Asaliah intentó explicarle a la joven lo que sucedía en el Cielo...
-Así que hay una guerra... Y Gabriel, el jefe de tu mando, te dio su "esencia" para que encontrases una arma capaz de vencer los otros dos bandos... Y esa cosa...
-La Gracia...
-Eso, te trajo hasta mi.
-Gabriel más bien se refirió a una flor, la más bonita de todas. Creo que la marca de tu brazo es más bien un sello, guarda algo, quizá el arma de la que me habló Gabriel... Pero para liberarla necesito verterla sobre tu brazo. Después te dejaré en paz, pero de momento me quedaré cuidando de ti.
-Alto, alto..- Rose se levantó de la cama donde ambos estaban sentados- No necesito que me cuides, se hacerlo solita, llevo años haciéndolo. No necesito que un ángel de la guarda con las alas de color negro me proteja...
-Entonces... ¿las has visto? ¿Has visto mis alas?- Asaliah se acercó mucho a Rose y la tomó por los hombros...
En ese momento, Brandon entró a la cabaña y se asustó al contemplar a aquel hombre agarrando a su hermanita...
-¿Que coño estás haciendo aquí, hijo de la gran puta?
Brandon se abalanzó sobre Asaliah con el puño en alto, pero el otro le detuvo en el aire. Le presionó el puño con una fuerza sobrehumana, tanto que Brandon acabó arrodillado en el suelo retorciéndose de dolor.
-¡Está bien! Vale, me rindo, llévate lo que quieras, el dinero, las joyas, el coche... Pero por favor, deja en paz a mi hermana, es solo una cría. Hazme lo que quieras, pero a ella déjala...
Asaliah miró a Brandon desconcertado, no entendía porque el muchacho le suplicaba de esa manera. Agarró al hombre por el brazo y le arremangó la camisa. No había nada... Le soltó de golpe y miró a Rose.
-Él no está marcado... ¿Por qué el no tiene un sello como el tuyo? ¿Sois hermanos, no? Los vínculos construyen estos sellos. ¿Por qué él no lo tiene? - su tono era acusador, y Rose se asustó.
-Brandon y yo no somos hermanos de sangre- dijo con un hilo de voz- Su padre se casó con mi madre. Pero es la única familia que tengo.
Asaliah miró a Rose de nuevo, se quedó encandilado con sus pequeños y vivos ojos verdes. Brandon se levantó del suelo y se interpuso entre ambos, rodeando a Rose por los hombros.
-Si no quieres nuestro dinero, dime ¿Por qué has venido aquí?
Rose y Asaliah explicaron a Brandon su encontronazo con los demonios, algo que el incrédulo muchacho no quiso creer.
-Rose, te tenía como una chica más madura, ¿primero la ciudad y ahora esto? ¿De verdad te vas a creer lo que dice este tío? No le conoces de nada...
-Brandon, si hubieses visto lo que yo... Esos hombres tenían cabezas de perro, con los ojos inyectados en sangre. Me arañaron el brazo, y Asaliah me curó, con una especie de hechizo.
-Lo siento Rose, pero lo que me estás diciendo suena a cuento. Será mejor que nos vayamos y te olvides de este hombre. Recoge tus cosas.
Asaliah retuvo a Brandon tan solo alargando un brazo, Rose se estremeció.
-Necesitamos recuperar la gracia de Gabriel... Hasta que no esté en mis manos, la chica corre peligro. Estará bajo mi custodia hasta que logre averiguar como coger el frasco sin ponerla en peligro...
-¡No!-exclamó Rose- No quiero ser el arma de nadie. No se si esto que tengo en el brazo es una marca, un sello o lo que sea... Pero no pienso estar bajo el mando de nadie ni ser la esclava de nadie...
-No tienes opción, -exclamó Asaliah- Los demonios no pararán hasta encontrarte. La gracia les atrae hacia ti. Y cuando lo hagan, solo quedan dos posibilidades: o que te maten, o que te utilicen en su favor... Y créeme, no se cual de las dos es peor para el Cielo, y todas las almas humanas que custodia. Nos quedaremos aquí hasta que encuentre una solución a nuestro problema.
-Tu problema- corrigió Rose, abrazada a Brandon.
-Nuestro- afirmó de nuevo el otro mientras se situaba en medio de la habitación y formulaba algunos hechizos de protección.
