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Los Jinetes

Una soleada mañana de primavera amanecía lentamente en la fría isla de Halogaland, una boscosa isla en el rincón más al norte del, como no, Mar del Norte. En una de sus escarpadas costas, se alza, sobre los acantilados la aldea de Malmö, conocida por forjar a los mejores jinetes de dragones de la Tierra.
El suave amanecer recorre las casas de piedra y las chimeneas humeantes, todo está silencio, en calma. El viejo pastor se levanta perezosamente para cuidar a sus ovejas, el agricultor se prepara para cultivar sus tierras y el joven herrero empieza a preparar su taller para forjar las armas de tan respetables guerreros. Solo hay una casa que está agitada desde antes de la salida del sol. Se trata de una preciosa y gran casa, situada a escasos metros del resto de la aldea, en su portal cuelga el cráneo de un gran dragón de afilados cuernos. Es el hogar de Haakon Adger, líder y poderoso jefe de la aldea de Malmö, gran jinete, mejor guerrero y justo gobernador. Además proviene de una de las famílias más antiguas y respetadas en el arte de la caza, doma y entrenamiento de dragones. El enorme y rubio hombretón asoma la cabeza por la puerta principal de la casa, cubre su gran cuerpo con una piel de oso sobre sus hombros, y sorbe una infusión caliente que sujeta con ambas manos en un vaso de barro. El frío mañanero le congela las barbas al temible Haakon, y se acurruca en su piel de oso, mientras dirige la vista hacia el otro lado de su terreno. El sonido del metal y los gemidos del esfuerzo rebotan por toda la finca, y es que a lo lejos, fuera de la casa, del granero y del corral, sobre un círculo de arena, se encuentran dos jóvenes peleando arduamente con una daga y unos nunchacos. Apenas cubiertos por unas finas pieles de verano. Haakon observa la escena orgulloso, el inmutable e insensible jefe se encuentra en uno de los días más felices de su vida, y sonríe.

-Parece mentira que hoy se gradúen- Haakon dirige la vista hacia su izquierda. Su hermano menor Svend también ha salido a recibir el sol está mañana. - Hace dos días eran unos mocosos que apenas andaban y hoy ya entrenan su propio dragón. Nos hacemos viejos, hermano.

-¿Quién lo diría? Mi pequeña, convertida en toda una jinete de dragón.- Haakon mira orgulloso a la joven rubia que pelea con una daga frente a un muchacho algo mayor- Si su madre pudiera verla...

-Seguro que estaría orgullosa, no todos los guerreros son elegidos por un dragón de las tinieblas. Eso la hará ganar puntos en su carrera por la jefatura, ¿no?

Una sombra recorre la mirada del veterano jefe.

-El Consejo de Ancianos sigue sin apoyar que mi hija ocupe el liderazgo en mi sucesión. Se esfuerza el doble que el resto de sus compañeros en los entrenamientos, estudia las leyes y la historia de Malmö hasta altas horas de la noche, es una líder nata, inteligente y una estupenda guerrera. Pero el Consejo opina que una mujer no debe encargarse del mandato de una aldea. Para ellos, mi hija debería estar en la cocina, criando a los futuros guerreros de Malmö.

Svend lo mira apesadumbrado.

-¿Qué ha sugerido el Conejo?

-En contra de la tradición, quieren que encuentre un buen marido para ella, capaz de gobernar, buen luchador y mejor jinete, que ayude a la princesa con la jefatura de Malmö. En lugar de pagar una dote porque ella se vaya a otra isla, sugieren que otros reinos paguen una dote por casar a uno de sus príncipes con mi pequeña- Haakon hablaba atragantándose, no le parecía bien que un príncipe extranjero ocupase el puesto que a su hija le correspondía por ley y por el cual estaba perfectamente capacitada para hacerse cargo.

Svend le puso una mano en el hombro:

-No te apures hermano, tu hija apenas tiene dieciséis años, acaba de acabar su entrenamiento básico, aun está a tiempo de demostrar al Consejo que es una Adger de verdad. Y además, siempre nos quedará Ryden.

Ryden era el hijo de Svend, su único hijo, apenas un año mayor que la princesa. Al morir la madre de la joven al dar a luz, la madre de Ryden crío a los dos primos como hermanos, bajo la estricta tutela de Haakon y Svend.

-¿Ryden?- preguntó extrañado Haakon- No te ofendas hermano, pero Ryden... no está hecho para gobernar. En fin, míralo- la princesa le estaba dando una paliza en la arena a su primo y a sus nunchacos- Es un buen jinete, y sabe mucho sobre como adiestrar dragones. En un futuro lo veo dirigiendo la Academia de Malmö, un respetable puesto para el sobrino de un rey.

Ayla, la hija de Haakon, consiguió introducir la punta de su daga en uno de los eslabones de los nunchacos de Ryden, le arrebató el arma y la lanzó por los aires, la agarró con su mano izquierda, mientras de una patada tumbaba a su primo y le colocaba la punta de su daga en la garganta.

-He vuelto a ganar.- dijo entre suspiros y con la frente cubierta de sudor.

-Ayla, déjalo ya.- gritó su padre desde la puerta de la casa. Ayla le ayudó a levantarse y le devolvió el arma.

-Eres demasiado predecible Ryden, es fácil predecir tus movimientos y neutralizaros.

el joven no dijo nada, casi nunca decía nada. Era un muchacho muy tímido y reservado, incluso con su familia.
 Un sonido de platos rompiéndose y ollas cayendo al suelo estrepitosamente provocaron que las cuatro personas allí reunidas se volviesen hacia la casa. Un pequeño dragoncito verde con los ojos rojos, más o menos del tamaño de un gato, salió por el portal con una pata de pollo en la boca. Corrió hacia Ayla y se subió a sus brazos. Elisabetha, la esposa de Sven, salió escandalizada detrás del dragón.

