Cuando las luces de la calle empezaban a brillar el Café ABC quedaba vacío, solitario, silencioso, desaparecía el nido de la Revolución, aquel rincón lleno de esperanzas y sueños y volvía a ser un simple café. Los estudiantes regresaron a sus atareadas vidas aristócratas y el pequeño Gavroche se había retirado a su pequeño apartamento. Pero esa noche, una pequeña lucecilla resplandecía en el segundo piso del ABC, Enjolras Pontmercy, el líder de los Amigos seguía ahí.
Grantaire se percató de que su amigo no había salido con ellos y volvió a buscarlo. Lo encontró sentado en una silla, con una velita encendida y un papel en blanco sobre la mesa.
-Enjolras, -le llamó- ¿Qué haces todavía aquí? Pensé que habías venido con nosotros, vamos a los Muelles, ¿no te apetece un ratito de buen vino y mujeres bonitas?- dijo el muchacho con una botella en la mano y sonriendo con picardía.
-Me temo que hoy no mi querido amigo, id vosotros y disfrutad, ya nos veremos mañana.
Grantaire corrió hacia él y le toco la frente, como si comprobase de que no tenía fiebre.
-Enjolras Pontmercy rechazando una noche de putas y alcohol... ¿Quién eres tu y que has hecho con mi amigo? -bromeó.
Enjolras le rió la broma.
-No es eso, es que he conocido a alguien... - Grantaire le miró extrañado, como si no entendiera lo que le decía- Una chica, pero no una de esas chicas de los Muelles, una de verdad...
-Entiendo,¿una estirada aristócrata que resulta ser una fiera tigresa en el lecho? Esas son las mejores...
-No me he acostado con ella. Apenas la conozco desde hace unas semanas. Pero es una mujer tan fuerte, tan segura de si mismo, tan... no se como describirla. Tan increíble.
-Vamos, que es fea... -rió Grantaire, que se había sentado a su lado.
-Es la mujer más hermosa que jamás hayas visto.
-¿ Y si es tan especial como dices, por qué no has ido ya a por ella? ¿Tiene pareja? ¿Su padre no le deja verte?Esoes algo que jamás te importado Enjolras...
Enjolras le miró sonrojado.
-Ella me odia.
Grantaire se mordió el labio.
-Ya lo entiendo todo. Tu no estás enamorado mi querido amigo, ya me habías asustado. A ti lo que te pasa es que esa chica te ha rechazado, y por eso la deseas aun más. Seguro que no es para tanto, una mujer del montón. Venga, un rato en los Muelles con una botella y una mujer te curarán todos tus mal de amores.
Enjolras sonrió y siguió a su amigo a los Muelles. Quizá Grantaire tenía razón y Ayla no era más que un capricho, una chica de las que calientan tu lecho una vez y después no son más que helados trozos de carne..., ¿de verdad era eso Ayla para Enjolras Pontmercy?
Grantaire se percató de que su amigo no había salido con ellos y volvió a buscarlo. Lo encontró sentado en una silla, con una velita encendida y un papel en blanco sobre la mesa.
-Enjolras, -le llamó- ¿Qué haces todavía aquí? Pensé que habías venido con nosotros, vamos a los Muelles, ¿no te apetece un ratito de buen vino y mujeres bonitas?- dijo el muchacho con una botella en la mano y sonriendo con picardía.
-Me temo que hoy no mi querido amigo, id vosotros y disfrutad, ya nos veremos mañana.
Grantaire corrió hacia él y le toco la frente, como si comprobase de que no tenía fiebre.
-Enjolras Pontmercy rechazando una noche de putas y alcohol... ¿Quién eres tu y que has hecho con mi amigo? -bromeó.
Enjolras le rió la broma.
-No es eso, es que he conocido a alguien... - Grantaire le miró extrañado, como si no entendiera lo que le decía- Una chica, pero no una de esas chicas de los Muelles, una de verdad...
-Entiendo,¿una estirada aristócrata que resulta ser una fiera tigresa en el lecho? Esas son las mejores...
-No me he acostado con ella. Apenas la conozco desde hace unas semanas. Pero es una mujer tan fuerte, tan segura de si mismo, tan... no se como describirla. Tan increíble.
-Vamos, que es fea... -rió Grantaire, que se había sentado a su lado.
-Es la mujer más hermosa que jamás hayas visto.
-¿ Y si es tan especial como dices, por qué no has ido ya a por ella? ¿Tiene pareja? ¿Su padre no le deja verte?Esoes algo que jamás te importado Enjolras...
Enjolras le miró sonrojado.
-Ella me odia.
Grantaire se mordió el labio.
-Ya lo entiendo todo. Tu no estás enamorado mi querido amigo, ya me habías asustado. A ti lo que te pasa es que esa chica te ha rechazado, y por eso la deseas aun más. Seguro que no es para tanto, una mujer del montón. Venga, un rato en los Muelles con una botella y una mujer te curarán todos tus mal de amores.
Enjolras sonrió y siguió a su amigo a los Muelles. Quizá Grantaire tenía razón y Ayla no era más que un capricho, una chica de las que calientan tu lecho una vez y después no son más que helados trozos de carne..., ¿de verdad era eso Ayla para Enjolras Pontmercy?
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