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El beso del Diablo

(episodio 11x15)

Los chicos están en la librería del búnker, Dean bebe café mientras ojea en el portátil de Sam, Ayden está sentada a su lado, leyendo un libro: los párpados le tiemblan y se le nubla la vista, la cabeza le da vueltas y está a punto de caer rendida sobre sus notas cuando Sam entra de golpe, gritando y con un periódico en la mano:

-¡Ey! ¿habéis visto esto?-grita Sam alzando el manojo de papel.

Dean da un puñeatazo en la mesa y Ayden despierta de repente:

-¿Qué pasa? ¿Dónde está Cas? ¿Le ha pasado algo?

La joven se sonroja, se ha dado cuenta de que solo ha sido un sueño. Desvía la mirada sutilmente, pero no puede evitar sentir como los afilados ojos verdes de su hermano le perforan la nuca como dos cuchillos punzantes.

-Como decía...-dijo Sam para romper el incómodo silencio que se había formado entre su hermano mayor y la chiquilla-¿Recordáis aquel espectáculo de lucha al que nos llevaba papá cuando éramos críos?

-¡Por supuesto! el Top Notch Wersling. ¡Cómo olvidar lo!

-Yo no lo recuerdo...-dijo Ayden con un hilillo de voz casi imperceptible.

-Es porque eras muy pequeña, y vivías con Bobby-la joven se sintió decepcionada, otro recuerdo de Dean y Sam con papá que ella no había vivido. La diferencia de edad y género con sus hermanos había provocado siempre que su padre la tratase de manera distinta: solía dejarla con Bobby en lugar de llevarla de caza, aunque cuando John desapareció, Ayden solo tenía diez años, mucho más joven que Dean y Sam cuando comenzaron a cazar.-La cuestión es-prosiguió Sam-que Larry "El Ahorcado" Lee falleció hace unos días, y el funeral es a menos de una hora de aquí... he pensado que podríamos ir allí, para desconectar un rato...-Dean y Ayden no dijeron nada, descartaban la idea de Sammy-¡Venga chicos! Llevamos días sin noticias de otra Mano de Dios, o de Amara. ni siquiera sabemos nada de...

Ayden se levantó de golpe y le colocó un dedo amenazador a Sam delante de los labios:

-No lo digas Sam... Ni se te ocurra decirlo.

Dean también se levantó bruscamente, rayando el suelo con la silla y separó de un empujón a Ayden y a Sam:

-Lo siento Sammy,-se disculpó el primogénito-pero Ayden tiene razón, debemos salvar a Cas...

-Eso si quiere ser salvado...-Ayden fulminó a Sam con la mirada. Lo había dicho.

-Por supuesto que quiere ser salvado, solo que aún no lo sabe...-aclaró Dean.

-Venga chicos, solo será un rato... Llevamos días trabajando, el mundo estará igual de jodido mañana.

Dean suspiró hondo y cruzó los brazos:

-Está bien, vamos al funeral y nos volvemos...-Sam sonrió satisfecho.

-Yo me quedo.-sentenció la joven muy firme. Dean iba a regañarla, como de costumbre cuando no lo obedecía, pero la chica se defendió antes de que pudiese abrir la boca-Es un recuerdo de vosotros dos con papá, no conmigo... Yo no pinto nada allí...

Dean se agachó a la altura de su hermana y le puso una mano en el hombro, paternal:

-Prométeme que mientras estemos fuera cerrarás ese libro, te irás a ver Netflix a la habitación de Sam y dormirás un poco.

-Te lo prometo.-dijo Ayden sonriendo y abrazando a su hermano.

-Y no te metas en ningún lío ¿de acuerdo?

*    *     *

Mientras tanto, en la Corte del Rey del Infierno, Lucifer (con el recipiente de Cas) se enfadaba con sus súbditos. Lanzó su tableta electrónica al suelo, rompiéndola en mil pedazos y cayendo solo a unos centímetros de Crowley, que se estremeció al escuchar el golpe. El antiguo rey estaba tirado en el suelo, sucio y enmarañado y con un collar de hierro alrededor del cuello: había sustituido su carísimo traje de Versace y su abrigo negro por un pantalón claro, que se había convertido en marrón por la suciedad de su perrera, y una camisa de playa de colores. Llevaba el pelo despeinado y hecho un asco, y el rostro manchado de suciedad y sangre. El hombre barría el suelo del salón del trono con un pobre cepillo de dientes.
Lucifer, en el recipiente de Castiel, sentado en el trono
de la Corte de Crowley

-¿Eso es todo lo que hay en las criptas?-exclamó Lucifer al observar el triste carrito con tres lanzas y dos espadas que le habían traído-¡Malditos ineptos! ¿Es que no sabéis hacer nada bien? ¿Dónde narices están mis armas?

