Ayla estaba ocupada en su tienda haciendo sus tareas previas a la cena: debía hacer la cama y perfumarla para cuando llegase su amo, exhausto después de un largo día de campaña... La muchacha tarareaba una alegre canción cuando alguien interrumpió en lujosa tienda sin llamar...
-Arréglate- gritó Bastian muy severo desde la entrada. Del susto a Ayla se le cayó la cesta de frutas que llevaba en las manos y se agachó a recogerlas, dándole la espalda al recién llegado- Karina está ocupada y necesito que te encargues del baño del Sha.
-Enseguida- dijo ella haciéndole una reverencia después de terminar su faena.
Ayla se arregló el cabello castaño con los dedos, mirándose en el reflejo de un plato de plata, se retocó el maquillaje de la cara y se cubrió el cuerpo con una túnica de lana de manga larga que se ciñó a la cintura con una banda carmesí.
Bastian la esperaba a fuera, el mayordomo del Sha le llamaba realmente la atención: era mayor, unos cincuenta años y siempre vestía con una gruesa túnica gris con capucha. Tenía el cabello claro y muy corto, la nariz puntiaguda y los ojos pequeños y azules rodeados por una tez repleta de arrugas. Ayla no sabía si era por la edad o por el calor del desierto, pero si algo caracterizaba a Bastian eran sus repentinos cambios de humor y como pasaba de ser un encanto de hombre a un verdadero tirano. La joven esclava caminó tras el mayordomo, mirando al suelo, como le habían enseñado a hacer. Atravesaron el campamento, caía la tarde en el desierto y el frío y el viento comenzaba a acechar a los soldados. Pronto se serviría la cena y justo después Ayla atendería a Gabriel en su tienda, como llevaba haciendo desde que llegó, hacia ya casi tres meses. No quería atender al Sha, jamás lo había hecho, esa era la misión de Karina, ese hombre la asustaba, le infundía respeto, le tenía terror. Miró a su alrededor buscando ayuda, que Gabriel la reclamase urgentemente o que la otra esclava pudiese atender a su amo y no tuviese que ser ella... A su alrededor los soldados del Sha Saud montaban sus humildes tiendas, bebían y conversaban entre ellos. Ayla se cruzó con la gélida e insensible mirada de Noah, el general al mando de las operaciones de esa campaña. Era algo mayor que Gabriel, casi rozaba los treinta, no tenía mujer, ni hijos, ni apenas necesidades fisiológicas puesto que el trabajo ocupaba el 100% de su tiempo y de sus esfuerzos. Tenía fama de cruel y despiadado con los que le desobedecían... Ayla evitó su mirada, ese era otro de los hombres que más temía en el campamento... Aunque en realidad, ese lugar no era idóneo para que una joven como ella permaneciera, la vieja y gorda Karina y ella eran las únicas mujeres del campamento. No estaban permitidas las féminas en las excursiones militares, ellas eran la excepción puesto que su labor era cubrir las necesidades del Sha y las de su hijo. Eran intocables y si un soldado intentaba propasarse recibiría un castigo severo, pero ni las advertencias ni las amenazas impedían que los hombres la devorasen con la mirada cuando paseaba por el campamento.
La lujosa tienda del Sha estaba en la otra punto del campamento, y era una estructura enorme decorada ricamente con exquisitas alfombras y cortinas de seda...
-Si me hubieses hecho caso, Ayla...- suspiró Bastian con su atragantada voz.
Bastian era el único hombre en el que podía confiar en ese lugar a reventar de varones deseosos de probar las carnes de una mujer. Y es que a pesar de sus cambios de humor, Bastian siempre había cuidado de ella, desde el mismo mercado donde la compró...
"-Busca una esclava joven y bella, es para hacer un presente- dijo Bastian al vendedor sirio del mercado de Salamina.
-¿Y se puede saber quien es el homenajeado?- preguntó el otro para establecer confianza con su cliente.
-El príncipe Gabriel, el primogénito varón de mi señor cumple en unos días veintidós años. Esta es su primera campaña militar y su padre quiere premiar su labor y sus esfuerzos con un regalo digno de su categoría...
-Pues ha venido al hombre indicado, sígame...- el sirio empujó suavemente a Bastian por un corredor de arena y al aire libre donde entre las columnas de los lados se mostraban chicas hermosas y semidesnudas insinuándose para llamar la atención de su futuro dueño...
-No intentes engañarme sirio idiota. No quiero que me encasquetes a una de tus rameras, quiero una chica capaz de ser la perfecta anfitriona, que reciba al príncipe cada noche como se merece, que le cuide, le cocine, le vista...
-Veo que es usted un cliente exigente y muy entendido en el mercado de los esclavos, permítame que le muestre mis mejores piezas...
