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Capítulo IV: Bam Bam

Desde que había llegado a Browntown que no había requerido de las pastillas para dormir: el trabajo y el dinero siempre me mantenían despierta dando vueltas en la cama con los ojos como platos hasta que llegaba el amanecer. En Alaska no tenía esas preocupaciones, no había que discutir contratos ni cumplir los plazos, no había agendas ni presupuestos… Reconozco que los primeros días, dormir fue todo un reto: no solo estaba toda mi frustración por ser una inútil y una fracasada, la incomodidad del lecho de Matt, de la cabaña y los ruidos de la noche norteña me impedían que conciliase mejor el sueño. No sabía exactamente cuánto tiempo llevaba allí, si habían sido días, semanas o meses… Pero cuando comencé a trabajar codo con codo con la familia Brown me sentía tan agotada al caer la noche que me dormía casi al instante de tumbarme en el lecho. La cabaña de Matt era pequeña pero acogedora, de neumáticos por fuera y de madera por dentro, siempre decía que la había hecho para impresionar a una chica el día que consiguiese traer a una a los bosques. Estaba llena de trastos y de basura, de proyectos inacabados y de los inventos de Matt: una televisión hecha de cartón, un tótem de madera llamado Bob, una forja para hacer espadas o el brazo de un robot de latón eran de las maravillas que albergaba Matt Brown en su palacio de caucho. La cama no tenía estructura propia, eran varios sacos de dormir apilados en forma de colchón, una almohada y un edredón negro. No era la suficientemente grande para ambos y las primeras noches no parábamos de molestarnos el uno al otro: mi carácter nervioso e histérico me provocaba que no parase de moverme de un lado para otro, de ahuecar el almohadón o de dar patadas a las mantas que me molestaban. Matt sufría insomnio y cuando conseguía conciliar el sueño: le robaba la manta, lo empujaba o le daba una patada… Sus siestas diurnas aumentaron por culpa de las noches que pasaba en vela por mí. Todo cambió cuando nuestras relaciones íntimas se volvieron casi diarias: el estar casi o totalmente desnudos nos volvió más sensibles al frío de la noche de Alaska y nos buscábamos el uno al otro para dormir acurrucados. Cuando vivía en Nueva York odiaba acostarme con un hombre que se pasase la noche abrazándome, tenía una cama enorme en la que siempre terminaba echándolos fuera, me sorprendí a mí misma buscando el contacto de Matt en medio de la noche: como un gatito escarbé entre sus brazos para acurrucarme en su pecho, sentir el latido de su corazón, su respiración pausada y su olor a tierra húmeda. Lo desperté pero él pareció no molestarse, me acogió en su pecho y me acarició hasta que se durmió de nuevo. Llegué a depender excesivamente de la presencia de Matt en la cama para dormirme, a veces se levantaba en medio de la noche para orinar o salía con el rifle porque un oso se había acercado demasiado. Dormía tan pegada a él que me despertaba en cuanto notaba que su calor desaparecía y no podía volver a dormirme hasta que no se metía de nuevo en la cama. “Si Matt está aquí, es que todo está bien” empecé a asociar inconscientemente en mi cerebro.
El sonido de la fina lluvia había hecho que esa noche fuese especialmente tranquila, sentía  a Matt a mis espaldas, dormía… su brazo estaba apoyado sobre mi cadera y respiraba fuertemente. “Con esa sonrisa y esos rizos parece un angelito” pensaba más de una vez cuando lo veía descansar. Pero aquella mañana no tuve tiempo de pensar nada: abrí los ojos como platos de repente, estaba envuelta en sudor frío y sentía que me iba a explotar la garganta de un momento a otro: salté de la cama, despertando a Matt que se sobresaltó y salió corriendo detrás de mí. Ni siquiera sentí el frío al salir al exterior, apenas había amanecido, el barro húmedo se me metió entre los dedos de los pies descalzos. Estaba deleitando a los habitantes del bosque con mi “sensual” camiseta de tirantes y mis pantalones de osos, pero ni lo pensé. Intenté llegar lo más lejos que pude, adentrarme en el bosque, pero apenas llegué a la empalizada de la cabaña: me apoyé en el muro, se me nubló la vista y sentí como las piernas me temblaban. La cabeza me daba vueltas. Oía a Matt gritar mi nombre como una especie de letanía. Una arcada me recorrió la garganta y expulsé por la boca un maloliente líquido amarillo con tropezones de comida. Solo podía ver mis pies empapados en vómito y barro y los mechones de pelo que me caían alrededor de la cara. Comencé a llorar sin motivo sin levantar la vista del charco pastoso. Otra arcada y más vómito. Matt llegó a mi lado en ese mismo instante: uno de sus brazos me abrazó protector mientras que con el otro me sujetaba el pelo para evitar que me lo manchase. Había salido casi al mismo instante, tampoco llevaba zapatos ni camisa, tan solo unos vaqueros mal puestos y sin abrochar.
-¡Dios mío! ¿Qué le ha pasado?-era la voz de Billy Brown, que se había aproximado al escuchar los gritos de Matt. Desde mi posición solo podía ver sus viejas y desgastadas botas de piel.
A pesar de que apenas había salido el sol, la vida ya había empezado a agitarse en Browntown. Cuando salí corriendo de la cabaña de Matt  ni siquiera me percaté en que Billy estaba tallando un trozo de madera desde la escalera del porche de su casa, Noah deshacía plástico en una hoguera delante de su tienda y Bam Bam cortaba madera en un tocón cerca de su choza de cazadores. Los tres se acercaron al oír el escándalo.
-No lo sé…-sentía el miedo de Matt en su voz, seguro que si lo miraba a la cara estaría enrojecida por los nervios-Se ha levantado de golpe y ha salido corriendo…
-Voy a avisar a mamá…-y el patriarca se puso a llamar a gritos a su esposa.
No me atrevía a levantar la cabeza. Estaba en pijama y seguro que mis pezones erizados por el frío, claramente visibles a través de la camiseta, serán todo un espectáculo. Me sentía débil y humillada. Tenía los ojos empapados en lágrimas y el aliento me apestaba a vómito. Otra arcada. Matt sujetaba mi cuerpo e intentaba mantener la calma a pesar de que sentía su preocupación en su tono de voz.
-Tranquila, no pasa nada… Venga, échalo todo… así es, muy bien… tranquila…
“Está acojonado. Ambos lo estamos”.
Los gritos de Matt despertaron al resto de la familia y antes de que llegasen Ami y las chicas; Bear y Gabe ya me estaban rodeando. Desde mi posición solo podía ver sus pies, también había manchado a Matt de vómito. ¡Qué bochornoso era todo! Solo hacía que llorar, vomitar y sorber los mocos. “Por favor, tierra trágame”. Gabe parecía que era el que estaba más alarmado después de Matt. “Siento que tengas que ver a tu ídolo así Gabe, ¿lo ves? Yo también tengo días horribles”. Se agachó para preguntarme que me pasaba, pero Bam le tiró atrás, igual que a Bear.
-No la agobiéis, necesita respirar…-“Gracias Bam”.
Jadeaba exageradamente y gimoteaba por los nervios, pero después del tercer chorro se me empezaron a aclarar las ideas. Los ojos azules y vidriosos de Matt se asomaron por un costado, podía ver en su cara lo asustado que estaba, quería responderle que estaba bien, que ya me encontraba mejor, pero tampoco me salían las palabras. No sabía que me había pasado y estaba igual de asustada que él. Lo abracé con todas mis fuerzas, hundiendo mi mejilla en su torso desnudo, tenía la piel de gallina por el frío. Él me rodeó con sus brazos y apoyó su mentón sobre mi cabeza mientras me mecía suavemente y me hablaba para tranquilizarme (en realidad, para tranquilizar a ambos):
-Ya está, ya ha pasado todo… Estoy aquí, tranquila… Estoy aquí.
Era como si me leyese el pensamiento, sabía perfectamente lo que quería oír. Entonces llegó Ami, seguida por sus hijas. No quería mirarla, no quería mirar a nadie. Volvía a sentirme inútil, débil y humillada. Me abochornaba que me viesen así… Estaba rodeada de gente que se preocupaba por mí: “¡No quería que se preocupasen por mí! No soy una inútil ni una floja. Estoy bien, de verdad que estoy bien, largaos por favor. Puedo apañármelas sola, siempre lo hago…”