-Si tu supieras...-susurró Crowley.

Lucifer lo observó a través de los tristes ojos azules de Cas, pero llenos de odio y maldad. Se acercó a Crowley lentamente, éste apartó la mirada y la concentró en sus tareas de limpieza, pero eso no impidió que Lucifer le agarrase del pelo y le estampase los labios contra el suelo, causando que un hilillo de sangre le recorriese la barbilla y manchase el suelo recién cepillado.

-¿Has dicho algo cachorrito?-se burló el otro.

-No, nada mi señor...-dijo Crowley secándose la sangre del labio.

-Buen perrito...-le acarició la cabeza como si fuese un vulgar chucho. Quería que lo engullese la tierra, él, el Rey del Infierno, el temido Crowley, acongojado frente a ese arcángel desterrado con rabietas de adolescente-¡Pero mira que has hecho! Has manchado todo el suelo de sangre... Ahora tendrás que limpiarlo de nuevo... con la lengua...

Crowley echó una mirada a su alrededor. Todos los demonios de la sala tenían la mirada fija en él, y una expresión de sorpresa y temor desencajándo sus rostros. A un palmo de su nariz, el pie de Lucifer, listo para patearle en caso de que desobedeciera. Sacó la lengua tímidamente y acercó la cara al suelo, miró hacia arriba una vez más. Solo podía ver la sonrisa malévola y los ojos inyectados en sangre de aquel que anteriormente había sido conocido como Castiel. Titubeó un instante, pero el simple hecho de pensar en recibir otra súbita paliza le provocó que un escalofrío le recorriese la espina dorsal. Lamió la sangre del suelo ante la risa de Lucifer, que se alejó gritando hacia su trono:

-¡Quiero que registréis cada bodega, cada granja, cada rincón hasta que deis con algún trasto antiguo tocado por mi padre! Venga ¿a qué esperáis? ¡Moved el culo pero ya!

Los demonios comenzaron a moverse de un lado para otro mientras Lucifer hablaba con Simmons frente al trono, justo al otro lado de la sala. La puerta de madera se abrió chirriando, el Diablo, Crowley y su secretaria se volvieron anonadados, igual que el resto de seres trajeados que pululaba por allí.

Unas botas negras avanzaron decididas a lo largo del pasillo, un vestido negro, con escote en forma de corazón y volantes en la falda envolvía un cuerpo juvenil y esbelto. Marcaba los firmes pechos y se estrechaba en la cintura para resaltar las provocativas curvas de las caderas. Los ojos pintados de negro y los labios rojos como el vino. El cabello rubio y ondulado caía sobre sus hombros, enmarcando con delicadeza el rostro de rasgos finos y piel clara. Sobre el pecho izquierdo: un tatuaje, una estrella de cinco puntas rodeada por unas llamas negras. La joven caminó hacia el trono, quitándose la cazadora negra que envolvía sus hombros y lanzándosela a un demonio para que la sujetase. Crowley la miró boquiabierto, observó de reojo a Lucifer, él también la miraba, con los ojos azules empapados en lujuria, desvistiéndola con cada paso que daba hacia él:

-La reina ha llegado.-afirmó decidida deteniéndose apenas unos metros de Crowley.

-Ayden...-tartamudeó el demonio pestañeando rápidamente para despertar de esa horrible pesadilla.

La chica dirigió una mirada de repugnancia al que antaño fue el Rey del Infierno:

Lucifer trata a Crowley como si fuese su mascota
-¡Tienes un perrito!-grito Ayden con una voz exageradamente aguda e infantil para ella-¿Puedo tocarlo?

-Adelante. Ladra mucho, pero no muerde-rió Lucifer mientras Ayden se acercaba a Crowley y le daba unos golpecitos en la cabeza.

