Habían pasado cuatro meses desde la partida de Noah para unirse a las tropas de la reina Evelyn, para defender el derecho de su hija como heredera al trono, desde entonces, la villa de los Wildhorse no había sido la misma. Sabía de la preocupación de mis hijos por mi marido, especialmente por Robb y Theon. La lealtad de mi primogénito, su sentido de la justicia y su devoción me hacían pensar que en cualquier momento dejaría la villa para buscar al hombre que lo había criado, pues sentía que el deber de estar en primera fila de batalla era el suyo, y no de su pobre padre. Por otro lado, Theon, también sentía que el deber de unirse a las milicias era suyo por ser el único hijo biológico de Noah Wildhorse, aunque su juventud no le permitía alistarse todavía. Así que mientras mi marido peleaba por "una causa justa", pues todo el reino sabía que las intenciones de Evelyn era reinar ella utilizando de marioneta a su pobre hija, me aseguré que los chicos estuviesen ocupados para que pensasen lo mínimo en su padre:
Robb siempre había demostrado una seria vocación por los dioses, cuando cumplió dieciseis años, hacía apenas unos meses, insistió en que le dejásemos asistir a las clases que se impartían en el Templo para consagrar su vida a la religión. Noah desestimó la petición de Robb alegando que aún era muy joven para tomar una decisión tan importante, pero si en unos años seguía creyendo
firmemente que esa era su vocación, no podríamos objeciones en que se unieses a los siervos de los dioses. Y para demostrar que nos tomábamos la propuesta de Robb en serio, le prometimos que hasta que no lo tuviese claro, no buscaríamos una esposa para él y respetaríamos su decisión de practicar el celibato. Con la partida de Noah, permití a Robb asistir a algunas de las clases avanzadas que se impartían en el Templo, de esa manera, mi primogénito pasaba la mayor parte del día estudiando y no preocupándose por su padre.
Fue más difícil controlar a Theon, mi hijo menor siempre había sido más impávido y rebelde que sus hermanos. Aumenté las horas de clase y de entrenamientos en la villa, y le dejé hacerse cargo de los establos de su padre, pero él siempre encontraba una excusa para abandonar la casa y escabullirse entre las calles de la ciudad. Se juntaba con los vándalos de los barrios bajos y volvía a casa a altas horas de la noche, en más de una ocasión borracho como una cuba. Robb intentaba ejercer de padre en lugar de Noah, pero Theon no quería escucharle y siempre acababan discutiendo hasta el punto de llegar a las manos. Al final aumenté todavía más las responsabilidades y las clases de mi hijo menor para no solo mantenerlo ocupado, sino que estuviese en casa el máximo tiempo posible, aunque no es nada fácil controlar a un inquieto chico de trece años.
Y luego estaba Jon, mi hijo mediano, que no se separaba ni un momento de mi. Desde el incidente del mercado tenía a mi chico de quince años pegado a como si en lugar de un hombre hecho y derecho se tratase de un niño de pecho. Pero Jon era así, cariñoso y extremadamente protector con sus seres queridos, el niño de mis ojos. Yo tenía que hacerme cargo de las tareas de la villa y el viñedo de Noah, Jon empezó a adquirir cierta afición por la enología y en pocas semanas ya dirigía el cultivo de uvas y las bodegas como si llevase haciéndolo toda la vida.
Gracias a que los chicos estaban ocupados, conseguimos mantener un clima de cordialidad y amabilidad en la casa. La cena volvió a convertirse en el centro de vida de la villa, Robb hablaba sobre lo mucho que estaba aprendiendo en el Templo, Jon sonaba cada vez más como Noah, charlando sobre los tipos de uva y de como fermentarla para crear distintos tipos de vino. Theon era el que se mantenía más al margen de las conversaciones familiares, aunque de vez en cuando debatía sobre el estado de sus caballos y de como había mejorado con la espada, sentía que estaba perdiendo a mi pequeño, se estaba volviendo frío y distante. No sabía exactamente con quien se juntaba mi hijo por las noches, pero intuía que no le estaban haciendo ningún bien a Theon, y que traerían problemas a nuestra familia... No era consciente de cuantos problemas nos traerían.
