Desde que había llegado a Browntown que no había
requerido de las pastillas para dormir: el trabajo y el dinero siempre me
mantenían despierta dando vueltas en la cama con los ojos como platos hasta que
llegaba el amanecer. En Alaska no tenía esas preocupaciones, no había que
discutir contratos ni cumplir los plazos, no había agendas ni presupuestos…
Reconozco que los primeros días, dormir fue todo un reto: no solo estaba toda
mi frustración por ser una inútil y una fracasada, la incomodidad del lecho de
Matt, de la cabaña y los ruidos de la noche norteña me impedían que conciliase
mejor el sueño. No sabía exactamente cuánto tiempo llevaba allí, si habían sido
días, semanas o meses… Pero cuando comencé a trabajar codo con codo con la familia
Brown me sentía tan agotada al caer la noche que me dormía casi al instante de
tumbarme en el lecho. La cabaña de Matt era pequeña pero acogedora, de
neumáticos por fuera y de madera por dentro, siempre decía que la había hecho
para impresionar a una chica el día que consiguiese traer a una a los bosques.
Estaba llena de trastos y de basura, de proyectos inacabados y de los inventos
de Matt: una televisión hecha de cartón, un tótem de madera llamado Bob, una
forja para hacer espadas o el brazo de un robot de latón eran de las maravillas
que albergaba Matt Brown en su palacio de caucho. La cama no tenía estructura
propia, eran varios sacos de dormir apilados en forma de colchón, una almohada
y un edredón negro. No era la suficientemente grande para ambos y las primeras
noches no parábamos de molestarnos el uno al otro: mi carácter nervioso e
histérico me provocaba que no parase de moverme de un lado para otro, de
ahuecar el almohadón o de dar patadas a las mantas que me molestaban. Matt
sufría insomnio y cuando conseguía conciliar el sueño: le robaba la manta, lo
empujaba o le daba una patada… Sus siestas diurnas aumentaron por culpa de las
noches que pasaba en vela por mí. Todo cambió cuando nuestras relaciones
íntimas se volvieron casi diarias: el estar casi o totalmente desnudos nos
volvió más sensibles al frío de la noche de Alaska y nos buscábamos el uno al
otro para dormir acurrucados. Cuando vivía en Nueva York odiaba acostarme con
un hombre que se pasase la noche abrazándome, tenía una cama enorme en la que
siempre terminaba echándolos fuera, me sorprendí a mí misma buscando el
contacto de Matt en medio de la noche: como un gatito escarbé entre sus brazos
para acurrucarme en su pecho, sentir el latido de su corazón, su respiración
pausada y su olor a tierra húmeda. Lo desperté pero él pareció no molestarse,
me acogió en su pecho y me acarició hasta que se durmió de nuevo. Llegué a
depender excesivamente de la presencia de Matt en la cama para dormirme, a
veces se levantaba en medio de la noche para orinar o salía con el rifle porque
un oso se había acercado demasiado. Dormía tan pegada a él que me despertaba en
cuanto notaba que su calor desaparecía y no podía volver a dormirme hasta que
no se metía de nuevo en la cama. “Si Matt está aquí, es que todo está bien”
empecé a asociar inconscientemente en mi cerebro.
El sonido de la fina lluvia había hecho que esa noche
fuese especialmente tranquila, sentía a
Matt a mis espaldas, dormía… su brazo estaba apoyado sobre mi cadera y
respiraba fuertemente. “Con esa sonrisa y esos rizos parece un angelito”
pensaba más de una vez cuando lo veía descansar. Pero aquella mañana no tuve
tiempo de pensar nada: abrí los ojos como platos de repente, estaba envuelta en
sudor frío y sentía que me iba a explotar la garganta de un momento a otro:
salté de la cama, despertando a Matt que se sobresaltó y salió corriendo detrás
de mí. Ni siquiera sentí el frío al salir al exterior, apenas había amanecido,
el barro húmedo se me metió entre los dedos de los pies descalzos. Estaba deleitando
a los habitantes del bosque con mi “sensual” camiseta de tirantes y mis
pantalones de osos, pero ni lo pensé. Intenté llegar lo más lejos que pude,
adentrarme en el bosque, pero apenas llegué a la empalizada de la cabaña: me
apoyé en el muro, se me nubló la vista y sentí como las piernas me temblaban.
La cabeza me daba vueltas. Oía a Matt gritar mi nombre como una especie de
letanía. Una arcada me recorrió la garganta y expulsé por la boca un maloliente
líquido amarillo con tropezones de comida. Solo podía ver mis pies empapados en
vómito y barro y los mechones de pelo que me caían alrededor de la cara.
Comencé a llorar sin motivo sin levantar la vista del charco pastoso. Otra
arcada y más vómito. Matt llegó a mi lado en ese mismo instante: uno de sus brazos
me abrazó protector mientras que con el otro me sujetaba el pelo para evitar
que me lo manchase. Había salido casi al mismo instante, tampoco llevaba
zapatos ni camisa, tan solo unos vaqueros mal puestos y sin abrochar.
-¡Dios mío! ¿Qué le ha pasado?-era la voz de Billy
Brown, que se había aproximado al escuchar los gritos de Matt. Desde mi
posición solo podía ver sus viejas y desgastadas botas de piel.
A pesar de que apenas había salido el sol, la vida ya
había empezado a agitarse en Browntown. Cuando salí corriendo de la cabaña de Matt ni siquiera me percaté en que Billy estaba
tallando un trozo de madera desde la escalera del porche de su casa, Noah
deshacía plástico en una hoguera delante de su tienda y Bam Bam cortaba madera
en un tocón cerca de su choza de cazadores. Los tres se acercaron al oír el
escándalo.
-No lo sé…-sentía el miedo de Matt en su voz, seguro
que si lo miraba a la cara estaría enrojecida por los nervios-Se ha levantado
de golpe y ha salido corriendo…
-Voy a avisar a mamá…-y el patriarca se puso a llamar
a gritos a su esposa.
No me atrevía a levantar la cabeza. Estaba en pijama y
seguro que mis pezones erizados por el frío, claramente visibles a través de la
camiseta, serán todo un espectáculo. Me sentía débil y humillada. Tenía los
ojos empapados en lágrimas y el aliento me apestaba a vómito. Otra arcada. Matt
sujetaba mi cuerpo e intentaba mantener la calma a pesar de que sentía su
preocupación en su tono de voz.
-Tranquila, no pasa nada… Venga, échalo todo… así es,
muy bien… tranquila…
“Está acojonado. Ambos lo estamos”.
Los gritos de Matt despertaron al resto de la familia
y antes de que llegasen Ami y las chicas; Bear y Gabe ya me estaban rodeando.
Desde mi posición solo podía ver sus pies, también había manchado a Matt de vómito.
¡Qué bochornoso era todo! Solo hacía que llorar, vomitar y sorber los mocos.
“Por favor, tierra trágame”. Gabe parecía que era el que estaba más alarmado
después de Matt. “Siento que tengas que ver a tu ídolo así Gabe, ¿lo ves? Yo
también tengo días horribles”. Se agachó para preguntarme que me pasaba, pero
Bam le tiró atrás, igual que a Bear.
-No la agobiéis, necesita respirar…-“Gracias Bam”.
Jadeaba exageradamente y gimoteaba por los nervios,
pero después del tercer chorro se me empezaron a aclarar las ideas. Los ojos
azules y vidriosos de Matt se asomaron por un costado, podía ver en su cara lo
asustado que estaba, quería responderle que estaba bien, que ya me encontraba
mejor, pero tampoco me salían las palabras. No sabía que me había pasado y estaba
igual de asustada que él. Lo abracé con todas mis fuerzas, hundiendo mi mejilla
en su torso desnudo, tenía la piel de gallina por el frío. Él me rodeó con sus
brazos y apoyó su mentón sobre mi cabeza mientras me mecía suavemente y me
hablaba para tranquilizarme (en realidad, para tranquilizar a ambos):
-Ya está, ya ha pasado todo… Estoy aquí, tranquila…
Estoy aquí.