-¿Qué diablos estás haciando, Ayden?-la regañó Crowley al oído mientras ella se agachaba a acariciarle el pelo-¡Ese no es Cas! Se que parece él, pero no es él Ayden. ¡Es Lucifer! Sal corriendo de aquí antes de que te mate...

-Se perfectamente quién es él Crowley.-Ayden se puso en pie de nuevo y se encaminó hacia el trono. Lucifer la aguardaba mordiéndose el labio inferior. La personificación de los pecados no podía evitar que lo inundase la lujuria al contemplar como esa figura femenina y sensual se acercaba hacia él-Pero los tiempos están cambiando, ya no se trata de ser el bueno o el malo... Se trata de sobrevivir. El fin del mundo se acerca y no pienso quedarme de brazos cruzados viendo como Amara acaba con él pudiendo estar sana y salva, y siendo tratada como una reina, comiendo, bebiendo y haciendo el amor como si no hubiese mañana...

-Tú no eres la Ayden que conocí...-escupió Crowley.

-Tú también has tenido épocas mejores.

Lucifer despachó a Simmons y tendió una mano a Ayden, que subía por los escasos escalones que alzaban el trono en la inmensa y abarrotada sala de piedra gris y madera vieja. La joven agarró la mano, dio una grácil y elegante vuelta, como si danzase y empujó a Lucifer sutilmente para sentarlo en el trono, ella se sentó en su regazo y le rodeó el cuello son sus brazos mientras él la devoraba con la mirada. Acercó el rostro al cuello de ella y aspiró su aroma femenino sutil, pero agresivo y excitante a la vez. La sujetó con firmeza de la cintura mientras ella le agarraba el cabello negro y lo pegaba a su cuerpo.

-Se que no has olvidado lo que sucedió aquella tarde...-sonrió Lucifer maliciosamente-Soy un tipo que deja huella...

-Ese fue el hecho que hizo que me decidiese por tu bando...-suspiró ella antes de tomar su rostro con ambas manos y besarle en los labios, gruesos y secos, con una pasión incontrolada.

<<"¿De qué estarán hablando?" Se preguntaba Crowley "¿Qué hecho hizo que se decidiera?" Crowley no lo sabía, pero apenas unos días antes, cuando los chicos aún pensaban que Lucifer era Cas, Ayden lo encontró rebuscando en el búnker. Los Winchester trabajaban en un caso en una residencia de ancianos cerca de casa, y mientras Sam y Dean preparaban la trampa para cazar el espectro, Ayden corrió al búnker para buscar unas estacas de madera especiales. Cuando entró se encontró con Cas, rebuscando entre los libros de la biblioteca, a Ayden no le sorprendió, el búnker también era su hogar.

-¿Qué haces aquí, Cas?-ella le tomó suavemente el libro que había en su mano y ambos tomaron asiento. Ayden ojeó las páginas amarillas y llenas de polvo. Levantó la vista hacia él-¿estás buscando como vencer a la Oscuridad?

-Sí, estoy preocupado y... yo solo...-titubeó buscando una excusa creíble. Ella tomó sus manos entre las suyas.

-Lo de Lucifer era una locura. Jamás debimos intentarlo... Te mereces un descanso Cas,-le acarició el cabello con ternura- fuiste muy fuerte y muy valiente en la jaula... Se que te digo a menudo que te quiero, y que por fin pueda estar contigo es como un sueño..., pero no encuentro palabras para decirte lo orgullosa  que estoy de ti.-le acarició la mejilla y lo miró enamorada, él la agarró con firmeza por la muñeca y la obligó a levantarse y a acercase a él...-¿Qué estás haciendo?-preguntó ella inquieta-la empujó contra la pared y la besó con firmeza-se miraron un instante, sus rostros estaban apenas separados por unos centímetros. Ayden le acarició los labios con la yema de los dedos y rodeó sus hombros con los brazos mientras comenzaba a besarlo con la misma fuerza, arrancándole la gabardina y la chaqueta mientras él jugueteaba con el botón de sus vaqueros. La agarró por las caderas y la alzó sobre su cintura, sin despegar su boca de la suya. Finalmente, se fundían en un abrazo, desnudos, sobre la alfombra de la biblioteca.

