Ir al contenido principal

Lady Margaret

Ayla y Robbert habían salido a cazar al amanecer, durante los últimos días, habían estado muy atareados preparando la visita de Lady Margaret, la madre de Robb. La familia materna del joven príncipe de Land, los Usher, era famosa por poseer las naves más veloces del continente y por moverse en el mar como pez en el agua, nunca mejor dicho. Los muchachos querían conseguir el apoyo de los Usher mediante la persuasiva astucia de Lady Margaret, aunque después de que Robb rompiese el compromiso que su madre había organizado con Tabitah Vero, no sabía si iba a recibir mucho apoyo de su familia, es más, temía que si su padre se enteraba con quien iba a casarse, le retirase el ejército y le obligase a volver a Land.
A pesar de que ambos jóvenes eran chicos maduros y responsables, herederos dignos de sus países, en el fondo seguían siendo dos muchachos enamorados, que entre reunión y entrenamiento, intentaban buscar un momento para ellos. Ayla se había trasladado a la tienda de Robbert, pero a pesar de ello, estaban tan atareados en los preparativos de la expedición a Halogala, que cuando se metían en la cama, quedaban dormidos en apenas instantes.
Robbert perseguía un venado por el bosque, esquivando como podía las ramas de los árboles a lomos de su corcel, el movimiento era tan brusco que le impedía lanzar su lanza con precisión y falló varias veces contra su presa. Vio como el dragón negro lo sobrevolaba, y se detuvo para ver como la joven princesa tensaba su arco y entre las ramas del bosque, acertaba de pleno en su presa. Robb quedó de piedra, la jinete y el reptil alado eran el equipo perfecto, una máquina de guerra invencible, imparable.
Cuando Robb llegó al lugar donde Ayla había abatido al venado, la joven ofrecía su víctima al Primer Dragón y le daba las gracias por proporcionarles aquella comida. El muchacho se acercó a ella sigilosamente, la tiró del brazo hacia él y la besó con fuerza en los labios...

-Eres fantástica Ayla Adger- ella se sonrojó.

-¿Crees que le gustaré a tu madre, Robb?

-Por supuesto, ¿Cómo no ibas a gustarle?

-Ella preparó tu matrimonio con Tabitah, y por mi culpa lo has rehusado...

-Lo entenderá... -Robb vio la mirada de preocupación que oscureció el rostro de Ayla, e intentó animarla para que le hablase de su tierra, siempre sonreía cuando hablaba de Malmö- ¿Cómo son las ceremonias matrimoniales en tu pueblo, Ayla? Cuando nos casemos, me gustaría hacerlo de ambas formas, como en tu casa y como en la mía...

Le miró a la cara. Las mejillas pálidas de ella habían adquirido un tono rosado desde que pasaba tanto tiempo bajo el sol continental, pero le otorgaban un aspecto más saludable y más alegre que su palidez norteña habitual...

-No se le llama ceremonia de matrimonio, sino la Ceremonia de la Unión. La pareja jura ante el rey, el Consejo de Ancianos y el Fuego Sagrado del Primer Dragón que servirán a su pueblo y a su Dios, cultivaran sus tierras, tendrán muchos hijos y cuidarán de sus dragones. Y luego le hacen una ofrenda a la montaña donde descansa el Primer Dragón. Se llama Ceremonia de la Unión porque las manos de la pareja están unidos mediante un cordón rojo. Así- Ayla tomó la mano de Robb, la colocó sobre la suya y le anudó un cordón- La leyenda dice, que como el Primer Dragón tenía tanto miedo de encontrarse solo, ató un hijo rojo invisible a las personas destinadas a encontrarse, así, tarde o temprano acabarán uniéndose. Por eso en Malmö, casi siempre nos casamos por amor, y no por conveniencia...- Ayla pronunció esas últimas palabras con un asomo de tristeza en la voz.

-Suena muy bonito...

-Lo es, lástima que las familias de los Nuevos Clanes no piensen de ese modo...- Robb la miró incomprendido, y ella se explicó-Las familias de los Antiguos Clanes son las que habitan Halogala desde tiempos inmemorables, pintaron sus símbolos en las cuevas cercanas a la gran montaña, solo las familias de los Antiguos Clanes pueden formar parte del Consejo de Ancianos, junto al rey, el máximo representante de la autoridad en Malmö... -Ayla tiró de su túnica y descubrió su mancha de nacimiento en forma de serpiente alada- Los Adger pertenecemos a los Antiguos Clanes. Los Nuevos Clanes, en cambio, son aquellas familias que emigraron del continente cuando estalló la Gran Guerra- Robb asintió con la cabeza, sus maestros le habían hablado de la guerra que había estallado hacía trescientos años en su tierra y que había causado la destrucción de muchas de las ciudades del continente- Ellos tienen otra manera de hacer las cosas, y creían en el matrimonio de conveniencia para apoderarse de tierras y de títulos. La familia de Axel eran unos comerciantes de minerales del Golfo del Oro, Krisrian Pendragón lleva años intentándose hacerse un hueco en el Consejo para beneficiarse en sus transacciones comerciales, pero solo el matrimonio de uno de sus hijos con los Antiguos Clanes, le otorgará esa posibilidad...