Era como si me leyese el pensamiento, sabía
perfectamente lo que quería oír. Entonces llegó Ami, seguida por sus hijas. No
quería mirarla, no quería mirar a nadie. Volvía a sentirme inútil, débil y
humillada. Me abochornaba que me viesen así… Estaba rodeada de gente que se
preocupaba por mí: “¡No quería que se preocupasen por mí! No soy una inútil ni
una floja. Estoy bien, de verdad que estoy bien, largaos por favor. Puedo
apañármelas sola, siempre lo hago…”
-¿Qué ha pasado?-preguntó la dulce mujer.
-Ayla ha vomitado…-respondió Bear sin pudor alguno.
Apoyó su mano sobre mi hombro y me preguntó con
delicadeza si estaba bien pero yo solo me limitaba a gimotear y a abrazar a
Matt.
-Está asustada…-Noah tenía un don para comunicar lo
evidente.
-Vamos a llevarla dentro. Matt, ven conmigo… -echamos
a andar siguiendo a Ami, Billy y las chicas nos acompañaron. El resto tenía
intención de seguirnos también, pero Bam volvió a decir que necesitaba que me
dejasen mi espacio. Desde mi perspectiva no podía ver lo que sucedía realmente,
pero me imaginaba el rostro de insolencia de Gabe a negarse a obedecer la orden
de su hermano mayor.
-Chicos, volved a vuestras tareas… Yo cuidaré de
ella-nadie se atrevió a cuestionar la decisión de Ami Brown.
Me acomodé en la mesa del comedor, envuelta en una
manta. Ya estaba más calmada y empezaba a respirar normal, Matt intentó
limpiarme la cara con un trapo, pero me revolví y me limpié por mi cuenta. Ami
me trajo un té para que se me asentase el estómago. A mí alrededor estaban
sentados Billy y el resto de las chicas, Matt seguía pegado a mí como una lapa,
sacudiéndome los hombros para entrar en calor:
-No pasa nada Matt… ya estoy bien…-por fin pude hablar
y Matt comenzaba a agobiarme con tanto abrazo.
-¿Estás segura? ¿Estás mareada? ¿Te duele algo?-empezó
a tocarme por todos los lados, le aparté bruscamente.
-Estoy bien, para de agobiarme…
-Perdona… pero cuando has salido de esa manera de casa
me he asustado. ¿Qué te ha ocurrido?
Miré al suelo intentando evitar la respuesta.
-Matt…-dijo finalmente Ami- ¿Por qué no vas a vestirte
y te pones con Bear a terminar su cabaña?
-Estoy bien aquí…-respondió él, insolente-Además, el
encargado de ayudar a Bear es Bam.
-Bam se está preparando para ir a Hoonah, Paul tiene
que hablar con él sobre un posible negocio…-aclaró Billy.
-De verdad que estoy bien Matt… Haz el favor de irte a
trabajar…-me arrepentí de hablarle así al instante, pero era demasiado
orgullosa para disculparme. El aliento me olía a vómito, así que tampoco quise
besarle cuando acercó los labios a mí. Tuvo que conformarse con darme un beso
en la sien. Su frase resonaba en mi cabeza: “En Alaska no sabes cuándo volverás
a ver a alguien. Asegúrate de que siempre sepa que lo quieres y lo valoras.”
Sus ojos azules y su rostro congestionado me miraron
una última vez antes de salir por la puerta:
-Más.
-Más.-le respondí fría como el hielo.
Una mirada de Ami sirvió para decirle a Billy que era
hora de retirarse.
-Voy a darles instrucciones a los chicos y a hablar
con Bam sobre lo que tiene que hacer en Hoonah.
-Rainy, ¿Por qué no vas con él y le dices lo que me
tiene que comprar?
La menor de la familia asintió y se marchó con su
padre. Solo quedamos Ami, Bird y yo, que sorbía tímidamente de mi taza de té.
La madre se acercó a mí, como si quisiera contarme un secreto. El olor a
colonia barata me atontó los sentidos y le olía el aliento a persona mayor.
-Hay cosas de las que solo se puede hablar con una
mujer ¿verdad?-hablaba con suavidad, como si estuviese flotando en una nube,
pero tenía un punto de picardía en los ojos. Birdy se parecía muchísimo a ella,
tanto física como interiormente: dulce como la miel pero fuerte como un roble.
No entendía que me quería decir, pero evitaba a toda costa cruzarme con esa
nariz afilada y esos ojos de águila que lo veían todo.- ¿No es la primera vez
que te pasa, no? Te entran náuseas por la mañana, de golpe, así como si nada…
-“¿cómo coño lo sabía? ¿Acaso nos espiaría a Matt y a mí? ¿Nos habría visto
aquel día en el bosque? Joder, solo quiero que acabe este día de mierda, ¡Qué
se me trague la tierra por Dios!”
-Solo dese hace un par de días… Debe de ser un virus
estomacal o algo que he comido…-busqué con la mirada el apoyo de Birdy, pero
ella también evitaba mirarme a los ojos.
Ami no me creía:
-Ya… Dime una cosa: ¿últimamente estás más sensible a
los olores, tienes cambios de humor o te duelen excesivamente los pechos?-tenía
tendencia a preguntar asuntos íntimos sin demasiada discreción. Hasta ahora se
había mantenido bastante al margen por orden de Matt, pero ya había llegado a
su límite.
-No…-el tembleque y la duda de mi voz delató que ni
siquiera me había fijado en esos aspectos, pero empezaba a intuir hacia donde
quería que desembocará esa conversación, y eran aguas muy turbulentas.
-Entiendo, perdona por la indiscreción, pero ¿cuándo
fue la última vez que tuviste el periodo?-“¡Por Dios, ni siquiera sabía en qué
día vivía como para saber cuándo fue la última vez que me vino la regla!”
-¿A qué día estamos?-pregunté tímidamente.
-Veintiuno de mayo.-la solemne respuesta de Birdy me
golpeó la cara como una buena bofetada. ¡Veintiuno de mayo! Imposible… Cuándo
conocí a Matt estábamos a mediados de marzo… ¿Cómo habían podido pasar dos
meses tan deprisa? Y Oh Dios mío… A pesar de ir preparada no había sangrado
desde que había llegado a Browntown… Mi cara debía ser un poema en ese mismo
instante. No me veía reflejada en ningún sitio, pero notaba como la sangre se
me bajaba a los pies. Estaba blanca como un fantasma.
-Suelo tener retrasos. Nunca me ha venido de manera
regular…-la excusa era más para convencerme a mí misma que para convencerla a
ella.
-¿Mantienes relaciones íntimas con Matt con
frecuencia?-esa pregunta si que fue mortal. Intentó formularla con tacto, pero
el intento fue en vano “Si, casi cada noche me muero por tener a tu hijo entre
las piernas” no me pareció una buena respuesta. Mi palidez se tornó rojo
cereza. Notaba como la sangre me hervía en la cabeza, busqué con la mirada
puntos de referencia para evadirme de esa respuesta. Ami pareció darse cuenta
de mi incomodidad, pero su mirada seguía rondándome como águila a su presa.
Birdy no decía nada.
-¿A dónde quieres ir a parar?-estaba empezando a
ponerme nerviosa y eso me agriaba el
carácter. Se me hinchaba el pecho y me ponía a la defensiva con todo el mundo.
-Nada… Es solo… que he tenido siete hijos. Conozco los
síntomas…-su tono de voz retumbó sobre mi cabeza como si un martillo de hierro
la golpease cual cencerro. Ami se levantó de la mesa con su porte altivo y
orgulloso-Si me disculpáis, tengo cosas que hacer… Más chicas.
-Más.-respondimos ambas.
Me golpeé la cabeza contra la mesa. Con Birdy había
más confianza, aunque tampoco era con quién quería compartir mis vivencias en
la cama con Matt…
-¡Dios mío! ¿Qué voy a hacer? ¿Qué coño hago yo
ahora?-Birdy me dio palmaditas en la espalda para consolarme.