El sonido de su teléfono móvil la hizo volver a la realidad. Se levantó del suelo, envuelta en la camisa de Castiel, mientras él reposaba en el suelo, con el torso desnudo y una mueca de satisfacción dibujada en el rostro.

-Tengo que irme-dijo ella después de colgar-Dean y Sam me necesitan...

Ella se vistió rápidamente, se arregló el pelo y recogió las estacas, antes de subir las escaleras lo contempló un instante, anudándose la corbata:

-No se que te ha pasado hoy... -sonrió vergonzosa-Pero ojala que te vuelva a suceder.>>

Crowley contemplaba asqueado como Lucifer manoseaba el cuerpo de la joven. Sus caricias le envolvieron el pecho, recorrieron la depresión de la cintura y arañaron la piel suave de los muslos. "Ayden no es así, jamás permitiría que la tratasen como un objeto y mucho menos que el mismísimo Lucifer la toquetease de esa manera" pensaba Crowley mientras observaba como el Diablo introducía su mano bajo las faldas mientras le daba suaves piquitos en los labios a la muchacha. Se detuvo de repente al palpar un objeto frío y afilado atado al muslo de Ayden. El demonio de la encrucijada abrió los ojos como platos, Lucifer estrajo bajo el vestido una espada de los ángeles, brillante y plateada...

-¿Pero que tenemos aquí?-a Ayden se le desencajó el rostro y trago saliva, la habían cogido-¿Es que estás intentando jugármela, gatita?

La muchacha se mordió el labio y le aflojó el nudo de la corbata:

-Venga, no irás a quitarme todos mis juguetitos... ¿verdad? Son solo para que nos lo pasemos un poco mejor...-suavemente le quitó la espada de la mano y con sumo cuidado le acarició el lagrimal y la comisura de los labios con la afilada punta. Después lo guió hacia la oreja, lo deslizó por la mandíbula y le recorrió el cuello. Se detuvo un instante en la garganta.

"Vamos Ayden" suplicó Crowley para si mismo "Solo tienes que empujar un poco, un poquito más y es tuyo". Pero la joven deslizó el cuchillo hasta su pecho y simplemente le rompió un botón de la camisa de un tirón "No va a matarlo, claro que no, si lo hiciera mataría a Castiel. Prefiere que él viva encerrado, sufriendo, a salvarme a mi. Es una Winchester al fin y al cabo". Hacía siglos que Crowley no se sentía tan triste y decepcionado, su lado humano florecía de nuevo. Ayden apartó el cuchillo de Lucifer y lo condujo a su propio cuello, se realizó un pequeño corte y dejó que la sangre recorriese su pecho mientras el Diablo se relamía ante tal espectáculo. Sorbió la sangre de su piel y le habló con los labios pegados a su piel:

-Si supieras todas las cosas que quería hacerte este mono con alas, no le dejarían ni entrar en el Cielo... No sabes como te deseaba...-Lucifer la alzó en sus brazos y se encaminó a la salida-Encerrad al chucho y seguid con la búsqueda de las armas-ordenó en voz alta, sin apartar la vista de su presa, que lo contemplaba con una mirada felina, con los inocentes ojos verdes rebosaban lujuria-Voy a estar unas horas ocupado, que nadie me moleste a no ser que sea algo muy, pero que muy urgente...

Y se marchó con la chica entre sus brazos.


*     *      *

Los barrotes resonaron fuertemente al abrir la puerta de la jaula. Crowley se hizo un ovillo y se cubrió la cabeza con las manos para evitar la paliza, pero en su lugar no ocurrió nada. Miró a su alrededor asustado, pero solo se encontró con los oscuros ojos de Simmons:

-Vayámonos.-asintió ella en un tono muy firme y tirando de su brazo hacia fuera de la perrera.

Crowley se resistió:

-No puedo irme, si lo hago, el amo se enfadará-lloriqueó haciéndose una bola de nuevo, como si fuese un crío asustado.

-Ahora es el momento. Está ocupado con la chica, pasarán horas hasta que se haya dado cuenta de que te has ido... ¡Por favor! Eres Crowley, la gente tiembla al escuchar tu nombre, aún tienes seguidores allá afuera, demonios que te quieren de vuelta en el trono... ¿A quién van a ver? ¿Al Rey del Infierno o a un niñito gordo y llorón?

