Ir al contenido principal

Capítulo XIV: Anne-Lisset. Un relato del Capitán Bam

-¡Bam!-a pesar del estridente grito, Joshua Bam Bam Brown fingió no sorprenderse y siguió con su tarea de despejar el claro de hierbajos.
Ayla surgió de entre los matorrales con un aspecto lamentable: tenía los vaqueros llenos de barro, el pelo sucio y enredado y la sudadera salpicada de tierra y sangre. Apenas le dirigió una leve mirada a través del cristal oscuro de las gafas de sol. Otro de los muchachos se hubiese abalanzado sobre ella para preguntarle si estaba bien, pero no sería él, a él le daba exactamente igual si la chica se hubiese despeñado por un acantilado y se hubiese hecho algún que otro rasguño. Ayla se plantó entre trompicones a su lado, pero Bam ni siquiera dejó el machete al lado para hacerle caso:
-¿Necesitas algo?-preguntó con su voz soberbia al ver que la muchacha no iba a alejarse hasta que le prestase atención.
-Tengo que hablar contigo.
-Estoy trabajando.
-Es urgente.-respondió en un tono de autoridad que sorprendió al mismísimo Bam.
-Puedo hablar mientras trabajo-cortó un matojo de hierbas doradas de un tajo cual la mismísima muerte empuñando su guadaña. Ayla se sobresaltó y retrocedió un paso. Él dejó escapar una risita. Un mechón de pelo ondulado le cruzó el rostro pálido. La muchacha se lo apartó de la cara tímidamente y miró a Bam con esos ojos multicolor tan extraordinarios.
A Bam le gustaba Ayla, especialmente por su carácter, es ese aspecto se parecía a él: era perfeccionista y cuidadosa, extremadamente detallista. Le asombrara su capacidad de observación, de memorizar hasta la información más pequeña y relevante. Pero a pesar de todo era tímida e insegura, algo con lo que a él le divertía jugar. Clavó el machete en el suelo entre destellos plateados y aleteos lívidos. Se cambió las gafas de sol por las de ver y se secó el sudor de la frente con el dorso de la mano. Contempló como la chica se hacía cada vez más pequeñita ante su impresionante estatura.
-Tú dirás…-pronunció en lugar del “¿y a mí que más me da?” que había pensado inicialmente. Se quitó la camiseta negra con la que había estado trabajando. Largos ríos nacían de su nuca y le empapaban la espalda fibrosa.
Ocultó su sonrisa traviesa mientras veía los ojos de la muchacha moverse a toda prisa, buscando un lugar cómodo desde el cual poder concentrarse. Ella era demasiado tímida y él tenía unos ojos extremadamente orgullosos como para atreverse a mirarlos directamente, y tampoco se sentía a gusto observando su torso desnudo, perlado de sudor. La situación de visible incomodidad de la muchacha le divirtió.
-Se trata de Matt…-soltó en un susurro con la vista fija en sus zapatos y las mejillas ruborizadas.
Bam se puso a trabajar de nuevo, no le importaba en absoluto los líos amorosos de su hermano mayor ni quería que Ayla se los contase, ni siquiera se inmutó cuando la chica le confesó que podría estar embarazada de él. Eso no era un problema, él, él sí que tenía problemas de verdad y no iba molestando a la gente mientras trabajaba para comerles la oreja.
-Matt es mayorcito para para cuidarse solo.-las briznas de hierba dorada le acariciaron la mejilla. Quizá había hablado en un tomo demasiado brusco, pero ella estaba más que acostumbrada a su carácter, y al parecer, no cogió la indirecta.
Ayla no se movió, permaneció ahí, aguardando expectante, silenciosa como una gata. Bam le echó una rápida mirada: no tenía un cuerpo espectacular, si es que tenía cuerpo, porque siempre ocultaba su forma bajo amplias sudaderas. Pero sin duda tenía uno de los rostros más bellos que había visto jamás. “Rosas, delicadas rosas blancas, rosas y rojas” eran las palabras que se le venían a la mente cuando miraba a la chica. Cuando le dijeron que vendría a conocerlos una escritora del sur de Europa, Bam se imaginó a una chica de piel morena, voluptuosa, de cabello y ojos oscuros, pómulos altos y labios carnosos. Ayla era completamente distinta: su piel era blanca, y se sonrojaba con facilidad, tenía los rasgos finos y delicados como una princesa, una exquisita dama francesa. El cabello le caía en largas hondas hasta la mitad de la espalda, los mechones se entrelazaban entre ellos formando divertidos tirabuzones. Cuando la conoció llevaba el pelo teñido de rubio, pero a medida que pasó el tiempo y Ayla dejó de usar tinte, el cabello se le tornó castaño, con reflejo de cobre y de bronce, ya únicamente quedaba un rubio blanquecino en las puntas. El color castaño no hizo más que acentuar los rasgos de la muchacha. Un hombre observador como Bam se fijaba en esos pequeños detalles, como la pequeña cicatriz morada de su mejilla derecha. Sin dudar, lo que más destacaba de la novia de su hermano eran sus facciones: tenía un ojo de cada color, el derecho marrón claro y el izquierdo verde oscuro, apenas se notaba a simple vista, pero él era lo suficientemente atento como para describir las pequeñas motas naranjas que surcaban sus irises. La boca, la boca era otro aspecto fascinante de la joven escritora: pequeña, en forma de pico de pato, pero de un color rosa muy intenso, que se curvaba melancólicamente hacia abajo, destacando aún más la grosos de su labio inferior. Bam pensaba en un palacio barroco en Francia, con la muchacha tímida vestida de dorado entre los galantes invitados. “Es muy bonita-decidió por fin-lástima que Matt no sepa apreciarlo”.
Aunque ahora le caía bien Ayla, no siempre había sentido aprecio por ella. Él era así, desconfiado, escéptico y no pudo por más que pensar mal el día que Matt la trajo a Browntown: con el pelo tapándole los ojos y aferrándose con todas su fuerzas a la mano de su hermano mayor.
“Es una cría”-fue lo primero que pensó al darse cuenta de la diferencia de edad entre la chica y Matt “se está aprovechando de ella”, aunque tampoco hizo nada para evitarlo, con quien se acostase su hermano era problema de él y de nadie más.