-Tranquila… seguro que no es nada. Solo una falsa
alarma…
“¿Una falsa alarma de más de dos meses en las que cada
noche me he estado cepillando a tu hermano a pelo? Claro, no suena demasiado
convincente…”-recité para mí, hasta mi tono de voz sonaba desagradable dentro
de mi cabeza.
-Siempre puedes hacerte una prueba…
-No lo digas. Ni se te ocurra decirlo…-la regañé,
además ¿de dónde iba a sacar una predictor en medio del bosque? La farmacia más
cercana estaba en: Hoonah…-di una palmada sobre la mesa y miré a Bird con un
brillo de esperanza en la mirada. Contraía la mandíbula por la presión-¿Bam se
ha ido ya?-le pregunté histérica. Ella se sobresaltó ante mis esporádicos
cambios de humor.
-Em… No lo sé… yo…-vaciló.
Me levanté como un rayo de la mesa y salí escopetada
por la puerta, aún iba en pijama, así que corrí a vestirme a la cabaña de Matt.
Me abroché los vaqueros y me calcé las botas. Tenía los pies embarrados, pero
ya tendría tiempo de limpiármelos después, tenía que alcanzar a Bam Bam. Me
coloqué la sudadera negra de mala manera y salí con el anorak en la mano. Había
metido dinero y documentación en la mochila, los Brown no creían en los
papeles, pero eran lo que demostraba que tenía un visado y no estaba escapando
de la justicia. Desordené mi bolsa en busca del neceser para enjuagarme la
boca, pero no di con él, ni tampoco con el desodorante. Tenía toallitas
higiénicas en la mochila, me las tendría que apañar con ellas y vigilar de no
echarle el aliento a nadie que estuviese demasiado cerca. Corrí todo lo que las
piernas me lo permitieron hasta llegar a la bahía, Bam estaba metiendo el bote
en el agua. Lo llamé a gritos, aunque él se giró con la pasividad y soberbia
que lo caracterizaban:
-¿Ya estás mejor?-llegué exhausta y sentía como si en
cualquier momento fuese a echar los pulmones con la boca.
-¿Puedo ir contigo a Hoonah?-pregunté entre jadeos. A
Bam no le gustaba demasiado trabajar en equipo, y temí que fuera a amargarle el
viaje, pero necesitaba con urgencia ir a la civilización. Afortunadamente, lo
pillé de buen humor:
-Claro, ¿por qué no? Sube…
El primer tramo del trayecto lo pasamos en silencio,
mecidos por el sonido del motor del bote y el crujido del casco a chocar contra
las olas. Aproveché para colocarme correctamente la ropa. El viento me revolvía
el pelo y no me dejaba ver, así que terminé por recogérmelo en una trenza,
aunque rebeldes mechones seguían molestándome alrededor de la cara. Apenas
presté atención a Bam, el trayecto, que apenas duraba una hora, se me estaba
haciendo eterno.
-¿Vas al médico?-preguntó al final para romper el
incómodo silencio.
Bam Bam era el más alto de los cinco hermanos y era
todo lo contrario a Matt. No había entablado demasiada conversación con él,
solíamos hablar de política, de economía y de todo tipo de Hard News, pero no tenía con él la confianza que había desarrollado
con Birdy, Noah o con el mismo Matt. Además, las continuas desgracias que me
estaban pasando ese día provocaban que no tuviese ganas de hablar, y que
respondiese de mala manera a todo el mundo.
-No.
-¿Entonces por qué vas a Hoonah?
-Tengo que comprar algunas cosas…
-Podrías aprovechar para que te hicieran una revisión,
no es muy normal levantarse de buena mañana vomitando de esa manera…-Bam
siempre tan precavido y preocupado por todo el mundo. Me hablaba de una manera
más dulce y atenta que a sus hermanos, aunque estuviese con Matt, Bam era un seductor
nato y no podía evitar dirigirse a mí como si fuese una doncella en apuros.
-Estoy bien…-farfullé a regañadientes.-Solo me ha
sentado mal la cena…
-Ya… ¿te piensas que nací ayer? Matt podría haberte
acompañado al médico, no sabes lo preocupado que estaba…
“Matt y su preocupación se pueden ir a tomar por culo
un rato”.
-Está ocupado, ayudando a Bear con la cabaña del
árbol.
-Tú eres más importante que cuatro trozos de madera
clavados en un árbol… -hablaba en verso con la mirada llena de orgullo a través
de los cristales de esas viejas gafas de John Lennon. Los cinco hermanos tenían
los ojos claros, desde el azul cielo de Matt, pasando por el añil violeta de
Gabe, hasta llegar al gris tormenta de Noah. Los de Bam eran verdes, como las
aceitunas, y envolvían un iris castaño y brillante, altivo. Su mirada conjuntaba
con su sonrisa soberbia. Era el más alto de todos y me miraba desde arriba con
el pecho hinchado, con la mirada cargada de superioridad. La verdad es que una
parte del malhumorado y orgulloso Bam me tenía cautivada: su cabello largo y
los pendientes de las orejas, los brazos musculosos tatuados llenos de
brazaletes negros y anillos plateados y las piernas largas y fuertes bien
marcadas a través de los vaqueros le otorgaban un aire de superioridad, de magnificencia,
de tipo duro que va de sobrado por la vida, que tiene todo bajo control y que
me llamaba especialmente la atención. Sin duda, era el más atractivo de los
hermanos… incluso por encima de Matt.-Ahora en serio, a mí no tienes que
mentirme ¿por qué vas a Hoonah?
-No quiero hablar de esto contigo…-fue mi sincera
respuesta.
-¿Y con quién vas a hablar sino?-exclamó en un tono de
voz soberbio que complementaba con su mirada. Extendió los brazos, mostrándome
el mar a nuestro alrededor, estábamos solos. Unas marsopas saltaron a lo
lejos-Seguro que ellas quieren escucharte…-bromeó irónico.
Su sarcasmo y su tono de voz me estaban sacando aún
más de mis casillas:
-Limítate a gobernar el barco. -“Y déjame en paz”.
-Eeee-me advirtió-tranquilita, que en cualquier
momento puedo dar la vuelta y no vemos Hoonah en meses. Necesitas hablar con
alguien sobre lo que te pasa, no es bueno guardarse las cosas. –“Llevo
guardándome las cosas toda la vida, Bam”-No es necesario que hables tanto como
Matt, por supuesto, pero te garantizo que te escucharé…
Bam Bam era todo un galán, un ligón. Si viviese en la
ciudad sería el típico que en una discoteca no se acercaría a mí ni en un
millón de años, pero en el bosque no estaba muy acostumbrado a ver muchas
chicas, y aunque estuviese con su hermano, seguía hablándome como un polvo
potencial para esta noche…
Suspiré hondo porque me estaba desesperando
-Supongo que no es ningún secreto el que me acuesto
con Matt…
-No, suele alardear de ello constantemente delante del
resto.-Matt tenía tendencia a hablar demasiado, pero no me molestaba que
presumiese de ello delante de sus hermanos. Si tuviese amigos yo también
alardearía de él.
-¿El detalle de que no usamos ningún tipo de
protección también lo ha contado?
Bam bajó la cabeza. Se preocupaba a la más mínima y
aunque intentó disimularlo, su rostro delataba que empezaba a temer que su
hermano mayor se hubiese metido en algún lío… Se pasó las manos por la espesa
barba dorada:
-De verdad Ayla… tenías cinco hermanos para escoger,
¡cinco! y te has ido a liar con el más tonto de todos…-no me gustaba que
hablase así de Matt, a veces era como un crío, pero sabía ponerse serio cuando
tocaba y no tenía un pelo de tonto-¿Qué pasa? ¿Matt lo hace tan bien que no
podéis parar un momento para poneros un condón?-“Deja ese tono sarcástico Bam,
y no me hables como si fuese tonta”.
-No creo que Matt sea muy amigo del látex-arqueó las
cejas-No quiero hablar de esto contigo, Bam…-evité su mirada aceituna y me
concentré en las crestas blancas de las olas, me estaba sonrojando de nuevo.