-¿Qué ha pasado?-preguntó la dulce mujer.
-Ayla ha vomitado…-respondió Bear sin pudor alguno.
Apoyó su mano sobre mi hombro y me preguntó con delicadeza si estaba bien pero yo solo me limitaba a gimotear y a abrazar a Matt.
-Está asustada…-Noah tenía un don para comunicar lo evidente.
-Vamos a llevarla dentro. Matt, ven conmigo… -echamos a andar siguiendo a Ami, Billy y las chicas nos acompañaron. El resto tenía intención de seguirnos también, pero Bam volvió a decir que necesitaba que me dejasen mi espacio. Desde mi perspectiva no podía ver lo que sucedía realmente, pero me imaginaba el rostro de insolencia de Gabe a negarse a obedecer la orden de su hermano mayor.
-Chicos, volved a vuestras tareas… Yo cuidaré de ella-nadie se atrevió a cuestionar la decisión de Ami Brown.
Me acomodé en la mesa del comedor, envuelta en una manta. Ya estaba más calmada y empezaba a respirar normal, Matt intentó limpiarme la cara con un trapo, pero me revolví y me limpié por mi cuenta. Ami me trajo un té para que se me asentase el estómago. A mí alrededor estaban sentados Billy y el resto de las chicas, Matt seguía pegado a mí como una lapa, sacudiéndome los hombros para entrar en calor:
-No pasa nada Matt… ya estoy bien…-por fin pude hablar y Matt comenzaba a agobiarme con tanto abrazo.
-¿Estás segura? ¿Estás mareada? ¿Te duele algo?-empezó a tocarme por todos los lados, le aparté bruscamente.
-Estoy bien, para de agobiarme…
-Perdona… pero cuando has salido de esa manera de casa me he asustado. ¿Qué te ha ocurrido?
Miré al suelo intentando evitar la respuesta.
-Matt…-dijo finalmente Ami- ¿Por qué no vas a vestirte y te pones con Bear a terminar su cabaña?
-Estoy bien aquí…-respondió él, insolente-Además, el encargado de ayudar a Bear es Bam.
-Bam se está preparando para ir a Hoonah, Paul tiene que hablar con él sobre un posible negocio…-aclaró Billy.
-De verdad que estoy bien Matt… Haz el favor de irte a trabajar…-me arrepentí de hablarle así al instante, pero era demasiado orgullosa para disculparme. El aliento me olía a vómito, así que tampoco quise besarle cuando acercó los labios a mí. Tuvo que conformarse con darme un beso en la sien. Su frase resonaba en mi cabeza: “En Alaska no sabes cuándo volverás a ver a alguien. Asegúrate de que siempre sepa que lo quieres y lo valoras.”
Sus ojos azules y su rostro congestionado me miraron una última vez antes de salir por la puerta:
-Más.
-Más.-le respondí fría como el hielo.
Una mirada de Ami sirvió para decirle a Billy que era hora de retirarse.
-Voy a darles instrucciones a los chicos y a hablar con Bam sobre lo que tiene que hacer en Hoonah.
-Rainy, ¿Por qué no vas con él y le dices lo que me tiene que comprar?
La menor de la familia asintió y se marchó con su padre. Solo quedamos Ami, Bird y yo, que sorbía tímidamente de mi taza de té. La madre se acercó a mí, como si quisiera contarme un secreto. El olor a colonia barata me atontó los sentidos y le olía el aliento a persona mayor.
-Hay cosas de las que solo se puede hablar con una mujer ¿verdad?-hablaba con suavidad, como si estuviese flotando en una nube, pero tenía un punto de picardía en los ojos. Birdy se parecía muchísimo a ella, tanto física como interiormente: dulce como la miel pero fuerte como un roble. No entendía que me quería decir, pero evitaba a toda costa cruzarme con esa nariz afilada y esos ojos de águila que lo veían todo.- ¿No es la primera vez que te pasa, no? Te entran náuseas por la mañana, de golpe, así como si nada… -“¿cómo coño lo sabía? ¿Acaso nos espiaría a Matt y a mí? ¿Nos habría visto aquel día en el bosque? Joder, solo quiero que acabe este día de mierda, ¡Qué se me trague la tierra por Dios!”
-Solo dese hace un par de días… Debe de ser un virus estomacal o algo que he comido…-busqué con la mirada el apoyo de Birdy, pero ella también evitaba mirarme a los ojos.
Ami no me creía:
-Ya… Dime una cosa: ¿últimamente estás más sensible a los olores, tienes cambios de humor o te duelen excesivamente los pechos?-tenía tendencia a preguntar asuntos íntimos sin demasiada discreción. Hasta ahora se había mantenido bastante al margen por orden de Matt, pero ya había llegado a su límite.
-No…-el tembleque y la duda de mi voz delató que ni siquiera me había fijado en esos aspectos, pero empezaba a intuir hacia donde quería que desembocará esa conversación, y eran aguas muy turbulentas.
-Entiendo, perdona por la indiscreción, pero ¿cuándo fue la última vez que tuviste el periodo?-“¡Por Dios, ni siquiera sabía en qué día vivía como para saber cuándo fue la última vez que me vino la regla!”
-¿A qué día estamos?-pregunté tímidamente.
-Veintiuno de mayo.-la solemne respuesta de Birdy me golpeó la cara como una buena bofetada. ¡Veintiuno de mayo! Imposible… Cuándo conocí a Matt estábamos a mediados de marzo… ¿Cómo habían podido pasar dos meses tan deprisa? Y Oh Dios mío… A pesar de ir preparada no había sangrado desde que había llegado a Browntown… Mi cara debía ser un poema en ese mismo instante. No me veía reflejada en ningún sitio, pero notaba como la sangre se me bajaba a los pies. Estaba blanca como un fantasma.
-Suelo tener retrasos. Nunca me ha venido de manera regular…-la excusa era más para convencerme a mí misma que para convencerla a ella.
-¿Mantienes relaciones íntimas con Matt con frecuencia?-esa pregunta si que fue mortal. Intentó formularla con tacto, pero el intento fue en vano “Si, casi cada noche me muero por tener a tu hijo entre las piernas” no me pareció una buena respuesta. Mi palidez se tornó rojo cereza. Notaba como la sangre me hervía en la cabeza, busqué con la mirada puntos de referencia para evadirme de esa respuesta. Ami pareció darse cuenta de mi incomodidad, pero su mirada seguía rondándome como águila a su presa. Birdy no decía nada.
-¿A dónde quieres ir a parar?-estaba empezando a ponerme nerviosa y  eso me agriaba el carácter. Se me hinchaba el pecho y me ponía a la defensiva con todo el mundo.
-Nada… Es solo… que he tenido siete hijos. Conozco los síntomas…-su tono de voz retumbó sobre mi cabeza como si un martillo de hierro la golpease cual cencerro. Ami se levantó de la mesa con su porte altivo y orgulloso-Si me disculpáis, tengo cosas que hacer… Más chicas.
-Más.-respondimos ambas.
Me golpeé la cabeza contra la mesa. Con Birdy había más confianza, aunque tampoco era con quién quería compartir mis vivencias en la cama con Matt…
-¡Dios mío! ¿Qué voy a hacer? ¿Qué coño hago yo ahora?-Birdy me dio palmaditas en la espalda para consolarme.
-Tranquila… seguro que no es nada. Solo una falsa alarma…
“¿Una falsa alarma de más de dos meses en las que cada noche me he estado cepillando a tu hermano a pelo? Claro, no suena demasiado convincente…”-recité para mí, hasta mi tono de voz sonaba desagradable dentro de mi cabeza.
-Siempre puedes hacerte una prueba…
-No lo digas. Ni se te ocurra decirlo…-la regañé, además ¿de dónde iba a sacar una predictor en medio del bosque? La farmacia más cercana estaba en: Hoonah…-di una palmada sobre la mesa y miré a Bird con un brillo de esperanza en la mirada. Contraía la mandíbula por la presión-¿Bam se ha ido ya?-le pregunté histérica. Ella se sobresaltó ante mis esporádicos cambios de humor.
-Em… No lo sé… yo…-vaciló.
Me levanté como un rayo de la mesa y salí escopetada por la puerta, aún iba en pijama, así que corrí a vestirme a la cabaña de Matt. Me abroché los vaqueros y me calcé las botas. Tenía los pies embarrados, pero ya tendría tiempo de limpiármelos después, tenía que alcanzar a Bam Bam. Me coloqué la sudadera negra de mala manera y salí con el anorak en la mano. Había metido dinero y documentación en la mochila, los Brown no creían en los papeles, pero eran lo que demostraba que tenía un visado y no estaba escapando de la justicia. Desordené mi bolsa en busca del neceser para enjuagarme la boca, pero no di con él, ni tampoco con el desodorante. Tenía toallitas higiénicas en la mochila, me las tendría que apañar con ellas y vigilar de no echarle el aliento a nadie que estuviese demasiado cerca. Corrí todo lo que las piernas me lo permitieron hasta llegar a la bahía, Bam estaba metiendo el bote en el agua. Lo llamé a gritos, aunque él se giró con la pasividad y soberbia que lo caracterizaban:
-¿Ya estás mejor?-llegué exhausta y sentía como si en cualquier momento fuese a echar los pulmones con la boca.
-¿Puedo ir contigo a Hoonah?-pregunté entre jadeos. A Bam no le gustaba demasiado trabajar en equipo, y temí que fuera a amargarle el viaje, pero necesitaba con urgencia ir a la civilización. Afortunadamente, lo pillé de buen humor:
-Claro, ¿por qué no? Sube…
El primer tramo del trayecto lo pasamos en silencio, mecidos por el sonido del motor del bote y el crujido del casco a chocar contra las olas. Aproveché para colocarme correctamente la ropa. El viento me revolvía el pelo y no me dejaba ver, así que terminé por recogérmelo en una trenza, aunque rebeldes mechones seguían molestándome alrededor de la cara. Apenas presté atención a Bam, el trayecto, que apenas duraba una hora, se me estaba haciendo eterno.
-¿Vas al médico?-preguntó al final para romper el incómodo silencio.
Bam Bam era el más alto de los cinco hermanos y era todo lo contrario a Matt. No había entablado demasiada conversación con él, solíamos hablar de política, de economía y de todo tipo de Hard News, pero no tenía con él la confianza que había desarrollado con Birdy, Noah o con el mismo Matt. Además, las continuas desgracias que me estaban pasando ese día provocaban que no tuviese ganas de hablar, y que respondiese de mala manera a todo el mundo.
-No.
-¿Entonces por qué vas a Hoonah?
-Tengo que comprar algunas cosas…
-Podrías aprovechar para que te hicieran una revisión, no es muy normal levantarse de buena mañana vomitando de esa manera…-Bam siempre tan precavido y preocupado por todo el mundo. Me hablaba de una manera más dulce y atenta que a sus hermanos, aunque estuviese con Matt, Bam era un seductor nato y no podía evitar dirigirse a mí como si fuese una doncella en apuros.
-Estoy bien…-farfullé a regañadientes.-Solo me ha sentado mal la cena…
-Ya… ¿te piensas que nací ayer? Matt podría haberte acompañado al médico, no sabes lo preocupado que estaba…
“Matt y su preocupación se pueden ir a tomar por culo un rato”.
-Está ocupado, ayudando a Bear con la cabaña del árbol.
-Tú eres más importante que cuatro trozos de madera clavados en un árbol… -hablaba en verso con la mirada llena de orgullo a través de los cristales de esas viejas gafas de John Lennon. Los cinco hermanos tenían los ojos claros, desde el azul cielo de Matt, pasando por el añil violeta de Gabe, hasta llegar al gris tormenta de Noah. Los de Bam eran verdes, como las aceitunas, y envolvían un iris castaño y brillante, altivo. Su mirada conjuntaba con su sonrisa soberbia. Era el más alto de todos y me miraba desde arriba con el pecho hinchado, con la mirada cargada de superioridad. La verdad es que una parte del malhumorado y orgulloso Bam me tenía cautivada: su cabello largo y los pendientes de las orejas, los brazos musculosos tatuados llenos de brazaletes negros y anillos plateados y las piernas largas y fuertes bien marcadas a través de los vaqueros le otorgaban un aire de superioridad, de magnificencia, de tipo duro que va de sobrado por la vida, que tiene todo bajo control y que me llamaba especialmente la atención. Sin duda, era el más atractivo de los hermanos… incluso por encima de Matt.-Ahora en serio, a mí no tienes que mentirme ¿por qué vas a Hoonah?
-No quiero hablar de esto contigo…-fue mi sincera respuesta.
-¿Y con quién vas a hablar sino?-exclamó en un tono de voz soberbio que complementaba con su mirada. Extendió los brazos, mostrándome el mar a nuestro alrededor, estábamos solos. Unas marsopas saltaron a lo lejos-Seguro que ellas quieren escucharte…-bromeó irónico.
Su sarcasmo y su tono de voz me estaban sacando aún más de mis casillas:
-Limítate a gobernar el barco. -“Y déjame en paz”.
-Eeee-me advirtió-tranquilita, que en cualquier momento puedo dar la vuelta y no vemos Hoonah en meses. Necesitas hablar con alguien sobre lo que te pasa, no es bueno guardarse las cosas. –“Llevo guardándome las cosas toda la vida, Bam”-No es necesario que hables tanto como Matt, por supuesto, pero te garantizo que te escucharé…
Bam Bam era todo un galán, un ligón. Si viviese en la ciudad sería el típico que en una discoteca no se acercaría a mí ni en un millón de años, pero en el bosque no estaba muy acostumbrado a ver muchas chicas, y aunque estuviese con su hermano, seguía hablándome como un polvo potencial para esta noche…
Suspiré hondo porque me estaba desesperando
-Supongo que no es ningún secreto el que me acuesto con Matt…
-No, suele alardear de ello constantemente delante del resto.-Matt tenía tendencia a hablar demasiado, pero no me molestaba que presumiese de ello delante de sus hermanos. Si tuviese amigos yo también alardearía de él.
-¿El detalle de que no usamos ningún tipo de protección también lo ha contado?
Bam bajó la cabeza. Se preocupaba a la más mínima y aunque intentó disimularlo, su rostro delataba que empezaba a temer que su hermano mayor se hubiese metido en algún lío… Se pasó las manos por la espesa barba dorada:
-De verdad Ayla… tenías cinco hermanos para escoger, ¡cinco! y te has ido a liar con el más tonto de todos…-no me gustaba que hablase así de Matt, a veces era como un crío, pero sabía ponerse serio cuando tocaba y no tenía un pelo de tonto-¿Qué pasa? ¿Matt lo hace tan bien que no podéis parar un momento para poneros un condón?-“Deja ese tono sarcástico Bam, y no me hables como si fuese tonta”.
-No creo que Matt sea muy amigo del látex-arqueó las cejas-No quiero hablar de esto contigo, Bam…-evité su mirada aceituna y me concentré en las crestas blancas de las olas, me estaba sonrojando de nuevo.
-¿Y con quién vas a hacerlo? ¿Con mi madre? ¿Con Noah?-su sarcasmo me ponía de los nervios y odiaba que me hablase con ese tono de superioridad, no era mejor que yo, pero nunca me he molestado en demostrarle a nadie lo que era capaz, mucho menos iba a esforzarme mostrándoselo a Bam Bam Brown.
-No creo que pase nada… Es normal que a veces se retrase un poco, solo es para asegurarme…-intenté excusarme.
-Sí, pero ¿Y si sí? ¿Y si no es una falsa alarma? ¿Has pensado que vas a hacer?
“Tú siempre poniéndote en lo mejor ¿verdad Bam?
-Suicidarme…-respondí secamente.
-Venga… ¿tan malo sería tener un pequeño Matthie?
Desde que empecé mi carrera que los niños no entraban en mis planes. No tendría tiempo para ellos, viajaba mucho y mi trabajo me obligaba a estar conectada las veinticuatro horas del día. Además ya me había mentalizado de que no iba a encontrar a nadie con quién pasar el resto de mis días, y no era partidaria ni de la adopción ni de los métodos de reproducción asistida. En ese aspecto seguía un poco la filosofía de Noah, “si el destino no me da ningún hijo de manera natural es porque quizá no esté destinada a tener uno” ¡Por favor! si no se lo que voy a hacer con mi vida, ¿cómo iba a saber qué hacer con un niño? Otro de mis temores era traer al mundo a un bebé que se pareciera a mí: que fuese tan tímido como yo y que no tuviese amigos, que estuviese solo y que no se sintiese querido y valorado. No quería tener un niño que se pasase horas llorando en un baño, empapado en vómito sin que nadie se diese cuenta de su ausencia… No quería traer una vida a esta sociedad de mierda, pero no estaba en esa sociedad de mierda…
-Tengo veintiún años Bam… Una carrera por delante, contratos, libros, guiones que terminar…
-¿Y qué beneficio te va a aportar eso? Si, vas a vivir todo lo bien que quieras en tu ático de Nueva York rodeada de billetes verdes sin ningún valor… ¿Serás feliz con eso? Yo no lo sería…
“¿Por qué coño tenía que hablar tan bien?” No iba a negar que en alguna ocasión, cuando Matt se ponía tierno conmigo, me había imaginado con un bebé con ricitos y ojos azules en brazos, y Matt a mi lado, mirándonos orgulloso.
