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Mostrando entradas de marzo, 2017

La Flor del Invierno

Los primeros días de primavera en Mema eran los más esperados por los habitantes de la basta aldea. Después de pasar casi seis meses ocultos bajo la nieve, los primeros brotes verdes que aparecían resplandecientes, sobre el acumulado manto blanco eran un regalo para la vista. Las ovejas salían a pastar y los hambrientos lobos y los traicioneros zorros árticos se ocultaban por fin, de los ojos de los campesinos. Los yaks comenzaban a dar leche y los huevos se volvían más grandes y sabrosos. Svend el silencioso pronto empezaría a arar los campos: ya casi podían olerse las coles hervidas,  las coliflores gratinadas, las acelgas hervidas, las endibias y los rábanos... que darían un toque verde a la estricta dieta de proteínas que llevaban los vikingos. Después de pasar meses encerrados entre las brasas de la Gran Sala, los jóvenes se morían por salir, por montar y sobrevolar los acantilados con los cabellos al viento, correr por los prados, prácticas con las hachas, nadar, jugar, pelea...

Capítulo XIII: Alfie

Huía, no sabía de qué o de quién, pero yo huía. La niebla se cernía sobre los troncos retorcidos y negros del bosque. Se retorcían grotescos hacia el cielo y de sus ramas colgaban matojos de hojas podridas. Las siluetas se confundían entre las tinieblas que poco a poco iban cubriendo la arboleda. Una voz infantil me llamaba entre risas: “¡Estoy aquí! ¿Es qué no me ves? Venga, a ver si me pillas. Corre, que no me pillas” Una mancha amorfa y roja cruzó veloz entre los troncos oscuros. Intenté seguirla con la vista, pero había pasado tan rápido que no sabía ni por donde había venido ni hacia donde iba. El niño me seguía insistiendo en que le encontrase. Busqué el origen de la voz, pero no era más que un eco entre los árboles. Comencé a correr, buscando al chico, la forma roja, huyendo, pero cada vez que daba dos pasos me encontraba con un árbol retorcido, con una cara esculpida entre los nódulos: gritando, lamentándose, con la boca abierta y los ojos fuera de las órbitas. Cambiaba de di...