-¿Y con quién vas a hacerlo? ¿Con mi madre? ¿Con Noah?-su
sarcasmo me ponía de los nervios y odiaba que me hablase con ese tono de
superioridad, no era mejor que yo, pero nunca me he molestado en demostrarle a
nadie lo que era capaz, mucho menos iba a esforzarme mostrándoselo a Bam Bam
Brown.
-No creo que pase nada… Es normal que a veces se
retrase un poco, solo es para asegurarme…-intenté excusarme.
-Sí, pero ¿Y si sí? ¿Y si no es una falsa alarma? ¿Has
pensado que vas a hacer?
“Tú siempre poniéndote en lo mejor ¿verdad Bam?
-Suicidarme…-respondí secamente.
-Venga… ¿tan malo sería tener un pequeño Matthie?
Desde que empecé mi carrera que los niños no entraban
en mis planes. No tendría tiempo para ellos, viajaba mucho y mi trabajo me
obligaba a estar conectada las veinticuatro horas del día. Además ya me había
mentalizado de que no iba a encontrar a nadie con quién pasar el resto de mis
días, y no era partidaria ni de la adopción ni de los métodos de reproducción
asistida. En ese aspecto seguía un poco la filosofía de Noah, “si el destino no
me da ningún hijo de manera natural es porque quizá no esté destinada a tener
uno” ¡Por favor! si no se lo que voy a hacer con mi vida, ¿cómo iba a saber qué
hacer con un niño? Otro de mis temores era traer al mundo a un bebé que se
pareciera a mí: que fuese tan tímido como yo y que no tuviese amigos, que
estuviese solo y que no se sintiese querido y valorado. No quería tener un niño
que se pasase horas llorando en un baño, empapado en vómito sin que nadie se
diese cuenta de su ausencia… No quería traer una vida a esta sociedad de
mierda, pero no estaba en esa sociedad de mierda…
-Tengo veintiún años Bam… Una carrera por delante,
contratos, libros, guiones que terminar…
-¿Y qué beneficio te va a aportar eso? Si, vas a vivir
todo lo bien que quieras en tu ático de Nueva York rodeada de billetes verdes
sin ningún valor… ¿Serás feliz con eso? Yo no lo sería…
“¿Por qué coño tenía que hablar tan bien?” No iba a
negar que en alguna ocasión, cuando Matt se ponía tierno conmigo, me había
imaginado con un bebé con ricitos y ojos azules en brazos, y Matt a mi lado,
mirándonos orgulloso.
-No puedo tener un bebé aquí. Un niño necesita
médicos, escuelas…Y además, en algún momento tendré que volver a casa…-una
espina se me clavó en el corazón al pronunciar esas palabras.
-Eso no se lo has dicho a Matt, él cree que te vas a
quedar para siempre…-se le había hecho un nudo en la garganta y luchaba para
que no notase como le había costado pronunciar aquello. Él también quería que
me quedase-Matt es un cabeza de chorlito, un infantil y un inmaduro, pero es el
único hermano mayor que tengo. Hacía tiempo que no le veía reír ni sonreír de
esa manera-“Sí, la verdad es que tiene una sonrisa maravillosa, ¿verdad?”-Toda
la familia está muy agradecida de que le trajeras de vuelta a casa… -“solo
quieren que me quede para asegurarse de que no vuelve a beber, no me quieren
por como soy, solo para ser la perra guardiana de Matt”.-Y además, nosotros
siete nos hemos criado en el bosque y nunca nos ha faltado de nada…
Una lágrima me recorrió la mejilla, Bam la vio
claramente resbalar hasta fundirse sobre mi ropa.
-Tú no quieres irte…-dedujo. “No Bam, no quiero,
porque hasta hace un momento creía que me queríais por lo que soy, no para
vigilar a Matt, que valorabais mis aptitudes escribiendo y mi voluntad de
aprender, pero acabo de darme cuenta de que soy la misma inútil que llegó el
primer día.” Añoraba a Matt, hacía pocas horas que no le veía, pero ya lo
añoraba, necesitaba que me abrazase, aunque jamás se lo pediría directamente,
que me meciese y me besase el pelo, que me dijese que estaba allí. Necesitaba
que estuviese allí. Comencé a rebuscar en mi mochila y coloqué sobre mi regazo
varias cajas de colores, se las mostré a Bam una por una:
-Éstas son para dormir, estás otras controlan mis
niveles de hormonas para que no tenga cambio de humor, éstas son un calmante y
estas un analgésico para el dolor de cabeza y de espalda y éstas otras son para
la depresión…. No he necesitado tomar ninguna de ellas desde que llegué aquí.
Quería lanzárselas a la cabeza por haberme hecho ver
que no soy más que la guarda espaldas de su hermano, la encargada de asegurarme
de que no beba. Sigo siendo la misma inútil de siempre, Bam me había mostrado
respeto y confianza desde el primer día, pero quería matarlo en ese mismo
instante. La silueta de Hoonah comenzó a divisarse en el horizonte:
-La hora de la verdad.-proclamó Bam para romper el
hielo después del incómodo silencio que se formó después de que le mostrase la
cantidad de medicamentos que se dedicaban a inducirme los médicos.
Le ayudé a amarrar el bote, aunque no estaba de humor
para ello, me arrebató de mala manera el cabo de las manos al observar todo lo que
tardaba en hacer correctamente el nudo de marinero:
-Así no se hace…-se acuclilló junto a mí y si no llega
a ser por los guantes me hubiese cortado las manos. Sus dedos ásperos y los
guantes desgastados por el uso rozaron mis manos, lisas y suaves por la falta
de trabajo manual y la cantidad de cremas y aceites químicos que me aplicaba.
Sostuve el aliento para que no se diese cuenta de que aún no me había lavado
los dientes, aunque percibí claramente su fuerte olor a hombre. “Bam huele muy fuerte,
a almizcle: Matt a tierra mojada, Noah a after shave de anciano y Gabe a
serrín… Quizá sí que me esté volviendo más sensible a los olores”
-Matt me enseñó a hacerlo así…
-Matt suele tener su propia manera de hacer las cosas…
Y no siempre es correcta.
Terminó de hacer el nudo y se alzó a mi lado:
-Ve a hacer lo que tengas que hacer, yo me voy a ver a
Paul, nos vemos en la cafetería del puerto cuando termines…-y cada uno se fue
por su lado. Ambos cabreados el uno con el otro. Me volví una última vez para
ver cómo se alejaba Bam, con sus andares orgullosos y las manos mentidas en ese
largo abrigo oscuro: “Sí, sin duda, tiene mejor culo que Matt”.
Estaba tan asustada, tan sola que ni me di cuenta de
que era la primera vez que pisaba la civilización en siglos. Era casi verano,
pero aun así me estaba muriendo de frío. Metí las manos en los bolsillos y me
subí la cremallera hasta la nariz. Caminaba con paso tembloroso, el suelo
estaba empapado y la escasa gente que paseaba por la calle me seguía con la
mirada. Era una extraña, y estaba sola. Entré en la farmacia dubitativa y me
obligué a ser fuerte: “Dios no nos pone obstáculos más grandes de lo que
podamos superar” solía decir Noah. Busqué con paso inseguro y bajo la atenta
mirada de la dependienta la sección de anticonceptivos: agarré los condones más
baratos que encontré, ni siquiera miré la marca, el tacto ni nada… Solo quería
salir de allí, hice lo mismo con el test de embarazo, agarré el más barato y
fui a pagar. También compré un cepillo de dientes y algunos productos de
higiene. Mantuve la vista fija en la madera blanca del mostrador para evitar
cruzarme con la mirada de la dependienta:
-En total serán trece dólares y cincuenta centavos.-le
tendí un billete de diez y otro de cinco-¿No es usted la escritora que ha
venido a entrevistar a los Brown?-agarré el cambio que me devolvía y la bolsa
de plástico con mis cosas:
-No, no soy yo…-respondí nerviosa antes de irme
corriendo y casi tropezar con el escalón de la entrada. Me gustaba que me
reconociesen por la calle, me hacía sentir especial, que mi esfuerzo y todo mi
trabajo escribiendo merecían la pena, pero me moría de vergüenza porque lo
hubiese hecho mientras compraba un predictor y unos preservativos.