Pero, ¿a quién pretendía engañar? En su interior se estaba librando una guerra: Le había tomado cariño aquella chiquilla, aunque jamás se lo confesaría a nadie. Bam era extremadamente protector, especialmente con sus hermanas, y había terminado viendo a Ayla como una de ellas, quizá, aunque muy a su pesar, miraba a Ayla con otros ojos: no como a una posible conquista, sino como a un reflejo. La cría era su misma imagen: ambos tenían el mismo carácter temperamental, ocultaban sus emociones al resto y cuando llegaban al límite, ¡pum! Explotaban en gritos, reproches y llantos de los que más tarde se arrepentían. Él siempre estaba pendiente de que nadie se hiciera daño, lo calculaba todo al milímetro para que no hubiese imprevisto y todo saliese a la perfección. Ayla tenía un tremendo terror al fracaso, a la desaprobación, por eso repasaba varias veces todos sus movimientos antes de llevar a cabo cualquier acción. Siempre advertía a los otros para que fuesen con cuidado, pero ponía especial atención en Matt. Sus pupilas se movían inquietas allá donde estaba su hermano: siempre pendiente de él, siempre atenta por si tenía que socorrer a ayudarle, siempre dispuesta…No podía negarle nada a aquellos ojos que juran amarme-solía recitar Ayla citando a su querida Frida.
“Matt es un pajarito que se ha caído del nido, y Ayla le ahueca las manos hasta que esté listo para volar”.
Bam suspiró resignado, hundió el machete en un tocón de una estocada y puso los brazos en jarra:
-A ver, ¿qué le pasa a Matt ahora?
Ayla se hizo pequeña ante su estatura y su porte soberbio. Los labios le temblaban igual que a un niño cuando le quitaban sus golosinas de Halloween.
-¿Por qué empezó Matt a beber?-a Bam le sorprendió lo complicado que había resultado para ella pronunciar esa pregunta, pero a la vez el tono de calma y tranquilidad con el que lo había dicho. Aun así, no se iba a dejar engatusar por los pucheritos de Ayla.
El muchacho desenvainó de nuevo su machete y continuó con su labor:
-Eso no es asunto mío, si quieres saberlo, deberías preguntárselo a él…
-Matt no va a responderme, nunca habla de eso, finge que no ha ocurrido. Me dice que confía en mí y que no me oculta nada, pero nunca me ha explicado el por qué empezó a beber.
Bam se frotó las barbas con la mano y examinó a la joven de arriba abajo: daba auténtica pena. Los ojos verdes le suplicaban ayuda, tenía el pelo enmarañado y sangre en los dedos y en la ropa. “Solo son trucos de una mocosa. No caigas en ellos”.
-Se lo que quieres decir, pero no entiendo por qué me preguntas a mí sobre esto.
-Porque sé que tú tuviste algo que ver-“que insolente, ¿no ve qué está tratando con un hombre que lleva un machete en la mano?”-¿Rompiste la norma no escrita de los Browns?
Bam se limitó a ignorarla y continuó con su tarea de cortar la maleza de su nuevo terreno. “Lo sabe”. ¿Pero por quién se habría enterado? ¿Por Matt? No, acababa de decirle que Matt no había abierto la boca. Se prometieron los unos a los otros que nunca volverían hablar de ello, ni siquiera con sus padres, era algo que había quedado entre cuatro de los hermanos Brown. Gabe había sido el primero en enterarse del problema de Matt, bueno, en realidad había sido el primero al que se lo había contado, pero Bam ya hacía tiempo que se olía algo: era el más observador de los hermanos y el que conocía a Matt desde hacía más tiempo. Aun así, Gabe se quedó fuera del pacto, era demasiado inocente como para que se lo contaran, y demasiado charlatán para guardar el secreto. Podría contárselo a Snowbird en alguna de sus salidas, y lo último que querían era hacer a las chicas partícipes de todo este embrollo. Además, Gabe idolatraba a Matt, conocer esa debilidad de su hermano mayor le había hecho elaborar alocadas teorías a la cual más improbable.
La otra gran mente de la familia involucrado en el pacto: era Noah, era demasiado inteligente para saber que algo pasaba, y Bam no pudo ocultárselo por demasiado tiempo. Al menos Noah era callado y discreto y no lo corearía a los cuatro vientos. Además, le venía bien tener el respaldo de su hermano menor, aunque intentase disimularlo, Bam Bam estaba sometido a una gran presión por esconder el secreto de Matt, y la compañía de Noah volvía esa carga un poco más amena. Bear se había enterado por casualidad y esa fue su perdición, si había alguien capaz de igualar las facultades verbales del bocazas de Matt ese era Bear. Bam y Noah comentaban lo sucedido, tan exhortos en sus palabras que no se dieron cuenta de que estaban siendo acechados por Bear, e inevitablemente lo acabó oyendo todo. Afortunadamente, Bear era tan distraído que cuando parecía que el tema se dirigía hacia terreno pedregoso, no resultaba difícil desviar al intrépido muchacho hacia aguas más calmadas. Pensándolo de ese modo, probablemente había sido Bear el que había abierto la boca. Matt quedaba descartado y con Noah casi ni se hablaba, por otro lado, Ayla era muy leída, no le habría costado sacar sus propias conclusiones por su cuenta.
Cada vez que la miraba, se preguntaba qué diablos había visto aquella princesita francesa en el cabeza hueca de su hermano mayor. Qué había visto él en ella lo sabía de sobras, Matt había dado explícitos detalles sobre la manera en la que se la follaba:
-Una cintura estrecha, estrecha, parece de porcelana…-relataba Matt a dos de sus hermanos menores una tarde de viaje en el Integrity. Bam estaba al mando del navío, mientras que sus tres hermanos charlaban en la cocina. Debía concentrarse en coger bien las olas: soplaba un poco de viento y el cielo tenía un tono plomizo, ¿o era azul brillante? No conseguía recordarlo con claridad. De vez en cuando se volvía y asomaba la cabeza en la cocina: Matt estaba sentado en el medio, sus manos dibujaban en el aire las sinuosas curvas de una mujer. Gabe y Bear lo escuchaban con los ojos brillantes.-Y las caderas… ¡Madre mía! Que caderas, encajan a la perfección conmigo. No sé si me entendéis-Bear y Gabe rieron como niñitas adolescentes, Matt les siguió el rollo.
Bam Bam giró los ojos e intentó concentrarse en la mar, su hermano era un poco fantasma, y un bocazas ¿cómo iba a hacer la pequeña y dulce Ayla esas cosas tan obscenas que explicaba Matt? Seguro que se lo estaba inventando todo. ¡Por dios! Era una niña… Bam se imaginaba aquella dama francesa, después del baile, exhausta y recostada en la cama, cubierta de sedas doradas y rosas. Se tapaba los pechos, aún en desarrollo con los brazos y las puntas del cabello castaño, que caía en bucles por sus hombros blancos y desnudos. No sabía qué hacer, no sabía qué se esperaba de ella. ¿Debía abrirse de piernas ya? ¿Por qué tardaba tanto? ¿Es qué no le parecía bonita? ¿Estaba haciendo algo mal? Nadie le había explicado que debía hacer y todo el mundo tenía grandes expectativas sobre aquella noche. Alzó la vista, entre temblores y lágrimas hacia la imponente bestia de ojos azules, peluda y con cuernos que aguardaba erguida, ante la enorme cama de tallas barrocas, con el miembro hinchado y palpitando en la mano. Listo, a punto…
