(hace unos meses)
El hombre se levantó de la cama sigilosamente, para evitar despertar a su compañera. Se encontraba en un cuarto de motel barato, oscuro y sucio. Se dirigió al cuarto de baño y se lavó la cara, observó su rostro en el espejo, aunque la penumbra apenas dejaba distinguir su propio rostro reflejado en el cristal.
-¿Qué estás haciendo?- una voz femenina y juvenil resonó al otro lado de la habitación.
-Ahora voy... -contestó el hombre con la voz entrencortada
De nuevo atravesó la oscura habitación y se aproximó a la cama donde jugueteaba la muchacha. Ayla estaba tumbada boca abajo, con la espalda desnuda y la mejilla apoyada sobre sus brazos, sonriéndole.
El hombre le acarició la espalda, los brazos y el rostro con cariño, luego se escabulló entre las sábanas y se abrazaron...
-¿Cuánto me va a costar esta noche?- bromeó el hombre
- Sabes que soy incapaz de cobrarte nada. Lo hago porque quiero....
-Lo se, pero cada vez me resulta más complicado ver como otros hombres juegan contigo, te lucen como un trofeo, te tocan, te besan...
-A mi tampoco me gusta mi trabajo, ni el tuyo, ¿pero que podemos hacer? Si nos fugásemos, seguramente acabaríamos muertos, y es demasiado caro comprar mi libertad... - su mirada se oscureció de repente y bajo el rostro, humillada.
Él le levantó la barbilla y la obligó a mirarla a los ojos, le sujetó las mejillas y le sostuvo la mirada,
-Eres hermosa Ayla, muy hermosa, ¿pero sabes que resaltaría aun más esos bellos ojitos verdes?
Ella negó con la cabeza. El hombre se levantó y buscó entre su abrigo arrugado en una silla. Sacó un pequeño estuche de terciopelo que llevaba oculto en un bolsillo y volvió con la muchacha. Ocultó el estuche detrás de si y le ordenó que cerrara los ojos. Del estuche sacó una cadena dorada con un corazón que en la parte superior derecha llevaba incrustado unas piedras rosas y verdes que simulaban unos motivos florales. Colocó el collar alrededor del cuello de la bailarina, con delicadeza, acariciándole el pelo y besándole el cuello y el hombro.
Se colocó frente a ella, de pie, observando el collar sobre su pecho desnudo.
-Abre los ojos...
Ella se sorprendió al ver la joya que lucía
-Pero... ¿cómo? ¿cómo has podido permitirte una joya así? Apenas tienes dinero...
-Yo no, peor mi jefe sí. Hice un trabajo muy bien pagado y aquí está: el regalo perfecto para mi chica favorita.
Se besaron, apasionadamente, las manos de él abrazaron su estrecho cuerpo mientras que las de ella le rodeaban la espalda. Hicieron el amor, cada vez que lo hacían podría ser la ultima, ya que con sus complicados puestos de trabajo bien podrían aparecer muertos en un callejón al día siguiente.
Cuando terminaron, ella yacía apoyada en su pecho, mientras se acariciaban tiernamente...
-¿Tiene algún significado?-preguntó ella- Ya sabes, la joya...
-Digamos que es una llave que puede abrirte muchas puertas.
Ella jugueteó con el collar.
-Me encanta. Es el único regalo que me han hecho jamás. Y no creo que haya otro mejor en el mundo.
El hombre se apenó al oír esas palabras...
-Ayla, te prometo que te sacaré de esta vida. Aún no se cómo ni cuándo, pero te juro que aunque sea lo ultimo que haga, no vas a morir siendo una puta.
(Si creéis saber quien es el amante de Ayla Hurst no os olvidéis de responder a la encuesta de mi Twitter: @aaylahurst)
El hombre se levantó de la cama sigilosamente, para evitar despertar a su compañera. Se encontraba en un cuarto de motel barato, oscuro y sucio. Se dirigió al cuarto de baño y se lavó la cara, observó su rostro en el espejo, aunque la penumbra apenas dejaba distinguir su propio rostro reflejado en el cristal.
-¿Qué estás haciendo?- una voz femenina y juvenil resonó al otro lado de la habitación.
-Ahora voy... -contestó el hombre con la voz entrencortada
De nuevo atravesó la oscura habitación y se aproximó a la cama donde jugueteaba la muchacha. Ayla estaba tumbada boca abajo, con la espalda desnuda y la mejilla apoyada sobre sus brazos, sonriéndole.
El hombre le acarició la espalda, los brazos y el rostro con cariño, luego se escabulló entre las sábanas y se abrazaron...
-¿Cuánto me va a costar esta noche?- bromeó el hombre
- Sabes que soy incapaz de cobrarte nada. Lo hago porque quiero....
-Lo se, pero cada vez me resulta más complicado ver como otros hombres juegan contigo, te lucen como un trofeo, te tocan, te besan...
-A mi tampoco me gusta mi trabajo, ni el tuyo, ¿pero que podemos hacer? Si nos fugásemos, seguramente acabaríamos muertos, y es demasiado caro comprar mi libertad... - su mirada se oscureció de repente y bajo el rostro, humillada.
Él le levantó la barbilla y la obligó a mirarla a los ojos, le sujetó las mejillas y le sostuvo la mirada,
-Eres hermosa Ayla, muy hermosa, ¿pero sabes que resaltaría aun más esos bellos ojitos verdes?
Ella negó con la cabeza. El hombre se levantó y buscó entre su abrigo arrugado en una silla. Sacó un pequeño estuche de terciopelo que llevaba oculto en un bolsillo y volvió con la muchacha. Ocultó el estuche detrás de si y le ordenó que cerrara los ojos. Del estuche sacó una cadena dorada con un corazón que en la parte superior derecha llevaba incrustado unas piedras rosas y verdes que simulaban unos motivos florales. Colocó el collar alrededor del cuello de la bailarina, con delicadeza, acariciándole el pelo y besándole el cuello y el hombro.
Se colocó frente a ella, de pie, observando el collar sobre su pecho desnudo.
-Abre los ojos...
Ella se sorprendió al ver la joya que lucía
-Pero... ¿cómo? ¿cómo has podido permitirte una joya así? Apenas tienes dinero...
-Yo no, peor mi jefe sí. Hice un trabajo muy bien pagado y aquí está: el regalo perfecto para mi chica favorita.
Se besaron, apasionadamente, las manos de él abrazaron su estrecho cuerpo mientras que las de ella le rodeaban la espalda. Hicieron el amor, cada vez que lo hacían podría ser la ultima, ya que con sus complicados puestos de trabajo bien podrían aparecer muertos en un callejón al día siguiente.
Cuando terminaron, ella yacía apoyada en su pecho, mientras se acariciaban tiernamente...
-¿Tiene algún significado?-preguntó ella- Ya sabes, la joya...
-Digamos que es una llave que puede abrirte muchas puertas.
Ella jugueteó con el collar.
-Me encanta. Es el único regalo que me han hecho jamás. Y no creo que haya otro mejor en el mundo.
El hombre se apenó al oír esas palabras...
-Ayla, te prometo que te sacaré de esta vida. Aún no se cómo ni cuándo, pero te juro que aunque sea lo ultimo que haga, no vas a morir siendo una puta.
(Si creéis saber quien es el amante de Ayla Hurst no os olvidéis de responder a la encuesta de mi Twitter: @aaylahurst)
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