Al salir me puse el gorro de lana para evitar que
alguien me reconociese de nuevo. Corrí hasta donde había quedado con Bam, pero
él todavía no estaba. Suspiré aliviada porque quería hacer esto sola,
necesitaba hacerlo sola. Echaba mucho de menos a Matt en ese momento… “Debería
habérselo dicho, así no estaría pasando por esto yo sola, no… no puedo depender
así de él, está ocupado, eres una mujer fuerte Ayla, puedes hacerlo. Venga,
hazlo de una vez.” Me encerré en el diminuto baño. Por fin me lavé los dientes
como Dios manda, me deshice la trenza y me arreglé el pelo. Aproveché para
asearme correctamente: Me mojé la cara con agua y pensé en todo lo que había
pasado hasta ahora. Debía ser fuerte. Los ojos me brillaban exageradamente
cuando lloraba y en ese momento relucían tanto sobre mi rostro enrojecido que
parecía más un gato que una persona.
No era la primera vez que me hacía una prueba de
embarazo, ya me había hecho una, algunos años atrás, cuando se me retrasó la
regla y mi pareja de entonces insistió en hacerla, solo para asegurarse de que
no pasaba nada. En ese momento fue muy fácil porque estaba segura de que solo
eran sus paranoias, pero esta vez no lo tenía tan claro… Fueron los dos minutos
más largos de mi vida, me senté en el suelo de ese sucio baño a esperar a que
apareciera lo que tuviese que aparecer. Finalmente me armé de valor, suspiré y
lo miré, lo miré varias veces para asegurarme y me eché a llorar. Pensé en
Matt, quería que estuviese allí conmigo… Si tuviese un teléfono podría llamarlo
y oír su voz, pero pasarían horas antes de que lo volviese a ver. Si es que lo
volvía a hacer: “Nunca sabes si volverás a ver a alguien en Alaska” ¿Y si huía
ahora, sin decir nada? No sería la primera vez que huyo de un tío… pero era
Matt, mi pequeño y dulce Matt… Su familia estaba convencida de que había dejado
de beber gracias a mí, si me iba, creían que lo volvería a hacer. Y si en
realidad era así me odiaría a mí misma por no estar a su lado. Prometí que
siempre que encontrase a alguien que necesitara mi ayuda se la ofrecería, pero
no contaba con enamorarme de mi paciente ni de depender tanto de él. Me odiaba
por quererlo, por ser capaz de romper la barrera de hielo que había forjado en
mi corazón para evitar que me volviesen a hacer daño. Quise golpearme la cabeza
contra la pared y desaparecer, y no haber aceptado nunca el trabajo de Alaska,
no haber conocido a Matt ni saber que había otra vida más allá de los editores
y los libros, una vida de libertad,. Deseaba más que nunca estar a su lado:
quería que me contase una de sus historias, que se riese con su preciosa risa,
que me enseñase a hacer algo, que me hiciese reír…y me daba asco de mi misma
por desear estar cerca de alguien. Estaba rompiendo mi escudo, violando mis
principios de solo ser fiel a mí misma. Agarré mi mochila y saqué todas las
cajas de pastillas, mirándolas una por una. Las tiré con rabia al suelo y volví
a mirar el predictor. Bam debía estar esperando… Recogí mis cosas y tiré esa
mierda de palo a la basura. Me lavé la cara de nuevo, pero mis ojos delataban
que había estado llorando.
Bam Bam estaba sentado de cara, leyendo el periódico
mientras se bebía un refresco directamente de la lata. Me acerqué hasta él con
paso decidido, me tropecé con una mesa, para variar, pero él pareció no darse
cuenta de mi presencia hasta que me senté delante de él. Alzó la vista del
periódico, sus ojos orgullosos estaban llenos de preocupación oculta:
-He pedido pizza de peperoni, he supuesto que te
gustaría-incluso su soberbio tono de voz sonaba inseguro.
Hacía siglos que no comía pizza y tenía el estómago
vacío. De repente, caí en que tenía muchísima hambre, pero también una estricta
dieta que seguir:
-No puedo comer pizza, engorda…
-¿Y qué?-respondió sobrado. La verdad es que me
apetecía mucho comer un buen trozo de pizza. Ambos nos mantuvimos en silencio
un buen rato, él miraba su periódico, y yo lo miraba a él. Ninguno de los dos
se atrevía a preguntar.
-Negativo.-suspiró aliviado una gran bocanada de aire
y golpeó la mesa con ambos puños.
-Gracias a Dios.-la cara le cambió completamente. Se
restregó de nuevo las palmas de las manos contra las mejillas.
-Mis pastillas para las hormonas también son
anticonceptivas, cuando una mujer deja de tomarlas de repente sus hormonas se
vuelven locas y tardan varios meses en regularse: eso puede implicar que se les
retrase la regla, cambios de humor, dolor de pechos… Casi como un embarazo. Las
mujeres que las dejan de tomar para ser madres suelen tardar alrededor de un
año en concebir…
-Así que fueron las pastillas…
-Sí,-afirmé por fin aliviada-Solo ha sido un susto.
-Ahora ya podrás irte de nuevo a tu preciosa ciudad…
-“Solo quiero ver a Matt, Bam, solo quiero ver a Matt, de verdad…” pero como
siempre opté por no responder y dejar que me abofetearan-Y romperle el corazón
a mi hermano.
-No quiero hablar de eso Bam, ya te lo he dicho: tengo
contratos, negocios, responsabilidades que atender…
-¡Cosas que no te hacen feliz!-alzó la voz lo
suficiente para que nos oyese parte del restaurante. Bajó el tono y me apuntó
con un dedo acusador-Mi hermano, Browntown… eso te hace feliz…
“No, os hace feliz a vosotros. Yo solo soy la niñera
de Matt, no me veis como una más de la manada.”
-¿Has cerrado el trato con Paul?-su mirada de disgusto
lo dijo todo, pero no le dio tiempo a responder, dos chiquillas de unos catorce
o quince años se acercaron tímidamente a mí. En la otra punta, dos voluptuosas
madres las miraban orgullosas.
-Disculpa ¿eres Ayla Hurst?
Tuve que poner la mejor de mis sonrisas, a pesar del
mal trago que acababa de pasar:
-Sí, soy yo… ¿en qué puedo ayudaros?-las muchachas
soltaron unos agudos grititos y me hablaron tímidamente.
-¿Te importaría hacerte una foto con nosotras?
-No, claro que no…-respondí amablemente.
Sacaron su Smartphone y nos hicimos un par de selfies, ante la media sonrisa
sarcástica de Bam:
-¿Es cierto que vas a regresar a Sobrenatural esta
temporada?-ya se habían soltado un poco y me hablaban de forma más descarada.
-Bueno, aún hay muchas cosas que arreglar…-respondí
sinceramente. Noté los ojos aceituna de Bam apuñalándome varias veces en el
pecho.
-¿Jensen Ackles es más guapo que en la televisión?
-Lo es, y además es un encanto de hombre…-las
muchachas volvieron a gritar emocionadas.
-¿Y es verdad eso que…?
-¡Niñas!-una de las madres las llamó para que me dejaran
tranquilas y pude volver a apesadumbrarme. La cara de Bam Bam era un poema y yo
me moría de la vergüenza.
-¿Esto te hace feliz? ¿Hacerte fotos con niñas
gritonas y contestarles preguntas estúpidas?-El camarero nos trajo una ardiente
pizza de peperoni y delicioso queso fundido. No había comido nada en todo el
día y se me hizo la boca agua, me rugió el estómago exageradamente, pero me
abstuve de coger un trozo, al contrario que Bam que dejó que el queso le
empapase la barba-¿Y no poder comer lo que te dé la gana? Permíteme que te diga
que vaya mierda de vida tienes…
Me sentí humillada y me negué a mirarlo a los ojos.
