CAPÍTULO III: AYLA Me meto en el enorme cuarto de baño, decorado con mármol y azulejos blancos y mobiliario plateado de acero inoxidable. Hay dos grifos frente a un gran espejo, sobre las estanterías hay botecitos de champús, cepillos de dientes y otros utensilios de higiene personal. La ducha es enorme, con una mampara transparente y un teléfono cuadrado más grande que un paraguas. Me meto bajo el agua caliente y dejo que me empape el pelo y todo el cuerpo, me apoyo en la mampara, estoy destrozado, tanto física como anímicamente. Escucho que llaman a la puerta y los pasos de Ayla que se dirige a abrir. Asoma su cabeza por la puerta del baño, el vapor lo envuelve todo: —Ya han traído tus cosas, Zeta. —me informa mientras el agua me chorrea por el largo pelo negro. — ¡Gracias!—le respondo de un grito sin prestarle demasiada atención. Todavía estoy procesando lo que acaba de pasar, me acabo de ver reflejado en el espejo y he estado a punto de vomitar: estoy gordo y me estoy qu...
La Grandeza nace de los Pequeños Comienzos.