Finalmente, llegó aquel fatídico día de otoño, ya casi había anochecido y el frío empezaba a penetrar los finos muros de la villa. Theon había encendido la chimenea de la biblioteca y leía acurrucado en una manta junto al fuego. Jon resolvía algunos asuntos en la bodega y Robb todavía no había vuelto de sus clases en el Templo. El portón de madera resonó y pensaba que era mi hijo mayor que ya había vuelto, aunque cuando abrí la puerta me encontré con la triste mirada del capitán Gabriel, el amigo de Noah y el que lo había reclutado, en sus manos sujetaba un caballito de madera, manchado de sangre. Lo reconocí en seguida, era de Theon, jugaba con él cuando era niño, Noah se lo había llevado para acordarse de su hijo.
-Hola Ayla... ¿Cómo estáis tú y los chicos?
-Gabriel...-susurré yo- ¿Qué haces aquí? Creí que estabas con Noah, luchando en las montañas del norte... -me percaté de como el capitán jugaba con el muñequito entre sus dedos-¿Dónde está él?-pregunté preocupada, aunque ya me imaginaba lo peor.
-Ayla... lo siento mucho...
-No Gabriel, me niego a creerlo- las lágrimas comenzaron a inundarme los ojos- Dime dónde está mi marido...
En ese momento Robb llegó a casa, siempre con su sonrisa y su permanente alegría saludó a Gabriel con afecto.
-¿Ya ha terminado la campaña? ¿Dónde está mi padre?
-Robb-le susurré negando con la cabeza. El alegre rostro de mi hijo cambió radicalmente. Abracé a mi hijo con fuerza- Lo hemos perdido Robb, lo hemos perdido...- dije mientras ambos nos deshacíamos en lágrimas.
El funeral de Noah se celebró en La Cúpula de la capital, un palacio que servía de cripta para los grandes cargos militares y para los héroes de guerra. Theon, el hermano de mi esposo, estaba enterrado allí y la sepultura escogida para Noah fue la contigua. Vestí a mis tres hijos con túnicas y capas negras, yo me cubrí el pelo con un manto negro en señal de duelo, la tradición marcaba que debería llevarlo un año entero, el tiempo que debía dejar que pasase antes de contraer matrimonio otra vez. La ceremonia se llevó a cabo en el patio interior, asistieron altos cargos del ejército y algunos nobles, clientes de nuestra bodega y una de las hijas menores de la reina Evelyn, en representación de la corona. El día amaneció nublado y comenzó a llover durante la oración. No nos importó mojarnos, estábamos demasiado dolidos por la muerte de mi marido. Me pasé toda la ceremonia abrazada al brazo de Jon, Theon también se mantuvo pegado a mi, intentó parecer fuerte y no llorar, pero no pudo evitar derramar unas cuantas lágrimas cuando descubrieron el cuerpo de su padre: lo habían vestido con el uniforme militar de gala, lo habían peinado y ocultado con maquillaje las heridas del rostro. La herida de flecha en el estómago que lo había matado estaba oculta bajo la armadura. En sus brazos sujetaba la espada de la familia: una hoja de acero ligero, con una filigrana de oro en la empuñadura y una cabeza de caballo de marfil, el blasón de los Wildhorse. Gabriel, como su mejor amigo y de los que permaneció con él en los últimos instantes de su vida, pronunció unas palabras en su honor:
-Noah no solo era un buen general, era un buen amigo y una gran persona. La muerte de su hermano Theon le hizo más fuerte y le hizo apreciar las virtudes de una vida sencilla. Se ocupó con orgullo del viñedo de su familia, y con esfuerzo y trabajo convirtió el vino de la familia Wildhorse en uno de los más reconocidos del reino. Noah siempre luchaba por hacer realidad sus sueños, aunque cuando llegó el momento cumplió su juramento y sirvió al reino hasta la muerte. Pero hoy, Noah Wilhorse no solo ha dejado un hueco difícil de llenar en el ejército de Nameria, ni una gran bodega sin su creador, sino un vacío muy doloroso en nuestros corazones, sobretodo en el de su esposa y su hijo. - nos miró fijamente y se acercó al sepulcro, cogió la espada de sus brazos y se la entregó a Theon- Ahora esto te pertenece hijo, cuídala bien.- le susurró Gabriel sujetándole las manos.