-No puedo tener un bebé aquí. Un niño necesita médicos, escuelas…Y además, en algún momento tendré que volver a casa…-una espina se me clavó en el corazón al pronunciar esas palabras.
-Eso no se lo has dicho a Matt, él cree que te vas a quedar para siempre…-se le había hecho un nudo en la garganta y luchaba para que no notase como le había costado pronunciar aquello. Él también quería que me quedase-Matt es un cabeza de chorlito, un infantil y un inmaduro, pero es el único hermano mayor que tengo. Hacía tiempo que no le veía reír ni sonreír de esa manera-“Sí, la verdad es que tiene una sonrisa maravillosa, ¿verdad?”-Toda la familia está muy agradecida de que le trajeras de vuelta a casa… -“solo quieren que me quede para asegurarse de que no vuelve a beber, no me quieren por como soy, solo para ser la perra guardiana de Matt”.-Y además, nosotros siete nos hemos criado en el bosque y nunca nos ha faltado de nada…
Una lágrima me recorrió la mejilla, Bam la vio claramente resbalar hasta fundirse sobre mi ropa.
-Tú no quieres irte…-dedujo. “No Bam, no quiero, porque hasta hace un momento creía que me queríais por lo que soy, no para vigilar a Matt, que valorabais mis aptitudes escribiendo y mi voluntad de aprender, pero acabo de darme cuenta de que soy la misma inútil que llegó el primer día.” Añoraba a Matt, hacía pocas horas que no le veía, pero ya lo añoraba, necesitaba que me abrazase, aunque jamás se lo pediría directamente, que me meciese y me besase el pelo, que me dijese que estaba allí. Necesitaba que estuviese allí. Comencé a rebuscar en mi mochila y coloqué sobre mi regazo varias cajas de colores, se las mostré a Bam una por una:
-Éstas son para dormir, estás otras controlan mis niveles de hormonas para que no tenga cambio de humor, éstas son un calmante y estas un analgésico para el dolor de cabeza y de espalda y éstas otras son para la depresión…. No he necesitado tomar ninguna de ellas desde que  llegué aquí.
Quería lanzárselas a la cabeza por haberme hecho ver que no soy más que la guarda espaldas de su hermano, la encargada de asegurarme de que no beba. Sigo siendo la misma inútil de siempre, Bam me había mostrado respeto y confianza desde el primer día, pero quería matarlo en ese mismo instante. La silueta de Hoonah comenzó a divisarse en el horizonte:
-La hora de la verdad.-proclamó Bam para romper el hielo después del incómodo silencio que se formó después de que le mostrase la cantidad de medicamentos que se dedicaban a inducirme los médicos.
Le ayudé a amarrar el bote, aunque no estaba de humor para ello, me arrebató de mala manera el cabo de las manos al observar todo lo que tardaba en hacer correctamente el nudo de marinero:
-Así no se hace…-se acuclilló junto a mí y si no llega a ser por los guantes me hubiese cortado las manos. Sus dedos ásperos y los guantes desgastados por el uso rozaron mis manos, lisas y suaves por la falta de trabajo manual y la cantidad de cremas y aceites químicos que me aplicaba. Sostuve el aliento para que no se diese cuenta de que aún no me había lavado los dientes, aunque percibí claramente su fuerte olor a hombre. “Bam huele muy fuerte, a almizcle: Matt a tierra mojada, Noah a after shave de anciano y Gabe a serrín… Quizá sí que me esté volviendo más sensible a los olores”
-Matt me enseñó a hacerlo así…
-Matt suele tener su propia manera de hacer las cosas… Y no siempre es correcta.
Terminó de hacer el nudo y se alzó a mi lado:
-Ve a hacer lo que tengas que hacer, yo me voy a ver a Paul, nos vemos en la cafetería del puerto cuando termines…-y cada uno se fue por su lado. Ambos cabreados el uno con el otro. Me volví una última vez para ver cómo se alejaba Bam, con sus andares orgullosos y las manos mentidas en ese largo abrigo oscuro: “Sí, sin duda, tiene mejor culo que Matt”.
Estaba tan asustada, tan sola que ni me di cuenta de que era la primera vez que pisaba la civilización en siglos. Era casi verano, pero aun así me estaba muriendo de frío. Metí las manos en los bolsillos y me subí la cremallera hasta la nariz. Caminaba con paso tembloroso, el suelo estaba empapado y la escasa gente que paseaba por la calle me seguía con la mirada. Era una extraña, y estaba sola. Entré en la farmacia dubitativa y me obligué a ser fuerte: “Dios no nos pone obstáculos más grandes de lo que podamos superar” solía decir Noah. Busqué con paso inseguro y bajo la atenta mirada de la dependienta la sección de anticonceptivos: agarré los condones más baratos que encontré, ni siquiera miré la marca, el tacto ni nada… Solo quería salir de allí, hice lo mismo con el test de embarazo, agarré el más barato y fui a pagar. También compré un cepillo de dientes y algunos productos de higiene. Mantuve la vista fija en la madera blanca del mostrador para evitar cruzarme con la mirada de la dependienta:
-En total serán trece dólares y cincuenta centavos.-le tendí un billete de diez y otro de cinco-¿No es usted la escritora que ha venido a entrevistar a los Brown?-agarré el cambio que me devolvía y la bolsa de plástico con mis cosas:
-No, no soy yo…-respondí nerviosa antes de irme corriendo y casi tropezar con el escalón de la entrada. Me gustaba que me reconociesen por la calle, me hacía sentir especial, que mi esfuerzo y todo mi trabajo escribiendo merecían la pena, pero me moría de vergüenza porque lo hubiese hecho mientras compraba un predictor y unos preservativos.
Al salir me puse el gorro de lana para evitar que alguien me reconociese de nuevo. Corrí hasta donde había quedado con Bam, pero él todavía no estaba. Suspiré aliviada porque quería hacer esto sola, necesitaba hacerlo sola. Echaba mucho de menos a Matt en ese momento… “Debería habérselo dicho, así no estaría pasando por esto yo sola, no… no puedo depender así de él, está ocupado, eres una mujer fuerte Ayla, puedes hacerlo. Venga, hazlo de una vez.” Me encerré en el diminuto baño. Por fin me lavé los dientes como Dios manda, me deshice la trenza y me arreglé el pelo. Aproveché para asearme correctamente: Me mojé la cara con agua y pensé en todo lo que había pasado hasta ahora. Debía ser fuerte. Los ojos me brillaban exageradamente cuando lloraba y en ese momento relucían tanto sobre mi rostro enrojecido que parecía más un gato que una persona.
No era la primera vez que me hacía una prueba de embarazo, ya me había hecho una, algunos años atrás, cuando se me retrasó la regla y mi pareja de entonces insistió en hacerla, solo para asegurarse de que no pasaba nada. En ese momento fue muy fácil porque estaba segura de que solo eran sus paranoias, pero esta vez no lo tenía tan claro… Fueron los dos minutos más largos de mi vida, me senté en el suelo de ese sucio baño a esperar a que apareciera lo que tuviese que aparecer. Finalmente me armé de valor, suspiré y lo miré, lo miré varias veces para asegurarme y me eché a llorar. Pensé en Matt, quería que estuviese allí conmigo… Si tuviese un teléfono podría llamarlo y oír su voz, pero pasarían horas antes de que lo volviese a ver. Si es que lo volvía a hacer: “Nunca sabes si volverás a ver a alguien en Alaska” ¿Y si huía ahora, sin decir nada? No sería la primera vez que huyo de un tío… pero era Matt, mi pequeño y dulce Matt… Su familia estaba convencida de que había dejado de beber gracias a mí, si me iba, creían que lo volvería a hacer. Y si en realidad era así me odiaría a mí misma por no estar a su lado. Prometí que siempre que encontrase a alguien que necesitara mi ayuda se la ofrecería, pero no contaba con enamorarme de mi paciente ni de depender tanto de él. Me odiaba por quererlo, por ser capaz de romper la barrera de hielo que había forjado en mi corazón para evitar que me volviesen a hacer daño. Quise golpearme la cabeza contra la pared y desaparecer, y no haber aceptado nunca el trabajo de Alaska, no haber conocido a Matt ni saber que había otra vida más allá de los editores y los libros, una vida de libertad,. Deseaba más que nunca estar a su lado: quería que me contase una de sus historias, que se riese con su preciosa risa, que me enseñase a hacer algo, que me hiciese reír…y me daba asco de mi misma por desear estar cerca de alguien. Estaba rompiendo mi escudo, violando mis principios de solo ser fiel a mí misma. Agarré mi mochila y saqué todas las cajas de pastillas, mirándolas una por una. Las tiré con rabia al suelo y volví a mirar el predictor. Bam debía estar esperando… Recogí mis cosas y tiré esa mierda de palo a la basura. Me lavé la cara de nuevo, pero mis ojos delataban que había estado llorando.