Mientras Asaliah se encargaba de mantener a salvo a Rose, otros se encargaban de encontrarla. Ya era noticia en el Cielo que Gabriel había muerto, su cuerpo fue hallado sin vida y sin gracia por las huestes de Miguel. El bando de los que protegían las almas humanas se había quedado sin un líder, y cada vez estaban más débiles. Miguel y los suyos decidieron entonces centrar sus fuerzas contra Lucifer, pero el Diablo no es idiota. Sabía que algo raro sucedía con Gabriel... Había sido encontrado sin gracia, sin esencia... ¿Quién se la habría quitado? Otra cosa que tampoco le encajaba al Rey del Infierno era la desaparición del soldado de Alas Negras... Todos los nombres de los ángeles estaban catalogados, Asaliah figuraba como miembro de las tropas de Raphael y Gabriel, y estaba presente durante la Batalla de las Dunas, los ángeles con ese color de alas no son muy comunes, el chico llamaba la atención. Y no estaba, había desaparecido sin más, no se había hallado su cuerpo, ni estaba entre los prisioneros... ¿Dónde narices se había metido? La respuesta la obtuvo gracias a Abalám, una de sus "esposas", lugar teniente de las operaciones en la Tierra junto a Azrael, otro ángel revelado y mano derecha del Diablo.
Azrael había instalado su Corte en una enorme mansión abandonada, cerca de Chicago. Le gustaba el viento de esa maravillosa ciudad. Desde allí cerraba tratos, robaba almas y destruía a los ángeles que se les acercaban. Si la Tierra era un caos, los enemigos celestiales deberían repartir sus tropas entre el Cielo y los humanos, y para el débil bando de Gabriel conllevaba todavía un esfuerzo mayor, pero no podían abandonar su deber de guardianes, para eso habían sido creados.
Azrael recibió a Abalám y a los demonios supervivientes al ataque de Asaliah en su particular sala del trono, Si los demonios concentraban todos los vicios, sin duda Azrael se llevaba la palma. Era extremadamente vanidoso, lujurioso y prepotente... Pero también era muy poderoso, el hombre de confianza del gran jefe y sembraba el miedo allí por donde pisase...
-Mi señor- se arrodilló Abalám- lucía como una mujer joven, de menos de treinta años, pelirroja, con el pelo largo y ondulado, y un vestido blanco, largo, para que se viesen mejor la sangre de sus víctimas en la tela.- Estos soldados traen algo que es de vuestro agrado, y por supuesto del de mi adorado esposo. Abalám mostró el frasco con la gracia de Gabriel.
-Es lo que yo creo que es...- susurró el otro. Azrael se quedó impresionado, y corrió a cogerlo. Pero Abalám se negó.
-Mis hombres han traído esto. Por lo tanto, me pertenece, y seré yo misma la que se lo entregue a mi esposo.
Con un gesto de la mano, Azrael estampó a Abalám en la pared y el frasquito con la Gracia apareció en su mano, los tres malheridos demonios se quedaron aterrorizados. Por eso Azrael es el príncipe del Infierno, ¿cómo osaba hacerle eso a Abalám, la favorita de Lucifer?
-No sabes lo que haces, hijo de puta.- gritó la mujer, atrapada.- Mi esposo te las hará pagar....
-¿ A quién va a creer tu esposo? ¿A mi? su fiel mano derecha, el que le ayudó a revelarse contra Dios, ¿ o a ti? Una vulgar prostituta que hizo un trato para ganar la eterna juventud?
Azrael tenía razón. Si había alguien a quien jamás traicionaría Lucifer, ese era Azrael.
-¡Tu!- dijo señalando a uno de los esbirros que había traído la gracia- ¿Cómo la conseguisteis?
-Estaba en manos de un ángel, señor. Un ángel de alas negras. Cuando la conseguimos nos llevó hasta una chica. Tenía una extraña marca en el brazo, en forma de rosa... El ángel de alas negras protegió a la joven, es fuerte, acabó con dos de los nuestros él solo...
-Así que una joven ¿eeeh Gabriel?- dijo Azrael para si mismo- ¿Qué conjura te traías entre manos picarón?
Azrael soltó a Abalám y se sentó en su trono, contemplando el frasco con ojos de lobo...
-Tú, puta. Atrapa a esa chica y entérate porque la gracia de Gabriel nos lleva hacia ella. Pero no la mates, tengo la sensación de que podrá servirnos de algo. Yo tiraré de mis contactos para averiguar quien es ese ángel de alas negras, si encontramos su punto débil y lo cambiamos de bando, sabremos lo que tienen Gabriel y los suyos entre manos...
