La melodía de Val era tan triste, pero a la vez tan hermosa que toda la tripulación se mantenía en un silencio espectral para poder escucharla. El drakkar con el skrill pintado en la vela mayor, atusaba suavemente las olas como un recién casado acaricia por primera vez los cabellos de su esposa. La princesa Valdir parecía más un fantasma que una doncella recién prometida. Envuelta en una capa y con la capucha cubriéndole la cabeza, tenía la mirada perdida en la oscuridad de la popa. De sus labios nacía una canción sobre una solitaria reina, obligada a dejar todo lo que ama por proteger a su familia, y condenada a vivir eternamente sola en un palacio de cristal. Al contramaestre de Dagur se le cayó una lágrima al imaginarse a la solitaria reina vagando entre sollozos en su solitario palacio de cristal. Todos los marineros estaban engullidos por la voz de la joven, el capitán por los pelos no esquiva un traicionero aguijón de roca que surgía semioculto entre las olas. Todos los marineros, excepto uno: Dagur estaba a punto de arrancarse los pelos a puñados si la chica no cerraba la boca y dejaba de despistar a sus hombres. Se acercó a Val dando grandes zancadas metálicas, la tomó por el brazo y le quitó la capucha. La muchacha se puso rígida en cuanto notó su brutalidad presionándole el miembro. Pero ella era una dama, no iba a dejarse impresionar por ese imbécil, la habían educado para ser gentil, cortés y complaciente. Dagur quería una princesa, y ella actuaría como tal:
-¿Te quieres callar de una vez?-protestó el guerrero, agresivo-Esto parece un cortejo fúnebre en lugar de un compromiso.
Dagur tenía los ojos azul marino, apenas podía distinguirlos por la oscuridad que les rodeaba. La penumbra de las antorchas le otorgaba un aspecto más fiero del que ya poseía por naturaleza.
-¿A mi señor no le gusta como canto?-preguntó ella en la más pura inocencia-En mi pueblo es costumbre que las damas canten a sus esposos para entretenerlos.-Dio una exagerada reverencia a los pies de Dagur, arrepentida, el gesto fue del agrado del energúmeno.-Mil perdones, mi señor, yo solo quería complaceros...
-Tus canciones solo sirven para distraer a mis hombres. Mantén la boca cerrada hasta que lleguemos a Isla Escalofrío.
Una turbulencia hizo vibrar el casco del barco y ambos perdieron el equilibrio durante un instante. Una antorcha cayó al agua con el chasquido del fuego al asfixiarse.
-¿Qué ha pasado, contramaestre?-preguntó el jefe furioso, mientras las venas de los brazos se le contraían.
-Una roca oculta-el contramaestre era más alto y fuerte que Dagur, podría machacarle con una mano, sin embargo, parecía tenerle un terror sobrenatural.-estamos en las rocas del Dragón Marino, hay pecios semi hundidos y salientes rocosos traicioneros, y la oscuridad no es un buen aliado para navegar por aquí. Deberíamos desembarcar en Playa Puntiaguda y seguir por la mañana.
Dagur dio una patada a la cubierta que hizo estremecerse al contramaestre de la cabeza rapada.
-¡No, no y no! Debemos llegar a Isla Escalofrío lo antes posible.
-¿A qué vienen esas prisas, mi señor? Más vale tardar un par de días más y traer una esposa viva que una ahogada-protestó Val en su tono más cortés. Dagur la ignoró y siguió gritándole al contramaestre.
-Tengo que casarme cuando antes con la chica, no vaya a arrepentirse y llame a su amiguito Hipo y a sus dragoncitos para que la rescaten.
-Os aseguro que eso no ocurrirá. Le hice una promesa a mi señor padre, me casaré con vos y os honraré como esposo.
-No me cuentas historias, princesa-Dagur se volvió bruscamente hacia ella, pero la joven no perdió la compostura-Se que no quieres este matrimonio, no soy tan estúpido, ¿sabes? Al principio yo tampoco lo quería, pero tienes algo que me será de mucha utilidad.
-Os equivocáis, me educaron para aceptar el matrimonio que me impusieran y complacer a mi esposo en todo momento. ¿Y qué tengo yo que os sea de utilidad? Malmö ya no existe, es solo un trozo de roca cubierto de ceniza...
Diestro como cualquier guerrero, Dagur desenvainó un cuchillo de su bota y realizó un pequeño corte en el dedo índice de Val, un punto rojo y brillante burbujeó de la yema. Dagur se lo puso enfrente de la nariz, apretando con fuerza la muñeca de la muchacha. Un escalofrío de terror le recorrió la espina dorsal:
-Tu sangre.
Val lo apartó de ella de un empujón y escondió las manos callosas tras su espalda. Dagur no podía ver las heridas de sus manos, o podría descubrir que ya no era una princesa, sino una entrenadora de dragón y una hábil guerrera.
-Buscas el legado de los Antiguos Clanes, la sangre del dragón...-suspiró resignada- Debí suponerlo, eres tan idiota que no sabes que la sangre de los Antiguos Clanes se extinguió hace décadas, con la coronación de mi abuela.
Dagur frunció el ceño:
-Eso crees tú, princesa mía; pero se cuentas historias, leyendas sobre los Antiguos Clanes, hay generaciones donde no ha aparecido ningún rastro de la pureza de la sangre, pero si lo ha hecho en sus descendientes. ¿Quién no me asegura a mi que nuestros hijos no tendrán ese don para atraer a los dragones?-El aliento le apestaba a ajos y Val tuvo que aguantar la respiración para no vomitar. La sola idea de tener hijos con Dagur le revolvía aún más el estómago-Estoy seguro que dentro de esa carita de sirena se esconde una gota de la sangre del dragón.-Le acarició un rebelde mechón blanco que se escapaba de su trenza.
-He estado tres años rodeada de dragones y ninguno se me ha acercado. Pierdes el tiempo Dagur.
-Quizás...-Dagur le apretó las mejillas-pero al menos podré decir que me he casado con una princesa, y ademas...-una mano fría como el hielo le acarició el pelo-eres bastante bonita, tendremos unos hijos preciosos. Niñas con el pelo blanco y guerreros con el cabello rojo como el fuego... ¿Es como a ti te gusta, no Val? El fuego, los malmonianos y vuestra absurda adoración por el fuego.-la mano de Dagur le apretaba la mandíbula con mucha fuerza, notó el sabor de la sangre esqurrirse entre las encías. Val intentó liberarse, pero Dagur la sacudió bruscamente y la acercó aún más a él, intento besarla, pero lo único que consiguió fue que un escupitajo se le clavase en el ojo. Soltó a la muchacha de golpe, que cayó al suelo, mientras él luchaba por quitarse la
sustancia pegajosa del glóbulo ocular. Val rió divertida, y se limpió la saliva que le goteaba de la boca con el reverso de la manga. Cuando Dagur logró volver a ver la señaló con un dedo acusador. Tenía el ojo hinchado y enrojecido, sobresalía entre las tres cicatrices negras que lo atravesaban. Cogió a Val por el cuello de la túnica y la zarandeó-No creas que no se que pretendes,-le susurró entre dientes-y borra esa estúpida sonrisa de la cara. Tus amigos no van a venir a rescatarte, y si lo hicieran, ¿a dónde irías? ¿A una isla con un tío que casi ni conoces y un primo lejano estúpido e impertinente? ¿O volverías a ese montón de roca y ceniza que llamabas hogar?
Dagur la soltó bruscamente y fue sujetada por dos de sus hombres. La piedra de luna blanca del puñal de Val relució con el brillo del astro. El energúmeno observó por un instante el atuendo de la joven y finalmente decidió arrebatarle el puñal. Contempló la hoja curva y afilada y el puño exquisitamente tallado en marfil y plata, en forma de dragón con las fauces abiertas y dos piedras blancas como ojos. Val luchaba para deshacerse de sus captores, pero todo el esfuerzo era inútil:
-¡Haremos escala en Playa Puntiaguda!-ordenó a pleno pulmón-que un bote se adelante y avise al señor del castillo de mi llegada. Y llevaos a la chica-le dio un empujón-que la vistan para la cena como una princesa energúmena, y que se le vaya ese olor tan espantoso a heces de gronkle. -Antes de que se llevaran a Val, Dagur le puso su puñal en el cuello-¿Flor de Invierno?-se burló-Tendrían que haberte llamado Hoja de Otoño, porque desde que naciste todo se ha podrido a tu paso. Pensándolo mejor, tú nombre te va como anillo al dedo: Valdir, diosa de la muerte, que acertado. ¡Ja!
* * *
El aire de la noche era gélido y cortante como el acero y la herida de la mejilla le ardía como si acabase de meterla en ácido de Ala Cambiante. Sentía los muslos en carne viva y tenía tirones en los glúteos. Luchaba desesperadamente por mantenerse en equilibrio, montar a Theon era muy distinto que montar a Garfios: su dragón rojo era más grande y cómodo, y el poder agarrarse a los cuernos le permitía una estabilidad que con Theon no lograba encontrar. La escurridiza piel del pesadilla voladora le provocaba la vertiginosa sensación de que la silla se resbalaría en cualquier momento y caería al vacío. Escuchaba las olas rugir bajo sus pies, pero no lograba distinguirlas en la noche. El viento azotaba con violencia y la mar picada desafiaba al marinero más audaz. El pesadilla y Desdentao eran de la misma naturaleza y veían perfectamente en la oscuridad, pero al cobarde de Mocoso no le hacía demasiada ilusión volar a oscuras, aunque Theon sabía perfectamente hacia donde se dirigía. Dio una ágil voltereta atravesando un arco de piedra y a muchacho le entraron ganas de vomitar. El dragón lo notó y emitió un agudo grito que resonó en eco entre las rocas.