Estuvo a punto de caer el suelo cuando la ola impactó contra el barco. Se irguió rápidamente y volvió a coger el timón. Gabe protestó desde la cocina, pero Bam hizo caso omiso a sus reproches y continuó capitaneando el Integrity. Intentaba concentrarse en el mar de nuevo, pero la charla que mantenían sus hermanos era demasiado jugosa como para no intentar meter el oído. Al principio se dijo que eran cosas de críos, los adultos no comentaban las mil y una maneras en las que se habían acostado con una chica, ni tampoco idolatraban al orador como a un antiguo dios de oro del Imperio Inca. Pero entonces Gabey lanzó aquella pregunta, y Bam no pudo evitar poner toda su atención en las palabras de Matt.
-¿Qué tiene de especial Ayla?-Bam sabía que aquella pregunta iba formulada al revés y en realidad quería decir: “¿qué tienes tú en especial que yo no tenga para ella?”, aun así, el joven intentó explicarse mejor-Quiero decir, ella no es el prototipo de chica con el que te gusta salir, es todo lo contrario…
Gabe tenía razón: las chicas con las que rondaba Matt solían ser altas, rubias, de ojos azules y rasgos picasianos, Iban excesivamente maquilladas y eran igual de charlatanas que él. Ayla era menuda, con el cabello castaño-rojizo, ojos oscuros y rasgos suaves. No se pintaba la cara y prefería permanecer en segundo plano en las conversaciones.
-Es cierto.-corroboró Bear-normalmente suelen gustarte las chicas con más-dibujó en el aire, sobre su pecho, dos protuberancias de gran tamaño-personalidad…
Matt rio con aquellas carcajadas tan suyas, apoyó el codo sobre la mesa y alzó el puño para que sus hermanos lo observasen. Era como si estuviese sujetando un corazón de ciervo invisible, aún latente y sangrante en su mano. Bear y Gabe lo contemplaban tan maravillados como ET a la luna.
-Veréis, la personalidad de Ayla tiene el tamaño ideal-a medida que hablaba no podía parar de sonreír de una forma muy perturbadora-ni muy grande, ni muy pequeño: perfecto para sujetarlo con una mano, al alcance perfecto cuando necesitar morderlo…-se acomodó en el asiento. Rodeando con un brazo una figura femenina invisible, sentada sobre su regazo.-Ayla no es como las demás, no necesita tener unos pechos enormes para seducir a un hombre, no, ella tiene algo mejor-Matt se señaló la sien, “al menos le gusta algo que no sea su físico”- ella solita sabe lo que quieres, lo que necesitas. Sabe exactamente a qué velocidad tiene que moverse, que ritmo seguir. –“ya me parecía que Matt acababa de decir algo demasiado sensato”-La rodeo con una mano, y así la otra me queda libre para tocar, acariciar o pellizcar lo que desee. Ella se encarga del resto: de acariciarme, besarme, morderme… Sabe exactamente lo que deseo, o sino hace que lo deseé.-golpeó el trasero de la muchacha invisible que tenía sobre la falda y se mordió el labio inferior. Bear y Gabe devoraban la escena con ojos de lobo.
Otra violenta ola les hizo perder el equilibrio y Bear estuvo a punto de aplastar a Matt.
-¡Bam! ¿Qué te pasa hoy, tío?-protestó Bear.
Volvió a ignorarlos, no iba a decirles que esta vez había cogido mal la ola apropósito. Se negaba a seguir escuchando las mentiras que Matt soltaba por la boca, con los simple que era decir que la quería… aunque eso jamás lo admitiría, y mucho menos delante de sus hermanos. La niña francesa estaba sola y asustada, sentada sobre el regazo de la bestia de los ojos azules y rodeada por las grotescas gárgolas de Notre Dame, con los dientes puntiagudos y las lenguas salivando. Alargaban las garras hacia ella, con sinuosos movimientos, mientras la bestia seguía montándola, humillándola delante de los monstros. “Pobre criatura-pensó el veterano capitán que se encontraba entre los invitados-la han obligado a casarse con esa bestia. Él la necesita para mantener su estatus, su clase… La violará lo que haga falta hasta meterle un bebé en la barriga y luego saciará su sed con prostitutas de puerto e hijas de campesinos. Pobre infeliz, ¿por qué tiene que pagar esa niñita sus desgracias?”
Bam intuía que Ayla quería a Matt, y que Matt quería a Ayla, pero no se querían de la misma manera: Matt había desarrollado una obsesión enfermiza hacia la muchacha: la quería tener a la vista el máximo tiempo posible, no separarse de ella, la necesitaba para vivir. Ella era su sustento, su motivo para seguir adelante. Ayla representaba seguridad, compañía, estabilidad, protección… pero no la amaba, Matt solo amaría a una mujer en toda su vida. Y por mucho en que él insistiese en que amaba a Ayla, Joshua Brown estaba seguro de que mentía. Necesitaba a la chica para seguir adelante y ella estaba dispuesta a permanecer a su lado. “Es su problema-meditó mientras surcaba las aguas color índigo recubiertas de crestas blancas-Aunque es cierto que me da un poco de pena: La chica no tiene la culpa de esto, no se merece vivir con un idiota como Matt”.
No sabía exactamente si decía esas palabras por ella o por él. ¿Se merecería él algo más?
Bam suspiró hondo e intentó recordar si aquel día el cielo estaba color plomizo o azul brillante. Echó un rápido vistazo a Ayla, que seguía aguardando su respuesta. La ropa le caía en bolsas alrededor del cuerpo, aquello dificultaba confirmar si de verdad tenía una cintura tan delicada como la porcelana o era otra de las extremosidades de Matt “A pesar del miedo que me tiene sigue ahí, expectante, y no se va a ir hasta conseguir una explicación, y si no lo logra hurgará hasta descubrirlo. Es más persistente que un pez espada luchando para liberarse de una red de pesca”. Se secó el sudor del torso con la camiseta de tirante negra y se acomodó en un árbol caído, con el machete entre sus manos. La muchacha tomó asiento a su lado.
-Allison…-el nombre le atormentaba cual pesadilla. Ayla lo examinó con aquellos ojos grandes y verdes.-Se llama Allison, trabajaba como productora para Discovery cuando vinieron a grabarnos. Es preciosa: pelo negro, ojos oscuros. Una gran sonrisa… Además de agradable y divertida. Siempre se reía de las bromas de Matt, él estaba loco por ella… Estaba dispuesto a todo, a separar a la familia, a dejar Browntown, el bosque, la caza, la pesca e irse a Colorado a encerrarse en una oficina de nueve a cinco. Todo por ella.