-Así que hay una guerra... Y Gabriel, el jefe de tu mando, te dio su "esencia" para que encontrases una arma capaz de vencer los otros dos bandos... Y esa cosa...
-La Gracia...
-Eso, te trajo hasta mi.
-Gabriel más bien se refirió a una flor, la más bonita de todas. Creo que la marca de tu brazo es más bien un sello, guarda algo, quizá el arma de la que me habló Gabriel... Pero para liberarla necesito verterla sobre tu brazo. Después te dejaré en paz, pero de momento me quedaré cuidando de ti.
-Alto, alto..- Rose se levantó de la cama donde ambos estaban sentados- No necesito que me cuides, se hacerlo solita, llevo años haciéndolo. No necesito que un ángel de la guarda con las alas de color negro me proteja...
-Entonces... ¿las has visto? ¿Has visto mis alas?- Asaliah se acercó mucho a Rose y la tomó por los hombros...
En ese momento, Brandon entró a la cabaña y se asustó al contemplar a aquel hombre agarrando a su hermanita...
-¿Que coño estás haciendo aquí, hijo de la gran puta?
Brandon se abalanzó sobre Asaliah con el puño en alto, pero el otro le detuvo en el aire. Le presionó el puño con una fuerza sobrehumana, tanto que Brandon acabó arrodillado en el suelo retorciéndose de dolor.
-¡Está bien! Vale, me rindo, llévate lo que quieras, el dinero, las joyas, el coche... Pero por favor, deja en paz a mi hermana, es solo una cría. Hazme lo que quieras, pero a ella déjala...
Asaliah miró a Brandon desconcertado, no entendía porque el muchacho le suplicaba de esa manera. Agarró al hombre por el brazo y le arremangó la camisa. No había nada... Le soltó de golpe y miró a Rose.
-Él no está marcado... ¿Por qué el no tiene un sello como el tuyo? ¿Sois hermanos, no? Los vínculos construyen estos sellos. ¿Por qué él no lo tiene? - su tono era acusador, y Rose se asustó.
-Brandon y yo no somos hermanos de sangre- dijo con un hilo de voz- Su padre se casó con mi madre. Pero es la única familia que tengo.
Asaliah miró a Rose de nuevo, se quedó encandilado con sus pequeños y vivos ojos verdes. Brandon se levantó del suelo y se interpuso entre ambos, rodeando a Rose por los hombros.
-Si no quieres nuestro dinero, dime ¿Por qué has venido aquí?
Rose y Asaliah explicaron a Brandon su encontronazo con los demonios, algo que el incrédulo muchacho no quiso creer.
-Rose, te tenía como una chica más madura, ¿primero la ciudad y ahora esto? ¿De verdad te vas a creer lo que dice este tío? No le conoces de nada...
-Brandon, si hubieses visto lo que yo... Esos hombres tenían cabezas de perro, con los ojos inyectados en sangre. Me arañaron el brazo, y Asaliah me curó, con una especie de hechizo.
-Lo siento Rose, pero lo que me estás diciendo suena a cuento. Será mejor que nos vayamos y te olvides de este hombre. Recoge tus cosas.
Asaliah retuvo a Brandon tan solo alargando un brazo, Rose se estremeció.
-Necesitamos recuperar la gracia de Gabriel... Hasta que no esté en mis manos, la chica corre peligro. Estará bajo mi custodia hasta que logre averiguar como coger el frasco sin ponerla en peligro...
-¡No!-exclamó Rose- No quiero ser el arma de nadie. No se si esto que tengo en el brazo es una marca, un sello o lo que sea... Pero no pienso estar bajo el mando de nadie ni ser la esclava de nadie...
-No tienes opción, -exclamó Asaliah- Los demonios no pararán hasta encontrarte. La gracia les atrae hacia ti. Y cuando lo hagan, solo quedan dos posibilidades: o que te maten, o que te utilicen en su favor... Y créeme, no se cual de las dos es peor para el Cielo, y todas las almas humanas que custodia. Nos quedaremos aquí hasta que encuentre una solución a nuestro problema.
-Tu problema- corrigió Rose, abrazada a Brandon.
-Nuestro- afirmó de nuevo el otro mientras se situaba en medio de la habitación y formulaba algunos hechizos de protección.