-Escúchame bicharraco,-le había gritado al dragón negro con la cresta puntiaguda y azul-yo no te caigo bien, y tú no me caes bien a mi, pero estamos en esto juntos. Ambos queremos lo mismo: encontrar a Val y tendremos que trabajar en equipo para lograrlo.
Abrió la jaula y con manos temblorosas extendió la mano hacia Theon. Cerró los ojos y apretó la mandíbula con fuerza, se sorprendió cuando el pesadilla dejó que le pusiera la sudorosa palma sobre la frente escamosa y permitió que lo montara, desapareciendo en la oscuridad de la noche. Había preferido llevarse a Garfios, pero mientras el pesadilla monstruosa siguiera en Mema, tardarían más en darse cuenta de su ausencia. Necesitaba el olfato de Theon para rastrear a Val, mientras a Garfios le había asignado la tarea de vigilar a Cosita. Tampoco se había llevado al bebé de cremallerus, no podía estar pendiente de él mientras luchaba contra un navío repleto de energúmenos. Llevaba la espada envainada colgada de las alforjas del dragón, una cota de malla de escamas azules esmaltadas y un casco con sinuosos cuernos de carnero cubriéndole el grueso cabello negro. Sobre los hombres llevaba una capa de pelo oscuro, sujeta por un broche de plata con el emblema de su clan. Del cuello colgaba su amuleto de la suerte: el collar de Val. Lo envolvió con la mano para sentir el frío tacto y la afilada punta y dedicó unos segundos a Thor para desear que la muchacha estuviese a salvo. Un reflejo cobrizo entre las olas llamó la atención del audaz dragón y descendió en círculos hacia el objeto en cuestión. Las olas le salpicaron las botas y por un momento temió estar demasiado cerca del agua, inconscientemente clavó los talones en el dragón y este se revolvió inquieto, tardó un largo momento en que su corazón tornase a latir con normalidad y se arrepintió de no estar en Mema, acurrucadito en su cama envuelto en lana de oveja.
-Es un mascarón de proa-explicó a Theon, aunque no sabía porque, cuando consiguió distinguir con bastante claridad el objeto-es un dragón de bronce. El barco seguirá estando debajo, encallado entre los arrecifes.-lanzó una maldición para sus adentros-Ya se donde estamos Theon, son las rocas del Dragón Marino. Dagur las ha atravesado para llegar cuanto antes a Isla Escalofrío. Ese idiota... debe de tener muchas ganas de casarse con Val, bueno ¿quién no las tendría? Espero que no haya sido tan insensato como para seguir adelante con esta mar. ¡Podrían naufragar!-un escalofrío le recorrió el cuerpo-¿No será este el barco de Dagur, verdad Theon? Por favor, dime que no es este el barco de Dagur...
El pesadilla alzó el vuelo girando en espiral, hasta quedar fuera del alcance de las nieblas que cubrían las traicioneras rocas. Unas antorchas resplandecían tenues a lo lejos, en lo que parecía ser una elevada estructura de piedra:
-¿Qué isla es esa? Seguro que el tonto de Hipo lo sabría...-un temblor le subió por la pierna. Maldijo entre dientes y espoleó a Theon. El dragón rugió y avanzó batiendo las alas con furia. No podía dar marcha atrás, aunque se arrepentía con toda su alma por haber ido. Hipo le hubiese dicho que se encontraría en aquella isla, y hubiese elaborado un plan para rescatar a Val sin que los energúmenos se diesen cuenta. Pero estaba solo, solo y asustado, el cobarde de Mocoso siempre temblando, siempre tropezando, siempre haciendo el ridículo con los dragones. Flexionó los dedos y acarició la empuñadura de su espada: "Soy la espada en la oscuridad", pero con la espada era un desastre y la oscuridad le daba miedo. Sus amigos le habían abandonado, le decían que debía respetar la decisión de Val, que su acto había servido para deshacerse de los energúmenos...Se enfadó aún más consigo mismo y espoleó a Theon de nuevo para llegar cuanto antes a la isla desconocida.
* * *
El castillo de Playa Puntiaguda, si es que aquel torreón pestilente lleno de algas se le podía llamar castillo, pertenecía a un tío lejano de Dagur, que prestó un exagerado entusiasmo cuando el energúmeno se autoinvitó (junto con toda su tripulación) a cenar. Valdir no se molestó en aprenderse los nombres de los tíos de Dagur: él era viejo, con el pelo blanco, bajito y gordinflón. Ella alta y delgada, con el pecho caído y una fea verruga sobre el labio. Durante la cena en el salón principal, se dedicaron a agasajar a Dagur con todo tipo de felicitaciones y halagos. Les prometió que tendrían un lugar de honor en el banquete de la boda por acogerlos durante su travesía. Los ancianos se retorcieron de gozo. Improvisaron unas mesas para los hombres de Dagur utilizando caballetes y tablones. El señor del torreón cedió su pequeño trono de madera de pecios al recién llegado, mientras que él ocupaba el asiento de su derecha. A la izquierda estaba Val, y a su lado la señora. Tomaron una improvisada cena a base de halibut con pimiento confitado y corteza de setas. Acompañado por mejillones cocidos y almejas recubiertas de salsa picante. Los marineros energúmenos estaban bien servidos con sus cuernos de cerveza, mientras que los señores alardeaban de su posición abriendo un barril de vino tinto que reservaban para una ocasión especial. Val se mareó nada más olerlo y prefirió servirse un vaso de agua.
"Pobres, deben estar muy aburridos aquí solos"-pensó Val, que se limitaba a sonreír y a asentir a todo lo que le decía la tía de Dagur.
-Que suerte tienes princesa, un hombre como Dagur solo se presenta una vez en la vida. Es alto, guapo, todo un líder... Cuantas damas desearían estar hoy en tu lugar.-la vieja del lunar tenía el cabello rojizo, recogido sobre la cabeza en un moño con un tocado de flores, de manera que ocultaba las canas que le salpicaban las raíces.
-Soy muy afortunada.-respondió ella en un suspiro. El mencionado se volvió hacia Val y la joven le dedicó una sonrisa forzada. Dagur brindó por ella.
-Y gracias a ti ahora será príncipe: el príncipe Dagur suena mucho mejor que Dagur el Desquiciado.-la tía bajó la voz para que el resto no la escuchara, y se puso una mano en la boca para ocultar sus labios de miradas indiscretas-Hazme caso niña, se de lo que hablo. En cuanto os hayáis casado, atrápalo fuerte entre las piernas y no lo dejes escapar.-Valdir se sonrojó-Disculpa alteza, se me olvida de que eres una doncella. No debería hablar de estos temas contigo, y menos durante la cena.
La mujer se esforzaba por mostrarse todo lo cortés posible, pero seguía siendo una energúmena al fin y al cabo.
-Honraré a mi esposo según las costumbres de mi pueblo. Le cantaré canciones, me encargaré de llenarle el cuerno de cerveza y de tener la chimenea encendida en cuanto llegue de algún viaje y le daré hijos, muchos hijos...-la tristeza se apoderó de su voz al pronunciar esas últimas palabras.
-¿Qué te pasa niña?-la tía la cogió por la mejillas y la obligó a mirar el rostro arrugado y la fea verruga-¡Oh tienes miedo! Criaturita... todas las doncellas están asustadas los días antes de su boda, pero no te preocupes, en cuanto llegue el momento todo sucederá solo, ya verás. Y cuando quieras darte cuenta ya tendrás a un niño mamando de tu pecho y a otro en camino.-a Val le entró una arcada, y no precisamente por el estado del pescado ¡Ya lo tengo! en cuanto vuestros hijos crezcan un poco podéis traerlos aquí, para que jueguen con nuestros nietos, ¿Y quién sabes? Quizá con el tiempo, dejaremos de ser los tíos de Dagur para convertirnos en los padres de la reina. Le dio un codazo juguetón a Val. La mujer se había perfumado demasiado y el olor la estaba mareando.-Ya lo estoy imaginando, preciosas niñas con el cabello blanco y pequeños guerreros con el pelo rojo, como el fuego...
Val deseaba con todas sus fuerzas lanzar a esa apestosa anciana al fondo del mar con Dagur atado a la espalda. A ellos y a sus estúpidas niñas de cabello blanco y pequeños guerreros con el pelo rojo, como el fuego... "Que equivocados estáis, no adoramos el fuego, adoramos la vida. El fuego da vida porque da calor, alimento, pero sus llamas también matan. En cambio, las brasas, calientan y sirven para cocinar, y no dañan tanto como fuego. Y las brasas... las brasas no son rojas, son negras".
Se levantó alzando el mentón, con toda la elegancia que la caracterizaba.
-¿Me disculpáis, mi señora? Voy a tomar el aire.
-¿Te encuentras bien, niña?-Dagur también se volvió hacia ella, consternado.
-Sí, solo necesito respirar un poco de aire fresco.-antes de marcharse dio una exagerada reverencia ante Dagur-Si me lo permite mi señor.-su prometido realizó un sobrecargado gesto con la mano para indicarle que le concedía el permiso para marchar.
