejado participar en esta Ceremonia tan sagrada y tan especial...

Ayla le agarró el rostro y le besó con pasión antes de que terminase la frase. Él la tomó en brazos mientras ella le rodeaba el cuerpo con sus piernas y la sacó del agua. La tumbó en el colchón del suelo que él usaba como cama y la cubrió de besos y caricias, apretó sus senos con ambas manos y exploró cada centímetro de su cuerpo con los labios antes de hacerle el amor suavemente y con tanto cariño como nunca lo había hecho...


*       *        *

El campamento aun dormía cuando Ayla y Robbert se dirigieron al bosque. El lugar escogido para practicar el Rito de la Ofrenda fue un viejo y gran sauce llorón que Ayla había visto el día anterior cerca de la cascada. Ayla encendió un pequeño fuego delante del árbol con la brasa del cuerno de buey. Sacó el diente de Acamar que llevaba envuelto en un paño de piel y lo depositó delante del fuego. Robb le mostró a Ayla el objeto que quería ofrecer, una punta de flecha de obsidiana, quería agradecer al Primer Dragón el haber encontrado ese material para construir mejores flechas. Robb depositó la punta de flecha junto al diente y escuchó como Ayla se arrodillaba y colocaba las palmas de las manos sobre sus muslos y con los ojos cerrados recitaba su plegaria en su lengua antigua.:

-Yo, Ayla de las Islas del Norte, te ofrezco a ti, el todopoderosos Primer Dragón, el creador de vida, este diente de dragón, como símbolo de que mi montura crece sano y fuerte, y te agradezco que hayas cuidado de mi, de mi montura y de mi equipo en estos tiempos de guerra tan difíciles para los isleños. Te ruego que cuides y protejas mi familia, como has hecho hasta ahora, para que el conflicto termine y podamos volver a estar todos juntos...- con una mirada Ayla le indicó a Robb que era su turno. Robbert imitó la postura de la muchacha y comenzó a recitar

-Yo, Robbert Maddon de Land, te ofrezco a ti, el todopoderoso Primer Dragón, el creador de vida, esta punta de flecha, símbolo de que nuestras huestes son fuertes y están listas para entrar en combate, y te agradezco de que hayas puesto a estos jinetes en nuestro camino, sin ellos, probablemente estaríamos muertos si no fuese por ellos, también te agradezco la obsidiana que nos has enviado para reforzar nuestras armas, pero sobretodo, quiero agradecerte que hayas puesto a Ayla en mi vida,-Ayla abrió los ojos y miró a Robbert perpleja- y te pido, por favor, que la protejas, a ella y a los suyos, y que cumplas sus peticiones: reunirse con su familia y volver a su hogar lo antes posible. Pero por favor, todopoderoso Primer Dragón, te lo suplico, ahora que ha aparecido en mi vida, no la apartes de mi lado...

Ayla agarró el paño con los dos objetos y lo tiró al fuego. Ambos observaron en silencio como el diente y la punta de flecha se deshacían en la hoguera de fuego sagrado...

-Robb...- susurró ella tímidamente, él apartó la vista de la fogata y la miró con sus enormes ojos azules- Tu plegaria... ha sido preciosa. Muchas gracias por pedir por mi y por mi familia al Primer Dragón...

-No, gracias, gracias a ti, por permitirme entrar en tu mundo...

Robb la sujetó por la barbilla y la besó en los labios de nuevo. Ojala ese beso no hubiese encantado tanto a la joven jinete, que se perdió entre las caricias del apuesto guerrero y no percibió que en ese mismo instante, entre los arbustos, estaban siendo observados.

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