Crowley dudó un instante, pero finalmente decidió seguir a Simmons. En la puerta de las perreras se encontró con dos guardias que se abalanzaron sobre él. El demonio empujó a la secretaria sobre ellos y se hizo un ovillo en un rincón, gritando que lo habían obligado, pero ninguno de los dos atacantes pareció prestarle atención y le rodearon contra una pared. Pero en un remoto rincón del alma malvada y putrefacta de Crowley, una chispa de fuerza brotó, sus ojos se tiñeron de rojo y con un mísero chasquido de dedos los dos atacantes reventaron como globos.

-¿Cómo has hecho eso?-preguntó Simmons boquiabierta.

-Porque yo soy Crowley.-respondió él con su acento británico y toda su esplendor recuperada.

*     *      *

-Mucho mejor-sonrió Crowley una vez hubo recuperado su precioso traje negro ya a las afueras de la Corte.-Acompáñame Simmons, tengo que mostrarte algo...-sentenció colocándose bien el abrigo.

-Yo creo que no iréis a ninguna parte...-de entre las sombras de las primeras horas de la noche había aparecido un demonio, con los ojos negros brillantes en la oscuridad y una espada en la mano. Se acercó despacio hacia Crowley, este agarró a Simmons y la colocó detrás de si, usando su cuerpo como escudo y sin apartar la vista de su agresor, preparado para saltar en cualquier momento, pero cuando parecía que el demonio iba a saltar sobre él: un grito ahogado y sus ojos se iluminaron. Una mancha negra apareció en su abdomen y cayo al suelo. El "Rey" del Infierno observó como el cadáver llenaba el suelo con un charco de sangre. Alzó la vista, y se quedó sin palabras:

-Ayden...-la joven sostenía una espada ensangrentada en la mano, seguía vistiendo el mismo vestido negro, pero había vuelto a cubrir sus hombros con la cazadora negra- Así que todo esto, ha sido obra tuya...

Ahora lo entendía todo. La chica Winchester ¡le había salvado la vida! Se la había jugado al Diablo para sacarlo de allí. Ayden se acercó a él y tiró de su manga:

-Vayámonos ya, no tenemos mucho tiempo...

Pero Crowley sabía que allí había gato encerrado. Tiró de la chica hacia él y le destapó el brazo izquierdo, el bíceps lo atravesaba una gran cicatriz, aún ensangrentada y en carne viva. El demonio recordó lo mal que les sentaba la sangre humana a los de su especie. Era como una droga, se volvían adictos y dejaba al descubierto su lado más mundano, sus sentimientos, su deseo de amar y ser amados, pero cuando dejaban de tomarla de repente un síndrome de abstinencia de grandes proporciones los volvía vagos y débiles.

-Lo has drogado.-confirmó Crowley al examinar la herida. Ayden había drogado a Lucifer con su propia sangre, y cuando recuperase sus fuerzas estaría muy, pero que muy enfadado. La joven sacudió el brazo para deshacerse de su opresor y se recolocó la cazadora:

-Era la única manera de dejarlo fuera de combate...

-¿Dónde está ahora?-preguntó Simmons.

-Durmiendo la mona-respondió Ayden-será el príncipe de los pecados, pero es hombre al fin y al cabo.

Se sostuvieron la mirada un instante, a Crowley le cautivó la astucia y la valentía de la joven, sin duda, estaba a la altura del talento de sus dos hermanos. Unas voces resonaron a la entrada del sanatorio que servía como Corte del Infierno en la Tierra:

-¿Donald?-gritó alguien-¿Va todo bien ahí fuera?

Crowley miró a Ayden y a Simmons y empujó suavemente a la joven Winchester hacia delante.

-No te pares...-le ordenó mientras tiraba de ella.

*     *     *

Crowley, la secretaria y la menor de los Winchester llegaron a un almacén repleto de trastos antiguos, cuadros y libros.

-¿Qué es esto?-preguntó Simmons.

-Mi reserva personal, nunca sabes cuando vas a librar una guerra contra la hermana de Dios...-Crowley comenzó a rebuscar entre algunos arcones de madera mientras Ayden y Simmons admiraban las obras de arte y los tesoros que ocultaba la sala. La muchacha se detuvo frente a un cuadro antiguo donde aparecía retratado un niño de cabellos rojizos:

-¿Ese eres tú?-preguntó.