Val se retiró de la estancia con los puños apretados. "Thor, dame paciencia con mi futuro esposo, porque si me das fuerza, lo mato".
La muchacha salió a uno de los balcones del pequeño torreón, a sus pies se extendía un pequeño jardín de celindos, adelfas y abelias medio muertos: un vano intento de la señora de dar algo de alegría a su triste montón de piedras en media del mar. Soplaba una gélida brisa nocturna que le sonrojaba las mejillas. A lo lejos, distinguía levemente las antorchas de la torre del vigía situada en la playa. Se abrazó el pecho para protegerse del frío: antes de cenar se habían encargado de bañarla, para según Dagur, "quitarle ese apestoso olor a boñigas de gronkle", y la habían vestido como una auténtica guerrera energúmena. La falda de pétalos metálicos pesaba una tonelada, y Val sentía como le obstruía la cintura cada vez que intentaba dar un paso. Tenía el ombligo al aire, la prenda de la parte superior solo le cubría el pecho y el brazo derecho. El top estaba hecho de tela negra, con bordados de cuentas rojas que simulaban un skrill escupiendo rayos. La manga le llegaba hasta la palma de la mano, y estaba elaborada con pequeñas escamas de plata y pesaba casi lo mismo que la maldita falda.. En el hombro llevaba otra pieza metálica circular con el skrill pintado en negro. El peinado le estaba dando dolor de cuello: le habían entrelazado el cabello en tres trenzas que después habían trenzado entre ellas decorándolas con cintas pintadas. En la frente tenía incrustada una tiara de acero oscuro con turmalinas negras, al mismo estilo que el cinturón con el que se sujetaba la falda. El hombro y el brazo izquierdo estaban desnudos, únicamente decorados por un brazalete de bronce que se enrollaba entorno al bíceps simulando un dragón en forma de serpiente. La joya en cuestión había sido obsequio de Dagur, el dragón serpenteante había sido durante siglos la heráldica del antiguo linaje de Val. Se preguntó de donde lo habría sacado, su abuelo había destruido todos los símbolos de la vieja dinastía; no soportaba el hecho de ser eclipsado por una bandada de mujeres guerreras y convirtió a su honorable abuela en una yegua cría. Val se quitó la pieza y la examinó, resiguiendo cada detalle esculpido con las yemas de los dedos, lo cierto es que se trataba de una joya hermosa, con dos gotas de jade que la observaban en las cuencas oculares del dragón. Se asomó a la balconada de piedra blanca y pensó en lanzar el brazalete, y después lanzarse ella para evitar el matrimonio con Dagur, pero entonces rompería la promesa que le hizo a su padre y los energúmenos invadirían Mema. Una Lírica azul recorrió veloz el cielo norteño, se trataba de una estrella tan azul y tan veloz que eclipsaba los otros puntos blancos del firmamento. El destello le recordó a Theon, sobrevolando la noche entre llamaradas azules. Le pareció como si se estrellase entre los bosquecillos que rodeaban la muralla. Ya nunca volvería a montar un dragón, ni mucho menos a su querido pesadilla. Estrujó el brazalete entre las manos callosas y lo lanzó a los arbustos del jardín antes de volver a entrar al salón.
-¡Ay!
Val se volvió de repente y se asomó al balcón de mármol:
-¿Quién anda ahí?
¿le habría dado a un guardia? ¿o a uno de los hombres de Dagur? ¿Y si la había seguido alguien? Algún enemigo de los energúmeno que planease secuestrarla y cobrar una buena recompensa por ella. Estaba sola y desarmada, Dagur le había robado su puñal y sin dragones se sentía desnuda. Pensó en gritar, si lo hacía los hombres de su futuro esposo acudirían de inmediato a su rescate. Estaba a punto de hacerlo, cuando un rostro muy familiar surgió de entre los matojos montado en un dragón negro. Val no cabía en su asombro cuando Mocoso saltó desde Theon al balcón y le tapó la boca.
-Tranquila, solo soy yo, Mocoso.
Val balbuceó algo incomprensible.. Theon apartó a Mocoso dándole golpecitos con la cabeza, la muchacha lo abrazó con lágrimas en los ojos.
-¡Mocoso!-gritó Val antes de que el joven se llevase un dedo a los labios para que guardara silencio-Mocoso-repitió en susurros-¿Qué hacéis vosotros aquí?
-Hemos venido a buscarte.-de su cinturón colgaba el brazalete de bronce. Valdir se quedó sin palabras.
-¿Qué? ¿A mí? ¿Por qué lo habéis hecho? ¿Dónde está el resto?
El muchacho se ruborizó y se rascó la nuca, Val reconocía ese gesto, lo hacía a modo de tic cuando se sentía incómodo.
-He venido solo.
-¿Por qué lo has hecho?-¿por qué el cobarde de Mocoso había arriesgado su vida, cruzando el gélido vendaval y las traicioneras rocas del Dragón Marino? ¿Por qué?
-Porque te dije que te llevaría al baile de las Líricas, y veríamos la lluvia de estrellas desde los acantilados del mirador.
Ella le dedicó una sonrisa, y por primera vez en muchos años, sus tristes ojos dorados deslumbraban algo nuevo: esperanza. Le acarició el flequillo y la mejilla y notó como al joven le ardía la piel. Quiso decirle que no podía irse con él, que había hecho una promesa, pero casarse con Dagur le daba tanto miedo, y estaba sola e indefensa, y él había recorrido aquel largo camino solo para buscarla, para mantenerla a salvo, ni siquiera Hipo lo había hecho. En la luz de las antorchas, su cabello negro
resplandecía como el fuego, y en su pueblo adoraban el fuego... Nunca había pensado en Mocoso como algo más que un buen amigo, sí, coqueteaba con ella, pero también lo hacía con el resto de muchachas de la aldea, más bien, coqueteaba con todas las muchachas del mundo. Durante los entrenamientos, siempre le dedicaba gestos y sonrisas que ella le devolvía cariñosamente. Se molestó el día que Heather insinuó que podía manipularlo a sus anchas, pero se olvidó de ello al instante. No podía negar que le resultaba atractivo: hasta que llegó a Mema, nunca había visto a nadie con el pelo tan oscuro: sentía la misma fascinación por él que el chico por su cabellera blanca.
-Mocoso yo...
-¡Valdir! Princesa mía.
-Es Dagur, ¡escóndete!-empujó a Mocoso por la balconada, Theon cayó en picado para evitar que se matase, aunque escuchó un redundante golpe y las hojas agitarse cuando tocaron el suelo. El murmullo de la gente en el salón eclipsó la caída para los oídos de Dagur. Al parecer la cerveza había corrido más de la cuenta, y en el salón principal de los señores se había organizado una buena juerga. Dagur también había abusado del vino, lo notaba en su manera de andar y en como se le atragantaban las palabras en la garganta. Se acercó a ella y le rodeó el hombro con un brazo, apestaba a sudor agrio y el hedor a alcohol de su aliento era insoportable, aún así, Val se obligó a sonreír.
-¿Cómo se encuentra mi preciosa doncella?-estaba tan borracho que parecía haberse olvidado de lo que le había hecho en el barco, ni siquiera se dio cuenta de que le faltaba el brazalete de dragón.
-Canto al firmamento lo afortunada que soy al casarme con vos.-Dagur hizo ademán de asomarse al balcón, pero Val lo detuvo sujetándole por el brazo-No me había dado cuenta de lo fuerte y musculoso que sois, ya entiendo porque en Mema os tienen tanto miedo.
Dagur arqueó las cejas, el vino había nublado aún más su pequeño cerebro de mosquito.
-¿Me tienen miedo en Mema?
-Terror, para que los niños se porten bien los amenazan con que la flota del príncipe Dagur se los llevará de sus camas mientras duermen.
-¿De verdad dicen eso de mi?
-¿A caso os mentiría vuestra futura esposa? ¡Que me lleven los huargos a Helheim si lo hago! Ya sabéis que los matrimonios en Malmö son indestructibles hasta la próxima vida.
Dagur frunció el ceño, pero el argumento pareció convencerlo del todo:
-¿Y qué mas dicen en Mema de mi?
Si Mocoso intentaba algo contra Dagur en el balcón sus hombres y los guardias de su tío acudirían enseguida, y aunque llevase un dragón, no sería lo suficiente para vencer a toda una tripulación de energúmenos.
-Os contaré todo lo que dicen de vos, pero aquí no.-acercó sus labios a su oreja-vayámonos a un lugar más íntimo.
* * *
Mientras tanto, en Mema, el resto de jinetes disfrutaba de unos cuernos de cerveza negra, acompañados por cuencos de barro con cebolletas en vinagre, ante las brasas encendidas de la Gran Sala. Todo el mundo estaba tan ocupado preparando las fiestas de las Líricas que los bancos de la estancia solo estaban ocupados por los cinco muchachos y sus dragones. Incluso Bocón, que no desaprovechaba ninguna oportunidad para beber cerveza estaba ocupado preparando su estofado de cordero. Un terror terrible arrebató el casco de cuernos de yak a Chusco, éste se lanzó a perseguirlo saltando entre las mesas, derramando la cerveza y los aperitivos a su paso. Brusca se reía a carcajada suelta. Patapez ocultó el libro que estaba leyendo para evitar que los mellizos lo manchasen. Les soltó uno de sus discursitos intelectuales, sobre el valor del conocimiento y la exclusividad de ese volumen, pero solo consiguió que le derramasen un cuerno de cerveza sobra la cabeza. Vómito y Eructo corrieron a lamerle los restos del líquido de las mejillas. Chusco y Brusca estallaron en sonoras carcajadas. Astrid también dejó escapar una risita, bajó los pies de la mesa, se limpió la espuma de la comisura de los labios con el reverso de la mano y llenó dos cuernos de bebida. Se acercó a las robustas puertas de madera tallada: estaban entreabiertas y el aire frío de principios de primavera se colaba rápido y cortante hacia el interior como un muerte susurrante. Hipo estaba apoyado en una de las puertas, de brazos cruzados. El viento le agitaba el cabello castaño, pero parecía no sentir nada, tenía la vista fija en el acantilado donde habían dejado a Mocoso. A Astrid se le erizó el vello de los brazos al notar los cortes del viento en la piel.