-Por eso ponía tanto empeño en casar a Axel contigo...

Ella asintió con la cabeza:

-Exacto. Ultimamente, ante todo, las tradiciones de los Nuevos Clanes se están arraigando cada vez más en Malmö, y mi padre no puso demasiadas objeciones cuando el Consejo le propuso mi matrimonio con un príncipe extranjero... Tu pueblo y el mío han estado enfrentados desde la Gran Guerra... Temo que mi padre no acepte nuestra unión, ni tu familia tampoco...- expresó ella con mucho miedo en los ojos...

Él le acarició la barbilla y la miró con amor.

-Tu padre no dirá nada, porque te has casado según las enseñanzas del Primer Dragón y los míos... bueno, no tardaremos en descubrirlo.

Robb señaló la columna de jinetes con los estandartes de Land que se aproximaban a su campamento.

Ayla, a pesar de defender su patria como nadie, decidió abandonar su ropa de montura por una tarde y vestirse según mandaba el protocolo para las damas de Land. Tabitah olvidó recoger uno de sus baúles de ropa en su apresurada marcha, y una de las cocineras, una mujer mayor pero de muy buen corazón, de la que Ayla ni siquiera conocía su nombre, la ayudó a vestirse y a prepararse: para la ocasión, escogió una túnica de tirantes azul marino, ajustada por la cintura que caía hasta los tobillos, se recogió el flequillo en dos trenzas y las unió a una tercera en la parte de atrás de su cabeza y se colocó el collar de las alas de dragón de su madre y el collar de madera en forma de lobo que le había regalado Robb. Luego se cubrió los hombros con una capa azul con el reverso dorado. Con carboncillo negro pintó una línea negra sobre las pestañas inferiores y con sus pinturas para las ceremonias se pintó los labios del color de las cerezas. El maquillaje acentuaba más el cutis blanco de la joven y la mirada felina que desbordaba destellos anaranjados. Robb la esperaba en la entrada de su tienda, recibirían a Lady Margaret en la tienda oficial, donde solían celebrar las reuniones. El joven Madden vestía con una casaca de cuero marrón, con el blasón de su familia en los hombros, pantalones del mismo color y botas y guantes de piel, en el cinto llevaba colgada su espada, enfundada en una elegante funda carmesí con brocados dorados y sobre los hombros una capa de piel de lobo, con la cabeza del animal como capucha y las patas delanteras cruzadas sobre su pecho, cuando la joven salió de la tienda, el muchacho la miró sorprendido...

-Estáis preciosa...

-¿Eso crees? ¿Parezco una dama de Land?

-No, las damas de Land no son tan bellas como tú...

Se sonrieron, y él le ofreció su brazo para acompañarla a su sitio. Decidieron que Acamar y Dzigan aguardasen en la colina, por no espantar a Lady Margaret a su llegada. La madre de Robbert, bajó de su caballo tordo, ayudada por un caballero. Los hombres de su hijo marcaban un paseo hasta la entrada de la tienda, donde aguardaban el muchachao y Ayla. Lady Margaret Usher-Madden era una dama de unos cincuenta años, de cabello castaño oscuro con algunas canas en la raíz, el rostro arrugado y tostado por el sol del largo viaje, tenía los rasgos muy marcados y la nariz puntiaguda, y los mismos ojos grandes y azules como el océano de Robb. Vestía un vestido largo de color turquesa, con detalles en dorado en las anchas mangas y en los pies. El cabello recogido en una larga trenza que caía por su espalda, y una delicada tiara le adornaba la cabeza. Se acercó con actitud seria, con las manos dentro de las mangas y avanzando con pasos largos y serenos. Se plantó delante de Robb.

-Madre- saludó él con una sonrisa e inclinando levemente la cabeza.

La mujer no mantuvo la compostura y abrazó con fuerza a su chico.

-¿Así saludáis a la mujer que os trajo al mundo? ¡Temía por vuestra vida! ¿Y si ese cabrón de Theo Pike hubiese intentado empujaros al mar? ¡Que preocupada me teníais hijo...