Bam Bam estaba sentado de cara, leyendo el periódico mientras se bebía un refresco directamente de la lata. Me acerqué hasta él con paso decidido, me tropecé con una mesa, para variar, pero él pareció no darse cuenta de mi presencia hasta que me senté delante de él. Alzó la vista del periódico, sus ojos orgullosos estaban llenos de preocupación oculta:
-He pedido pizza de peperoni, he supuesto que te gustaría-incluso su soberbio tono de voz sonaba inseguro.
Hacía siglos que no comía pizza y tenía el estómago vacío. De repente, caí en que tenía muchísima hambre, pero también una estricta dieta que seguir:
-No puedo comer pizza, engorda…
-¿Y qué?-respondió sobrado. La verdad es que me apetecía mucho comer un buen trozo de pizza. Ambos nos mantuvimos en silencio un buen rato, él miraba su periódico, y yo lo miraba a él. Ninguno de los dos se atrevía a preguntar.
-Negativo.-suspiró aliviado una gran bocanada de aire y golpeó la mesa con ambos puños.
-Gracias a Dios.-la cara le cambió completamente. Se restregó de nuevo las palmas de las manos contra las mejillas.
-Mis pastillas para las hormonas también son anticonceptivas, cuando una mujer deja de tomarlas de repente sus hormonas se vuelven locas y tardan varios meses en regularse: eso puede implicar que se les retrase la regla, cambios de humor, dolor de pechos… Casi como un embarazo. Las mujeres que las dejan de tomar para ser madres suelen tardar alrededor de un año en concebir…
-Así que fueron las pastillas…
-Sí,-afirmé por fin aliviada-Solo ha sido un susto.
-Ahora ya podrás irte de nuevo a tu preciosa ciudad… -“Solo quiero ver a Matt, Bam, solo quiero ver a Matt, de verdad…” pero como siempre opté por no responder y dejar que me abofetearan-Y romperle el corazón a mi hermano.
-No quiero hablar de eso Bam, ya te lo he dicho: tengo contratos, negocios, responsabilidades que atender…
-¡Cosas que no te hacen feliz!-alzó la voz lo suficiente para que nos oyese parte del restaurante. Bajó el tono y me apuntó con un dedo acusador-Mi hermano, Browntown… eso te hace feliz…
“No, os hace feliz a vosotros. Yo solo soy la niñera de Matt, no me veis como una más de la manada.”
-¿Has cerrado el trato con Paul?-su mirada de disgusto lo dijo todo, pero no le dio tiempo a responder, dos chiquillas de unos catorce o quince años se acercaron tímidamente a mí. En la otra punta, dos voluptuosas madres las miraban orgullosas.
-Disculpa ¿eres Ayla Hurst?
Tuve que poner la mejor de mis sonrisas, a pesar del mal trago que acababa de pasar:
-Sí, soy yo… ¿en qué puedo ayudaros?-las muchachas soltaron unos agudos grititos y me hablaron tímidamente.
-¿Te importaría hacerte una foto con nosotras?
-No, claro que no…-respondí amablemente.
Sacaron su Smartphone y nos hicimos un par de selfies, ante la media sonrisa sarcástica de Bam:
-¿Es cierto que vas a regresar a Sobrenatural esta temporada?-ya se habían soltado un poco y me hablaban de forma más descarada.
-Bueno, aún hay muchas cosas que arreglar…-respondí sinceramente. Noté los ojos aceituna de Bam apuñalándome varias veces en el pecho.
-¿Jensen Ackles es más guapo que en la televisión?
-Lo es, y además es un encanto de hombre…-las muchachas volvieron a gritar emocionadas.
-¿Y es verdad eso que…?
-¡Niñas!-una de las madres las llamó para que me dejaran tranquilas y pude volver a apesadumbrarme. La cara de Bam Bam era un poema y yo me moría de la vergüenza.
-¿Esto te hace feliz? ¿Hacerte fotos con niñas gritonas y contestarles preguntas estúpidas?-El camarero nos trajo una ardiente pizza de peperoni y delicioso queso fundido. No había comido nada en todo el día y se me hizo la boca agua, me rugió el estómago exageradamente, pero me abstuve de coger un trozo, al contrario que Bam que dejó que el queso le empapase la barba-¿Y no poder comer lo que te dé la gana? Permíteme que te diga que vaya mierda de vida tienes…
Me sentí humillada y me negué a mirarlo a los ojos. Junté las manos y entrelacé los dedos una y otra vez para ocultar mi nerviosismo. Recordaba cómo me cubría el cuerpo cuando estaba con Matt: resultaba extremadamente vergonzoso para mí mostrar mi flacidez, mi piel pálida y mis muslos anchos delante de su cuerpo robusto y musculoso.  Bam se dio cuenta de cómo me había hecho sentir, tenía tendencia a faltar al respeto a la gente si sus puntos de vista no coincidían con el suyo, aun así no se disculpó, era demasiado orgulloso para hacerlo. Cambió de tema radicalmente, era su particular manera de decir que se arrepentía de lo que había dicho:
-No he conseguido cerrar el trato con Paul…-admitió finalmente abatido. Alcé la vista hacia él.-Este año no va a poder darnos muchos trabajos. Tiene que arreglar algunos asuntos burocráticos y tiene que pagar a alguien para hacerlo…
-Los gestores son caros.
-Va a ser un año flojo para el negocio de transporte de los Brown…
-¿Te dijo de qué eran los papeles que tenía que arreglar?
-Mencionó algo de no sé qué seguros para los barcos…-Bam se limpió el exceso de queso que le goteaba por la barba.
No era demasiado buena haciendo trabajos prácticos, pero los asuntos teóricos eran lo mío, así como aprovechar las oportunidades. Una profesora de mi universidad solía decir: “El no ya lo tienes…” y esa filosofía era la que me había llevado puerta por puerta de todas las editoriales de la ciudad hasta conseguir que una publicase mi libro.
-Quizá pueda ayudarte con eso… ¿Podemos ir a ver a Paul otra vez?-comenté mientras me llenaba la boca de queso caliente y fuerte sabor a masa caliente y embutido.
Bam pareció dudar de mis intenciones, pero necesitaba su voto de confianza, necesitaba que no me fallase esta vez. Me había apoyado el día de la caza con Gabe y me había permitido navegar con él hasta Hoonah, necesitaba que me apoyase en aquel momento. El chico era consciente de que la temporada de trabajo dependía de mí: él no había conseguido cerrar el trato y si existía la remota posibilidad de qué yo pudiese hacerlo, no la iba a desaprovechar:
-Está bien, vamos, pero no la fastidies…-su dedo acusador se me clavó en el pecho-Paul es nuestro mejor proveedor, sin él estamos muertos…
Me había metido presión con su última frase, pero no iba a dejar que un poquito de estrés me frenase. Sabía hablar con la gente, era lo mío, los tratos, los negocios… Me venía arriba cuando sacaba a relucir mis capacidades persuasivas, podía hacerlo. Fuimos a ver a Paul al puerto, su problema era más sencillo de que lo que me imaginaba. Solo necesitaba a alguien que le pusiese al día los permisos de los barcos, los seguros, que le organizase la agenda… Necesitaba un secretario. Cogí los papeles que me enseñó y les eché un vistazo rápido:
-Necesitaría mirármelo con más calma, pero la solución no es complicada: te has retrasado en los pagos de los barcos grandes, podrías pagar la multa del que más usases ahora y abandonar la aseguradora con la que lo tienes. Les das mucho dinero y no les interesa perderte como cliente, te rebajarían la deuda del otro y mientras ahorras para pagarla, podemos poner al día los permisos de transporte de los barcos más pequeños, y buscar un seguro más barato para los esquifes…
-¿Entiendes de esto?-se sorprendió el transportista. El rostro de Bam no mostraba su asombro, pero había aprendido a leer entre las líneas de su soberbia sonrisa.