-Debe de estar muy afectado para perderse las ocurrencias de los gemelos-pronunció la joven tendiéndole uno de los cuernos de cerveza. Hipo lo rechazó con un gesto de la mano:
-No es el único.-Astrid contempló como la tristeza se reflejaba en los ojos verdes del muchacho. Desdentao estaba a su lado, frotó su cabeza sobre la mano de Hipo y éste le respondió con descuidadas caricias.
-¿Cómo está tu padre?
-Se ha pasado la tarde de morros, afilando su hacha en silencio. Me produce escalofríos cuando se pone así.
-Y no me extraña, Val es como de vuestra familia.
-Es más que eso, Astrid-reprochó Hipo-Val es más que una prima lejana, es como mi hermana pequeña. Y saber que está en manos de Dagur...-Hipo apretó los puños con fuerza, Desdentao se dio cuenta y emitió un leve gemido. Astrid le puso una mano en el hombro:
-Ha sido decisión suya y debemos respetarla. Val es una heroína: Ha salvado Mema de los energúmenos.-pronunció con la voz más calmada que pudo.
-A cambio de todos los días que le queden en esta vida.-Hipo dio un puñetazo a la puerta.
-Más que eso.-el que había hablado era Patapez, que por fin se había limpiado la cerveza del pelo y se había librado de las travesuras de los gemelos. Mostró el volumen que leía a Astrid y a Hipo. Era un libro encuadernado en piel de dragón roja, con el dibujo de un dragón serpenteante en la portada y unas letras escritas en un idioma desconocido. Las páginas eran de piel de oveja, gruesas y amarillentas-Es el libro de los Antiguos Clanes-aclaró Patapez.
-El linaje de Val.
-Exacto, Hipo. Valdir me lo prestó para que lo estudiase, para ellos las ceremonias de unión son algo extremadamente sagrado a los ojos de sus dioses. Por eso deben elegir con mucha precaución con quien se casarán, porque no solo pasarán juntos el resto de su vida, sino también el de la siguiente...
-Pero, si la unión es tan importante, ¿por qué el padre de Val acordó su matrimonio con Dagur?-preguntó Astrid.
-La reina Ayla, la bisabuela de Val, se casó con un rey del continente, al igual que su hija. Ellos trajeron algunas de sus costumbres a Malmö, como los matrimonios de conveniencia por asuntos políticos. Por ese motivo el apellido de Val se ha extinguido. Aún así, siguen teniendo cierto recelo hacia sus costumbres más antiguas, como la lengua y la religión. O la ceremonia de unión-cuando llegó a Mema, Val recitaba algunas oraciones en la antigua lengua, aunque su religión fue prohibida por su abuelo para implantar la fe de Odín. Cuando Valdir muriese, la antigua lengua y las antiguas costumbres de Malmö se perderían para siempre.
A Hipo le faltaron dos segundos para montar a Desdentao y salir volando a buscar a Val, sino fuese porque Garfios interrumpió en la sala persiguiendo al bebé de cremallerus espantosus. El pequeño saltó sobre una de las mesas, perseguido por el enorme dragón rojo que lo arrasaba todo a su paso: derramó el barril de cerveza sobre las brasas encendidas y la estancia se llenó de un potente aroma a lúpulo fermentado. Brusca se abalanzó sobre la cría para protegerla de los mordiscos de Garfios, mientras que Chusco, Vómito y Erupto lo estiraban de la cola para frenarlo. Desdentao lanzó unas ráfagas de plasma para separar a las dos bestias, pero el pesadilla monstruosa seguía empeñado en devorar a Cosita. Tormenta se interpuso entre el dragón de Mocoso y el de Val, con las alas extendidas y el pecho erguido, defendiendo al pequeño. Las bestias se desafiaron mutuamente durante unos segundos que parecieron siglos, Barrilete y el cremallerus de los gemelos se unieron a la nadder. Finalmente y al verse rodeado, Garfios se rindió, se hizo un ovillo frente a una de las largas estufas de brasas y se echó a dormir.
-¿Qué diablos les pasa a estos?-gritó Astrid histérica cuando se calmó el ambiente-¿Y por qué Mocoso no ha detenido a su dragón? Por cierto, ¿dónde está Mocoso?
La muchacha dio una patada a la hierba, furiosa. La oscuridad en el acantilado era casi total, sino fuera por el rumor de las olas, ni siquiera podía distinguir que el mar se extendía picado bajo sus pies. El viento le agitaba la trenza y le tapaba los ojos con el flequillo.
-¡Que idiotas hemos sido! Deberíamos habernos dado cuenta de que pasaba algo en cuanto Theon dejó de gritar.-apenas podía ver a Hipo, arrodillado a sus pies.
-No me puedo creer que haya ido a buscarla, y con Theon-se lamentó el muchacho-ha sido más inteligente de lo que pensábamos. El pesadilla voladora es el único capaz de rastrear a su jinete y dejando a Garfios aquí, hemos tardado más en darnos cuenta de su ausencia.
-¿Pero por qué lo ha hecho?-interrumpió Astrid-Ha sido decisión suya, Val está prometida con Dagur y según ese libro, es un enlace indestructible, ¡hasta en la próxima vida!
-Bueno, no exactamente...-Patapez se acercó tímidamente hacia ellos, seguía teniendo el libro de los Antiguos Clanes en la mano.
-¿Qué quieres decir?-preguntó Hipo.
-¿Sabes si Dagur besó a Val en la plaza?
-Recuerdo que lo intentó, pero ella le dio un empujón y estuvo a punto de quebrantar el acuerdo prenupcial.
-Entonces aún hay esperanzas para deshacer esa unión. Hasta que los futuros novios no hayan pasado por el ritual del beso, el compromiso no será oficial. Según la antigua creencia de los malmonianos, ese primer beso servía para sellar la unión de la pareja ante sus dioses, antes de la ceremonia oficial.
-Val está intentando ganar tiempo posponiendo el beso con Dagur.-dedujo el hijo de Estoico.
-¿Crees que Mocoso sabía eso?
-No lo sé, sabía que Theon era el único que podía rastrear a Val, no me sorprendería que estuvieran compinchados des del principio. Debemos ir a buscarlos y traerlos de vuelta a Mema. ¡A ambos!-ordenó Hipo, decidido.
-¿Pero cómo vamos a hacerlo?-se exasperó Astrid-¡ni siquiera sabemos el rumbo que han tomado!
-Si tuviéramos algún objeto que recientemente hubiese tocado Mocoso, Desdentao podría rastrearlo...-suspiró Patapez.
Hipo meditó unos instantes, su pie metálico chocó con un objeto tirado en el suelo. No podía distinguir que era con claridad por la negrura de la noche, pero en seguida se percató de que se trataba de un pequeño cofre de madera y bronce. Lo tomó entre sus manos y miró cómplice a su dragón.
* * *
Desde las almenas del pequeño torreón se dominaba toda la bahía de Playa Puntiaguda. A lo lejos y entre la niebla se distinguían las escalofriantes formas de las rocas del Dragón Marino. El este no era un lugar seguro para huir, perderse entre las rocas era una buena forma de despistar a los barcos, pero la playa estaba llena de energúmenos que patrullaban y vigías cargados con ballestas apostados en las torres. Las saetas no eran un peligro para Theon, no atravesaban las escamas de un dragón como él, pero podían ser mortales para los jinetes. En cambio, el camino del norte... el sinuoso bosque de la isla impediría una persecución rápida a pie, y el dragón era lo suficientemente ágil para perderse entre las ramas, y en cuanto los energúmenos se diesen cuenta, ya se habrían escabullido entre las nubes de la tormenta que se aproximaba. Val caminaba agarrada al brazo de Dagur, tuvieron que detenerse en más de una ocasión para que el guerrero recuperase el equilibrio, la muchacha siempre le respondía con palabras bizarras y halagos desmesurados.
-Repíteme eso de las doncellas.-dijo Dagur entre balbuceos y náuseas cuando llegaron a las almenas.
-A las doncellas les tiemblan las piernas cada vez que oyen pronunciar el nombre del apuesto Dagur, con su barba roja como la sangre y la cabellera como el fuego.-le acarició la cresta de pelo grueso-y los dragones se esconden en sus cuevas como gatitos asustados cuando se menciona vuestra fama de cazador.
A Dagur el tema de los dragones le resultaba indiferente, en otra época hubiese desenvainado su espada y hubiese corrido a los bosques a espantar a los terrores terribles, pero la adolescencia le había abierto la mente a explorar nuevos horizontes, concretamente, aquellos dos picos que se alzaban en el busto de su prometida.