Crowley asintió con la cabeza:

-Hace mucho tiempo.

-Que monada...-se rió Ayden mientras el demonio sacaba una caja de madera clara y llena de polvo y la depositaba sobre una mesa. Le limpió la porquería de la tapa y la contempló sin abrirla, Ayden y Simmons se acercaron a él.

-Aquí está-proclamó orgulloso-la vara de Adán, tocada por el mismísimo Dios...

-Otra mano de Dios...-exclamó Ayden con los ojos brillantes.

Simmons pidió permiso para tocarla, pero Crowley se negó, no se fiaba de ella:

-¿Me dejarás tocarla a mi?-la voz venía de la entrada. Lucifer estaba plantado frente a ellos, con su sonrisa malévola iluminándole el rostro.

-¿Cómo nos has encontrado?-preguntó el demonio, intentando ocultar la caja del Diablo. Simmons se colocó al lado de Lucifer-Simmons...-gruño Crowley.

-Ahora, dame esa vara...-Lucifer se acercó al demonio con la mano extendida, pero Ayden se interpuso entre ambos:

-Por encima de mi cadáver...-la muchacha le apuntó con la espada.

-No me tienes gatita...-con un gesto de la mano la lanzó por los aires y se dio un fuerte golpe en la boca al chocar contra el suelo-ya me encargaré después de ti, maldita zorra.

Cuando alzó la vista hacia Crowley, el demonio había desaparecido, corrió hacia la caja y al abrirla, descubrió que estaba vacía. Lucifer maldijo entre dientes y tiró la mesa y todo lo que había sobre ella al suelo, los papeles planearon lentamente a su al rededor:

-¿Buscas esto?-Lucifer se volvió, el demonio de ojos rojos estaba tras él, frente a Ayden, sujetando un bastón de madera vieja: la vara de Adán.-Así qué. as así como se siente uno cuando absorbe el poder de Dios-rió observando el artefacto.

La muchacha se incorporó secándose la sangre de los labios con la manga y suplicándole a Crowley que no lo hiciera. Crowley absorbió el poder de la vara, una luz le recorrió su cuerpo, inundando le los ojos con un intenso brillo amarillento, con la mano que no sujetaba el bastón apuntó al Diablo: Ayden gritó y un haz de luz salió disparado de su mano hacia Lucifer. Un brillo amarillo se reflejó en sus atemorizados ojos azules, pero antes de que le llegase a impactar, Simmons se puso en medio y desapareció al instante, carbonizada. La onda expansiva lanzó a Lucifer contra un muro, Ayden, aún en el suelo, se cubrió la cabeza con los brazos mientras la explosión le sacudía el cabello. Crowley intentó disparar de nuevo hacia Lucifer, peor la Mano de Dios era de un solo uso limitado. El Diablo se levantó y sonrió maliciosamente,

-Vaya, parece que se te ha acabado la batería..-sonrió sarcástico ante la mirada de pánico de Crowley

Con un único movimiento de las manos levantó a Crowley y lo tiró contra la mesa, corrió hacia él para re matarlo, pero Ayden se lanzó contra su espalda y consiguió derribarlo. Forcejearon en el suelo, estaba claro que la joven tenía las de perder pero luchó con todas sus fuerzas, inmovilizó al Diablo con las rodillas y le sacudió con fuerza por la solapa de la gabardina, intentando buscar un ápice de luz, una señal, algo que le dijese que Cas estaba allí dentro, y que quería ayudarla.... Lucifer consiguió vencerla, agarró a Ayden por la chaqueta y la lanzó hacia el mismo lugar que Crowley, tras la mesa. Ayden impactó contra el cuerpo del demonio, sintió los pasos de Lucifer acercándose hacia ellos. Cerró los ojos y se acurrucó contra el pecho de Crowley mientras sentía su brazo protector rodándole el cuerpo, aguardo el impacto, pero este nunca llegó. Cuando abrió los ojos, la espesa niebla matutina cubría el lago mientras unas suave brisa le abortaba el cabello y acariciaba los juncos. Conocía ese lugar, se deshizo del abrazo protector de Crowley y se acercó al agua, sentía la madera vieja crujir bajo sus pies. "Es el lago de la gasolinera donde Dean hace la compra" pensó mientras contemplaba el paisaje. Un escalofrío le recorrió el cuerpo y se abrazo a si misma para combatir el frío, sintió los pasos de Crowley acercarse, le colocó el abrigo negro sobre los hombros.