Junté las manos y entrelacé los dedos una y otra vez para ocultar mi
nerviosismo. Recordaba cómo me cubría el cuerpo cuando estaba con Matt:
resultaba extremadamente vergonzoso para mí mostrar mi flacidez, mi piel pálida
y mis muslos anchos delante de su cuerpo robusto y musculoso. Bam se dio cuenta de cómo me había hecho
sentir, tenía tendencia a faltar al respeto a la gente si sus puntos de vista
no coincidían con el suyo, aun así no se disculpó, era demasiado orgulloso para
hacerlo. Cambió de tema radicalmente, era su particular manera de decir que se
arrepentía de lo que había dicho:
-No he conseguido cerrar el trato con Paul…-admitió
finalmente abatido. Alcé la vista hacia él.-Este año no va a poder darnos
muchos trabajos. Tiene que arreglar algunos asuntos burocráticos y tiene que
pagar a alguien para hacerlo…
-Los gestores son caros.
-Va a ser un año flojo para el negocio de transporte
de los Brown…
-¿Te dijo de qué eran los papeles que tenía que
arreglar?
-Mencionó algo de no sé qué seguros para los barcos…-Bam
se limpió el exceso de queso que le goteaba por la barba.
No era demasiado buena haciendo trabajos prácticos,
pero los asuntos teóricos eran lo mío, así como aprovechar las oportunidades.
Una profesora de mi universidad solía decir: “El no ya lo tienes…” y esa
filosofía era la que me había llevado puerta por puerta de todas las
editoriales de la ciudad hasta conseguir que una publicase mi libro.
-Quizá pueda ayudarte con eso… ¿Podemos ir a ver a
Paul otra vez?-comenté mientras me llenaba la boca de queso caliente y fuerte
sabor a masa caliente y embutido.
Bam pareció dudar de mis intenciones, pero necesitaba
su voto de confianza, necesitaba que no me fallase esta vez. Me había apoyado
el día de la caza con Gabe y me había permitido navegar con él hasta Hoonah,
necesitaba que me apoyase en aquel momento. El chico era consciente de que la
temporada de trabajo dependía de mí: él no había conseguido cerrar el trato y
si existía la remota posibilidad de qué yo pudiese hacerlo, no la iba a
desaprovechar:
-Está bien, vamos, pero no la fastidies…-su dedo
acusador se me clavó en el pecho-Paul es nuestro mejor proveedor, sin él
estamos muertos…
Me había metido presión con su última frase, pero no
iba a dejar que un poquito de estrés me frenase. Sabía hablar con la gente, era
lo mío, los tratos, los negocios… Me venía arriba cuando sacaba a relucir mis
capacidades persuasivas, podía hacerlo. Fuimos a ver a Paul al puerto, su
problema era más sencillo de que lo que me imaginaba. Solo necesitaba a alguien
que le pusiese al día los permisos de los barcos, los seguros, que le
organizase la agenda… Necesitaba un secretario. Cogí los papeles que me enseñó
y les eché un vistazo rápido:
-Necesitaría mirármelo con más calma, pero la solución
no es complicada: te has retrasado en los pagos de los barcos grandes, podrías
pagar la multa del que más usases ahora y abandonar la aseguradora con la que
lo tienes. Les das mucho dinero y no les interesa perderte como cliente, te
rebajarían la deuda del otro y mientras ahorras para pagarla, podemos poner al
día los permisos de transporte de los barcos más pequeños, y buscar un seguro
más barato para los esquifes…
-¿Entiendes de esto?-se sorprendió el transportista.
El rostro de Bam no mostraba su asombro, pero había aprendido a leer entre las
líneas de su soberbia sonrisa.
-Mi padrastro tiene una pequeña empresa, y antes de
trabajar para el mundo editorial le ayudaba con el papeleo. También estuve de
prácticas en una gestoría y aprendí a manejarme un poco con los abogados y las
aseguradoras…-me encogí de hombros-ya sabes, cosas de ciudad…
-¿Y me cobrarías mucho para hacer todas estas
gestiones? ¿Sería menos que un gestor profesional?-Paul parecía desesperado en
resolver sus problemas burocráticos.
-Nada, no te cobraría nada. Siempre que mantuvieses el
volumen de trabajo de los Brown al mismo nivel que hasta ahora.
Paul no se lo pensó dos veces y me estrechó la mano
con fuerza:
-Trato hecho. Mañana reuniré todos los papeles que
tenga y nos ponemos a trabajar cuanto antes…
No pude disimular una sonrisita de triunfo mientras
nos alejábamos. En cuanto estuvimos lo suficientemente alejados de Paul, Bam me
abrazó con fuerza:
-¡Lo has conseguido! ¡Tenemos trabajo! ¡Tenemos
trabajos!
-A veces tus métodos no son siempre tan
correctos…-bromeé mientras deshacía el nudo que sujetaba nuestro esquife al
puerto. Me sonrió orgulloso, orgulloso de mí. No pude evitar sonrojarme, ¡por
una vez no me había sentido inútil! Había servido de algo… No me lo podía
creer. Lo miré, el viento
le sacudía el pelo, enmarcando la mirada aceituna clavada en el mar y la
sonrisa orgullosa. Su olor a almizcle se mezclaba con la sal… Tenía
muchas ganas de volver, de explicarle satisfecha a Matt lo que había hecho, ya
me había olvidado del accidente de aquella mañana. Matt estaría orgulloso de
mi, celebraría mi triunfo por todo lo alto, siempre sabía hacerme sentir tan
bien… Cuando fracasaba solo él me daba las fuerzas para salir adelante, era
mucho más sencillo que hacerlo sola, aguantaba parte de mi peso y la carga no
se hacía tan pesada. Mis éxitos los celebraba por todo lo alto, me hacía sentir
bien, viva, me hacía sentir tan…
-Bam…-se volvió levemente hacia mí-Matt es lo que me
hace feliz. Su manera de ver el mundo, su manera de hacerme sentir... Es
complicado de explicar-hablar con Noah sobre esto hubiese sido mucho más
sencillo, él me entendía-pero cuando Matt me dice que soy bonita o que hago
algo bien… Noto que me lo dice desde dentro… Nunca nadie me había hablado así
antes. Es como cuando un niño te dice que “te quiere”, sabes que es real.Allí a
fuera, la gente es muy superficial ¿sabes? Los halagos son solo para echarle un
polvo a una famosa, me cuesta asumirlo, pero creo que Matt, simplemente me
quiere… y yo a él. Cuando estaba en Hoonah, en ningún momento me he parado a
pensar en cuánto había añorado la civilización, quizá sí que eche de menos
algunas cosas, pero cuando estaba allí solo pensaba en que quería ver a Matt. Quizá
te estoy pareciendo estúpida y que paso demasiado tiempo escribiendo historias,
no es la primera vez que me tachan de idiota soñadora, pero ahora mismo solo
pienso en él, y en su sonrisa, su jodida sonrisa…
Sonrió entre incómodo y satisfecho por esa confesión:
-Si él te hace tan feliz… ¿Por qué no arriesgarse?
Dejarlo todo y venirse a Alaska, con Matt y con todos nosotros…
-No quiero que me veáis como la niñera de Matt, Bam.
Quiero que me veáis como alguien útil, que puede colaborar en la familia…
-¿En serio crees que te vemos así?-parecía
decepcionado conmigo-Estás muy equivocada. Trajiste a Matt de vuelta a casa y
estuvimos altamente agradecidos por ello, luego os enamorasteis y fue precioso
para todos ver cómo lo hacíais, de verdad, era como ver una telenovela. Dabais
tema de conversación-bromeó-Pero lo que de verdad nos gustó de ti era que admirabas
nuestra forma de vivir y que desde un principio te esforzaste para integrarte,
para aprender… En el bosque no somos tan egocéntricos como el lugar donde tú
vives, todos veíamos que dabas lo mejor de ti y después de todo lo que has
pasado, como te alzabas una y otra vez hasta que te salía bien. Eso es
admirable Ayla, ese es el carácter de Alaska. En ningún momento te vimos como
la niñera de Matt, más bien como la nueva integrante de la familia, ni mucho
menos como una inútil-no sabía si las palabras de Bam eran sinceras, pero sin
duda eran reconfortantes- Después de cómo has resuelto el tema de Paul… Te aseguro
que si quedaba una mínima duda, la has dejado por los suelos.