El sirio condujo a Bastian hasta un patio de arena lleno de postes de madera donde sucias personas estaban atadas por los tobillos. El hedor era insoportable y apenas podía distinguirse el color de piel de los esclavos, cubiertos por fango y mugre negros. El vendedor se acercó a una joven que reposaba en un poste, tenía un grillete en los tobillos y estaba muy sucia, vestía con una túnica larga y amplia y llevaba el pelo recogido en una larga trenza. De su cuello colgaba una placa de madera con símbolos gravados en carboncillo. El comerciante sirio cogió la placa y la leyó para si mientras los ojos de Bastian se encontraban con la mirada de desesperación iluminada por destellos naranjas de la joven esclava.
-Si, esta es... ¿Qué te parece?
-¿Me estás tomando el pelo?-dijo el otro indignado- ¡Está hecha un desastre, no puedo presentar esto al Sha!
-¡Pero mira que ojos!- el vendedor la levantó de un tirón en el brazo en la que ella se quejó levemente, después tiró de su túnica hacia al suelo para descubrir su cuerpo al posible cliente. Ella se intentó cubrir con los brazos pero él no le dejó- ¡Y mira que cuerpo! Juvenil, sinuoso... -le dio una palmada en las nalgas y ella ahogó un grito- Es muy apetecible...
Bastian la examinó teniendo en cuenta las pícaras palabras del vendedor... Estaba seguro de que intentaría tomarle el pelo, pero el mayordomo de Saud no era fácil de engañar. Primero le miró la dentadura, estaba sana. Sus expertos dedos acariciaron los muslos de la joven y penetraron fuertemente entre sus piernas. La joven se sobresaltó...
-Es virgen...- susurró Bastian anonadado
El vendedor sonrió pícaro
-Está intocable, recién salida del Edén. No ha sido manchada por ningún hombre...
-¿Si es tan valiosa? ¿Por qué la tiene aquí?-preguntó el otro sin entender el porqué la muchacha se encontraba en tan pésimas condiciones.
-La trajeron unos recaudadores de impuestos del Sha Enoc. Me la cambiaron por algunas ánforas de vino... Si la ponía en el pasillo de exposición me la robarían al segundo día, aquí pasa desapercibida, pero a pesar de que está un poco sucia está bien alimentada...
-¿Cuanto tiempo lleva aquí?
-Mmm, déjame pensar, creo que unos tres o cuatro años...
-¿Y aún lo la has vendido?
-¡Es una virgen! Cualquiera puede desvirgar a una niña de doce años, apenas sin madurar y recién entrada en la pubertad... Mírala a ella, tiene el cuerpo de una mujer, con sus senos bien altivos y las caderas redondeadas y está intocable...
El comerciante tenía razón, la joven, a pesar de la suciedad que la envolvía, valía mucho, tendría que negociar bien el precio. El sirio estaba dispuesto a sacarle hasta la ultima moneda... Pero la chica era el regalo perfecto para Gabriel, pura, hermosa y con esos ojos... verde oscuro, como la selva y con esos destellos naranjas, que recordaban los atardeceres sobre las dunas...
-¿Cuantos años tiene?
-No lo se con seguridad. Ella no ha hablado nunca, ni siquiera se si conoce nuestra lengua... Diría que unos catorce o quince años, los cobradores que la atendían viajaban desde los límites de Persia, no se ni si es judía, cristiana o árabe...
Ayla (Emma Rigby) aguarda su destino como esclava del príncipe Gabriel |
Bastian la examinó de nuevo y vio como ella bajaba la mirada avergonzada. Sus ojos seguían la conversación mientras hablaban, sin duda los entendía. La edad que le había dicho el sirio cuadraba con los rasgos físicos de la joven, ya saliendo de la pubertad. Los rasgos finos de su rostro le recordaban a los judíos de Ispahan pero su cabellera negra era más propia de las mujeres árabes... Bastian se lo pensó dos veces, desconfiaba del sirio y de su fama como estafador... Pero la mirada de la joven le había cautivado por completo. No era un hombre que se dejase influir por los sentimientos fácilmente, pensaba sus acciones y sus consecuencias una y otra vez... La miró de nuevo.
-¿Cuanto?
Unas horas después Bastian cargaba el resto de las compras que le habían encargado sobre su mula cuando dos grandes negros semidesnudos y armados con espadas se le presentaron. Llevaban a la joven atada de manos con una cuerda, como si fuese una bestia y le habían tirado un par de cubos de agua por encima para "limpiarla".
-¿Bastian?-dijo uno de los dos gigantes. Él asintió con la cabeza y el negro le tendió la cuerda, Bastian la cogió y dejó sobre la mano tendida del negro una bolsita llena de monedas.
-Está perfectamente contado, no quiero tener problemas con vuestro jefe...
los gigantes le saludaron con una inclinación de cabeza y se esfumaron. Bastian hizo que la joven se sentase en una piedra mientras terminaba de preparar a su animal.
