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Ayden V

Castiel cayó de rodillas en la habitación del motel, sujetándose la cabeza con ambas manos. Cerró los ojos con fuerza y contuvo su alarido de dolor.

-¡Cas!- gritó Dean mientras ambos hermanos corrían en su ayuda y le ayudaban a levantarse- ¿Estás bien? ¿qué te ocurre?

-Se trata de Ayden, me, me esta rezando, me está pidiendo ayuda...

Dean y Sam intercambiaron una mirada.

-¿Entonces nos recuerda?- balbuceó Sam

-No lo se- dijo Cas sujetándose la cabeza- Pero está protegida con símbolos enoquianos, y eso me perjudica.

-¿Puedes localizarla?

-Si, pero dudo mucho que pueda entrar.

-Para eso estamos nosotros, ¿verdad Sammy?

Dean golpeó con fuerza el maletero del Impala, estaba oscuro, detrás de ellos se encontraba la vieja fábrica abandonada, protegida contra los ángeles y rodeada de demonios.

-¡Qué típico de Crowley!- exclamó Dean al ver el lugar- fábrica, secuaces y herramientas de tortura. Espero que por su bien no esté ahí dentro, sino te juró por mi hermana que le clavo este cuchillo en lo más profundo de ese horrible traje negro que lleva.

-Dean, deberías relajarte- advirtió Sam- ¿Conoces el plan?

-Por supuesto, el mismo de siempre. Disparar primero, preguntar después.- Dean se encaminó armado hasta las trancas hacia la fábrica.

-Dean, espera- volvió a intervenir Sam- Seguramente es una trampa. Crowley nos necesita a los tres. Entramos y rompemos los hechizos contra Cas, encontramos a Ayden y salimos cagando leches. Contra menos demonios matemos, mejor.

-¿Estás loco?

-¡Dean!- le regañó Cas utilizando sus poderes para inmovilizarlo- Vas a seguir el plan, no voy a consentir que esa agresividad tuya pueda dañar más a Ayden. O cumples el plan, o te quedas en el coche.

Lo soltó de golpe, cayendo al suelo, Dean y Sam compartieron una mirada. Castiel estaba más afectado de lo que parecía.

Dean y Sam entraron sigilosamente, mataron a un par de guardias en la entrada, y empezaron a tachar símbolos con spray de hacer graffities. Castiel apareció a su lado, dejando a su paso un pequeño soplo de aire.

-¿Ayden te sigue rezando?

-Débilmente- dijo él muy serio- Me temo que debe de estar sufriendo mucho dolor.

El ángel avanzó decidido por los pasillos, seguido por unos muy perplejos Winchester. De repente les detuvo con los brazos y se llevó el dedo a los labios para que guardasen silencios. En una especie de laboratorio de paredes blancas, parecido a una habitación de hospital, se encontraba Ayden, tirada en el suelo, atada a una columna y cubierta de sangre. Había carritos metálicos repletos de herramientas de tortura por toda la habitación. Crowley discutía con otros dos demonios. Cas hizo señas a Sam para que se colase por la puerta de atrás mientras que Dean y él distraían a los malos.

-Crowley!- gritó Dean blandiendo su espada celestial

-Ardilla- susurró el Rey del Infierno.- ¿Dónde está el Alce?

-Se ha quedado pateando el culo a esos perros que tienes allí fuera.

Crowley lo miró con despecho, y susurró a sus esbirros que fueran a investigar. Nada más salir por la puerta una potente luz y un alarido alarmaron al demonio.

-Veo que no has venido solo...- Castiel apareció por la puerta detrás de Dean, caminando seguro y con el ceño fruncido. Inmediatamente usó sus poderes para inmovilizar a Crowley por el cuello- Yo también me alegro de verte, Castiel.

-Suelta a la chica.- ordenó

-¿O qué?

Castiel apretó el puño y Crowley sintió como su garganta se oprimía. Los demonios los rodearon y Dean y el ángel se defendieron como podían, mientras el rey intentaba escapar de las garras de Cas. De mientras, Sam se acercó en silencio por detrás y cortó las cuerdas que sujetaban a las muñecas de Ayden a la columna. Ella casi había perdido la consciencia, pero reconoció a Sam cuando se la llevaba en brazos, y susurró su nombre. Ambos escaparon en el Impala sin que nadie se diese cuenta, solo Cas, cuando percibió que Ayden ya estaba a salvo, dejó de jugar con los demonios, sujetó a Dean que estaba disfrutando como un crío, y se esfumaron.
Se teletransportaron al motel, Castiel ya había restituido los símbolos antidemoníacos que impedían a esos seres penetrar en Saint Mary ni seguir su rastro.

-¿Qué coño has hecho Cas? Ya los tenía casi

-¡Iban a matarnos!

-Los tenía a tiro- protestó Dean encarándose a Castiel

-Chicos, chicos... ¡Qué os calléis!- gritó Sam desde una de las camas.

Ambos se giraron hacia él, Sam estaba sentado en la cama, con la cabeza de Ayden, apoyada sobre su regazo, mientras él le acariciaba el pelo para calmarla. La joven temblaba y gemía, cubierta de sangre. Castiel se acercó a ella con la mano extendida con la intención de curarla con sus poderes.

-No- dijo ella, girando la cara- No me toques.

-Ayden, por favor- le suplicó Sam- Debe curarte.

-No quiero que me toque.

Dean se fijó en el rostro demacrado de Cas, que Ayden le rechazase de esa manera le había roto el alma.

-Es necesario, debe curarte Ayden.

-Mi padre es medico, él me curará.

-¿Y qué vas a decirle? ¿Qué te ha torturado un demonio?- le repuso Dean- ¿No crees que te tomarán por loca? Deja de portarte como una niña pequeña y deja que Cas te cure.

Ante la regañina de Dean, Ayden se dejó curar por Castiel. Inmediatamente después, cogió sus cosas y se encaminó a la puerta.

-¿Pero dónde vas ahora, Ayden?

-¿Tu que crees? A mi casa... Y no me llames así, me llamo Ayla, Ayla Hurst.

Y se marchó dando un portazo detrás de si.

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