Veía como los lagrimales de Ayla se iban humedeciendo a medida que seguía hablando. Un fuerte nudo en el estómago le devolvió la comida a la garganta y el sabor a ácido gástrico le invadió la boca, sabía exactamente lo que estaba pensando: “a Ayla le dice que se quede, a Allison que se marcharía con ella…”
-Pero ella te eligió a ti.-le había costado un mundo pronunciar aquello, aun así había sacado la suficiente fuerza para hacerlo. Bam asintió con la cabeza. Sentía la fría hacha del verdugo encapuchado rozándole los pelos de la nuca.-A Matt le gustaba más que a ti, pero tú rompiste la norma y no te apartaste.
-Ella me quería. Matt no lo soportó y…
-Y empezó a beber, hasta que encontró a una niña estúpida que aún cree en el amor y en la bondad de los hombres. Una niña estúpida dispuesta a darlo todo por él…
Un escalofrío le recorrió la espina dorsal, quería decir algo, consolar a Ayla, pero las palabras le temblaban en la garganta y no se atrevía a tocar aquel cuerpecito de cristal. La muchacha ocultó el rostro entre los cabellos castaños. Estaba luchando por no echarse a llorar, el labio inferior le temblaba y una gota de lluvia salada le surcó la mejilla.
-Lo siento mucho, Ayla…-consiguió escupir.
-Cuando creo que no puedo caer más bajo me encuentro al borde del abismo.-pronunció con su lengua de terciopelo. Las mejillas se le habían puesto de un color rosa muy bonito que resaltaba la mirada felina.-No lo sientas por mí, capitán Bam.-“capitán Bam era el apodo cariñoso con el que le llamaba Ayla, por su obsesión por controlarlo todo y estar siempre al mando. Al principio se lo tomó como una ofensa, pero acabó gustándole- Siéntelo por ti, ¿dónde está ella ahora?
“¿Sentirlo por mí? ¿De qué me está hablando?”
-En Anchorage, terminando de rodar un documental sobre las minas de plata en Alaska. Cuando acabe pasará una temporada en Nueva York arreglando los temas de posproducción y después supongo que volverá a Colorado.
-¿Por qué no te marchaste con ella? ¿No te lo ofreció?
-Sí, sí que lo hizo…-admitió muy a su pesar-Tuve que rechazarlo.
-¿Por qué motivo?
-¿Cómo qué por qué motivo?-alzó los brazos para que Ayla mirase a su alrededor-Mis padres, mis hermanos, Browntown… ¿Quién enseñaría a disparar a Rain? ¿Y quién le recordaría a Bear que no debe ponerse bajo el cargamento del Integrity? ¿Y a Gabe que amarrase bien el esquife? ¿Quién advertiría a Matt del peligro de sus inventos?
-Tú mismo has dicho que ya son mayorcitos para resolver sus problemas solos…
Bam se pasó los dedos por las mejillas recubiertas de pelos gruesos y dorados:
-¿Y mis padres, qué? Llevan luchando treinta años por conseguir esto, por conseguir Browntown… Es su sueño.
-¿Y cuál es el tuyo?-No se sintió con suficiente fuerza para apartar su orgullo y decir: “ella”.
-No es tan sencillo para todos como lo fue para ti…-incluso él pudo visualizar como el dardo envenado que le acababa de lanzar le perforaba el corazón- Muchas personas tenemos responsabilidades, deberes, obligaciones, no podemos dejarlo todo y cruzar el océano por un sueño.-intentó hablar como un hombre adulto y severo, pero en su mente había sonado como un crío repelente durante una rabieta.
-Hasta esta mañana, yo hubiese ido hasta el fin del mundo por Matt…-su tono de voz eran tan auténtico que a Bam le costó descifrar si hablaba metafóricamente. Sintió ganas de coger su mano entre las suyas, ofrecer su hombro para llorar, pero no lo hizo. Le sorprendió que ahogase aquella risa:-Ahora entiendo a Éponine, dio la vida por él, pero aun así nunca lo perdió, porque nunca fue suyo para perderlo. Víctor Hugo-aclaró al ver la mirada de incertidumbre de su interlocutor. Bam asintió aunque aún no lo hubiese comprendido del todo.
Se preguntó que estaría haciendo la niña francesa en aquel momento, después de enterarse de que su esposo le era infiel y de que ella solo servía para asegurar su posición en la Corte. Casi podía oler el vino de los viñedos del sur de Francia que burbujeaba en su copa de cristal fino. Si cerraba los ojos y se concentraba, podía escuchar como las ninfas jugueteaban con Apolo en la Gruta de Tetis. Para aquella ocasión se había puesto su uniforme de gala: un jubón azul oscuro con la flor de lis borbónica bordada en plata, calzones a juego y un abrigo largo con los puños y los ribetes de hilo de oro. El cabello largo y rizado le caía bien arreglado por los hombros, y sobre la cabeza llevaba un sombrero azur con una gran y pomposa pluma gris. La niña estaba contemplando los jardines desde el balcón, aunque en la lobreguez lo único que podía percibir era el croar de los sapos del Estanque de Latona. Habían embutido a la cría en un corsé y la habían cubierto de sedas y satenes rosas y encajes blancos, dejando los hombros y gran parte del busto al descubierto. El lazo del cabello debía pesar más que su propio cráneo y no quería ni pensar en la cantidad de artilugios que habían utilizado para que se le aguantase el semi-recogido. El vano intento de incrementar su edad había acabado otorgándole un aspecto más infantil e inocente. El veterano capitán se alejó de los compases del vals, los sombreros extravagantes y el ambiente infestado de todo tipo de carísimos perfumes, para dejar que el embriagador aroma nocturno de los jardines le inundase los pulmones. En una mano llevaba una copa cristal con vino especiado, en la otra un bastón con un pomo de oro que le recordaba su época en primera línea de batalla. En cuanto lo vio acercase, la chica se irguió como una señorita y le saludó con una gentil inclinación de cabeza.
-Mi capitán.
-Mi señora.-por el rubor de sus mejillas sabía que había estado llorando. Pero él no era más que un viejo capitán, con insuficiente rango para intervenir en los asuntos de la Corte. Tenía una espada afilada como la lengua del diablo que debía permanecer envainada.
-Aún no os he dado la enhorabuena por vuestro casamiento.
-Soy muy feliz.-mintió la niñita.-Yo tampoco os he felicitado por vuestra jubilación.
Aunque le apenaba hablar de eso, el veterano capitán se obligó a forzar una sonrisa.
-El Anne-Lisset ha realizado su último trayecto como navío de batalla.-si cerraba los ojos aún podía sentir el viento marino a través de las velas blancas del aparejo de cruz y la madera astillada de los dos mástiles en sus dedos arrugados por el trabajo y la experiencia. 