-No os preocupéis madre, estoy bien. ¿Qué tal el viaje? ¿Y padre y los niños?- Se separaron, pero Lady Margaret continuaba acariciándole el rostro y los hombros

-Agotador, ya que lo mencionáis, vuestro padre os manda recuerdos desde Land, y espera que regreséis pronto y con una victoria. Vuestra hermana Abril se ha casado con el conde de Kiruna, y esperamos que en breves le de un heredero.

-¡Genial! Me alegro por ella.

-Y los chicos... ya sabes, preguntando por ti a diario... Robbert, que maleducadi sois, no me habéis presentado a esa encantadora dama de azul que aguarda detrás de vos...

Ayla enrojeció. Sus cabellos rubios y su piel pálida, claramente la distinguían como extranjera, pero temía la reacción de Lady Margaret al descubrir su identidad. Robb ofreció su mano a la joven princesa, ella la tomó y dio un paso adelante, hasta situarse delante de la mujer mayor, que la examinó de arriba a bajo con su cansada mirada...

-Madre... , os presento a Ayla Adger, princesa del reino de Malmö, soberana de la isla de Halogala, Primera Sacerdotisa del Primer Dragón, jinete de Acamar y líder del equipo azul.- Robb había memorizado todos los títulos de Ayla para engrandecer su cuna delante de su progenitora- y mi prometida...

Comentarios

Entradas populares de este blog

Alaskan Bush Cluedo: ¿Quién disparó al oso?

Buen fin de semanas a todos y a todas. Sé que se está haciendo larga la espera de la segunda parte de Nueva York, pero os aseguro que valdrá la pena. Una pista, ¿Recordáis el primer capítulo de Tierra Mojada? Pues la cosa va por ahí... Y hablando de pistas, he querido dedicar unos "minutitos" esta semana a intentar despejar otra de las grandes incógnitas de la novela, y así, que la espera para Nueva York parte II se haga más corta: ¿Quién disparó al oso que atacó a Matt y salvó su vida y la de Ayla? He recopilado todas las posibles pistas que nos dejan caer: Ayla, Matt, Alba, Gabe, Bam... a lo largo de los últimos capítulos. ¿Seréis capaces de descubrir quién fue el heroico tirador? La respuesta la tendréis en: Cartas desde Browntown, el capítulo que seguirá a Nueva York, parte II. ¡No olvidéis dejar vuestra respuesta en los comentarios y compartir el post en Redes Sociales! Comencemos: Estos son los personajes principales que han habitado Browntown hasta el capítulo X...

La voz detrás de ZETA . Capítulo I y Capítulo II

CAPÍTULO I: EXTRAÑOS EN UN BAR —Siento molestarte, ¿pero tú eres Zeta, verdad? ¿El cantante de Mägo de Oz? Saco el dedo con el que removía la copa de balón de ginebra y alzo la vista hacia los brillantes ojos que se están fijando en mí. Son verdes, redondos, enmarcando un rostro ovalado de pómulos altos, nariz pequeña, rasgos delicados y mejillas sonrojadas. Apenas queda gente en el bar. El concierto ha sido un fracaso, he dado lo peor de mí. Estoy mal, estoy roto por dentro, estoy hecho una puta mierda. Me entran escalofríos al recordar la mirada que me ha echado Txus al bajar del escenario. ¿Cuántos gin—tonics llevaré ya? ¿Tres? ¿Cuatro? ¿Qué hora es? ¡Joder, las tres! Y mañana temprano cogemos el avión de vuelta a Madrid. Los demás se han ido hace rato al hotel. Están decepcionados conmigo, enfadados, furiosos… ¿Cómo he podido hacer un concierto tan malo, apenas unos meses antes de la salida del nuevo disco? No es un buen momento para mí, y ellos lo saben, pero a Txus so...

Capítulo XX: Nueva York (Parte II)

-Será mejor que subamos arriba. Estás empapado, vas a coger un resfriado…-eso fue lo que pronunciaron mis labios, pasivos y calmados, tragándose entre la saliva la vibración de mis cuerdas vocales. En realidad, quería decir algo muy diferente: “Te echo de menos, fui una idiota, tenemos que volver. Vamos a cuidar a tu madre, te necesito, te quiero, te quiero, te quiero…” La reacción por parte de Matt a mi inesperada propuesta era más que evidente en su rostro. -Está bien, tú mandas…-dijo aun saliendo de su asombro. -Yo cogeré tu maleta. Sube las escaleras, voy detrás de ti. Matt desapareció con paso inseguro hacia el piso de arriba. Las lágrimas corrían como cascadas por mis mejillas. Era él, era distinto pero era él. Cerré la puerta con llave y me aseguré que la habitación que se encontraba al final del pasillo estaba cerrada. Le dije a Esteban que todo estaba bien y colgué el telefonillo que había ocultado en el bolsillo de mi bata. Me planté en las escaleras, una llama se ...