-Es lo más cerca que puedo dejarte de ese sitio al que llamáis casa.

-Tranquilo, podré llegar.-dijo sin apartar la vista del lago, después se volvió hacia Crowley-Gracias por salvarme la vida.

-No me las des- respondió el otro con su habitual tono sarcástico-soy un hombre de negocios: tú salvaste mi vida y yo salvé la tuya. Y estamos en paz, aunque tenga razones para sospechar que no fuiste hasta allí para sacar mi culo de las perreras de Lucifer...

Ayden soltó una risita, pero su semblante era triste y sus ojos estaban llenos de lágrimas.

-Lo cierto es que no, en realidad intentaba salvar el culo de Cas y traerlo de nuevo a casa, sano y salvo...

-Es lo que me parecía.-guardaron silencio un rato, la muchacha desvió los ojos hacia el suelo para evitar que el demonio viese como lloraba-Mo quiero desanimarte ni nada, pero sacar a Lucifer del cuerpo de Cas no va a ser tarea fácil, tiene que expulsarlo él mismo... y no parece tener mucha intención de hacerlo...

-Lo vi Crowley, lo vi-confesó la joven sin suficientes fuerzas para mirarlo a los ojos. El demonio le pidió explicaciones-Cuando forcejeábamos en el suelo vi a Cas, lo vi a través de sus ojos, estaba allí, pasivo, sin hacer nada, como si estuviese en trance, pero estaba allí. Estuvo despierto todo el rato, observó como ese ser sorbía mi sangre, como me besaba, como me hacía el amor... Y no hizo absolutamente nada.- Crowley no supo que decir:

-Por favor Ayden... borra esas lágrimas de tu cara, te he visto como has manejado al mismísimo Lucifer a tus anchas y has hecho con él lo que has querido y ahora dices que no vas a poder con esto... ¡Por favor! Por cierto, ¿has pensado que vas a hacer después de la muerte? Te veo futuro como demonio de la encrucijada...

Ayden se secó las lágrimas con la manga de la cazadora y sonrió:

-Confío en que no le dirás nada a Dean y a Sam sobre todo esto...

-Mis labios están sellados.-respondió el otro-Solo una condición, no tires jamás ese vestido...

-Gracias.-dio un paso hacia delante y lo besó en la mejilla.

Después de todo, Crowley había conseguido sacarle un par de sonrisas a Ayden en ese horrible día, el demonio se alejó unos pasos, dispuesto a marcharse.

-Crowley-lo llamó ella, él se detuvo y se volvió para mirarla- no olvides que soy una Winchester: cazo monstruos, salvo gente, el negocio familiar.Cuando todo esto termine, yo volveré a ser una cazadora y tú mi presa.

El demonio sonrió, no esperaba menos de Ayden Winchester y se esfumó entre la niebla.

*    *    *

Dean bajó las escaleras sonoramente y lanzó su bolsa contra la mesa con el mapa pintado que había en la entrada. Sam lo siguió:

-¡Ayden! Ya hemos vuelto-gritó el primogénito-No sabes la que tenían montada los luchadores con los pactos demoníacos, resulta que...

-Sshh-le mandó a callar Sammy con un dedo en los labios. Estaba apoyado tras el respaldo del sofá de la sala. Dean se acercó a él: su hermana estaba profundamente dormida, arropada con un abrigo negro-Al menos te ha hecho caso y ha dormido un rato.

Dean la observó sonriendo tiernamente, acarició la lana del abrigo negro:

-¿De dónde habrá sacado esto?-preguntó a Sam-Parece muy cara-el hermano menor se encogió de hombros. Dean le dio unos golpecitos en el hombro-Será mejor que la dejemos descansar, creo que yo también voy a echarme una siestecita reparadora-dijo alejándose mientras bostezaba. Sam sonrió, se agachó al lado de Ayden y le colocó bien el abrigo para arroparla cuando descubrió el vestido. Miró a su alrededor para comprobar que Dean no estaba, cogió una enorme manta y envolvió bien a Ayden. Le acarició el pelo:

-Tranquila, tu secreto está a salvo conmigo-dijo antes de darle un beso en la sien.