-Habré roto muchos corazones en Mema cuando las muchachas se enteraron de que me iba a casar.
-Los lamentos resonaban por toda la isla.
-Dagur tiene muchos guerreros con hombros dispuestos a consolar a todos las doncellas que haga falta-¿hablaba en tercera persona para darse aires de grandeza? A Val le resultaba vomitivo-pero solo unos labios para ser besados por la más hermosa de las princesas.
Dagur la tomó por el brazo con fuerza e intentó atraerla hacia sí, Val dio un salto hacia atrás.
-Mi señor es muy gallardo conmigo y me agasaja que me consideréis tan bella...
-¿Pero qué?-la actitud de Dagur cambió de repente y el brazo empezó a doler-Llevas toda la noche soltando tonterías sobre como me admiras, pero cuando intento besarte te apartas. Sabes tan bien como yo que ocurrirá si no me besas.-sentía cada uno de sus dedos clavándose en su brazo como si fuesen garras de acero.
-Mi señor, os juro que me muero de ganas de besaros-Val se atragantaba al hablar para intentar ocultar el dolor-casarme con vos y complaceros como esposa es mi mayor deseo-le acarició la mejilla con ternura y Dagur le soltó el brazo- tener hijas con el pelo blanco y guerreros con el cabello como el fuego...-frunció los labios y Dagur cerró los ojos, pero Val le puso una mano en el pecho.-Solo una cuestión: el fuego no es rojo, sino negro.
A Dagur no le dio tiempo a reaccionar, la niebla azul le dejó el cuerpo inmovilizado y apenas pudo divisar como la sombra negra se cernía sobre él. Val dio un salto y se agarró al brazo que le tendían al vuelo, aprovechó el impulso para dar una patada a Dagur y tirarlo al suelo. Lo único que pudo ver el energúmeno fue como un brazalete de bronce le impactaba en la mandíbula. Ya en el aire, Theon se inclinó para que Val pudiese acomodarse tras su silla. Echó un último vistazo a Playa Puntiaguda, que a medida que ascendían se hacía cada vez más pequeña y las luces de las antorchas se convertían en
minúsculos puntos naranjas perdidos en el negro océano. Valdir rodeó con los brazos el cuerpo de su acompañante y ocultó el rostro en la piel de oso que llevaba sobre los hombros. Theon lanzó un agudo chirrido hacia la inmensidad de la noche y en un par de aleteos en dirección norte, los engulló la tormenta.
-¿Te quieres callar de una vez?-protestó el guerrero, agresivo-Esto parece un cortejo fúnebre en lugar de un compromiso.
Dagur tenía los ojos azul marino, apenas podía distinguirlos por la oscuridad que les rodeaba. La penumbra de las antorchas le otorgaba un aspecto más fiero del que ya poseía por naturaleza.
-¿A mi señor no le gusta como canto?-preguntó ella en la más pura inocencia-En mi pueblo es costumbre que las damas canten a sus esposos para entretenerlos.-Dio una exagerada reverencia a los pies de Dagur, arrepentida, el gesto fue del agrado del energúmeno.-Mil perdones, mi señor, yo solo quería complaceros...
-Tus canciones solo sirven para distraer a mis hombres. Mantén la boca cerrada hasta que lleguemos a Isla Escalofrío.
Una turbulencia hizo vibrar el casco del barco y ambos perdieron el equilibrio durante un instante. Una antorcha cayó al agua con el chasquido del fuego al asfixiarse.
-¿Qué ha pasado, contramaestre?-preguntó el jefe furioso, mientras las venas de los brazos se le contraían.
-Una roca oculta-el contramaestre era más alto y fuerte que Dagur, podría machacarle con una mano, sin embargo, parecía tenerle un terror sobrenatural.-estamos en las rocas del Dragón Marino, hay pecios semi hundidos y salientes rocosos traicioneros, y la oscuridad no es un buen aliado para navegar por aquí. Deberíamos desembarcar en Playa Puntiaguda y seguir por la mañana.
Dagur dio una patada a la cubierta que hizo estremecerse al contramaestre de la cabeza rapada.
-¡No, no y no! Debemos llegar a Isla Escalofrío lo antes posible.
-¿A qué vienen esas prisas, mi señor? Más vale tardar un par de días más y traer una esposa viva que una ahogada-protestó Val en su tono más cortés. Dagur la ignoró y siguió gritándole al contramaestre.
-Tengo que casarme cuando antes con la chica, no vaya a arrepentirse y llame a su amiguito Hipo y a sus dragoncitos para que la rescaten.
-Os aseguro que eso no ocurrirá. Le hice una promesa a mi señor padre, me casaré con vos y os honraré como esposo.
-No me cuentas historias, princesa-Dagur se volvió bruscamente hacia ella, pero la joven no perdió la compostura-Se que no quieres este matrimonio, no soy tan estúpido, ¿sabes? Al principio yo tampoco lo quería, pero tienes algo que me será de mucha utilidad.
-Os equivocáis, me educaron para aceptar el matrimonio que me impusieran y complacer a mi esposo en todo momento. ¿Y qué tengo yo que os sea de utilidad? Malmö ya no existe, es solo un trozo de roca cubierto de ceniza...
Diestro como cualquier guerrero, Dagur desenvainó un cuchillo de su bota y realizó un pequeño corte en el dedo índice de Val, un punto rojo y brillante burbujeó de la yema. Dagur se lo puso enfrente de la nariz, apretando con fuerza la muñeca de la muchacha. Un escalofrío de terror le recorrió la espina dorsal:
-Tu sangre.
Val lo apartó de ella de un empujón y escondió las manos callosas tras su espalda. Dagur no podía ver las heridas de sus manos, o podría descubrir que ya no era una princesa, sino una entrenadora de dragón y una hábil guerrera.
-Buscas el legado de los Antiguos Clanes, la sangre del dragón...-suspiró resignada- Debí suponerlo, eres tan idiota que no sabes que la sangre de los Antiguos Clanes se extinguió hace décadas, con la coronación de mi abuela.
Dagur frunció el ceño:
-Eso crees tú, princesa mía; pero se cuentas historias, leyendas sobre los Antiguos Clanes, hay generaciones donde no ha aparecido ningún rastro de la pureza de la sangre, pero si lo ha hecho en sus descendientes. ¿Quién no me asegura a mi que nuestros hijos no tendrán ese don para atraer a los dragones?-El aliento le apestaba a ajos y Val tuvo que aguantar la respiración para no vomitar. La sola idea de tener hijos con Dagur le revolvía aún más el estómago-Estoy seguro que dentro de esa carita de sirena se esconde una gota de la sangre del dragón.-Le acarició un rebelde mechón blanco que se escapaba de su trenza.
-He estado tres años rodeada de dragones y ninguno se me ha acercado. Pierdes el tiempo Dagur.
-Quizás...-Dagur le apretó las mejillas-pero al menos podré decir que me he casado con una princesa, y ademas...-una mano fría como el hielo le acarició el pelo-eres bastante bonita, tendremos unos hijos preciosos. Niñas con el pelo blanco y guerreros con el cabello rojo como el fuego... ¿Es como a ti te gusta, no Val? El fuego, los malmonianos y vuestra absurda adoración por el fuego.-la mano de Dagur le apretaba la mandíbula con mucha fuerza, notó el sabor de la sangre esqurrirse entre las encías. Val intentó liberarse, pero Dagur la sacudió bruscamente y la acercó aún más a él, intento besarla, pero lo único que consiguió fue que un escupitajo se le clavase en el ojo. Soltó a la muchacha de golpe, que cayó al suelo, mientras él luchaba por quitarse la
Dagur el Desquiciado, desquiciándose con Val |
Dagur la soltó bruscamente y fue sujetada por dos de sus hombres. La piedra de luna blanca del puñal de Val relució con el brillo del astro. El energúmeno observó por un instante el atuendo de la joven y finalmente decidió arrebatarle el puñal. Contempló la hoja curva y afilada y el puño exquisitamente tallado en marfil y plata, en forma de dragón con las fauces abiertas y dos piedras blancas como ojos. Val luchaba para deshacerse de sus captores, pero todo el esfuerzo era inútil:
-¡Haremos escala en Playa Puntiaguda!-ordenó a pleno pulmón-que un bote se adelante y avise al señor del castillo de mi llegada. Y llevaos a la chica-le dio un empujón-que la vistan para la cena como una princesa energúmena, y que se le vaya ese olor tan espantoso a heces de gronkle. -Antes de que se llevaran a Val, Dagur le puso su puñal en el cuello-¿Flor de Invierno?-se burló-Tendrían que haberte llamado Hoja de Otoño, porque desde que naciste todo se ha podrido a tu paso. Pensándolo mejor, tú nombre te va como anillo al dedo: Valdir, diosa de la muerte, que acertado. ¡Ja!
* * *
El aire de la noche era gélido y cortante como el acero y la herida de la mejilla le ardía como si acabase de meterla en ácido de Ala Cambiante. Sentía los muslos en carne viva y tenía tirones en los glúteos. Luchaba desesperadamente por mantenerse en equilibrio, montar a Theon era muy distinto que montar a Garfios: su dragón rojo era más grande y cómodo, y el poder agarrarse a los cuernos le permitía una estabilidad que con Theon no lograba encontrar. La escurridiza piel del pesadilla voladora le provocaba la vertiginosa sensación de que la silla se resbalaría en cualquier momento y caería al vacío. Escuchaba las olas rugir bajo sus pies, pero no lograba distinguirlas en la noche. El viento azotaba con violencia y la mar picada desafiaba al marinero más audaz. El pesadilla y Desdentao eran de la misma naturaleza y veían perfectamente en la oscuridad, pero al cobarde de Mocoso no le hacía demasiada ilusión volar a oscuras, aunque Theon sabía perfectamente hacia donde se dirigía. Dio una ágil voltereta atravesando un arco de piedra y a muchacho le entraron ganas de vomitar. El dragón lo notó y emitió un agudo grito que resonó en eco entre las rocas.
