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Los Demonios

Asaliah corre entre la muchedumbre para intentar alcanzar el coche viejo y rojo en el que ha subido la muchacha, tropieza con la gente, se disculpa, le gritan, los ignora. De repente, choca contra un hombro robusto con cazadora de cuero, Asaliah ni siquiera lo mira, pide disculpas e intenta seguir adelante, pero el hombretón le detiene sujetándole por el hombro de la chaqueta del traje... El hombre lo arrastra hasta a un callejón donde le esperan otros dos hombres y una mujer vestidos con ropa "underground".

-¿Pero mira a quién tenemos aquí?-exclama uno de los hombres jóvenes que les aguardaban en el callejón- Si es nuestro primo de alas negras...

-¿Qué haces tú aquí, pequeño bribón?- ironiza la mujer que viste con camiseta de tirantes y pantalones rasgados- ¿A caso eres otro desesperado en busca de Raphael?

La mujer, de media melena rubia y labios rojos se acerca a Asaliah, sujeto por el hombre grande y calvo y arrodillado frente a ellos.

-Parece que papá está haciendo bien su trabajo... Contra más ángeles haya aquí buscando a Raphael, menos soldaditos alados combatirán allá arriba. ¿No es cierto?

La mujer coloca su mirada firme y tenebrosa sobre los ojos azules de Asaliah, y a cambio se lleva un escupitajo de él en la cara.

-Déjame en paz, puta.- exclama el ángel justo antes de llevarse un buen puñetazo en la mejilla.

La mujer le da la espalda a Asaliah y ordena a los otros dos demonios que azoten al ángel. La jerarquía del Cielo es cruel, los ángeles no pueden ser dañados por humanos, mientras que si pueden usar sus poderes contra mundanos y demonios, los humanos no pueden herir ni a ángeles ni a demonios, a no ser que cuenten con una arma especial, como es la espada de Asaliah, mientras que los demonios pueden dañar a quien sea, por lo tanto, el ser alado está recibiendo mucho dolor por parte de los del Inframundo.
En el suelo, sangrando, y después de una fuerte patada, el frasco con la gracia de Gabriel rueda unos centímetros del cuerpo de Asaliah, que alarga la mano para intentar recuperarla, pero uno de los demonios le pisotea con fuerza la mano. Grita de dolor. La mujer coge el frasco y se lo mira detenidamente...

-¿Qué es eso?-pregunta uno de los ineptos seres que la acompañan.

-Parece la gracia de un ángel, es ya sabes... Como su esencia, es algo muy poderoso, puede usarse para multitud de hechizos. Es extraño que una vez muerto su dueño se conserve, sobretodo porque debe extraerse cuando el ángel aun está vivo, a no ser... Qué está gracia te lleve a algo particular y por eso se la hayas extraído a quién sea... ¿No es cierto, pequeñín?- dijo la demonio agachándose a la altura de Asaliah - ¿Qué estás buscando con esto?

-No es de tu incumbencia, zorra

La demonio le agarra la mandíbula y lo revienta contra el suelo

-¿Dónde te han enseñado a hablar así? Creí que en el Cielo estaban prohibidos los tacos.- la mujer vuelve a patear a Asaliah- Dime... ¿Qué coño estás buscando con esto?

El ángel está destrozado, apenas puede hablar, tiene la cara hinchada de tantos golpes que ha sufrido...

-A Raphael...- balbucea

-Raphael estaría en ese coche que perseguía, jefa- afirma el cuarto demonio, que todavía no había intervenido. Si lo encontramos y se lo entregamos al Rey, ganaríamos privilegios en el nuevo orden.

La jefa sonrío perversa.

-¿A qué esperamos, entonces? Vamos

Los cuatro demonios desaparecieron, dejando a Asaliah destrozado y malherido en el suelo. Con su sangre, dibujó un símbolo en el suelo, pronunció unas palabras y se recuperó de sus heridas, como si nada. Palpó su cuerpo y agradeció que los demonios no le hubiesen quitado su arma. En la tierra, los demonios eran más ágiles que él, realizaría un hechizo para rastrear los utilizando el trozo de cuero que se había desprendido de la chaqueta de uno de ellos mientras le pegaban, y después intentaría llegar a la flor antes que ellos se diesen cuenta de su engaño.
Solo anhelaba que la flor que protegía esa chica estuviese a buen recaudo















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