-Es una lástima, mi esposo adoraba ese barco. Tenía el deseo de adquirirlo, si los gastos de la boda lo hubiesen permitido-un ápice de tristeza se reflejaba en la vocecita infantil de la criatura.
-Vuestro esposo llega tarde, el Anne-Lisset ejercerá como navío mercante hasta que Dios lo permita.
-Perdonadme por la indiscreción, mi capitán, ¿pero no os apena despediros de vuestro compañero de viaje durante tantos años?
-Tanto como si me hubiesen arrebatado a un amor de la infancia.
-Pues id a buscarlo. Id tras él. No dejéis que nadie os arrebate lo que amáis, no dejéis que os arrebaten vuestra libertad.-el veterano capitán se sorprendió ante la respuesta de la niña francesa. Estuvo a punto de decirle que se fuera con él, pero su esposo interrumpió en la balconada. Iba borracho como una cuba, los cuernos le salían por encima de la espesa cabellera marrón y tenía los colmillos amarillentos y pútridos y los ojos azules inyectados en sangre-Disculpadme, mi capitán, pero mi esposo me necesita.
Y siempre que la necesitaba, ella acudía.
-¿Puedo confiar en ti?-de repente tenía un mar sabor de boca, la visión se le tornó borrosa. Un tango argentino sonaba de fondo, un cantante con acento inglés, su mano en la espalda de ella, los ojos verdes llenos de lágrimas, un tirón por la muñeca, una mentira… El llanto de un bebé se mezclaba con el de la niña francesa, la bestia rugía, dos niñas con máscaras corrían hacía ella, lanzaba entre lágrimas la bandeja de plata con comida. El tango argentino sonaba de fondo, el acento inglés, el llanto, la mentira, el rugido…
-Sí-Bam asintió con la cabeza despertando de repente de morir ahogado “¿en quién iba a hacerlo sino?” Ya había visto que no podía confiar en Matt, tampoco en Bear, apenas se hablaba con Noah y no mantenía una estrecha relación con el resto de sus hermanos. Solo le quedaba él, a él había recurrido cuando creía que estaba embarazada y él había acudido a ella cuando Frank la atacó. “Por supuesto que puedes confiar en mí, hermanita. Eres demasiado pequeña para saberlo, pero tú eres yo, lo entenderás cuando seas mayor, pero hasta ese momento, el capitán Bam estará aquí para protegerte de bestias y esposos infieles”. Podría haberle dicho todo aquello y más, pero como siempre, se limitó a asentir con orgullo. Esa mocosa y sus trucos no podían derrumbar los muros de orgullo de Joshua Brown, pero conmocionaban el corazoncito que Bam ocultaba envuelto en soberbia.
-No he hablado de esto con nadie, ni siquiera con Matt, pero la primera vez que lo vi parecía más un desecho que una persona real: tenía el pelo sucio y enmarañado, la ropa mugrienta, la barba descuidada y los ojos inyectados en sangre. Y los pies…-se negaba a llevar zapatos Bam, era la penitencia que se había sentenciado el mismo. Tenía los pies llenos de heridas y yagas supurantes, casi no podía andar. Estaba tirado en el suelo de aquella pequeña y claustrofóbica celda. Cuando lo saqué de allí, tuve que hacerlo a rastras, no tenía ganas de vivir, de salir adelante, ni siquiera sé cómo pudo aguantar tanto. Daba auténtico asco verlo… pero me compadecí de él y del dolor de tu pobre madre: le sané las heridas, le di de comer y una cama caliente para pasar la noche. Lo vi como miraba el mar y pensé que se iba a tirar, lo digo en serio, Bam, pasé auténtico miedo por la vida de tu hermano, y después de todo eso, sigo preguntándome porque motivo me enamoré de él.-rio deplorada-no sé si fue porque vi en él los mismos sentimientos de soledad que tengo yo, o por esa estúpida manera que tenía de sonreírme, o porque, cuando me hacía el amor, parecía que lo hacía con auténtico cariño… Lo voy a echar de menos, y voy a echar de menos esto.-Bam quería gritar que no cometiese el mismo error que él y que se quedase, pero cada vez que intentaba abrir la boca un cuchillo le atravesaba la garganta-¿Sabes lo que más voy a echar de menos? Los paisajes, pero no me refiero a las montañas ni a la bahía, ni a las ballenas… Mi paisaje favorito es tu hermano, levantándose a hacer café de buena mañana, vestido y tal y como llegó al mundo. Es todo un espectáculo.
En un día normal, Joshua Brown le hubiese pedido que se ahorrase esa información, pero estaba increíblemente anonadado, ¿cómo podía bromear en un momento así? Le acababan de partir el corazón en mil pedazos, casi podía ver las esquirlas escarlatas esparcidas a su alrededor. ¿Y ella bromeaba sobre el trasero de Matt? “Es muy fuerte,  más bien, su escudo es muy fuerte, oculta tras esa máscara de sonrisas no puede pasarle nada, se encuentra a salvo: su corazón es una mina de roca dura, solo necesita a una pica paciente para que extraiga todos los diamantes que hay dentro”. Quería cogerle la mano, decirle que estaba allí con ella, que la entendía, su dedo índice tembló ligeramente hacia ella, pero ni siquiera la rozó. Ayla continuó hablándole a Artemisa, que había salido de caza con su arco y su venado:
-Tú también deberías marcharte,-sus ojos no lo miraban, sino que la miraban a ella: no querían chocar con sus irises verdes de orgullo. Tenía aquella sonrisa melancólica y la mirada centelleando fulgores naranjas de añoranza-Quizá no tengas la mala suerte que tengo yo, y ella te esté esperando, y solo haya hecho que pensar en ti como yo he pensado en Matt durante los últimos meses.
-Ayla, ya te lo he explicado…-de repente estaba tremendamente cansado y solo deseaba acurrucarse en su choza a dormir.
-Sí, lo sé. Responsabilidades con la familia y todo ese rollo…. Pero yo iría, igual que hubiese ido por Matt.-suspiró resignada. Parecía tranquila, pero Bam podía ver como tenía los músculos de los brazos rígidos como piedras. La sangre goteaba entre sus dedos y se fundía con el barro rojizo. En sus mejillas habías aparecidos dos largos y sucios churretones de lágrimas marrones- Soy solo un arlequín, y él es el diablo al que me aferro. Solo me gustaría saber una cosa, aunque solo sea por el hecho de torturarme. ¿Tan fantástica era ella? ¿Tan genial para que Matt se rindiese de esta manera? ¿Para qué no pudiera olvidarla?
Bam Bam inspiró para responderle, pero un chasquido entre los árboles le obligó a contener el oxígeno en sus pulmones. El cielo gris predecía una noche húmeda, típica de finales de primavera. No se había dado cuenta de lo avanzada que estaba la tarde hasta ese momento, en el que su hermano mayor apareció de entre los arbustos, oculto en la penumbra: con la mirada oculta bajo el sombrero y cubierto con un abrigo marrón. Colgado en el hombro llevaba el rifle de caza.
-Lo es.-se precipitó a responder con una voz ahogada-Es la mujer más increíble que haya conocido jamás. Ayla se levantó de su asiento y se situó a escasos centímetros de Matt.-Tenía el pelo largo y negro azabache, los ojos azules. Era alta, esbelta y grácil como la Psique de Cánova, pero un millón de veces más guapa.
-Yo te enseñé esa escultura…-Matt hizo caso omiso.
-Siempre sonreía, siempre se esforzaba por mejorar el día de los demás. Da igual que estuviese hecha una mierda, siempre sacaba tiempo para compartirlo contigo, por muy cansada que estuviese. Se reía conmigo, me escuchaba. Y tenía aquella sonrisa tan maravillosa… se ponía de un color rosa muy bonito cuando sonreía.-“eso es que no te has fijado bien en la chica que tienes delante, hermano”.
-Y yo soy todo lo contrario de ella. Ya he vivido esto antes, ofuscada por una chica más guapa y más simpática-Ayla se cruzó de brazos. Estaba al borde del derrumbamiento, aun así luchaba con todas sus fuerzas para seguir en pie.-Entonces, todo ha sido mentira, ¡he estado viviendo una puta mentira!-soltó un montón de palabras malsonantes en su español natal, de las cuales Bam, solo logró entender dos o tres-¿Por qué, Matt? ¿Por qué has hecho todo esto? Podría haberse quedado en un polvo pasajero y podríamos haber continuado con nuestras patéticas vidas sin tanto cuento.