-Mi padrastro tiene una pequeña empresa, y antes de trabajar para el mundo editorial le ayudaba con el papeleo. También estuve de prácticas en una gestoría y aprendí a manejarme un poco con los abogados y las aseguradoras…-me encogí de hombros-ya sabes, cosas de ciudad…
-¿Y me cobrarías mucho para hacer todas estas gestiones? ¿Sería menos que un gestor profesional?-Paul parecía desesperado en resolver sus problemas burocráticos.
-Nada, no te cobraría nada. Siempre que mantuvieses el volumen de trabajo de los Brown al mismo nivel que hasta ahora.
Paul no se lo pensó dos veces y me estrechó la mano con fuerza:
-Trato hecho. Mañana reuniré todos los papeles que tenga y nos ponemos a trabajar cuanto antes…
No pude disimular una sonrisita de triunfo mientras nos alejábamos. En cuanto estuvimos lo suficientemente alejados de Paul, Bam me abrazó con fuerza:
-¡Lo has conseguido! ¡Tenemos trabajo! ¡Tenemos trabajos!
-A veces tus métodos no son siempre tan correctos…-bromeé mientras deshacía el nudo que sujetaba nuestro esquife al puerto. Me sonrió orgulloso, orgulloso de mí. No pude evitar sonrojarme, ¡por una vez no me había sentido inútil! Había servido de algo… No me lo podía creer. Lo miré, el viento le sacudía el pelo, enmarcando la mirada aceituna clavada en el mar y la sonrisa orgullosa. Su olor a almizcle se mezclaba con la sal… Tenía muchas ganas de volver, de explicarle satisfecha a Matt lo que había hecho, ya me había olvidado del accidente de aquella mañana. Matt estaría orgulloso de mi, celebraría mi triunfo por todo lo alto, siempre sabía hacerme sentir tan bien… Cuando fracasaba solo él me daba las fuerzas para salir adelante, era mucho más sencillo que hacerlo sola, aguantaba parte de mi peso y la carga no se hacía tan pesada. Mis éxitos los celebraba por todo lo alto, me hacía sentir bien, viva, me hacía sentir tan…
-Bam…-se volvió levemente hacia mí-Matt es lo que me hace feliz. Su manera de ver el mundo, su manera de hacerme sentir... Es complicado de explicar-hablar con Noah sobre esto hubiese sido mucho más sencillo, él me entendía-pero cuando Matt me dice que soy bonita o que hago algo bien… Noto que me lo dice desde dentro… Nunca nadie me había hablado así antes. Es como cuando un niño te dice que “te quiere”, sabes que es real.Allí a fuera, la gente es muy superficial ¿sabes? Los halagos son solo para echarle un polvo a una famosa, me cuesta asumirlo, pero creo que Matt, simplemente me quiere… y yo a él. Cuando estaba en Hoonah, en ningún momento me he parado a pensar en cuánto había añorado la civilización, quizá sí que eche de menos algunas cosas, pero cuando estaba allí solo pensaba en que quería ver a Matt. Quizá te estoy pareciendo estúpida y que paso demasiado tiempo escribiendo historias, no es la primera vez que me tachan de idiota soñadora, pero ahora mismo solo pienso en él, y en su sonrisa, su jodida sonrisa…
Sonrió entre incómodo y satisfecho por esa confesión:
-Si él te hace tan feliz… ¿Por qué no arriesgarse? Dejarlo todo y venirse a Alaska, con Matt y con todos nosotros…
-No quiero que me veáis como la niñera de Matt, Bam. Quiero que me veáis como alguien útil, que puede colaborar en la familia…
-¿En serio crees que te vemos así?-parecía decepcionado conmigo-Estás muy equivocada. Trajiste a Matt de vuelta a casa y estuvimos altamente agradecidos por ello, luego os enamorasteis y fue precioso para todos ver cómo lo hacíais, de verdad, era como ver una telenovela. Dabais tema de conversación-bromeó-Pero lo que de verdad nos gustó de ti era que admirabas nuestra forma de vivir y que desde un principio te esforzaste para integrarte, para aprender… En el bosque no somos tan egocéntricos como el lugar donde tú vives, todos veíamos que dabas lo mejor de ti y después de todo lo que has pasado, como te alzabas una y otra vez hasta que te salía bien. Eso es admirable Ayla, ese es el carácter de Alaska. En ningún momento te vimos como la niñera de Matt, más bien como la nueva integrante de la familia, ni mucho menos como una inútil-no sabía si las palabras de Bam eran sinceras, pero sin duda eran reconfortantes- Después de cómo has resuelto el tema de Paul… Te aseguro que si quedaba una mínima duda, la has dejado por los suelos.
La pedregosa playa de Chichagof comenzaba a visualizarse en el horizonte. Una figura aguardaba nuestra llegada. Reconocí el inconfundible sombrero de Matt, jugando a lanzarle un palo al Señor Cupcake. Mi mente asoció rápidamente los conceptos: “Si Matt está aquí, es que todo va bien”. Y sentí aún más ganas de verle.
-¿Puedo confesarte algo?-sabía que cuando nos bajásemos del bote, volvería a ser el orgulloso Bam y yo la intrusa que se acuesta con Matt y nuestras conversaciones volverían a limitarse a las Hard News de actualidad. Quería aprovechar los últimos minutos que me quedaban en la compañía de ese tierno y sensible capitán Bam Bam.
-Adelante.-asintió con ese tono de voz confiado que le caracterizaba.
-Una diminuta, diminutísima, parte de mí, deseaba que ese bebé fuese real. Era la excusa perfecta para no marcharme jamás…
No dijo nada, se limitó a sonreír y a saltar del bote para arrastrarlo hasta la arena. Ayudé a Bam a sacar el bote del agua, mientras Matt y Cupcake se acercaban hacia nosotros. El cachorro corrió hasta mí y lo saludé rascándole el cuello mientras me lamía la cara. Adoraba a los animales. Matt, en cambio, caminaba despacio hacia nosotros. No quería correr hacia él a abrazarle y decirle cuanto le añoraba, y menos aún en presencia de Bam, así que esperé junto a Cupcake hasta que llegó a mi lado. Dejé al perro y me levanté, estaba a penas a unos centímetros de mí. Tenía el rostro congestionado y los ojos vidriosos. “Algo va mal”.
-¡Matt! ¿No sabes lo que hemos hecho Bam y yo en Honnah? Hemos hablado con Paul y…
-Te has ido sin decir nada…-estaba enfadado conmigo, más bien decepcionado, aunque no entendía el por qué. Un pucherito se escapó de sus finos labios rosados.
-¿Cómo?-exclamé sorprendida.
-Será mejor que os deje a solas…-Bam se puso a andar hacia el campamento, quería que se quedase, no quería enfrentarme sola a Matt. Un sentimiento de culpa me subió por el estómago. No sabía por qué, pero tenía la sensación de que había hecho algo mal.
-He ido a verte a la casa y Bird me ha dicho que te habías ido con Bam. ¡Sin decirme nada! En Alaska no sabes cuándo volverás a ver a alguien…
Mi lado de mujer fuerte e independiente brotó de mi interior:
-No necesito decirte donde estoy en todo momento. Ni en Alaska ni en ningún sitio…
-Si te has pasado la mañana vomitando sí.-fue su firme respuesta-¡Por el amor de Dios! No sabes lo preocupado que estaba, si tenías que ir al médico podría haber ido contigo. ¿Soy tú pareja no? Para lo bueno y para lo malo…
-No he ido al médico Matt, solo necesitaba comprar algunas cosas, estabas trabajando y no quería molestarte con mis tonterías…-hablaba en susurros en comparación de sus gritos. Me estaba envolviendo en mi escudo, Matt tenía el rostro tan rojo y los ojos inyectados en sangre. Nunca lo había visto de esa manera. Estaba asustada.
-Tú eres más importante que clavar un par de tablones en un árbol-“Si al final Bam y tú no vais a ser tan diferentes”.-Creía que estabas muy mal, o peor… Qué te habías ido para siempre, sin decir nada, sin despedirte de mí…
“Así que es eso, él está más asustado que yo. Tiene miedo a que me vaya”.
-¿De verdad crees que me marcharía sin despedirme, sin decir nada?-me dolió que pensase que me iría a la francesa. Le quería, pero mi instinto básico me hacía ponerme a la defensiva cuando me atacaban con palabras.
-Te conozco Ayla. Sé que cuando tienes un problema no lo afrontas de cara, huyes, te escondes o finges que no ha sucedido. Creía que te avergonzabas de lo que había ocurrido esta mañana y te habías marchado…-“¿Se está conteniendo para no llorar? Matt, por favor, no llores, si lloras me romperás el corazón… Pídeme lo que quieras, pero no llores por favor, si lloras me matas”.
-Tenía que resolver unos asuntos por mi cuenta Matt, asuntos que podía resolver sola. No te necesitaba…