La pedregosa playa de Chichagof comenzaba a
visualizarse en el horizonte. Una figura aguardaba nuestra llegada. Reconocí el
inconfundible sombrero de Matt, jugando a lanzarle un palo al Señor Cupcake. Mi
mente asoció rápidamente los conceptos: “Si Matt está aquí, es que todo va
bien”. Y sentí aún más ganas de verle.
-¿Puedo confesarte algo?-sabía que cuando nos
bajásemos del bote, volvería a ser el orgulloso Bam y yo la intrusa que se
acuesta con Matt y nuestras conversaciones volverían a limitarse a las Hard News de actualidad. Quería
aprovechar los últimos minutos que me quedaban en la compañía de ese tierno y
sensible capitán Bam Bam.
-Adelante.-asintió con ese tono de voz confiado que le
caracterizaba.
-Una diminuta, diminutísima, parte de mí, deseaba que
ese bebé fuese real. Era la excusa perfecta para no marcharme jamás…
No dijo nada, se limitó a sonreír y a saltar del bote
para arrastrarlo hasta la arena. Ayudé a Bam a sacar el bote del agua, mientras
Matt y Cupcake se acercaban hacia nosotros. El cachorro corrió hasta mí y lo
saludé rascándole el cuello mientras me lamía la cara. Adoraba a los animales.
Matt, en cambio, caminaba despacio hacia nosotros. No quería correr hacia él a
abrazarle y decirle cuanto le añoraba, y menos aún en presencia de Bam, así que
esperé junto a Cupcake hasta que llegó a mi lado. Dejé al perro y me levanté,
estaba a penas a unos centímetros de mí. Tenía el rostro congestionado y los
ojos vidriosos. “Algo va mal”.
-¡Matt! ¿No sabes lo que hemos hecho Bam y yo en
Honnah? Hemos hablado con Paul y…
-Te has ido sin decir nada…-estaba enfadado conmigo,
más bien decepcionado, aunque no entendía el por qué. Un pucherito se escapó de
sus finos labios rosados.
-¿Cómo?-exclamé sorprendida.
-Será mejor que os deje a solas…-Bam se puso a andar
hacia el campamento, quería que se quedase, no quería enfrentarme sola a Matt.
Un sentimiento de culpa me subió por el estómago. No sabía por qué, pero tenía
la sensación de que había hecho algo mal.
-He ido a verte a la casa y Bird me ha dicho que te
habías ido con Bam. ¡Sin decirme nada! En Alaska no sabes cuándo volverás a ver
a alguien…
Mi lado de mujer fuerte e independiente brotó de mi
interior:
-No necesito decirte donde estoy en todo momento. Ni
en Alaska ni en ningún sitio…
-Si te has pasado la mañana vomitando sí.-fue su firme
respuesta-¡Por el amor de Dios! No sabes lo preocupado que estaba, si tenías
que ir al médico podría haber ido contigo. ¿Soy tú pareja no? Para lo bueno y
para lo malo…
-No he ido al médico Matt, solo necesitaba comprar
algunas cosas, estabas trabajando y no quería molestarte con mis tonterías…-hablaba
en susurros en comparación de sus gritos. Me estaba envolviendo en mi escudo,
Matt tenía el rostro tan rojo y los ojos inyectados en sangre. Nunca lo había
visto de esa manera. Estaba asustada.
-Tú eres más importante que clavar un par de tablones
en un árbol-“Si al final Bam y tú no vais a ser tan diferentes”.-Creía que
estabas muy mal, o peor… Qué te habías ido para siempre, sin decir nada, sin
despedirte de mí…
“Así que es eso, él está más asustado que yo. Tiene
miedo a que me vaya”.
-¿De verdad crees que me marcharía sin despedirme, sin
decir nada?-me dolió que pensase que me iría a la francesa. Le quería, pero mi
instinto básico me hacía ponerme a la defensiva cuando me atacaban con
palabras.
-Te conozco Ayla. Sé que cuando tienes un problema no
lo afrontas de cara, huyes, te escondes o finges que no ha sucedido. Creía que
te avergonzabas de lo que había ocurrido esta mañana y te habías marchado…-“¿Se
está conteniendo para no llorar? Matt, por favor, no llores, si lloras me
romperás el corazón… Pídeme lo que quieras, pero no llores por favor, si lloras
me matas”.
-Tenía que resolver unos asuntos por mi cuenta Matt,
asuntos que podía resolver sola. No te necesitaba…
Su dedo acusador y sus gritos me apretaron el nudo que
se me había formado en la garganta.
-¡Ese es tu problema Ayla Hurst! Que nunca pides
ayuda, en el momento en que pusiste un pie aquí tus problemas dejaron de ser
solo tuyos y ser de todos. ¿Por qué no me cuentas lo que te pasa? ¿Por qué no
me dejas formar parte de tu mundo como tú formas del mío?-bajó el tono de voz
de repente. Tenía el rostro cada vez más colorado y los ojos húmedos. Sus labios estaban apenas unos centímetros de mí, me agarró los antebrazos y apretó tanto
por la rabia que contenía que me hacía daño, pero no le dije nada, estaba
demasiado concentrada aguantando las formas-¿Aún no te has dado cuenta de lo
que significas para mí?
Ya me habían soltado ese discurso antes, pero no de la
misma manera en la que lo había hecho Matt, ni yo sentía algo como lo que
sentía por él. Hacía tanto que no me enamoraba, que tenía demasiado miedo a
echarlo a perder, y sobretodo sabiendo que tarde o temprano tendría que dejarlo
y volver. Soltó con brusquedad mis antebrazos y se puso a andar por la playa.
Me arremangué las mangas para frotarme la zona que me había agarrado, me había
dejado un par de marcas rojas en la carne, pero no las pude tratar demasiado
tiempo: salí corriendo en pos de Matt. Pisaba fuertemente las piedras del
suelo, descargando su ira contra ellas. Lo llamé por su nombre un par de veces,
pero fingió no escucharme, intenté detenerlo tirando de su abrigo, pero también
me ignoró. Corrí hasta situarme delante de él, frenando su avance con mis manos
sobre su pecho. Sus ojos azules vidriosos me rompían el corazón y el escudo que
envolvía mis sentimientos.
-Por favor, déjame…-me suplicó. Apretó mis muñecas
para deshacerse de mí:
-He ido a Hoonah a hacerme una prueba de embarazo.
-¿Qué?-su rostro cambió radicalmente. Balbuceaba palabras
sin sentido.
-No te preocupes, ha dado negativa… Solo ha sido un
efecto de unas pastillas…
No me dejó terminar la frase, su actitud cambió de
repente y me estrechó contra su pecho. Agradecí volver a sentir su cabello
acariciándome las mejillas, sus manos ásperas en mi espalda, el calor de su
cuerpo, el olor a tierra húmeda… Me soltó para mirarme a los ojos:
-¡Madre mía! No deberías haber pasado por eso tú sola. Debería haber estado contigo, también es
cosa mía…-me hablaba con dulzura, haciéndome ver que comprendía mi punto de
vista, pero que igualmente había hecho mal en no avisarlo.
-No quería preocuparte…
-¿Más de lo que estaba esta mañana? Es casi imposible.
Mantuvimos el silencio un rato, sin atrevernos a
disculparse el uno con el otro. Sus manos acariciaban mis dedos gélidos. “Estaba
bien, estamos bien…”
-Un niño eee… ¿Te imaginas a nosotros con un niño?-me
negué a responder que sí, que me lo había imaginado mil veces-Si tuviese un
niño lo criaría como Batman a Robin-ya volvía a ser el Matt de siempre, con su
simpática manera de ver la vida, mi Matt.
-También podríamos tener una niña…-le seguí el juego,
la verdad es que tenía muchas ganas de ver hacia donde me llevaba.
-¡Claro que sí! ¿Por qué no? Una preciosa niña pelirroja
a la que el único hombre que se le acercaría hasta que cumpliese los treinta
sería su padre…-bromeó-aunque si tuviese tu carácter lo lamentaría por el pobre
que se acercase a ella-le empujé suavemente.