-Tú besaste a Bear.-Ayla lo tenía atrapado entre la espada y la pared. Un hilillo de sangre le corría por el cuello bajo el frío acero. Fue la única excusa que Matt encontró en la que saliese menos perjudicado. En un primer momento, Bam Bam no se creyó que la muchacha hiciera tal cosa, pero hasta hacía pocas semanas nadie sabía que Bear estaba enamorado de la chica…
 -Y me arrepiento de no habérmelo follado ahí mismo, al menos sus palabras son sinceras. Deberías haber seguido la norma Matt Brown-cuando le llamaba así significaba que algo no iba bien-ambos nos hubiésemos ahorrado mucho dolor. Bam no supo cómo reaccionar, “la opción más factible era suicidarse con el machete, o quizá matarlos a ambos, y a Bear por meterse donde no le llaman, y a Allison… 
De repente volvía a ser el capitán francés, tenía la espada desenvainada pero no se movía, no podía moverse. La bestia arrastraba a la niña, desgarrándole el vestido mientras las gárgolas la manoseaban con garras afiladas y la mordían con dientes puntiagudos como dagas. La pequeña gritaba, pero la orquestra del salón de baile eclipsaba sus gritos. Uno de los esbirros de la bestia estaba quieto, arrinconado en una esquina temblando de miedo, con el cuerpo hecho un ovillo y los ojitos negros y brillantes moviéndose inquietos. Tenía patas de gatito en lugar de fieras garras y pequeños colmillos de felino en vez de esos pútridos dientes de acero de sus compañeros. El amo lo había azotado por revolotear cerca de su esposa. “¡Ayúdala!-quiso gritar el capitán, pero las palabras no le salían de la boca y sentía el cuerpo petrificado. El Anne-Lisset estaría surcando tranquilas aguas mediterráneas a leguas de Versalles, ¿dónde habían quedado sus tiempos de recorrer el mundo con su amado barco? Tenía que ir a buscarlo, pero ¿sería capaz de dejar a esa pobre niña a merced de esa bestia? Le volvió a suplicar ayuda a la gárgola desobediente, pero ésta se limitó  volver la cara de piedra con cuernos y melena de león hacia él. “Estaría mejor con la gárgola pasiva que con su amo”. Iría a buscar a su querido Anne-Lisset, porque sin él estaría perdido, después volvería a por la niña y los pondría a salvo de la bestia, lejos, muy lejos de la Corte. Lo sentía por la muchacha, pero tendría que arreglárselas sola hasta que su barco estuviese a salvo. Conocía a un tullido en la corte, un viejo brujo solitario que entretenía al señor con sus trucos de magia baratos. A él no le gustaba la niña francesa, pero si se lo pedía por favor, estaba seguro de que cuidaría de ella hasta su regreso.
-Matt, lo hice por ti, por nosotros…-la voz de Ayla parecía la de una joven viuda turca suplicando una comida caliente a los pies de un cliente adinerado- Fue solo un simple beso, tú llevas meses acostándote conmigo imaginándote que era otra persona, mintiéndome. Tú no lo sabías, pero yo también arrastraba esa carga, arrastraba a Allison, la norma de los Brown, el alcohol, pero no me importaba… porque te quería, Matt.-Ayla debía sentirse tan sucia y utilizada como la prostituta de Oriente Medio que ofrecía sus servicios a cambio de un trozo de pan duro,
-No todo ha sido mentira, quería que te quedaras aquí conmigo, en Browntown, y yo…
-Dilo Matt, di que me quieres, dilo como tantas veces lo has dicho antes.-pero se quedó en silencio. Ayla pateó el suelo, furiosa-¡Dilo! Maldita sea.
Matt alargó una mano para acariciarle el brazo, pero antes de que pudiera tocarla, ella ya se había sacudido para impedirlo.
-Te necesito.-si Matt tenía miedo de que Ayla se marchase en ese momento no lo aparentaba. Su voz era extrañamente tranquila, más propia de Bam que de él mismo.
-“Te necesito” no es lo mismo que “te quiero”.-la muchacha tenía aquel tono tan grave y pausado.
-Lo sé.-admitió Matt.
Ayla le dio un empujón pero él ni se inmutó.
-Tanto tiempo preguntándome por mi pasado: por mi padre, por mis amigos, por los chicos con los que me he acostado… y tú me has estado ocultando todo esto.
-Nunca preguntaste.
-¡No quería hacerte sufrir como me hacías sufrir tú cada vez que preguntabas! No quería hacerte revivir esos momentos tan dolorosos. Creía que con el tiempo acabarías contándomelo por tu propia iniciativa. ¡Qué ingenua he sido! Pensaba que por fin se había acabado todo: la soledad-en su voz había signos de añoranza, como si hubiesen pasado siglos desde la última vez que se vieron-creía que había encontrado mi lugar en el mundo…
-Ayla…
Bam estuvo a punto de pegarle un tortazo a su hermano. “¿Ayla? Eso era lo único que se le ocurría decir: ¿Ayla?”. La muchacha dio un salto hacia atrás, impidiendo que Matt la tocase de nuevo. “Tiene miedo-comprendió de repente Bam-tiene miedo a tocarlo, a recordar todo lo bueno que han vivido y a arrepentirse de lo que está diciendo”.
-¡No me toques Matt! No quiero saber nada más de ti, ni de Browntown, ni de Alaska. Jamás me había sentido tan humillada. Ahora entiendo muchas cosas, ¿sabes?  Entiendo porque te gustaba tanto hacérmelo por detrás, para no verme la cara e imaginarte que era ella. Y también se por qué querías hacerme daño: no, no era por miedo como yo pensaba. Nunca ha existido ese miedo a perderme, en realidad era por impotencia, porque yo no era ella.-Ayla hablaba con autoridad, infundía tal respeto que ni Matt ni Bam se sentían con suficiente coraje de replicarle.
“Me importan una mierda vuestras disputas sobre posturas sexuales-quiso gritarles-pero yo tengo que trabajar” Sin embargo permaneció en silencio un rato más, observándolos. No sabía por cuál de los dos empatizaba más: con Matt por haber sufrido un desengaño amoroso o con Ayla, por ver toda su personalidad acumulada en aquellos ojos verdes y en las manos apretadas llenas de sangre. “Es un carácter muy fuerte para un cuerpecito tan pequeño”-concluyó.
-Será mejor que os deje a solas. Tenéis mucho de qué hablar.
Bam se volvió para marcharse cuando el estruendoso golpe provocó que los pájaros se agitasen entre las ramas: las hojas de los cedros cayeron danzando al compás de un vals. La mano le sudaba a borbotones, y empuñó su machete cual espada legendaria. Volvió a girarse, no sabía si llegado el momento tendría que intervenir en favor de la chica, ni si sería capaz de levantar la mano en contra de Matt. Los encontró encaradas, mirándose a los ojos. Ayla estaba de espaldas a él, podía reseguir a lápiz cada uno de los músculos de su cuerpo, tensos como el cabo de una vela al viento. La sangre le goteaba por los puños apretados y se fundía con el barro de sus pies. No podía ver su rostro, pero estaba seguro que estaba cubierto por un mar de lágrimas saladas. En cambio, él parecía tranquilo, sereno, con las manos despreocupadamente metidas en los bolsillos del abrigo y el sombrero ocultándole la mayor parte del rostro. Tenía tres marcas de dedos rojos en la mejilla derecha. “El cazador cazado”. Sintió que el machete se le resbalaba por la mano sudorosa cuando Matt se descolgó el rifle del hombro. Se le hizo un nudo en el estómago: “No, él no haría eso. No, tampoco está tan mal…” se repetía para auto convencerse. Le temblaba todo el cuerpo, aunque intentó disimularlo manteniendo su pose erguida y altiva. Cambió el machete de mano y se limpió el sudor en los vaqueros. “Un machete contra un rifle. Una chica contra mi hermano. ¡Esto es una puta locura! ¿Cómo se le ha ocurrido abofetear a un hombre adulto armado con un rifle?” Tragó saliva. Quería correr, desarmar a Matt, coger a la chica y huir todo lo lejos que las piernas se lo permitieran, pero en cambio se quedó allí, quieto como un árbol, esperando a que sus músculos recibieran un impulso nervioso del cerebro que jamás llegaría. La reacción de Matt tardó escasos instantes en aparecer, aunque a Bam le pareció que habían pasado siglos: No respondió impulsivo al golpe, simplemente se acarició la mejilla golpeada y contempló la sangre empapando sus dedos. Ayla no le dejó tiempo para replicar, le cogió por el cuello de la camisa y le devoró los labios. Tenía tanta rabia acumulada que bien podría haberle arrancado la lengua de un mordisco, pero fue todo lo contrario: le dio el beso más tierno y cariñoso que hubiese visto jamás. Fue un beso dulce e interminable, de añoranza y de despedida. Cuando se separaron, Ayla le arreó en la otra mejilla, tan fuerte que Matt giró la cara. Bam la escuchó gemir, pero su cuerpo seguía sin reaccionar y simplemente observó cómo la chica se alejaba corriendo hacia la playa.