Volvimos a casa empapados y muertos de frío, pasado el mediodía, Jon encendió la chimenea para entrar en calor y, a pesar del doloroso momento preparé un puchero caliente para comer y para que los chicos y Gabriel, que nos había acompañado a casa, entrasen en calor. Comimos en silencio, intentaba ser fuerte, tenía que parecer fuerte por mis hijos. Robb estaba devastado, lo notaba en su mirada, Noah no era su padre biológico, pero lo había criado como su propio hijo y lo apreciaba
mucho. Jon estaba más preocupado por mi que por la muerte de su padrastro, jamás le había llamado padre, pero siempre lo había respetado y había vertido algunas lágrimas en el funeral. No sabía como se encontraba Theon, miraba al infinito, con la mirada perdida, sin decir palabra, sin mostrar ningún tipo de sentimiento, ni pena, ni dolor, nada... Me preocupaba mucho la reacción de mi hijo menor, por la profecía, por la maldición que me habían lanzado de niña, por estar en el lugar equivocado en el peor momento posible. Robb estaba apoyado en el marco de la chimenea, Theon observaba curioso la espada que acababa de heredar y Jon estaba junto a su hermano mayor, consolándolo, siempre habían estado muy unidos. Gabriel y yo estábamos sentados en la mesa, con nuestras tazas de te humeantes en las manos, mirando a la nada:
-¿Más te, capitán?-le ofrecí a mi invitado, Gabriel parecía más distraído que yo.
-Si, gracias- dijo sobresaltándose. Le rellené la taza y bebió en silencio- Ayla, se que es duro y que este no sea el mejor momento. Pero tenemos que hablar sobre la herencia de Noah, y sobre tus hijos mayores...- Robb y Jon se volvieron hacia nosotros.
-No quiero hablar de eso ahora Gabriel. Acabo de perder a mi marido...
-Ayla, Noah no legitimó a Jon y a Robb antes de morir... legalmente no son nada de Noah, por lo tanto, no les tocaría nada...
-¿Y puedo hacer algo al respeto? Noah tenía intención de legitimarlos después de la guerra. De esa manera Robb y Jon se libraban de alistarse.
-¿Y ha valido la pena?-protestó Robb acercándose a Gabriel-Noah era nuestro padre, nos ha alimentado, criado, educado... le debíamos nuestra vida. Sin él, mi madre, Jon y yo estaríamos mendigando en la calle. Me da igual si un papel dice que soy o no soy su hijo, o que parte de su herencia me toca. Soy su primogénito, era mi deber representar a la casa Wildhorse en las montañas del norte, y no de mi cansado padre. Si lo hubiese hecho, aun estaría vivo...- golpeó la mesa furioso.
-Padre estaría vivo si se hubiese alistado al bando correcto...-susurró Theon entredientes. Lo miramos todos sin comprender de que estaba hablando.
-¿Cómo dices?-le preguntó Robb
-La reina Evelyn y sus hijas tienen esta guerra perdida. La gente no quiere ver a una mujer sentada en el trono. No está capacitada, no sabe hacer la guerra, ni defender un reino- nos quedamos atónitos ante los argumentos de mi hijo- Un grupo de nobles del este están reuniendo un ejército para coronar a Charles GoldFish, el sobrino del difunto rey, lo creen más capaz que la manipuladora reina Evelyn y sus hijas para gobernar Nameria...