-¡Oye! ¿Qué estoy aquí?-se rio como solo él sabía
hacerlo. “Si tenemos un bebé quiero que tenga tu risa”.
-¿Cómo la llamaríamos? ¿A ti qué nombres te gustan?
-No sé, hay nombres muy bonitos…
-Yo quiero ponerle un nombre del bosque, algo así como
Winter Rose o Blue Rose... Y si fuese un niño está claro: Robin.
-¡Ni de broma!-exclamé entre sonrisas de bobalicona.
-¿Ah no? Dime un nombre mejor que Robin…
-Matthew…-respondí perdiéndome en sus preciosos ojos
azules.
-¿Matthew?-se sorprendió-¿Le pondrías mi nombre a
nuestro hijo?-asentí convencida-¿Pero por qué?
Me tomé mi tiempo para responder, quería contemplarlo
un instante, cada día que pasaba lo veía más bonito, no sabía si era por qué
era el definitivo o por qué eran los primeros meses del enamoramiento, pero no
había visto jamás a nadie como él…
-Porque estoy orgullosa de ti, como lo estaría de él…
Pegó su frente a la mía y sonrió de nuevo, sus brazos
volvieron a sujetarme los antebrazos, esta vez con más suavidad que la
anterior. Cerró los ojos. Si algo sabía Matt Brown era ponerse serio cuando
tocaba y admitir sus errores:
-Siento haberte gritado antes, pero estaba muy
preocupado…
-No pasa nada,-tragué saliva, odiaba admitir que me
había equivocado, pero tenía que hacerlo-No debí marcharme sin decirte nada…
Pero Matt no me dejó terminar mi disculpa, cayó de
rodillas, abatido, y se abrazó a mis piernas hasta casi tirarme al suelo. No
aguantó más, llevaba demasiado tiempo guardándoselo todo y al final explotó.
Entendía como se sentía, yo también me solía sentir así por no compartir mis
pensamientos con nadie, pero ahora estaba con él y podía desahogarse conmigo, igual
que yo me desfogaba con él.
-Tenía tanto miedo a estar solo de nuevo, a no volver
a verte… Nunca había sentido esto por nadie, nunca había temido tanto no volver
a ver a alguien. El simple hecho de pensar que te habías ido me estaba
volviendo loco…-“no puedes depender así de mi Matt, la vida sigue, pero yo
tampoco me la imagino sin ti ahora mismo, pero debes ser fuerte, pequeño”
Acaricié sus rizos mientras se desahogaba abrazado a mis piernas. Sus mejillas
húmedas me empaparon la cintura. Ahora no necesitaba mi consejo, solo mi apoyo,
y yo se lo iba a dar como él me lo había dado en otras ocasiones. “Matt Brown,
el único hombre que ha sido capaz de romper mi escudo y tocarme el corazón”. Mi
actitud de mujer independiente estaba empezando a flaquear: si Matt me estaba
confesando su temor a que me marchase yo me estaba dando cuenta de que no
concebía mi futuro y mi felicidad sin él. Esa charla sobre niños y esas
confesiones me estaban volviendo débil, más humana… Todo por lo que había luchado toda mi vida lo estaba echando a perder aquel muchacho del bosque: me había costado mucho asumir que siempre sería un alma solitaria, independiente, que de verdad quería estar sola para toda la vida. De repente me miró con esos
enormes ojos azules inyectados en lágrimas, envueltos por la rojez de su piel,
me apretó aún más fuerte las piernas, lo que provocó que me tambalease y casi
perdiese el equilibrio, y me suplicó con toda su alma. Me partió el corazón,
había roto mi escudo anti-sentimientos. Noah tenía razón ¿y si había encontrado
mi alma gemela?-Por favor Ayla, no te vayas, por favor te lo suplico, no me
dejes solo… Haré lo que me pidas, pero tengo miedo a despertarme solo por las
mañanas, a no verte paseando a mi lado. Tu sonrisa, tus escritos… Sé que tengo
un problema porque no es normal sentir lo que siento por ti-“No Matt, no es
normal, lo que te pasa solo sucede en los libros, pero me da miedo confesarte
de que siento lo mismo. Sé que si me fuera lo acabarías superando, porque eres
muy fuerte Matt Brown, aunque no sé si yo sería capaz de hacerlo. No sería
capaz de no volver a ver tu sonrisa nunca más. Tú me haces feliz Matt.”-No te vayas Ayla, por favor no
te vayas…
-Tranquilízate Matthie, por favor cálmate. Estoy aquí... estoy aquí-me agaché a
su altura y dejé que se desmoronara sobre mis hombros. Necesitaba llorar.
Abracé sus rizos contra mi mientras él seguía balbuceando partes sin sentido de
su discurso. Me apretaba con fuerza contra él. “No es sano esta dependencia que
está desarrollando hacia mí, tendré que hacerle ver que su vida no gira en
torno a mí, aunque me niegue a admitir que estoy desarrollando la misma actitud
de dependencia en torno a él”.
No sé qué me llevó a responderle lo siguiente, si es
que de verdad estaba enamorada de él, su discurso me dio lástima o temía que si
me fuese volviese a beber y no poder vivir con la culpa… Tenía en la mente la charla con Bam: "Si él te hace feliz ¿por qué no dejarlo todo y venirte a vivir aquí?".
-No pienso irme a ninguna parte Matthie, no pienso
irme a ningún sitio…
LA LISTA COMPLETA DE CAPÍTULOS DE MI NOVELA BASADA EN "ALASKAN BUSH PEOPLE" ESTÁ AQUÍ.
LA LISTA COMPLETA DE CAPÍTULOS DE MI NOVELA BASADA EN "ALASKAN BUSH PEOPLE" ESTÁ AQUÍ.
Me enamoré...
ResponderEliminarMe alegro de que te haya gustado, en la pestaña titulada Alaskan Bush People tienes la historia completa. Un beso y estamos en contacto!
ResponderEliminarAyla. El jugo de limon puro y una pizca de bicarbonato de sodio es un remedio natural contra muchas enfermedades. Incluso contra el cáncer. por favor dale esta información a Emi. Gracias
Eliminarme encanta estoy enganchada!
ResponderEliminarY a mí me encanta que te encante!
EliminarQue historia mas descriptible con tanta emoción narrativa, me a encantado
ResponderEliminarCreo que eso se llama amor, el querer compartir con alguien un sentimiento sincero
Me encanta...
Me alegra que te haya gustado. Un abrazo enorme!!
EliminarMaravilloso, me ha pillado de sorpresa y me ha absorvido. No he podido evitar emocionarme, en muchas de las cosas que describes sobre como te sientes, me siento reflejada. Enhorabuena, eres maravillosa.
ResponderEliminar¡Oh qué bonito! Siempre es un placer conocer a nuevos lectores. Un abrazo y gracias por el comentario
EliminarMe encanto, saludos desde Tecámac, Estado de México, Sara Magaña
ResponderEliminar¡Me alegra que estés disfrutando con mis historias! Un abrazo enorme
EliminarMe encanta desde que encontre el blog hace un par de dias estoy enganchada y eso que fue una suerte, estaba buscando capitulos nuevos de la familia brown. Eres muy buena escritora voy a seguir con los demas capitulos saludos desde colombia
ResponderEliminarMe sorprende como os sigue enganchando esta novela después de tanto tiempo, pero me alegra que la estés disfrutando. Ahora me estoy tomando un descanso, pero todavía te quedan muchos capítulos para disfrutar.
EliminarTe invito a seguirme en las Redes Sociales (@aaylahurst)para no perderte ninguna novedad y en mi página de Wattpad donde sigo publicando otras novelas: https://www.wattpad.com/user/AylaHurst
¡Un abrazo!
hermosa historia.LLore mucho cuandi Matt asumiio su adiccion. Por otra parte comparto y aplaudo tus visiones de Bam, tiee una hombria q traspasa la pantalla, como la sonrisa pura de matt o la ternura de gabe.
ResponderEliminar¡Me alegra que te esté gustando! un abrazo.
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