-Escúchame bicharraco,-le había gritado al dragón negro con la cresta puntiaguda y azul-yo no te caigo bien, y tú no me caes bien a mi, pero estamos en esto juntos. Ambos queremos lo mismo: encontrar a Val y tendremos que trabajar en equipo para lograrlo.
Theon, el pesadilla voladora de Val |
-Es un mascarón de proa-explicó a Theon, aunque no sabía porque, cuando consiguió distinguir con bastante claridad el objeto-es un dragón de bronce. El barco seguirá estando debajo, encallado entre los arrecifes.-lanzó una maldición para sus adentros-Ya se donde estamos Theon, son las rocas del Dragón Marino. Dagur las ha atravesado para llegar cuanto antes a Isla Escalofrío. Ese idiota... debe de tener muchas ganas de casarse con Val, bueno ¿quién no las tendría? Espero que no haya sido tan insensato como para seguir adelante con esta mar. ¡Podrían naufragar!-un escalofrío le recorrió el cuerpo-¿No será este el barco de Dagur, verdad Theon? Por favor, dime que no es este el barco de Dagur...
El pesadilla alzó el vuelo girando en espiral, hasta quedar fuera del alcance de las nieblas que cubrían las traicioneras rocas. Unas antorchas resplandecían tenues a lo lejos, en lo que parecía ser una elevada estructura de piedra:
-¿Qué isla es esa? Seguro que el tonto de Hipo lo sabría...-un temblor le subió por la pierna. Maldijo entre dientes y espoleó a Theon. El dragón rugió y avanzó batiendo las alas con furia. No podía dar marcha atrás, aunque se arrepentía con toda su alma por haber ido. Hipo le hubiese dicho que se encontraría en aquella isla, y hubiese elaborado un plan para rescatar a Val sin que los energúmenos se diesen cuenta. Pero estaba solo, solo y asustado, el cobarde de Mocoso siempre temblando, siempre tropezando, siempre haciendo el ridículo con los dragones. Flexionó los dedos y acarició la empuñadura de su espada: "Soy la espada en la oscuridad", pero con la espada era un desastre y la oscuridad le daba miedo. Sus amigos le habían abandonado, le decían que debía respetar la decisión de Val, que su acto había servido para deshacerse de los energúmenos...Se enfadó aún más consigo mismo y espoleó a Theon de nuevo para llegar cuanto antes a la isla desconocida.
* * *
El castillo de Playa Puntiaguda, si es que aquel torreón pestilente lleno de algas se le podía llamar castillo, pertenecía a un tío lejano de Dagur, que prestó un exagerado entusiasmo cuando el energúmeno se autoinvitó (junto con toda su tripulación) a cenar. Valdir no se molestó en aprenderse los nombres de los tíos de Dagur: él era viejo, con el pelo blanco, bajito y gordinflón. Ella alta y delgada, con el pecho caído y una fea verruga sobre el labio. Durante la cena en el salón principal, se dedicaron a agasajar a Dagur con todo tipo de felicitaciones y halagos. Les prometió que tendrían un lugar de honor en el banquete de la boda por acogerlos durante su travesía. Los ancianos se retorcieron de gozo. Improvisaron unas mesas para los hombres de Dagur utilizando caballetes y tablones. El señor del torreón cedió su pequeño trono de madera de pecios al recién llegado, mientras que él ocupaba el asiento de su derecha. A la izquierda estaba Val, y a su lado la señora. Tomaron una improvisada cena a base de halibut con pimiento confitado y corteza de setas. Acompañado por mejillones cocidos y almejas recubiertas de salsa picante. Los marineros energúmenos estaban bien servidos con sus cuernos de cerveza, mientras que los señores alardeaban de su posición abriendo un barril de vino tinto que reservaban para una ocasión especial. Val se mareó nada más olerlo y prefirió servirse un vaso de agua.
"Pobres, deben estar muy aburridos aquí solos"-pensó Val, que se limitaba a sonreír y a asentir a todo lo que le decía la tía de Dagur.
-Que suerte tienes princesa, un hombre como Dagur solo se presenta una vez en la vida. Es alto, guapo, todo un líder... Cuantas damas desearían estar hoy en tu lugar.-la vieja del lunar tenía el cabello rojizo, recogido sobre la cabeza en un moño con un tocado de flores, de manera que ocultaba las canas que le salpicaban las raíces.
-Soy muy afortunada.-respondió ella en un suspiro. El mencionado se volvió hacia Val y la joven le dedicó una sonrisa forzada. Dagur brindó por ella.
-Y gracias a ti ahora será príncipe: el príncipe Dagur suena mucho mejor que Dagur el Desquiciado.-la tía bajó la voz para que el resto no la escuchara, y se puso una mano en la boca para ocultar sus labios de miradas indiscretas-Hazme caso niña, se de lo que hablo. En cuanto os hayáis casado, atrápalo fuerte entre las piernas y no lo dejes escapar.-Valdir se sonrojó-Disculpa alteza, se me olvida de que eres una doncella. No debería hablar de estos temas contigo, y menos durante la cena.
La mujer se esforzaba por mostrarse todo lo cortés posible, pero seguía siendo una energúmena al fin y al cabo.
-Honraré a mi esposo según las costumbres de mi pueblo. Le cantaré canciones, me encargaré de llenarle el cuerno de cerveza y de tener la chimenea encendida en cuanto llegue de algún viaje y le daré hijos, muchos hijos...-la tristeza se apoderó de su voz al pronunciar esas últimas palabras.
-¿Qué te pasa niña?-la tía la cogió por la mejillas y la obligó a mirar el rostro arrugado y la fea verruga-¡Oh tienes miedo! Criaturita... todas las doncellas están asustadas los días antes de su boda, pero no te preocupes, en cuanto llegue el momento todo sucederá solo, ya verás. Y cuando quieras darte cuenta ya tendrás a un niño mamando de tu pecho y a otro en camino.-a Val le entró una arcada, y no precisamente por el estado del pescado ¡Ya lo tengo! en cuanto vuestros hijos crezcan un poco podéis traerlos aquí, para que jueguen con nuestros nietos, ¿Y quién sabes? Quizá con el tiempo, dejaremos de ser los tíos de Dagur para convertirnos en los padres de la reina. Le dio un codazo juguetón a Val. La mujer se había perfumado demasiado y el olor la estaba mareando.-Ya lo estoy imaginando, preciosas niñas con el cabello blanco y pequeños guerreros con el pelo rojo, como el fuego...
Val deseaba con todas sus fuerzas lanzar a esa apestosa anciana al fondo del mar con Dagur atado a la espalda. A ellos y a sus estúpidas niñas de cabello blanco y pequeños guerreros con el pelo rojo, como el fuego... "Que equivocados estáis, no adoramos el fuego, adoramos la vida. El fuego da vida porque da calor, alimento, pero sus llamas también matan. En cambio, las brasas, calientan y sirven para cocinar, y no dañan tanto como fuego. Y las brasas... las brasas no son rojas, son negras".
Se levantó alzando el mentón, con toda la elegancia que la caracterizaba.
-¿Me disculpáis, mi señora? Voy a tomar el aire.
-¿Te encuentras bien, niña?-Dagur también se volvió hacia ella, consternado.
-Sí, solo necesito respirar un poco de aire fresco.-antes de marcharse dio una exagerada reverencia ante Dagur-Si me lo permite mi señor.-su prometido realizó un sobrecargado gesto con la mano para indicarle que le concedía el permiso para marchar.
Val se retiró de la estancia con los puños apretados. "Thor, dame paciencia con mi futuro esposo, porque si me das fuerza, lo mato".
