Ayla espera en su lugar en los muelles, bajo su barco, como cada noche después de que la despidieran de la fábrica. Pero hoy es diferente, no puede sacar de su mente al joven Enjolras Pontmercy, que cantó para ella y al que casi besa... Se siente avergonzada, engañada, ¿se merece un muchacho de alta cuna ser besado por una prostituta? Cada día se parece más a la escoria con la que trata, cada día se parece más a Éponine, utilizando a los hombres en su propio beneficio, o a Thénardier haciendo lo que haga falta por un puñado de francos... ¿Es así como es Ayla? ¿Son esos los valores cristianos que le inculcó su madre? La vieja que siempre hace una oferta por el pelo de Ayla esta noche no ha aparecido, la chica se pregunta dónde está, cualquier cosa le puede haber pasado, cada noche ocurre algo en Los Muelles. Pero él si que está, oculto bajo su tricornio y su uniforme militar, se acerca decidido hacia ella. Ayla mira a su alrededor asustada, buscando una ruta de escape. "Hoy no...
La Grandeza nace de los Pequeños Comienzos.