Su dedo acusador y sus gritos me apretaron el nudo que se me había formado en la garganta.
-¡Ese es tu problema Ayla Hurst! Que nunca pides ayuda, en el momento en que pusiste un pie aquí tus problemas dejaron de ser solo tuyos y ser de todos. ¿Por qué no me cuentas lo que te pasa? ¿Por qué no me dejas formar parte de tu mundo como tú formas del mío?-bajó el tono de voz de repente. Tenía el rostro cada vez más colorado y los ojos húmedos. Sus labios estaban apenas unos centímetros de mí, me agarró los antebrazos y apretó tanto por la rabia que contenía que me hacía daño, pero no le dije nada, estaba demasiado concentrada aguantando las formas-¿Aún no te has dado cuenta de lo que significas para mí?
Ya me habían soltado ese discurso antes, pero no de la misma manera en la que lo había hecho Matt, ni yo sentía algo como lo que sentía por él. Hacía tanto que no me enamoraba, que tenía demasiado miedo a echarlo a perder, y sobretodo sabiendo que tarde o temprano tendría que dejarlo y volver. Soltó con brusquedad mis antebrazos y se puso a andar por la playa. Me arremangué las mangas para frotarme la zona que me había agarrado, me había dejado un par de marcas rojas en la carne, pero no las pude tratar demasiado tiempo: salí corriendo en pos de Matt. Pisaba fuertemente las piedras del suelo, descargando su ira contra ellas. Lo llamé por su nombre un par de veces, pero fingió no escucharme, intenté detenerlo tirando de su abrigo, pero también me ignoró. Corrí hasta situarme delante de él, frenando su avance con mis manos sobre su pecho. Sus ojos azules vidriosos me rompían el corazón y el escudo que envolvía mis sentimientos.
-Por favor, déjame…-me suplicó. Apretó mis muñecas para deshacerse de mí:
-He ido a Hoonah a hacerme una prueba de embarazo.
-¿Qué?-su rostro cambió radicalmente. Balbuceaba palabras sin sentido.
-No te preocupes, ha dado negativa… Solo ha sido un efecto de unas pastillas…
No me dejó terminar la frase, su actitud cambió de repente y me estrechó contra su pecho. Agradecí volver a sentir su cabello acariciándome las mejillas, sus manos ásperas en mi espalda, el calor de su cuerpo, el olor a tierra húmeda… Me soltó para mirarme a los ojos:
-¡Madre mía! No deberías haber pasado por eso tú sola. Debería haber estado contigo, también es cosa mía…-me hablaba con dulzura, haciéndome ver que comprendía mi punto de vista, pero que igualmente había hecho mal en no avisarlo.
-No quería preocuparte…
-¿Más de lo que estaba esta mañana? Es casi imposible.
Mantuvimos el silencio un rato, sin atrevernos a disculparse el uno con el otro. Sus manos acariciaban mis dedos gélidos. “Estaba bien, estamos bien…”
-Un niño eee… ¿Te imaginas a nosotros con un niño?-me negué a responder que sí, que me lo había imaginado mil veces-Si tuviese un niño lo criaría como Batman a Robin-ya volvía a ser el Matt de siempre, con su simpática manera de ver la vida, mi Matt.
-También podríamos tener una niña…-le seguí el juego, la verdad es que tenía muchas ganas de ver hacia donde me llevaba.
-¡Claro que sí! ¿Por qué no? Una preciosa niña pelirroja a la que el único hombre que se le acercaría hasta que cumpliese los treinta sería su padre…-bromeó-aunque si tuviese tu carácter lo lamentaría por el pobre que se acercase a ella-le empujé suavemente.
-¡Oye! ¿Qué estoy aquí?-se rio como solo él sabía hacerlo. “Si tenemos un bebé quiero que tenga tu risa”.
-¿Cómo la llamaríamos? ¿A ti qué nombres te gustan?
-No sé, hay nombres muy bonitos…
-Yo quiero ponerle un nombre del bosque, algo así como Winter Rose o Blue Rose... Y si fuese un niño está claro: Robin.
-¡Ni de broma!-exclamé entre sonrisas de bobalicona.
-¿Ah no? Dime un nombre mejor que Robin…
-Matthew…-respondí perdiéndome en sus preciosos ojos azules.
-¿Matthew?-se sorprendió-¿Le pondrías mi nombre a nuestro hijo?-asentí convencida-¿Pero por qué?
Me tomé mi tiempo para responder, quería contemplarlo un instante, cada día que pasaba lo veía más bonito, no sabía si era por qué era el definitivo o por qué eran los primeros meses del enamoramiento, pero no había visto jamás a nadie como él…
-Porque estoy orgullosa de ti, como lo estaría de él…
Pegó su frente a la mía y sonrió de nuevo, sus brazos volvieron a sujetarme los antebrazos, esta vez con más suavidad que la anterior. Cerró los ojos. Si algo sabía Matt Brown era ponerse serio cuando tocaba y admitir sus errores:
-Siento haberte gritado antes, pero estaba muy preocupado…
-No pasa nada,-tragué saliva, odiaba admitir que me había equivocado, pero tenía que hacerlo-No debí marcharme sin decirte nada…
Pero Matt no me dejó terminar mi disculpa, cayó de rodillas, abatido, y se abrazó a mis piernas hasta casi tirarme al suelo. No aguantó más, llevaba demasiado tiempo guardándoselo todo y al final explotó. Entendía como se sentía, yo también me solía sentir así por no compartir mis pensamientos con nadie, pero ahora estaba con él y podía desahogarse conmigo, igual que yo me desfogaba con él.
-Tenía tanto miedo a estar solo de nuevo, a no volver a verte… Nunca había sentido esto por nadie, nunca había temido tanto no volver a ver a alguien. El simple hecho de pensar que te habías ido me estaba volviendo loco…-“no puedes depender así de mi Matt, la vida sigue, pero yo tampoco me la imagino sin ti ahora mismo, pero debes ser fuerte, pequeño” Acaricié sus rizos mientras se desahogaba abrazado a mis piernas. Sus mejillas húmedas me empaparon la cintura. Ahora no necesitaba mi consejo, solo mi apoyo, y yo se lo iba a dar como él me lo había dado en otras ocasiones. “Matt Brown, el único hombre que ha sido capaz de romper mi escudo y tocarme el corazón”. Mi actitud de mujer independiente estaba empezando a flaquear: si Matt me estaba confesando su temor a que me marchase yo me estaba dando cuenta de que no concebía mi futuro y mi felicidad sin él. Esa charla sobre niños y esas confesiones me estaban volviendo débil, más humana… Todo por lo que había luchado toda mi vida lo estaba echando a perder aquel muchacho del bosque: me había costado mucho asumir que siempre sería un alma solitaria, independiente, que de verdad quería estar sola para toda la vida. De repente me miró con esos enormes ojos azules inyectados en lágrimas, envueltos por la rojez de su piel, me apretó aún más fuerte las piernas, lo que provocó que me tambalease y casi perdiese el equilibrio, y me suplicó con toda su alma. Me partió el corazón, había roto mi escudo anti-sentimientos. Noah tenía razón ¿y si había encontrado mi alma gemela?-Por favor Ayla, no te vayas, por favor te lo suplico, no me dejes solo… Haré lo que me pidas, pero tengo miedo a despertarme solo por las mañanas, a no verte paseando a mi lado. Tu sonrisa, tus escritos… Sé que tengo un problema porque no es normal sentir lo que siento por ti-“No Matt, no es normal, lo que te pasa solo sucede en los libros, pero me da miedo confesarte de que siento lo mismo. Sé que si me fuera lo acabarías superando, porque eres muy fuerte Matt Brown, aunque no sé si yo sería capaz de hacerlo. No sería capaz de no volver a ver tu sonrisa nunca más. Tú me haces feliz Matt.”-No te vayas Ayla, por favor no te vayas…
-Tranquilízate Matthie, por favor cálmate. Estoy aquí... estoy aquí-me agaché a su altura y dejé que se desmoronara sobre mis hombros. Necesitaba llorar. Abracé sus rizos contra mi mientras él seguía balbuceando partes sin sentido de su discurso. Me apretaba con fuerza contra él. “No es sano esta dependencia que está desarrollando hacia mí, tendré que hacerle ver que su vida no gira en torno a mí, aunque me niegue a admitir que estoy desarrollando la misma actitud de dependencia en torno a él”.
No sé qué me llevó a responderle lo siguiente, si es que de verdad estaba enamorada de él, su discurso me dio lástima o temía que si me fuese volviese a beber y no poder vivir con la culpa… Tenía en la mente la charla con Bam: "Si él te hace feliz ¿por qué no dejarlo todo y venirte a vivir aquí?".

