Los Winchester llevaron a la joven a su motel. Ayla era una chica buena, no solía irse con desconocidos, pero esos dos chicos le inspiraban confianza, como si les conociera de toda la vida...
Hablaron a Ayla sobre la caza, los ángeles y los demonios, sobre la profecía... Pero la chica, más que recordar empezó a asustarse. Monstruos, muerte, pesadillas... Ayden se había suicidado huyendo de ello y ahora querían que regresara. La joven se apartó de la mesa de un salto, con lágrimas en los ojos...
-¡Jamás seré como esa chica, jamás!-repitió en voz alta
-Ayden, por favor, te necesitamos...-exclamó Dean
-Deja de llamarme así, me llamo Ayla, Ayla Hurst. ¡No soy ni jamás seré Ayden Winchester!
Sam se levantó y agarró a la joven por los hombros, mientras la obligaba a mirarle a los ojos...
-Ayden, se que estás allí dentro... Por favor, regresa con nosotros.
-¡Suéltame!- se revolvió Ayla y retrocedió asustada hasta chocar con un cuerpo.
-Sam, déjala.-ordenó Castiel acariciando el hombro de la joven.
La chica se dio la vuelta y se encontró la esbelta figura del ángel, cubierta por una gabardina.
-Te conozco...- susurró Ayla- Tú eres el tipo de mis sueños.
Castiel asintió con la cabeza...
-Me llamo Castiel y soy el que te salvó la vida.- la chica le miró incomprendida- ¿Me acompañas?
Pero antes de que Ayla pudiese responder, Castiel colocó dos dedos sobre su frente y la teletransportó a una hamburguesería. Ya no vestía con falda y jersey, sino con vaqueros y una camisa abierta de cuadros arremangada, aunque seguía conservando el cabello rubio de Ayla en vez del moreno de Ayden. La chica se miró de arriba a bajo, tartamudeando, incapaz de pronunciar palabra... Castiel estaba sentado delante de ella, con los brazos cruzados, sonriendo, la tenía de nuevo junto a él...
-La primera vez que llegué a la Tierra, me encontré con una niña, con el alma tan pura que era capaz de invocar a un servidor del Cielo para que rescatasen a su hermano del Infierno. Algunas almas son tan fuertes y tan puras que al traspasarlas a otro cuerpo, adoptan rasgos de él... Por eso no puedo evitar ver a Ayden cada vez que te miro a los ojos...
-Pero yo no soy Ayden... - volvió a negar la joven- Y tampoco querría serlo, monstruos, demonios que la persiguen, la muerte de sus padres, sus hermanos... Debió ser muy duro para ella, no me sorprende que decidiese ponerle fin.
-Precisamente es eso lo que hacía a Ayden tan especial. Después de todo lo que había sufrido... No perdió la fe. Seguía luchando por lo que amaba, incluso decidió dar la vida por ello...
-Era valiente- afirmó ella, ya más calmada
-Como jamás lo ha sido nadie. Una vez, huí como un cobarde, por miedo a que le sucediese algo a los chicos... Dean y Ayden me encontraron, bastó que ella me abrazase para seguir adelante, ella me salvó, se lo debía. No podía dejarla morir....
-¿Tú, la querías? ¿verdad?
Castiel miró a esos ojos curiosos y verdes, y calló durante un instante.
-La amaba.-suspiró nostálgico- Murió por mi culpa. La convencí para que se tragase la gracia de un ángel y así adquiriese poderes del Cielo. Está prohibido que una humana y un ángel mantengan algún tipo de relación... Tragándose la gracia, ella ya no sería humana. Luego nos enteramos de lo de la profecía y se sacrificó para salvar a sus hermanos... Coloqué su alma en el cuerpo de Ayla, estaba vacío, ella ya se había ido, luego coloqué en el pueblo un escudo anti ángeles y anti demonios, para que ninguno pudiese encontrarla y bloqueé sus recuerdos con un potente hechizo que solo pudiese recordar por si misma.
Castiel bajó la mirada, apenado. Ayla le acarició el rostro.
-¿Teníais algún tipo de relación?
-Lo intentamos, pero eran demasiadas diferencias, mundos muy distintos. Era imposible. Pero nunca en la vida dejaré de quererla- cruzaron una mirada- y los ángeles vivimos mucho tiempo.
Se sostuvieron las manos, uno sentado frente a otro, mirándose a los ojos. Castiel se percató de que en el brazo izquierdo de la joven, a la altura del codo asomaba la marca rojiza de una mano, similar a la que él mismo había dejado en Dean cuando le sacó del Infierno. Colocó su mano sobre la marca, ante la sorpresa de Ayla, encajaba perfectamente.
-Seguro que ella tampoco dejará nunca de quererte.
Cerraron los ojos y acercaron sus rostros. Pero alguien les detuvo.
-Pero que bonito reencuentro.
-Crowley...- susurró Castiel entre dientes al ver aparecer al demonio, acompañado por dos secuaces trajeados...- ¿Cómo has entrado aquí?
Castiel se levantó y se colocó delante de la joven, protegiéndola...
-Cuando los Winchester rompieron el sello para permitirte la entrada al pueblo, también me la permitieron a mí. ¿Qué tal estás Ayden? Te sienta bien ese color de pelo...
-Déjala en paz Crowley.
-¡No! No hasta que me de lo que quiero...
Uno de los secuaces se abrió la camisa, llevaba dibujado un símbolo enoquiano, una mueca de terror se dibujó en el rostro del ángel. El demonio colocó la mano sobre el símbolo y Castiel se desvaneció entre un rayo de luz y un grito de dolor. La chica quedó sola y aterrorizada a merced de Crowley.
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