Mientras Asaliah se encargaba de mantener a salvo a Rose, otros se encargaban de encontrarla. Ya era noticia en el Cielo que Gabriel había muerto, su cuerpo fue hallado sin vida y sin gracia por las huestes de Miguel. El bando de los que protegían las almas humanas se había quedado sin un líder, y cada vez estaban más débiles. Miguel y los suyos decidieron entonces centrar sus fuerzas contra Lucifer, pero el Diablo no es idiota. Sabía que algo raro sucedía con Gabriel... Había sido encontrado sin gracia, sin esencia... ¿Quién se la habría quitado? Otra cosa que tampoco le encajaba al Rey del Infierno era la desaparición del soldado de Alas Negras... Todos los nombres de los ángeles estaban catalogados, Asaliah figuraba como miembro de las tropas de Raphael y Gabriel, y estaba presente durante la Batalla de las Dunas, los ángeles con ese color de alas no son muy comunes, el chico llamaba la atención. Y no estaba, había desaparecido sin más, no se había hallado su cuerpo, ni estaba entre los prisioneros... ¿Dónde narices se había metido? La respuesta la obtuvo gracias a Abalám, una de sus "esposas", lugar teniente de las operaciones en la Tierra junto a Azrael, otro ángel revelado y mano derecha del Diablo.
Azrael había instalado su Corte en una enorme mansión abandonada, cerca de Chicago. Le gustaba el viento de esa maravillosa ciudad. Desde allí cerraba tratos, robaba almas y destruía a los ángeles que se les acercaban. Si la Tierra era un caos, los enemigos celestiales deberían repartir sus tropas entre el Cielo y los humanos, y para el débil bando de Gabriel conllevaba todavía un esfuerzo mayor, pero no podían abandonar su deber de guardianes, para eso habían sido creados.
Azrael recibió a Abalám y a los demonios supervivientes al ataque de Asaliah en su particular sala del trono, Si los demonios concentraban todos los vicios, sin duda Azrael se llevaba la palma. Era extremadamente vanidoso, lujurioso y prepotente... Pero también era muy poderoso, el hombre de confianza del gran jefe y sembraba el miedo allí por donde pisase...
-Mi señor- se arrodilló Abalám- lucía como una mujer joven, de menos de treinta años, pelirroja, con el pelo largo y ondulado, y un vestido blanco, largo, para que se viesen mejor la sangre de sus víctimas en la tela.- Estos soldados traen algo que es de vuestro agrado, y por supuesto del de mi adorado esposo. Abalám mostró el frasco con la gracia de Gabriel.
-Es lo que yo creo que es...- susurró el otro. Azrael se quedó impresionado, y corrió a cogerlo. Pero Abalám se negó.
-Mis hombres han traído esto. Por lo tanto, me pertenece, y seré yo misma la que se lo entregue a mi esposo.
Con un gesto de la mano, Azrael estampó a Abalám en la pared y el frasquito con la Gracia apareció en su mano, los tres malheridos demonios se quedaron aterrorizados. Por eso Azrael es el príncipe del Infierno, ¿cómo osaba hacerle eso a Abalám, la favorita de Lucifer?
-No sabes lo que haces, hijo de puta.- gritó la mujer, atrapada.- Mi esposo te las hará pagar....
-¿ A quién va a creer tu esposo? ¿A mi? su fiel mano derecha, el que le ayudó a revelarse contra Dios, ¿ o a ti? Una vulgar prostituta que hizo un trato para ganar la eterna juventud?
Azrael tenía razón. Si había alguien a quien jamás traicionaría Lucifer, ese era Azrael.
-¡Tu!- dijo señalando a uno de los esbirros que había traído la gracia- ¿Cómo la conseguisteis?
-Estaba en manos de un ángel, señor. Un ángel de alas negras. Cuando la conseguimos nos llevó hasta una chica. Tenía una extraña marca en el brazo, en forma de rosa... El ángel de alas negras protegió a la joven, es fuerte, acabó con dos de los nuestros él solo...
-Así que una joven ¿eeeh Gabriel?- dijo Azrael para si mismo- ¿Qué conjura te traías entre manos picarón?
Azrael soltó a Abalám y se sentó en su trono, contemplando el frasco con ojos de lobo...
-Tú, puta. Atrapa a esa chica y entérate porque la gracia de Gabriel nos lleva hacia ella. Pero no la mates, tengo la sensación de que podrá servirnos de algo. Yo tiraré de mis contactos para averiguar quien es ese ángel de alas negras, si encontramos su punto débil y lo cambiamos de bando, sabremos lo que tienen Gabriel y los suyos entre manos...
Comentarios
Publicar un comentario