Los dos hermanos se quedaron mirando el camino, paralizados, fue otro corto instante que pareció años, hasta que Bam consiguió que las piernas volviesen a obedecer. Se acercó a Matt y le puso una mano en el hombro: su hermano mayor se volvió hacia él. Tenía los ojos llorosos y el rostro congestionado. Una mancha ardiente y palpitante le cubría la mejilla y parte del pómulo izquierdo:
-¿Sabes por qué estaba con ella?-le hablaba a él, no había nadie más allí, pero parecía que estuviese conversando con el viento-porque es como una tormenta: caótica e impredecible, nunca sabes si te amará o te odiará. Si va a huir o te pedirá que no te vayas nunca, porque podía ofrecérmelo todo o dejarme sin nada. –“y de hecho, te ha dejado sin nada”-Tiene una tristeza que duele, sin embargo no he visto a nadie reírse tan fuerte de la vida. Por eso la quería a mi lado, porque es lo más parecido a la felicidad que he encontrado.
Bam sabía que esos versos no eran suyos, probablemente los hubiese sacado de alguno de los libros de poemas de Ayla, pero la describía a la perfección.
 “Eres idiota, Matt. ¿Por qué no le has dicho todo eso a ella? Te lo dije, te advertí de esto. Si me hubieras hecho caso no la habrías perdido. Te lo repetí una y mil veces: si se lo ocultabas pasaría esto. ¡Cabeza de chorlito! ¡Irresponsable! Tienes treinta y cuatro años, ya es hora de que madures un poco y afrontes los problemas como un hombre. Si no hubieras hecho el gilipollas “improvisando” y hubieras planeado como decírselo, ella seguiría contigo. ¡Estúpido!  No vas a encontrar a nadie capaz de soportar tus tonterías”.
Todo eso y un montón más de palabras malsonantes se pasaban por el pragmático cerebro de Joshua Bam Bam Brown, pero en lugar de gritarlas a los cuatro vientos, se limitó a ser el hermano comprensivo que Matt necesitaba:
-Ella no va a volver.-explicó dejando de lado todo el orgullo que lo caracterizaba-Si la quieres, tendrás que ir a buscarla…
-Ha besado a Bear.-se excusó Matt. Un deje de furia asomaba entre sus palabras.
-No eres el más adecuado para hablar de buenas conductas.
Matt se quitó el sombrero y fue entonces cuando Bam pudo comprobar lo abatido que estaba en realidad: se estaba muriendo por dentro. “Si la pierde a ella, lo perderemos a él también”.
-Se trata de mi hermano pequeño, no solo ha jugado conmigo, sino también con él.
-Como tú jugaste con ella cuando pensabas en otra persona mientras os acostabais.-Matt no parecía convencido. Una parte de él quería correr tras ella y besarla, la otra quería estrangularla. Bam suspiró hondo-Tú fuiste el que te empeñaste en que te desvelara su pasado, sin caer en la cuenta de que tú también tienes uno, y trece años más extenso que él de ella.-el joven comenzaba a exasperarse. Sentía calambres en los dedos de tanto rascarse la barba-¿Por qué no le has dicho que la quieres? Ella necesitaba oírlo.
Su hermano se atragantaba al hablar:
-Porque no es cierto. Sé que lo he dicho millones de veces, pero únicamente era para auto convencerme a mí: la necesito, porque si ella está a mi lado sé que todo está bien, sé que cuida de mí, que no va a dejar que pase nada. Con Allison era distinto, a ella no quería retenerla aquí, quería marcharme con ella…-Matt tenía la vista fija en las briznas de hierba y los pegotes de barro de sus botas, con los ojos ocultos de la soberbia mirada de Bam; no sabía a ciencia cierta si porque le intimidaba o porque en realidad se avergonzaba de cómo había utilizado a Ayla.
-Si a Ayla le pasase algo malo, ¿Te preocuparías por ella?-el hermano de más edad le miró de reojo, Bam Bam conocía aquella mirada, reconocía el “por supuesto” a leguas de distancia-Quieres retenerla en Browntown, pero si supieses que ella sería más feliz de vuelta en España, ¿no la dejarías marchar? ¿No te irías con ella?
Matt golpeo una piedra con la punta de la bota y se pasó los dedos por los rizos plateados:
“Iría con ella, no quiere admitirlo pero iría con ella. Dejaría todo lo que ama: su hogar, sus hermanos, el bosque… por ella, para que fuese feliz. La quiere, y quiere que sea feliz aquí. Ha cambiado, el alcohol lo ha cambiado, ya no es tan egoísta como antes: piensa en los demás y en los sacrificios personales antes que él, y aunque echase de menos esto y no pudiese retenerla aquí, iría con ella. Es una niña muy fuerte, se repondrá de esto, él que no sé si saldrá adelante es él. Tengo que convencerle de que se vaya con ella, ¿o quizá tenga que convencerme yo?”
-No sé qué hacer tío.-farfulló por fin- Ese chico, Alfie, dijo que la esperaría toda la vida ¿Dónde me deja a mí eso? Y lo de Bear… eso ya ha sido el colmo.-“excusas baratas”- He intentado que se abra a mí, comprenderla, hacerle ver de que ya no está sola en este mundo…. De que somos un equipo, pero cuando empiezo a perforar su armadura, levanta su escudo y huye.
Bam se encogió de hombros, sin saber qué hacer: veía la súplica reflejada en los ojos de su hermano y se sentía impotente por no poder ayudarlo.
-Aunque nunca me hagas caso cuando te advierto de las cosas, escúchame por una vez en tu vida. Está bien, Ayla levanta su escudo, pero tú también haces lo mismo. Si quieres que ella se abra a ti, debes hacer tú lo mismo, por mucho que te avergüence. Ve tras ella, persíguela, si la quieres ve tras ella, porque ella no volverá.
Quiso añadir que sino empezaba a correr cuanto antes, otro atleta se sumaría a la carrera para coger el relevo, y se trataba de un competidor muy veloz.
Matt dio una patada a una piedra.
-Déjalo, se ha acabado todo. Ayla va a volver a Nueva York. Lo nuestro…-dejó escapar una risita nerviosa para no echarse a llorar-lo nuestro no tiene ningún futuro.
“Se ha rendido. Sin ella no encuentra motivo para salir adelante. Va a volver a beber. Tengo que impedirlo, pero no puede ser a costa de Ayla. No puede retenerla aquí eternamente, ella no tiene la culpa. Tengo que hacerle ver a este idiota de que la quiere”.
-Porque tú no quieres-le reprochó Bam recuperando su imponente orgullo-Le guardas a ella más rencor por lo de Bear que a mí por lo de Allison.-la saliva se le volvió rancia en la boca. Su hermano lo miró con aquellos grandes y expresivos ojos claros.
-Tú eres mi hermano.
-¿Y qué? Ambos hemos roto la norma no escrita de los Brown,-esa chorrada de norma- Matt, ella no va a volver a por ti, pero tú puedes seguirla. Corre tras ella, explícaselo todo desde el principio, deja de ocultarle historias. No se lo merece, olvídate de lo de Bear y ella se olvidará de lo de Allison.-pronunciar aquel nombre le enredaba las cuerdas vocales-Dile que la quieres, y si no te cree, bésala hasta que tu sabor sea lo único que sienta. Pero ve tras ella, sino no la vas a recuperar…
-¿Hasta dónde? ¿Hasta dónde tengo que seguirla?
-Hasta el fin del mundo.