La muchacha salió a uno de los balcones del pequeño torreón, a sus pies se extendía un pequeño jardín de celindos, adelfas y abelias medio muertos: un vano intento de la señora de dar algo de alegría a su triste montón de piedras en media del mar. Soplaba una gélida brisa nocturna que le sonrojaba las mejillas. A lo lejos, distinguía levemente las antorchas de la torre del vigía situada en la playa. Se abrazó el pecho para protegerse del frío: antes de cenar se habían encargado de bañarla, para según Dagur, "quitarle ese apestoso olor a boñigas de gronkle", y la habían vestido como una auténtica guerrera energúmena. La falda de pétalos metálicos pesaba una tonelada, y Val sentía como le obstruía la cintura cada vez que intentaba dar un paso. Tenía el ombligo al aire, la prenda de la parte superior solo le cubría el pecho y el brazo derecho. El top estaba hecho de tela negra, con bordados de cuentas rojas que simulaban un skrill escupiendo rayos. La manga le llegaba hasta la palma de la mano, y estaba elaborada con pequeñas escamas de plata y pesaba casi lo mismo que la maldita falda.. En el hombro llevaba otra pieza metálica circular con el skrill pintado en negro. El peinado le estaba dando dolor de cuello: le habían entrelazado el cabello en tres trenzas que después habían trenzado entre ellas decorándolas con cintas pintadas. En la frente tenía incrustada una tiara de acero oscuro con turmalinas negras, al mismo estilo que el cinturón con el que se sujetaba la falda. El hombro y el brazo izquierdo estaban desnudos, únicamente decorados por un brazalete de bronce que se enrollaba entorno al bíceps simulando un dragón en forma de serpiente. La joya en cuestión había sido obsequio de Dagur, el dragón serpenteante había sido durante siglos la heráldica del antiguo linaje de Val. Se preguntó de donde lo habría sacado, su abuelo había destruido todos los símbolos de la vieja dinastía; no soportaba el hecho de ser eclipsado por una bandada de mujeres guerreras y convirtió a su honorable abuela en una yegua cría. Val se quitó la pieza y la examinó, resiguiendo cada detalle esculpido con las yemas de los dedos, lo cierto es que se trataba de una joya hermosa, con dos gotas de jade que la observaban en las cuencas oculares del dragón. Se asomó a la balconada de piedra blanca y pensó en lanzar el brazalete, y después lanzarse ella para evitar el matrimonio con Dagur, pero entonces rompería la promesa que le hizo a su padre y los energúmenos invadirían Mema. Una Lírica azul recorrió veloz el cielo norteño, se trataba de una estrella tan azul y tan veloz que eclipsaba los otros puntos blancos del firmamento. El destello le recordó a Theon, sobrevolando la noche entre llamaradas azules. Le pareció como si se estrellase entre los bosquecillos que rodeaban la muralla. Ya nunca volvería a montar un dragón, ni mucho menos a su querido pesadilla. Estrujó el brazalete entre las manos callosas y lo lanzó a los arbustos del jardín antes de volver a entrar al salón.
-¡Ay!
Val se volvió de repente y se asomó al balcón de mármol:
-¿Quién anda ahí?
¿le habría dado a un guardia? ¿o a uno de los hombres de Dagur? ¿Y si la había seguido alguien? Algún enemigo de los energúmeno que planease secuestrarla y cobrar una buena recompensa por ella. Estaba sola y desarmada, Dagur le había robado su puñal y sin dragones se sentía desnuda. Pensó en gritar, si lo hacía los hombres de su futuro esposo acudirían de inmediato a su rescate. Estaba a punto de hacerlo, cuando un rostro muy familiar surgió de entre los matojos montado en un dragón negro. Val no cabía en su asombro cuando Mocoso saltó desde Theon al balcón y le tapó la boca.
-Tranquila, solo soy yo, Mocoso.
Val balbuceó algo incomprensible.. Theon apartó a Mocoso dándole golpecitos con la cabeza, la muchacha lo abrazó con lágrimas en los ojos.
-¡Mocoso!-gritó Val antes de que el joven se llevase un dedo a los labios para que guardara silencio-Mocoso-repitió en susurros-¿Qué hacéis vosotros aquí?
-Hemos venido a buscarte.-de su cinturón colgaba el brazalete de bronce. Valdir se quedó sin palabras.
-¿Qué? ¿A mí? ¿Por qué lo habéis hecho? ¿Dónde está el resto?
El muchacho se ruborizó y se rascó la nuca, Val reconocía ese gesto, lo hacía a modo de tic cuando se sentía incómodo.
-He venido solo.
-¿Por qué lo has hecho?-¿por qué el cobarde de Mocoso había arriesgado su vida, cruzando el gélido vendaval y las traicioneras rocas del Dragón Marino? ¿Por qué?
-Porque te dije que te llevaría al baile de las Líricas, y veríamos la lluvia de estrellas desde los acantilados del mirador.
Ella le dedicó una sonrisa, y por primera vez en muchos años, sus tristes ojos dorados deslumbraban algo nuevo: esperanza. Le acarició el flequillo y la mejilla y notó como al joven le ardía la piel. Quiso decirle que no podía irse con él, que había hecho una promesa, pero casarse con Dagur le daba tanto miedo, y estaba sola e indefensa, y él había recorrido aquel largo camino solo para buscarla, para mantenerla a salvo, ni siquiera Hipo lo había hecho. En la luz de las antorchas, su cabello negro
Mocoso acude a buscar a Val |
-Mocoso yo...
-¡Valdir! Princesa mía.
-Es Dagur, ¡escóndete!-empujó a Mocoso por la balconada, Theon cayó en picado para evitar que se matase, aunque escuchó un redundante golpe y las hojas agitarse cuando tocaron el suelo. El murmullo de la gente en el salón eclipsó la caída para los oídos de Dagur. Al parecer la cerveza había corrido más de la cuenta, y en el salón principal de los señores se había organizado una buena juerga. Dagur también había abusado del vino, lo notaba en su manera de andar y en como se le atragantaban las palabras en la garganta. Se acercó a ella y le rodeó el hombro con un brazo, apestaba a sudor agrio y el hedor a alcohol de su aliento era insoportable, aún así, Val se obligó a sonreír.
-¿Cómo se encuentra mi preciosa doncella?-estaba tan borracho que parecía haberse olvidado de lo que le había hecho en el barco, ni siquiera se dio cuenta de que le faltaba el brazalete de dragón.
-Canto al firmamento lo afortunada que soy al casarme con vos.-Dagur hizo ademán de asomarse al balcón, pero Val lo detuvo sujetándole por el brazo-No me había dado cuenta de lo fuerte y musculoso que sois, ya entiendo porque en Mema os tienen tanto miedo.
Dagur arqueó las cejas, el vino había nublado aún más su pequeño cerebro de mosquito.
-¿Me tienen miedo en Mema?
-Terror, para que los niños se porten bien los amenazan con que la flota del príncipe Dagur se los llevará de sus camas mientras duermen.
-¿De verdad dicen eso de mi?
-¿A caso os mentiría vuestra futura esposa? ¡Que me lleven los huargos a Helheim si lo hago! Ya sabéis que los matrimonios en Malmö son indestructibles hasta la próxima vida.
Dagur frunció el ceño, pero el argumento pareció convencerlo del todo:
-¿Y qué mas dicen en Mema de mi?
Si Mocoso intentaba algo contra Dagur en el balcón sus hombres y los guardias de su tío acudirían enseguida, y aunque llevase un dragón, no sería lo suficiente para vencer a toda una tripulación de energúmenos.
-Os contaré todo lo que dicen de vos, pero aquí no.-acercó sus labios a su oreja-vayámonos a un lugar más íntimo.
* * *
Mientras tanto, en Mema, el resto de jinetes disfrutaba de unos cuernos de cerveza negra, acompañados por cuencos de barro con cebolletas en vinagre, ante las brasas encendidas de la Gran Sala. Todo el mundo estaba tan ocupado preparando las fiestas de las Líricas que los bancos de la estancia solo estaban ocupados por los cinco muchachos y sus dragones. Incluso Bocón, que no desaprovechaba ninguna oportunidad para beber cerveza estaba ocupado preparando su estofado de cordero. Un terror terrible arrebató el casco de cuernos de yak a Chusco, éste se lanzó a perseguirlo saltando entre las mesas, derramando la cerveza y los aperitivos a su paso. Brusca se reía a carcajada suelta. Patapez ocultó el libro que estaba leyendo para evitar que los mellizos lo manchasen. Les soltó uno de sus discursitos intelectuales, sobre el valor del conocimiento y la exclusividad de ese volumen, pero solo consiguió que le derramasen un cuerno de cerveza sobra la cabeza. Vómito y Eructo corrieron a lamerle los restos del líquido de las mejillas. Chusco y Brusca estallaron en sonoras carcajadas. Astrid también dejó escapar una risita, bajó los pies de la mesa, se limpió la espuma de la comisura de los labios con el reverso de la mano y llenó dos cuernos de bebida. Se acercó a las robustas puertas de madera tallada: estaban entreabiertas y el aire frío de principios de primavera se colaba rápido y cortante hacia el interior como un muerte susurrante. Hipo estaba apoyado en una de las puertas, de brazos cruzados. El viento le agitaba el cabello castaño, pero parecía no sentir nada, tenía la vista fija en el acantilado donde habían dejado a Mocoso. A Astrid se le erizó el vello de los brazos al notar los cortes del viento en la piel.
-Debe de estar muy afectado para perderse las ocurrencias de los gemelos-pronunció la joven tendiéndole uno de los cuernos de cerveza. Hipo lo rechazó con un gesto de la mano:
-No es el único.-Astrid contempló como la tristeza se reflejaba en los ojos verdes del muchacho. Desdentao estaba a su lado, frotó su cabeza sobre la mano de Hipo y éste le respondió con descuidadas caricias.
-¿Cómo está tu padre?
-Se ha pasado la tarde de morros, afilando su hacha en silencio. Me produce escalofríos cuando se pone así.
-Y no me extraña, Val es como de vuestra familia.
-Es más que eso, Astrid-reprochó Hipo-Val es más que una prima lejana, es como mi hermana pequeña. Y saber que está en manos de Dagur...-Hipo apretó los puños con fuerza, Desdentao se dio cuenta y emitió un leve gemido. Astrid le puso una mano en el hombro:
-Ha sido decisión suya y debemos respetarla. Val es una heroína: Ha salvado Mema de los energúmenos.-pronunció con la voz más calmada que pudo.
-A cambio de todos los días que le queden en esta vida.-Hipo dio un puñetazo a la puerta.