-No te reconozco hermano,-dijo Robb muy decepcionado- ¿Son con esas personas con los que te juntas por las noches? Traidores que quieren coronar a un falso rey... Padre juró proteger este reino, es su deber luchar por la coronación de las hijas de la reina Evelyn... y no de un sucio bastardo al que unos nobles quieren manipular para sacar beneficio de su reinado...
-Te crees muy listo porque estudias en el Templo y sabes muchas cosas Robb... pero en realidad no
eres nadie. No sabes nada. ¡La reina Evelyn está destruyendo nuestras casas! Es una mujer, no puede ganar esta guerra... Padre se equivocó de bando, fue un idiota. Pero yo no lo seré. y en cuanto cumpla los dieciséis voy a unirme al bando de Charles Goldfish, el auténtico rey.
Theon se levantó y se encaró con Robb. Fui a detenerlos, pero Jon me paró sujetándome por el brazo.
-No vas a unirte a las tropas de nadie Theon. Y menos a las de ese falso rey... Es mi deber como primogénito, y no el tuyo, honrar la muerte de nuestro padre...
-Mi padre-corrigió Theon impertinente.
Robb abofeteó la mejilla de su hermano menor. Todos nos quedamos boquiabiertos, incapaces de pronunciar palabra: mi hijo mayor renegaba de la violencia, pero las palabras de Theon le estaban causando un verdadero dolor. El menor se acarició la mejilla, sorprendido por la reacción de Robb. Lo miró a los ojos. El mayor fruncía el ceño, con un claro gesto de decepción en la mirada. Arrebató la espada envainada de los brazos de Theon:
-No te mereces esto.
Y se marchó a su cámara. Dando grandes zancadas y pisando con fuerza los viejos escalones de madera. Furioso, muy furioso, decepcionado con su hermano y con la idea en la cabeza de que era su deber vengar la muerte de Noah.
Robb se marchó galopando al amanecer, montado en un semental tordo, Viento del Norte, uno de los favoritos de mi esposo, y con la espada de la familia en el cinto. Dejó a su perro con nosotros, para que vigilase la casa y nos recordase su presencia. No se despidió de nadie, ni nos dijo en que tropas se alistaba, simplemente se fue. Le vi partir entre la niebla por el balcón de mi habitación, él no me vio. Había empezado, la guerra que había predijo la bruja acababa de comenzar. Uno de mis hijos iba a morir a manos de otro. "El lobo y el cuervo se enfrentarán y el mundo escupirá fuego, solo podrá detenerlo la muerte del oso a manos del cuervo" habían sido las palabras exactas de la bruja para predecir los terribles acontecimientos que se avecinaban sobre mis hijos, y yo estaba allí, plantada en un balcón, viendo como mi primogénito cabalgaba hacia su muerte, sin hacer nada para evitarlo. Sin poder hacer nada para salvarlo...
Robb siempre había demostrado una seria vocación por los dioses, cuando cumplió dieciseis años, hacía apenas unos meses, insistió en que le dejásemos asistir a las clases que se impartían en el Templo para consagrar su vida a la religión. Noah desestimó la petición de Robb alegando que aún era muy joven para tomar una decisión tan importante, pero si en unos años seguía creyendo
Robb (Richard Madden) es el leal y devoto primogénito de Ayla. Cree que su deber como hijo mayor es el de vengar la muerte del que lo ha criado. |
Fue más difícil controlar a Theon, mi hijo menor siempre había sido más impávido y rebelde que sus hermanos. Aumenté las horas de clase y de entrenamientos en la villa, y le dejé hacerse cargo de los establos de su padre, pero él siempre encontraba una excusa para abandonar la casa y escabullirse entre las calles de la ciudad. Se juntaba con los vándalos de los barrios bajos y volvía a casa a altas horas de la noche, en más de una ocasión borracho como una cuba. Robb intentaba ejercer de padre en lugar de Noah, pero Theon no quería escucharle y siempre acababan discutiendo hasta el punto de llegar a las manos. Al final aumenté todavía más las responsabilidades y las clases de mi hijo menor para no solo mantenerlo ocupado, sino que estuviese en casa el máximo tiempo posible, aunque no es nada fácil controlar a un inquieto chico de trece años.