TODOS LOS CAPÍTULOS DE MI NOVELA BASADA EN "ALASKAN BUSH PEOPLE" ESTÁN SUBIDOS AQUÍ.

Comentarios

  1. Impaciente por el siguiente capitulo. El hombre perfecto no existe pero de hacerlo sería uno de ellos,jajaja. Todo es tan superficial y vacío aquí, ya no miramos lo importante de la vida, por eso me encanta esta familia y todos y cada uno de sus miembros(unos mas que otros). Muchas gracias

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Gracias por el comentario! Siempre a vuestra disposición

      Eliminar
  2. Me encantan matt y bam bam y tus relatos me tienen enganchada

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Muchas gracias por el comentario, siempre es un placer hacer sonreír a alguien. Para cualquier cuestión no dudes en ponerte en contacto conmigo. :)

      P.D. Por si es de tu interés, publico contenido en el blog cada fin de semana, capítulo de Alaska cada 2-3 semanas.

      Eliminar
    2. Bueno me gustaría saber como se te ocurrio crear esta historia de Alaska bush , soy una fanatica de la serie y los describes tan bien a cada miembro de la familia deberías plasmarlo en un libro , creeme q esto es mucho mejor q 50 sombras de grey ja ja ja un saludo guapa ..

      Eliminar
    3. Pues sinceramente no se como se me ocurrió, la idea apareció en mi cabeza sin más y comencé a escribirla. En un principio iban a ser cinco capítulos (titulados con el nombre de cada uno de los chicos) pero me convencieron para seguir adelante y ya tengo pensados hasta el xvi... jajaja. Un placer ayudarte.

      Eliminar
  3. Tengo que decir que me gusta mucho esta historia. Me he enganchado desde el principio, así que quiero más, muuuuuchos capitulos más jajajajaja
    En capitulos anteriores, pensé(ojo spoiler: que Ayla estaba embarazada, por lo de las manos en el abdomen y demás....), pero eres una maestra en darle un giro brutal(cómo diría Bear jajaja), a la historia.
    Lo dicho, esperando el próximo cap..... Y por cierto, te has planteado escribir la historia de Gabe con Alba?
    Un saludo!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Por supuesto que me he planteado lo de Alba y Gabe, Alba no deja de insistir en que lo haga, jajaja, pero al ser una historia muy personal tengo miedo de desviarme del estilo principal y que termine quedándome un relato muy llano, con mucha paja y que al final no cuente nada.

      Eliminar
    2. Hola! Gracias por contestar.
      Estoy segura que será una historia fascinante, si al final decides hacerla. No creo que te vaya a quedar "llano" como dices, ya que los personajes tienen personalidades totalmente diferentes y la historia es distinta también. Además si Alba insiste(aquí no hay emoticonos pero si hubiera, aquí habría uno silbando).... jajajaja
      ;)

      Eliminar
  4. Me ha encantado, no esperaba lo de Allison. La verdad que es unos de los mejores capitulos que he leido, todos son geniales y te atrapan pero este es lo mas. Deseando leer el proximo capitulo. Enhorabuena por el exito que estas teniendo. Un beso

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias por estar ahí desde el primer día. Espero poder tener listo el siguiente capítulo para la semana que viene. Un beso para ti también! :)

      Eliminar
  5. Una pregunta ? Por q elegiste a matt como personaje en el q gira tu historia?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues sinceramente no lo sé. Siempre ha sido mi Brown favorito, a parte de que me parece súper atractivo. Me siento algo identificada con él: cuando el sufrió con el tema del alcoholismo, me animó a contar algo que yo padecía y que jamás me había atrevido a confesar por miedo, así decidí explicarlo mediante la ficción de mi novela.

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Alaskan Bush Cluedo: ¿Quién disparó al oso?

Buen fin de semanas a todos y a todas. Sé que se está haciendo larga la espera de la segunda parte de Nueva York, pero os aseguro que valdrá la pena. Una pista, ¿Recordáis el primer capítulo de Tierra Mojada? Pues la cosa va por ahí... Y hablando de pistas, he querido dedicar unos "minutitos" esta semana a intentar despejar otra de las grandes incógnitas de la novela, y así, que la espera para Nueva York parte II se haga más corta: ¿Quién disparó al oso que atacó a Matt y salvó su vida y la de Ayla? He recopilado todas las posibles pistas que nos dejan caer: Ayla, Matt, Alba, Gabe, Bam... a lo largo de los últimos capítulos. ¿Seréis capaces de descubrir quién fue el heroico tirador? La respuesta la tendréis en: Cartas desde Browntown, el capítulo que seguirá a Nueva York, parte II. ¡No olvidéis dejar vuestra respuesta en los comentarios y compartir el post en Redes Sociales! Comencemos: Estos son los personajes principales que han habitado Browntown hasta el capítulo X

La voz detrás de ZETA . Capítulo I y Capítulo II

CAPÍTULO I: EXTRAÑOS EN UN BAR —Siento molestarte, ¿pero tú eres Zeta, verdad? ¿El cantante de Mägo de Oz? Saco el dedo con el que removía la copa de balón de ginebra y alzo la vista hacia los brillantes ojos que se están fijando en mí. Son verdes, redondos, enmarcando un rostro ovalado de pómulos altos, nariz pequeña, rasgos delicados y mejillas sonrojadas. Apenas queda gente en el bar. El concierto ha sido un fracaso, he dado lo peor de mí. Estoy mal, estoy roto por dentro, estoy hecho una puta mierda. Me entran escalofríos al recordar la mirada que me ha echado Txus al bajar del escenario. ¿Cuántos gin—tonics llevaré ya? ¿Tres? ¿Cuatro? ¿Qué hora es? ¡Joder, las tres! Y mañana temprano cogemos el avión de vuelta a Madrid. Los demás se han ido hace rato al hotel. Están decepcionados conmigo, enfadados, furiosos… ¿Cómo he podido hacer un concierto tan malo, apenas unos meses antes de la salida del nuevo disco? No es un buen momento para mí, y ellos lo saben, pero a Txus so

Publico mi primer libro: LAS FRIKIS TAMBIÉN SOÑAMOS

LAS FRIKIS TAMBIÉN SOÑAMOS sale a la venta el 28 DE JULIO. A la venta a través de la web de Exlibric ( https://www.exlibric.com/ ) y en Amazon (pero en Amazon tarda mucho más así que os aconsejo que lo compréis por la web oficial ) Costará 14€ en formato físico y 4,46€ en formato digital (el 10% de los beneficios irá destinado a la Asociación benéfica Cors Gegants) Estará disponible en un montón de librerías (bajo demanda) tanto en España como en Latinoamérica. Si el contexto lo permite, presentaremos el libro en octubre-noviembre en Barcelona-Tarragona Para cualquier otra duda podéis contactarme por cualquiera de mis RRSS En unos días estarán disponibles de forma gratuita las PRIMERAS PÁGINAS del libro. Dadle amor, comentad, compartid, etiquetadme en vuestras redes y os querré par siempre. un abrazo.