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Los Muelles

Ayla espera en su lugar en los muelles, bajo su barco, como cada noche después de que la despidieran de la fábrica. Pero hoy es diferente, no puede sacar de su mente al joven Enjolras Pontmercy, que cantó para ella y al que casi besa...
Se siente avergonzada, engañada, ¿se merece un muchacho de alta cuna ser besado por una prostituta? Cada día se parece más a la escoria con la que trata, cada día se parece más a Éponine, utilizando a los hombres en su propio beneficio, o a Thénardier haciendo  lo que haga falta por un puñado de francos... ¿Es así como es Ayla? ¿Son esos los valores cristianos que le inculcó su madre?

La vieja que siempre hace una oferta por el pelo de Ayla esta noche no ha aparecido, la chica se pregunta dónde está, cualquier cosa le puede haber pasado, cada noche ocurre algo en Los Muelles. Pero él si que está, oculto bajo su tricornio y su uniforme militar, se acerca decidido hacia ella. Ayla mira a su alrededor asustada, buscando una ruta de escape. "Hoy no" le dice su corazón, que palpita con fuerza por Enjolras.

El joven militar, que sigue escondiendo su rostro, la toma por los hombros, Ayla intenta deshacerse de él pero él la fuerza, la tumba al suelo. Ayla patalea con fuerza, pero el hombre es más fuerte y la abofetea en la cara. La sujeta con fuerza mientras intenta levantarle la falda y se bajarse los pantalones. De repente, el hombre se queda quieto, unas joviales risas rompen el silencio tenebroso de ese lugar. Ayla reconoce algunas de esas voces: Son los Amigos...
El grupo de estudiantes pasa cerca de ellos, riendo a carcajada limpia, borrachos, algunos van acompañados de mujeres escotadas que ríen y beben con ellos. Ayla ve a Enjolras, no se aguanta de pié y no para de reír, Grantaire le está sujetando, aunque también va igual de borracho. Ha perdido toda la compostura de la noche anterior, la camisa por fuera y desabrochada, despeinado y sujetando firmemente una botella en la mano...

-¡Enjolras!-grita ella desesperada en un vano intento de que la salve.

El joven militar le tapa la boca y ella intenta resistirse. Enjolras la ha oído y se la queda mirando perplejo, sin hacer nada. Grantaire, que está algo más cuerdo, empuja a Enjolras lejos de Ayla.

-Muévete, o te meterás en un lío.-unos cascos resuenan a lo lejos- Es la policía, venga Enjolras, vayámonos.

-Pero, pero ¿y Ayla?-tartamudea el otro

-Estará bien, la policía viene en camino...- Grantaire empuja a Enjolras y lo aleja de Ayla.

La joven ve como el grupo se aleja rápidamente y se pone a llorar. El adorado joven por el que se moría hacía apenas un día se alejaba de ella cuando lo necesitaba. Ayla llora y grita su nombre mientras el militar, ajeno a todo, sigue con su tarea. De repente llega la policía, tres hombres montados a caballo con impecables uniformes, dirigidos por el inspector Javert, desmontan deprisa y apartan al joven de la chica. Ayla se hace un ovillo y oculta su rostro, sabe cual es el castigo por la prostitución, le van a dar una paliza. La sorpresa se la lleva ella cuando el resonar de la fusta no choca contra ella. Dos de los policías castigan al joven militar mientras el otro, más mayor y por el uniforme, con más rango les observa. Javert se percata de que la chica lo está mirando. Se agacha a su lado, delicadamente y le seca las lágrimas con un pañuelo. Tanta ternura provoca que Ayla llore todavía más.

-No se preocupe madmoiselle, este hombre no volverá a lastimarla.- tiene un tono de voz áspero y unos pequeños y curiosos ojos azules- ¿Se encuentra bien? -Ayla asiente con la cabeza.

Javert le tiende la mano y la ayuda a levantarse. Ayla se expulsa el polvo del vestido e intenta recomponer su compostura.

-Madmoiselle, ¿le puedo preguntar su nombre?

-Me llamo Ayla.-dice ella temerosa.

Javert se quita la chaqueta y se la pasa sobre los hombros.

-Es un nombre precioso, señorita Ayla ¿Le interesaría trabajar como doncella para un inspector de policía?

A Ayla se le iluminan los ojos, no puede desconfiar de ese hombre, la ha salvado y le ofrece un trabajo. La joven abraza al hombre, emocionada. Por fín, una vida digna, para ella y para Gavroche. Se acabó eso de andar por las calles, por fín podrá ser una mujer digna para... Para Enjolras no, no para él. Ahora es Enjolras el que no es digno para Ayla.


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