-Te he dicho mil veces que controles a ese bicho, Ayla. Debo preparar la comida para el banquete de hoy y ese bicho tuyo no para de incordiar y de robarme la carne.- exclamó la señora de la casa, con el delantal arrugado y el moño del cabello medio desecho.

-Lo siento tía Eli- se disculpó Ayla- Intentaré mantener a Dzigan lejos de la cocina hoy, aunque me resultará difícil. Creo que jamás lo he conseguido.

-Creo que hoy estamos todos un poco nerviosos,- dijo Haakon agarrando por los hombros a las dos mujeres de su vida- Eli, ¿por qué no ayudas a Ayla a preparase para la ceremonia mientras Svend y Ryden preparan a los dragones? Y de mientras yo, cuidaré de este pequeñín- y tomó al dragoncito en brazos mientras Ayla y Elisabetha iban dentro.


                                                          *                *                *

Elisabetha peinaba la rubia cabellera ondulada de Ayla, la joven solía recogerse el pelo en una cola en lo alto de la cabeza, pero hoy se trataba de una ocasión especial, y su tía la convenció para que se arreglase un poco.

-Con esta túnica roja que te he hecho y este pelo tan bonita, vas a ser la estrella de la graduación, Ayla.

-Gracias, tía Eli.- dijo ella medio sonriendo, intentando ocultar sus nervios previos a la ceremonia.

En ese momento Haakon entró en la habitación.

-¿Se puede?- dijo asomándose por la puerta- Caramba Ayla, estás preciosa.- su tía la miró orgullosa, pero Haakon detectó en seguida los nervios en la expresiva mirada de su hija. - Eli, ¿te importaría dejarnos a solas un segundo? Quiero hablar con Ayla...

-Desde luego- Elisabetha se marchó.

-¿Recuerdas que hace cuatro años estabas igual de nerviosa por la prueba? Y mírate ahora, jinete de un dragón de las tinieblas...

Ayla se levantó, cogió a Dzigan en brazos y se miró al espejo. El dragoncito se revolvió en los brazos de su dueña y se deslizó al tocador donde jugó con una pequeña tiara dorada... Ayla la tomó entre sus manos y se la probó:

-¿Y si no estoy a la altura? El Consejo no me acepta como sucesora. ¡Quieren que me case! Papá, ya no se que más hacer, soy la mejor de mi promoción, entreno más que los otros jinetes, los he vencido a todos. Y siguen sin aceptarme. Por el simple hecho de no haber nacido varón.

Golpeó el puño contra la pared. Hundida. Su padre le colocó las manos alrededor de los hombros.

-Lo conseguirás hija, se que lo conseguirás. Estoy segura de que hoy serás nombrada líder de uno de los equipos resultantes. Ahora ve, tu primo te está esperando.

A las afueras de la casa, Ryden aguardaba junto a un robusto dragón negro de ojos amarillos y otro de cuello largo y cabeza redonda con duras escamas verdes. Ayla se colcó su carcaj, tomó su arco y su daga y montó al dragón negro, Ryden escaló hasta la cabeza del verde y ambos arrancaron el vuelo.

-¡Nos vemos en la ceremonia chicos!- gritó Haakon mientras ambos jóvenes surcaban los cielos de Malmö.

Por el camino, mientras ambos volaban a sus respectivos dragones, Ryden se alejó.

-Ve tirando, he quedado en recoger a Elof. Nos vemos en la Academia.

Ryden se retiró a buscar a su amigo, y al dragón negro de Ayla, de nombre Acamar, se le unió una dragona azul, Zaniah, la dragona de agua de Lis, la mejor amiga de Ayla. Lis tenía un carácter similar al de Ayla, era dura, con mal humor, fuerte y entrenaba el doble que el resto de jinetes. Era el precio que debían pagar las mujeres por ser consideradas jinetes del dragón.

Ayla y Lis charlaron un rato mientras volaban hacia la academia. Lis tenía el pelo negro azabache, como pocas mujeres en la aldea, donde la mayoría eran rubias, como Ayla, y lo llevaba recogido en una trenza que le caía por la espalda, donde también llevaba sujeta su hacha de guerra. Era tradición que las mujeres de Malmö llevasen el pelo muy largo, era señal de belleza y elegancia. De repente, una sombra cubrió a las dos jóvenes, miraron hacia arriba, un enorme dragón rojo sobrevolaba sobre ella. Se prepararon para el ataque.

-¿Os he asustado señoritas?

-Axel, eres idiota. Ya pensábamos que tendríamos que cazar un dragón el día de nuestra graduación.

Axel Pendragon era uno de los hijos de una de las más nobles familias de Malmö, su influencia en el Consejo y en las decisiones de gobierno era casi comparable a la de la familias de los Adgar. Sin duda, la unión entre Axel y Ayla no desagradaría al Consejo ni al jefe, ya que no requeriría la intervención de un príncipe extranjero. No sería mala idea, si no fuese porque Axel era el mayor cretino, egocéntrico e insoportable de toda la isla de Halogaland.

-Vamos princesa, te reto a una carrera hasta la Academia.

-Es el día de nuestra graduación Axel, no voy a permitir que me lo estropees.

-¿Es que tienes miedo, princesita?- le retó a lomos de su enorme dragón de fuego, al que llamó Hydor.

-Yo jamás tengo miedo Axel...

Y ambos jinetes volaron lo más rápido que pudieron hacia la Academia, seguidos muy de cerca por Lis y Zaniah, al que se les unieron Ryden y Gorgonea y Elof con Sadira, la dragona de tierra y ojos azules.

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