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Mostrando entradas de junio, 2016

Los Hijos de la Oscuridad

Habían pasado cuatro meses desde la partida de Noah para unirse a las tropas de la reina Evelyn, para defender el derecho de su hija como heredera al trono, desde entonces, la villa de los Wildhorse no había sido la misma. Sabía de la preocupación de mis hijos por mi marido, especialmente por Robb y Theon. La lealtad de mi primogénito, su sentido de la justicia y su devoción me hacían pensar que en cualquier momento dejaría la villa para buscar al hombre que lo había criado, pues sentía que el deber de estar en primera fila de batalla era el suyo, y no de su pobre padre. Por otro lado, Theon, también sentía que el deber de unirse a las milicias era suyo por ser el único hijo biológico de Noah Wildhorse, aunque su juventud no le permitía alistarse todavía. Así que mientras mi marido peleaba por "una causa justa", pues todo el reino sabía que las intenciones de Evelyn era reinar ella utilizando de marioneta a su pobre hija, me aseguré que los chicos estuviesen ocupados para que...

Reencuentros

-Me alegro de verte Ayla, o debería decir Ayden... -dijo el hombre pequeño y rubio de alegres ojos azules. -Iolaus...-susurré yo anonadada por la sorpresa. -Ha pasado mucho tiempo des de que nos dejaste y comenzaste una nueva vida sin nosotros...- Iolaus se sentó en una piedra dándome la espalda, nos encontrábamos en una cueva, en penumbra, donde mis hermanos habían establecido el campamento, había esperado el momento adecuado a que me quedase sola, y entonces había aparecido por la abertura entre las rocas. Comenzó a hablar en voz alta, como si hablase para si mismo, ignorándome, pero a la vez, haciéndome sentir muy culpable- ¿Sabes una cosa? Él no ha dejado de preguntar por ti, era muy pequeño cuando lo dejaste, pero siempre ha sido un chico muy espabilado. Suele hablar a los otros niños de ti: de que eres muy hermosa, y muy fuerte, y de que te marchaste para salvar el mundo. Había cambiado, ya no vestía con cu chaleco de guerrero ni llevaba la espada colgada al cinto, lo había...

Lady Margaret

Ayla y Robbert habían salido a cazar al amanecer, durante los últimos días, habían estado muy atareados preparando la visita de Lady Margaret, la madre de Robb. La familia materna del joven príncipe de Land, los Usher, era famosa por poseer las naves más veloces del continente y por moverse en el mar como pez en el agua, nunca mejor dicho. Los muchachos querían conseguir el apoyo de los Usher mediante la persuasiva astucia de Lady Margaret, aunque después de que Robb rompiese el compromiso que su madre había organizado con Tabitah Vero, no sabía si iba a recibir mucho apoyo de su familia, es más, temía que si su padre se enteraba con quien iba a casarse, le retirase el ejército y le obligase a volver a Land. A pesar de que ambos jóvenes eran chicos maduros y responsables, herederos dignos de sus países, en el fondo seguían siendo dos muchachos enamorados, que entre reunión y entrenamiento, intentaban buscar un momento para ellos. Ayla se había trasladado a la tienda de Robbert, pero a...

un inmenso mar de aguas saladas

Ayla espoleó su caballo, como Robbert le había enseñado hacer, y salió al galope por la pradera, veía como Acamar los sobrevolaba y chirriaba para llamar su atención. Montar a caballo era distinto que hacerlo en dragón, con el reptil alado tenía un vínculo más fuerte, solo había un jinete para cada dragón, en cambio una persona podía montar varios caballos y un caballo podía ser montado por varios jinetes, aún así, descubrió la conexión tan especiañ que Robb tenía con su semental castaño, al que había llamado Andévalo. Ayla se enamoró de esas bestias que corrían por las praderas, y el príncipe de Land le prestó una yegua muy tranquila, pequeña, del color de la paja, no tenía nombre, así que Robb dejó que Ayla la bautizara con el nombre que quisiese, la joven la llamó Robberta , en honor a su nuevo amigo. Era una mañana tranquila, la joven había abandonado el campamento temprano para cabalgar a solas un poco, y cazar algún que otro conejo para el desayuno, se entretuvo más de la cue...

El Primer Dragón

Robbert corrió colina arriba, como un niño pequeño al que su padre le ha regalado un arco nuevo y está deseando probarlo, dejó atrás el campamento militar que el dirigía y se dirigió al pequeño campamento de los jinetes. Subió la cuesta pesadamente, los cuatro dragones que descansaban allí, cerca de sus entrenadores, ya se habían acostumbrado a la presencia del joven guerrero de grandes ojos azules, así que apenas reaccionaron cuando Robbert terminó de escalar la colina. A pesar de la indiferencia de las bestias, los jinetes si que dedicaron una mirada hostil al noble extranjero. Ya hacía un par de lunas que el equipo de Ayla se había establecido en el norte de la isla de Myr, a unas leguas de distancia de Halogala, huyendo de Ingrid y de sus jinetes, al servicio de Svend, quien había tomado Malmö y había obligado a Ayla, Ryden y los suyos a huir apresuradamente de su isla, ocultar quienes eran y negar que pertenecían a la familia Adger. Lis fue herida de gravedad durante la fuga, y m...