-Llegaremos al campamento al caer la tarde. El camino no es complicado, pero si te cansas podrás subirte a la burra. Y deberías comer algo antes de partir, no quiero detenerme porque desfallezcas de hambre... -Bastian sacó un pan redondo envuelto en un trapo y se lo lanzó a la joven, se acercó a ella y le cortó los grilletes de cuerda- Creo que esto no será necesario-. Ella dudó si comer o no, y le interrogó con la mirada- ¡Venga! ¿A qué esperas? No tenemos todo el día... -La chica comenzó a devorar el pan a bocados con ansia, casi sin masticar. Bastian la miró satisfecho.- Por cierto, me llamo Bastian ¿y tu eres?
La muchacha dejó de comer y se lo quedó mirando fijamente. No había pronunciado palabra en años...
-Mira pequeña, se que no has hablado durante mucho tiempo, pero será mejor que acabemos esto en cuanto antes. Que vayas a ser entregada a un príncipe es un privilegio que no muchas tienen, no te faltará ni comida, ni un techo bajo el que dormir. Gabriel es un buen hombre, te tratará bien, te lo aseguro, mucho mejor que si te hubiese comprado un sultán presuntuoso para que formases parte de su edén...
-¿Cómo lo sabes?- pronunció ella ante la sorpresa de Bastian- ¿Cómo sabes que me va a tratar bien?
"Yo antes era un hombre libre,- empezó a relatar el mayordomo mientras caminaba al lado de la mula donde iba montada la esclava- pero las deudas y los juegos arruinaron mi vida, y la de mi familia... El Sha Saud me ofreció una solución: perdonaría mi deuda si entraba a formar parte de su servicio durante treinta años, y así lo hice. Tengo un buen sueldo, ropas bonitas y estoy recorriendo mundo. Mi esposa está bien y el año pasado mi hijo mayor contrajo matrimonio, lastima que no pudiera asistir...
-¿Gabriel me tratará bien?
-Estoy seguro. Si el Sha es bondadoso, Gabriel es todo corazón... Por cierto, yo te he contado mi historia, ahora te toca a ti... ¿Cómo llegaste a ese local de mala muerte?
-Soy de un pueblecito pequeño, muy al este de aquí. Mi gente era libre hasta que llegaron Enoc y los suyos, nos obligaban a darle parte de nuestra cosecha y a pagarle impuestos muy altos. Llegó un punto que no pudimos asumir esos pagos. La cosecha fue escasa ese año y mis padres decidieron utilizarme a mi como moneda de cambio.- un golpe muy duro para un niña, pensó Bastian para si- Pero estoy de acuerdo con su decisión, tengo dos hermanas menores, deberán ahorrar para las dotes y que me marchase fue un alivio para ellos, una boca menos que alimentar. Pasados unos días acabé en el puesto del sirio, y de allí no me he movido en siete años...
-¿Siete años?-exclamó Bastian- ¿Cuantos años tienes?
-Si mis cuentas no me fallan creo que cumpliré diecisiete en pocos meses. Es muy difícil deducir las estaciones en este desierto...
-¡Maldita rata! Me ha timado... ¿Aunque sigues siendo virgen, no?
Ella asintió: "Aun no me había hecho mujer cuando me convirtieron en esclava... Los cobradores no me tocaron, y el sirio se aseguró de que permaneciese pura...
Bastian asintió y siguieron caminando largo rato en silencio.
-Aun no me has dicho tu nombre...
-Hace mucho tiempo que no tengo nombre, lo perdí el día que mis padres me vendieron. Pero ellos solían llamarme Hahasiah.
-¿Que clase de nombre es ese?- ella se encogió de hombros- Es impronunciable. A partir de ahora te llamarás Ayla. Sí, Ayla.
Llegaron al campamento al caer la tarde, tal y como estaba planeado. Bastian bajó a la muchacha de la mula y la cubrió con una capa.
-No te separes de mi. Este lugar está lleno de buitres...
Bastian preguntó a varios soldados si habían visto a una tal Karina, esa fue la primera vez que Ayla se cruzó con Noah y sus gélidos ojos azules.
-¿Que traes ahí Bastian?- dijo tirando bruscamente de la capucha de la joven y descubriéndole el rostro.
-Es el regalo de cumpleaños del príncipe Gabriel, mi general.
-Está un poco sucia- dijo mirándola con asco
Al general Noah (Jake Gyllenhaal) le preocupa la influencia que puede crear Ayla entre sus soldados |
-Por eso estoy buscando a Karina, mi señor. Para que me ayude a prepararla antes de presentársela al Sha.
-Está terminando de hacer la cena, enseguida pasaré por allí, le diré que se reúna contigo en tu tienda.
-Gracias señor- dijo Bastian realizando una pequeña reverencia y obligando a la joven a agacharse.
Noah inclinó la cabeza en señal de respeto: Ah, y Bastian... Mantén alejada a esa zorra de mis hombres.
Comentarios
Publicar un comentario