-Más que eso.-el que había hablado era Patapez, que por fin se había limpiado la cerveza del pelo y se había librado de las travesuras de los gemelos. Mostró el volumen que leía a Astrid y a Hipo. Era un libro encuadernado en piel de dragón roja, con el dibujo de un dragón serpenteante en la portada y unas letras escritas en un idioma desconocido. Las páginas eran de piel de oveja, gruesas y amarillentas-Es el libro de los Antiguos Clanes-aclaró Patapez.
-El linaje de Val.
-Exacto, Hipo. Valdir me lo prestó para que lo estudiase, para ellos las ceremonias de unión son algo extremadamente sagrado a los ojos de sus dioses. Por eso deben elegir con mucha precaución con quien se casarán, porque no solo pasarán juntos el resto de su vida, sino también el de la siguiente...
-Pero, si la unión es tan importante, ¿por qué el padre de Val acordó su matrimonio con Dagur?-preguntó Astrid.
-La reina Ayla, la bisabuela de Val, se casó con un rey del continente, al igual que su hija. Ellos trajeron algunas de sus costumbres a Malmö, como los matrimonios de conveniencia por asuntos políticos. Por ese motivo el apellido de Val se ha extinguido. Aún así, siguen teniendo cierto recelo hacia sus costumbres más antiguas, como la lengua y la religión. O la ceremonia de unión-cuando llegó a Mema, Val recitaba algunas oraciones en la antigua lengua, aunque su religión fue prohibida por su abuelo para implantar la fe de Odín. Cuando Valdir muriese, la antigua lengua y las antiguas costumbres de Malmö se perderían para siempre.
A Hipo le faltaron dos segundos para montar a Desdentao y salir volando a buscar a Val, sino fuese porque Garfios interrumpió en la sala persiguiendo al bebé de cremallerus espantosus. El pequeño saltó sobre una de las mesas, perseguido por el enorme dragón rojo que lo arrasaba todo a su paso: derramó el barril de cerveza sobre las brasas encendidas y la estancia se llenó de un potente aroma a lúpulo fermentado. Brusca se abalanzó sobre la cría para protegerla de los mordiscos de Garfios, mientras que Chusco, Vómito y Erupto lo estiraban de la cola para frenarlo. Desdentao lanzó unas ráfagas de plasma para separar a las dos bestias, pero el pesadilla monstruosa seguía empeñado en devorar a Cosita. Tormenta se interpuso entre el dragón de Mocoso y el de Val, con las alas extendidas y el pecho erguido, defendiendo al pequeño. Las bestias se desafiaron mutuamente durante unos segundos que parecieron siglos, Barrilete y el cremallerus de los gemelos se unieron a la nadder. Finalmente y al verse rodeado, Garfios se rindió, se hizo un ovillo frente a una de las largas estufas de brasas y se echó a dormir.
-¿Qué diablos les pasa a estos?-gritó Astrid histérica cuando se calmó el ambiente-¿Y por qué Mocoso no ha detenido a su dragón? Por cierto, ¿dónde está Mocoso?
La muchacha dio una patada a la hierba, furiosa. La oscuridad en el acantilado era casi total, sino fuera por el rumor de las olas, ni siquiera podía distinguir que el mar se extendía picado bajo sus pies. El viento le agitaba la trenza y le tapaba los ojos con el flequillo.
-¡Que idiotas hemos sido! Deberíamos habernos dado cuenta de que pasaba algo en cuanto Theon dejó de gritar.-apenas podía ver a Hipo, arrodillado a sus pies.
-No me puedo creer que haya ido a buscarla, y con Theon-se lamentó el muchacho-ha sido más inteligente de lo que pensábamos. El pesadilla voladora es el único capaz de rastrear a su jinete y dejando a Garfios aquí, hemos tardado más en darnos cuenta de su ausencia.
-¿Pero por qué lo ha hecho?-interrumpió Astrid-Ha sido decisión suya, Val está prometida con Dagur y según ese libro, es un enlace indestructible, ¡hasta en la próxima vida!
-Bueno, no exactamente...-Patapez se acercó tímidamente hacia ellos, seguía teniendo el libro de los Antiguos Clanes en la mano.
-¿Qué quieres decir?-preguntó Hipo.
-¿Sabes si Dagur besó a Val en la plaza?
-Recuerdo que lo intentó, pero ella le dio un empujón y estuvo a punto de quebrantar el acuerdo prenupcial.
-Entonces aún hay esperanzas para deshacer esa unión. Hasta que los futuros novios no hayan pasado por el ritual del beso, el compromiso no será oficial. Según la antigua creencia de los malmonianos, ese primer beso servía para sellar la unión de la pareja ante sus dioses, antes de la ceremonia oficial.
Hipo y Astrid se dan cuenta de que Mocoso se ha escapado para rescatar a Val. |
-¿Crees que Mocoso sabía eso?
-No lo sé, sabía que Theon era el único que podía rastrear a Val, no me sorprendería que estuvieran compinchados des del principio. Debemos ir a buscarlos y traerlos de vuelta a Mema. ¡A ambos!-ordenó Hipo, decidido.
-¿Pero cómo vamos a hacerlo?-se exasperó Astrid-¡ni siquiera sabemos el rumbo que han tomado!
-Si tuviéramos algún objeto que recientemente hubiese tocado Mocoso, Desdentao podría rastrearlo...-suspiró Patapez.
Hipo meditó unos instantes, su pie metálico chocó con un objeto tirado en el suelo. No podía distinguir que era con claridad por la negrura de la noche, pero en seguida se percató de que se trataba de un pequeño cofre de madera y bronce. Lo tomó entre sus manos y miró cómplice a su dragón.
* * *
Desde las almenas del pequeño torreón se dominaba toda la bahía de Playa Puntiaguda. A lo lejos y entre la niebla se distinguían las escalofriantes formas de las rocas del Dragón Marino. El este no era un lugar seguro para huir, perderse entre las rocas era una buena forma de despistar a los barcos, pero la playa estaba llena de energúmenos que patrullaban y vigías cargados con ballestas apostados en las torres. Las saetas no eran un peligro para Theon, no atravesaban las escamas de un dragón como él, pero podían ser mortales para los jinetes. En cambio, el camino del norte... el sinuoso bosque de la isla impediría una persecución rápida a pie, y el dragón era lo suficientemente ágil para perderse entre las ramas, y en cuanto los energúmenos se diesen cuenta, ya se habrían escabullido entre las nubes de la tormenta que se aproximaba. Val caminaba agarrada al brazo de Dagur, tuvieron que detenerse en más de una ocasión para que el guerrero recuperase el equilibrio, la muchacha siempre le respondía con palabras bizarras y halagos desmesurados.
-Repíteme eso de las doncellas.-dijo Dagur entre balbuceos y náuseas cuando llegaron a las almenas.
-A las doncellas les tiemblan las piernas cada vez que oyen pronunciar el nombre del apuesto Dagur, con su barba roja como la sangre y la cabellera como el fuego.-le acarició la cresta de pelo grueso-y los dragones se esconden en sus cuevas como gatitos asustados cuando se menciona vuestra fama de cazador.
A Dagur el tema de los dragones le resultaba indiferente, en otra época hubiese desenvainado su espada y hubiese corrido a los bosques a espantar a los terrores terribles, pero la adolescencia le había abierto la mente a explorar nuevos horizontes, concretamente, aquellos dos picos que se alzaban en el busto de su prometida.
-Habré roto muchos corazones en Mema cuando las muchachas se enteraron de que me iba a casar.
-Los lamentos resonaban por toda la isla.
-Dagur tiene muchos guerreros con hombros dispuestos a consolar a todos las doncellas que haga falta-¿hablaba en tercera persona para darse aires de grandeza? A Val le resultaba vomitivo-pero solo unos labios para ser besados por la más hermosa de las princesas.
Dagur la tomó por el brazo con fuerza e intentó atraerla hacia sí, Val dio un salto hacia atrás.
-Mi señor es muy gallardo conmigo y me agasaja que me consideréis tan bella...
-¿Pero qué?-la actitud de Dagur cambió de repente y el brazo empezó a doler-Llevas toda la noche soltando tonterías sobre como me admiras, pero cuando intento besarte te apartas. Sabes tan bien como yo que ocurrirá si no me besas.-sentía cada uno de sus dedos clavándose en su brazo como si fuesen garras de acero.
-Mi señor, os juro que me muero de ganas de besaros-Val se atragantaba al hablar para intentar ocultar el dolor-casarme con vos y complaceros como esposa es mi mayor deseo-le acarició la mejilla con ternura y Dagur le soltó el brazo- tener hijas con el pelo blanco y guerreros con el cabello como el fuego...-frunció los labios y Dagur cerró los ojos, pero Val le puso una mano en el pecho.-Solo una cuestión: el fuego no es rojo, sino negro.
A Dagur no le dio tiempo a reaccionar, la niebla azul le dejó el cuerpo inmovilizado y apenas pudo divisar como la sombra negra se cernía sobre él. Val dio un salto y se agarró al brazo que le tendían al vuelo, aprovechó el impulso para dar una patada a Dagur y tirarlo al suelo. Lo único que pudo ver el energúmeno fue como un brazalete de bronce le impactaba en la mandíbula. Ya en el aire, Theon se inclinó para que Val pudiese acomodarse tras su silla. Echó un último vistazo a Playa Puntiaguda, que a medida que ascendían se hacía cada vez más pequeña y las luces de las antorchas se convertían en
Mocoso ayuda a Val a escapar de Dagur |
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