Y luego estaba Jon, mi hijo mediano, que no se separaba ni un momento de mi. Desde el incidente del mercado tenía a mi chico de quince años pegado a como si en lugar de un hombre hecho y derecho se tratase de un niño de pecho. Pero Jon era así, cariñoso y extremadamente protector con sus seres queridos, el niño de mis ojos. Yo tenía que hacerme cargo de las tareas de la villa y el viñedo de Noah, Jon empezó a adquirir cierta afición por la enología y en pocas semanas ya dirigía el cultivo de uvas y las bodegas como si llevase haciéndolo toda la vida.
Gracias a que los chicos estaban ocupados, conseguimos mantener un clima de cordialidad y amabilidad en la casa. La cena volvió a convertirse en el centro de vida de la villa, Robb hablaba sobre lo mucho que estaba aprendiendo en el Templo, Jon sonaba cada vez más como Noah, charlando sobre los tipos de uva y de como fermentarla para crear distintos tipos de vino. Theon era el que se mantenía más al margen de las conversaciones familiares, aunque de vez en cuando debatía sobre el estado de sus caballos y de como había mejorado con la espada, sentía que estaba perdiendo a mi pequeño, se estaba volviendo frío y distante. No sabía exactamente con quien se juntaba mi hijo por las noches, pero intuía que no le estaban haciendo ningún bien a Theon, y que traerían problemas a nuestra familia... No era consciente de cuantos problemas nos traerían.
Finalmente, llegó aquel fatídico día de otoño, ya casi había anochecido y el frío empezaba a penetrar los finos muros de la villa. Theon había encendido la chimenea de la biblioteca y leía acurrucado en una manta junto al fuego. Jon resolvía algunos asuntos en la bodega y Robb todavía no había vuelto de sus clases en el Templo. El portón de madera resonó y pensaba que era mi hijo mayor que ya había vuelto, aunque cuando abrí la puerta me encontré con la triste mirada del capitán Gabriel, el amigo de Noah y el que lo había reclutado, en sus manos sujetaba un caballito de madera, manchado de sangre. Lo reconocí en seguida, era de Theon, jugaba con él cuando era niño, Noah se lo había llevado para acordarse de su hijo.
-Hola Ayla... ¿Cómo estáis tú y los chicos?
-Gabriel...-susurré yo- ¿Qué haces aquí? Creí que estabas con Noah, luchando en las montañas del norte... -me percaté de como el capitán jugaba con el muñequito entre sus dedos-¿Dónde está él?-pregunté preocupada, aunque ya me imaginaba lo peor.
-Ayla... lo siento mucho...
-No Gabriel, me niego a creerlo- las lágrimas comenzaron a inundarme los ojos- Dime dónde está mi marido...
En ese momento Robb llegó a casa, siempre con su sonrisa y su permanente alegría saludó a Gabriel con afecto.
-¿Ya ha terminado la campaña? ¿Dónde está mi padre?
-Robb-le susurré negando con la cabeza. El alegre rostro de mi hijo cambió radicalmente. Abracé a mi hijo con fuerza- Lo hemos perdido Robb, lo hemos perdido...- dije mientras ambos nos deshacíamos en lágrimas.