Sam es el único de los hermanos que cree
que Castiel dijo 'si' por voluntad propia

Sam se levantó y justo antes de irse, Ayden lo llamó:

-Sam...-el hermano mediano se volvió y observó sus brillantes y tristes ojos verdes, idénticos a los de Dean-Quizá tenías razón, y él no quiere ser salvado...

Comentarios

  1. ¡Hola! Justo anoche me vi este capítulo. Me dio cosita Cass, amo a este hombre, pero ¡vamos! Es Lucifer :,D Pobre Ayden, mira que ver en él que no va a volver fue un golpe realmente duro.

    Amo tus historias <3

    ¡Un abrazo!

    Bye!

    ResponderEliminar
  2. ¡Oh! He llegado hasta aquí porque Roxana te ha recomendado y siempre es un placer conocer a otros escritores. No soy una gran fan de Sobrenatural,aunque he visto seis temporadas y tengo las otras pendientes. Por lo que algunos personajes o no he estado muy pendiente a los nombres o no me suenan porque aun no han salido :)

    Pero me ha gustado.

    ¡Un saludo! Te espero por mi blog.

    Mia

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por pasarte Mia! Siempre es un placer escuchar estas cosas tan bonitas! En breves me paseo por tu blog a echar un vistazo! ;)

      ¡Gracias!

      Ayla

      Eliminar
  3. Vengo desde el blog de Roxana, soy otro de los blogeros que mencionó como escritores.
    He seguido alguna temporada de Supernatural y esto que escribiste me resulta familiar.
    Saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Te resultarán familiares porque como bien pone en el inicio del post, están basados en los capítulos originales con el plus de que yo trabajo con un personaje 100% original que es Ayden Winchester (la hermana menor de Dean y Sam) y la relación que establece con el resto de los personajes
      Saludos a ti también.

      Ayla

      Eliminar

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CAPÍTULO I: EXTRAÑOS EN UN BAR —Siento molestarte, ¿pero tú eres Zeta, verdad? ¿El cantante de Mägo de Oz? Saco el dedo con el que removía la copa de balón de ginebra y alzo la vista hacia los brillantes ojos que se están fijando en mí. Son verdes, redondos, enmarcando un rostro ovalado de pómulos altos, nariz pequeña, rasgos delicados y mejillas sonrojadas. Apenas queda gente en el bar. El concierto ha sido un fracaso, he dado lo peor de mí. Estoy mal, estoy roto por dentro, estoy hecho una puta mierda. Me entran escalofríos al recordar la mirada que me ha echado Txus al bajar del escenario. ¿Cuántos gin—tonics llevaré ya? ¿Tres? ¿Cuatro? ¿Qué hora es? ¡Joder, las tres! Y mañana temprano cogemos el avión de vuelta a Madrid. Los demás se han ido hace rato al hotel. Están decepcionados conmigo, enfadados, furiosos… ¿Cómo he podido hacer un concierto tan malo, apenas unos meses antes de la salida del nuevo disco? No es un buen momento para mí, y ellos lo saben, pero a Txus so...

Capítulo XX: Nueva York (Parte II)

-Será mejor que subamos arriba. Estás empapado, vas a coger un resfriado…-eso fue lo que pronunciaron mis labios, pasivos y calmados, tragándose entre la saliva la vibración de mis cuerdas vocales. En realidad, quería decir algo muy diferente: “Te echo de menos, fui una idiota, tenemos que volver. Vamos a cuidar a tu madre, te necesito, te quiero, te quiero, te quiero…” La reacción por parte de Matt a mi inesperada propuesta era más que evidente en su rostro. -Está bien, tú mandas…-dijo aun saliendo de su asombro. -Yo cogeré tu maleta. Sube las escaleras, voy detrás de ti. Matt desapareció con paso inseguro hacia el piso de arriba. Las lágrimas corrían como cascadas por mis mejillas. Era él, era distinto pero era él. Cerré la puerta con llave y me aseguré que la habitación que se encontraba al final del pasillo estaba cerrada. Le dije a Esteban que todo estaba bien y colgué el telefonillo que había ocultado en el bolsillo de mi bata. Me planté en las escaleras, una llama se ...