-No pienso irme a ninguna parte Matthie, no pienso irme a ningún sitio…

LA LISTA COMPLETA DE CAPÍTULOS DE MI NOVELA BASADA EN "ALASKAN BUSH PEOPLE" ESTÁ AQUÍ.

Comentarios

  1. Me alegro de que te haya gustado, en la pestaña titulada Alaskan Bush People tienes la historia completa. Un beso y estamos en contacto!

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    1. Ayla. El jugo de limon puro y una pizca de bicarbonato de sodio es un remedio natural contra muchas enfermedades. Incluso contra el cáncer. por favor dale esta información a Emi. Gracias

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  2. me encanta estoy enganchada!

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  3. Que historia mas descriptible con tanta emoción narrativa, me a encantado
    Creo que eso se llama amor, el querer compartir con alguien un sentimiento sincero
    Me encanta...

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    1. Me alegra que te haya gustado. Un abrazo enorme!!

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  4. Maravilloso, me ha pillado de sorpresa y me ha absorvido. No he podido evitar emocionarme, en muchas de las cosas que describes sobre como te sientes, me siento reflejada. Enhorabuena, eres maravillosa.

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    1. ¡Oh qué bonito! Siempre es un placer conocer a nuevos lectores. Un abrazo y gracias por el comentario

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  5. Me encanto, saludos desde Tecámac, Estado de México, Sara Magaña

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    1. ¡Me alegra que estés disfrutando con mis historias! Un abrazo enorme

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  6. Me encanta desde que encontre el blog hace un par de dias estoy enganchada y eso que fue una suerte, estaba buscando capitulos nuevos de la familia brown. Eres muy buena escritora voy a seguir con los demas capitulos saludos desde colombia

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    1. Me sorprende como os sigue enganchando esta novela después de tanto tiempo, pero me alegra que la estés disfrutando. Ahora me estoy tomando un descanso, pero todavía te quedan muchos capítulos para disfrutar.

      Te invito a seguirme en las Redes Sociales (@aaylahurst)para no perderte ninguna novedad y en mi página de Wattpad donde sigo publicando otras novelas: https://www.wattpad.com/user/AylaHurst

      ¡Un abrazo!

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  7. hermosa historia.LLore mucho cuandi Matt asumiio su adiccion. Por otra parte comparto y aplaudo tus visiones de Bam, tiee una hombria q traspasa la pantalla, como la sonrisa pura de matt o la ternura de gabe.

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    1. ¡Me alegra que te esté gustando! un abrazo.

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CAPÍTULO I: EXTRAÑOS EN UN BAR —Siento molestarte, ¿pero tú eres Zeta, verdad? ¿El cantante de Mägo de Oz? Saco el dedo con el que removía la copa de balón de ginebra y alzo la vista hacia los brillantes ojos que se están fijando en mí. Son verdes, redondos, enmarcando un rostro ovalado de pómulos altos, nariz pequeña, rasgos delicados y mejillas sonrojadas. Apenas queda gente en el bar. El concierto ha sido un fracaso, he dado lo peor de mí. Estoy mal, estoy roto por dentro, estoy hecho una puta mierda. Me entran escalofríos al recordar la mirada que me ha echado Txus al bajar del escenario. ¿Cuántos gin—tonics llevaré ya? ¿Tres? ¿Cuatro? ¿Qué hora es? ¡Joder, las tres! Y mañana temprano cogemos el avión de vuelta a Madrid. Los demás se han ido hace rato al hotel. Están decepcionados conmigo, enfadados, furiosos… ¿Cómo he podido hacer un concierto tan malo, apenas unos meses antes de la salida del nuevo disco? No es un buen momento para mí, y ellos lo saben, pero a Txus so

Capítulo XX: Nueva York (Parte II)

-Será mejor que subamos arriba. Estás empapado, vas a coger un resfriado…-eso fue lo que pronunciaron mis labios, pasivos y calmados, tragándose entre la saliva la vibración de mis cuerdas vocales. En realidad, quería decir algo muy diferente: “Te echo de menos, fui una idiota, tenemos que volver. Vamos a cuidar a tu madre, te necesito, te quiero, te quiero, te quiero…” La reacción por parte de Matt a mi inesperada propuesta era más que evidente en su rostro. -Está bien, tú mandas…-dijo aun saliendo de su asombro. -Yo cogeré tu maleta. Sube las escaleras, voy detrás de ti. Matt desapareció con paso inseguro hacia el piso de arriba. Las lágrimas corrían como cascadas por mis mejillas. Era él, era distinto pero era él. Cerré la puerta con llave y me aseguré que la habitación que se encontraba al final del pasillo estaba cerrada. Le dije a Esteban que todo estaba bien y colgué el telefonillo que había ocultado en el bolsillo de mi bata. Me planté en las escaleras, una llama se