El funeral de Noah se celebró en La Cúpula de la capital, un palacio que servía de cripta para los grandes cargos militares y para los héroes de guerra. Theon, el hermano de mi esposo, estaba enterrado allí y la sepultura escogida para Noah fue la contigua. Vestí a mis tres hijos con túnicas y capas negras, yo me cubrí el pelo con un manto negro en señal de duelo, la tradición marcaba que debería llevarlo un año entero, el tiempo que debía dejar que pasase antes de contraer matrimonio otra vez. La ceremonia se llevó a cabo en el patio interior, asistieron altos cargos del ejército y algunos nobles, clientes de nuestra bodega y una de las hijas menores de la reina Evelyn, en representación de la corona. El día amaneció nublado y comenzó a llover durante la oración. No nos importó mojarnos, estábamos demasiado dolidos por la muerte de mi marido. Me pasé toda la ceremonia abrazada al brazo de Jon, Theon también se mantuvo pegado a mi, intentó parecer fuerte y no llorar, pero no pudo evitar derramar unas cuantas lágrimas cuando descubrieron el cuerpo de su padre: lo habían vestido con el uniforme militar de gala, lo habían peinado y ocultado con maquillaje las heridas del rostro. La herida de flecha en el estómago que lo había matado estaba oculta bajo la armadura. En sus brazos sujetaba la espada de la familia: una hoja de acero ligero, con una filigrana de oro en la empuñadura y una cabeza de caballo de marfil, el blasón de los Wildhorse. Gabriel, como su mejor amigo y de los que permaneció con él en los últimos instantes de su vida, pronunció unas palabras en su honor:
-Noah no solo era un buen general, era un buen amigo y una gran persona. La muerte de su hermano Theon le hizo más fuerte y le hizo apreciar las virtudes de una vida sencilla. Se ocupó con orgullo del viñedo de su familia, y con esfuerzo y trabajo convirtió el vino de la familia Wildhorse en uno de los más reconocidos del reino. Noah siempre luchaba por hacer realidad sus sueños, aunque cuando llegó el momento cumplió su juramento y sirvió al reino hasta la muerte. Pero hoy, Noah Wilhorse no solo ha dejado un hueco difícil de llenar en el ejército de Nameria, ni una gran bodega sin su creador, sino un vacío muy doloroso en nuestros corazones, sobretodo en el de su esposa y su hijo. - nos miró fijamente y se acercó al sepulcro, cogió la espada de sus brazos y se la entregó a Theon- Ahora esto te pertenece hijo, cuídala bien.- le susurró Gabriel sujetándole las manos.
Volvimos a casa empapados y muertos de frío, pasado el mediodía, Jon encendió la chimenea para entrar en calor y, a pesar del doloroso momento preparé un puchero caliente para comer y para que los chicos y Gabriel, que nos había acompañado a casa, entrasen en calor. Comimos en silencio, intentaba ser fuerte, tenía que parecer fuerte por mis hijos. Robb estaba devastado, lo notaba en su mirada, Noah no era su padre biológico, pero lo había criado como su propio hijo y lo apreciaba
Jon (Kit Haringtom) es el niño de los ojos de Ayla. Dispuesto a darlo todo por proteger a su madre y a sus hermanos. Al contrario que Robb, no acepta a Noah como padre. |
-¿Más te, capitán?-le ofrecí a mi invitado, Gabriel parecía más distraído que yo.
-Si, gracias- dijo sobresaltándose. Le rellené la taza y bebió en silencio- Ayla, se que es duro y que este no sea el mejor momento. Pero tenemos que hablar sobre la herencia de Noah, y sobre tus hijos mayores...- Robb y Jon se volvieron hacia nosotros.
-No quiero hablar de eso ahora Gabriel. Acabo de perder a mi marido...
-Ayla, Noah no legitimó a Jon y a Robb antes de morir... legalmente no son nada de Noah, por lo tanto, no les tocaría nada...
-¿Y puedo hacer algo al respeto? Noah tenía intención de legitimarlos después de la guerra. De esa manera Robb y Jon se libraban de alistarse.
-¿Y ha valido la pena?-protestó Robb acercándose a Gabriel-Noah era nuestro padre, nos ha alimentado, criado, educado... le debíamos nuestra vida. Sin él, mi madre, Jon y yo estaríamos mendigando en la calle. Me da igual si un papel dice que soy o no soy su hijo, o que parte de su herencia me toca. Soy su primogénito, era mi deber representar a la casa Wildhorse en las montañas del norte, y no de mi cansado padre. Si lo hubiese hecho, aun estaría vivo...- golpeó la mesa furioso.
-Padre estaría vivo si se hubiese alistado al bando correcto...-susurró Theon entredientes. Lo miramos todos sin comprender de que estaba hablando.
-¿Cómo dices?-le preguntó Robb
-La reina Evelyn y sus hijas tienen esta guerra perdida. La gente no quiere ver a una mujer sentada en el trono. No está capacitada, no sabe hacer la guerra, ni defender un reino- nos quedamos atónitos ante los argumentos de mi hijo- Un grupo de nobles del este están reuniendo un ejército para coronar a Charles GoldFish, el sobrino del difunto rey, lo creen más capaz que la manipuladora reina Evelyn y sus hijas para gobernar Nameria...
-No te reconozco hermano,-dijo Robb muy decepcionado- ¿Son con esas personas con los que te juntas por las noches? Traidores que quieren coronar a un falso rey... Padre juró proteger este reino, es su deber luchar por la coronación de las hijas de la reina Evelyn... y no de un sucio bastardo al que unos nobles quieren manipular para sacar beneficio de su reinado...
-Te crees muy listo porque estudias en el Templo y sabes muchas cosas Robb... pero en realidad no
Theon (Alfie Allen) es el único hijo biológico de Noah, pero no cree en la causa por la que murió su padre |
Theon se levantó y se encaró con Robb. Fui a detenerlos, pero Jon me paró sujetándome por el brazo.
-No vas a unirte a las tropas de nadie Theon. Y menos a las de ese falso rey... Es mi deber como primogénito, y no el tuyo, honrar la muerte de nuestro padre...
-Mi padre-corrigió Theon impertinente.
Robb abofeteó la mejilla de su hermano menor. Todos nos quedamos boquiabiertos, incapaces de pronunciar palabra: mi hijo mayor renegaba de la violencia, pero las palabras de Theon le estaban causando un verdadero dolor. El menor se acarició la mejilla, sorprendido por la reacción de Robb. Lo miró a los ojos. El mayor fruncía el ceño, con un claro gesto de decepción en la mirada. Arrebató la espada envainada de los brazos de Theon:
-No te mereces esto.
Y se marchó a su cámara. Dando grandes zancadas y pisando con fuerza los viejos escalones de madera. Furioso, muy furioso, decepcionado con su hermano y con la idea en la cabeza de que era su deber vengar la muerte de Noah.
Robb se marchó galopando al amanecer, montado en un semental tordo, Viento del Norte, uno de los favoritos de mi esposo, y con la espada de la familia en el cinto. Dejó a su perro con nosotros, para que vigilase la casa y nos recordase su presencia. No se despidió de nadie, ni nos dijo en que tropas se alistaba, simplemente se fue. Le vi partir entre la niebla por el balcón de mi habitación, él no me vio. Había empezado, la guerra que había predijo la bruja acababa de comenzar. Uno de mis hijos iba a morir a manos de otro. "El lobo y el cuervo se enfrentarán y el mundo escupirá fuego, solo podrá detenerlo la muerte del oso a manos del cuervo" habían sido las palabras exactas de la bruja para predecir los terribles acontecimientos que se avecinaban sobre mis hijos, y yo estaba allí, plantada en un balcón, viendo como mi primogénito cabalgaba hacia su muerte, sin hacer nada para evitarlo. Sin poder hacer nada para salvarlo...
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