-¿Hoy no desayunas en tu tipi indio?-me preguntó Bear cuando entró en la cocina de la casa de Santa Mónica y me encontró desayunando cereales sentado en la gran mesa de madera maciza. -Me he quedado sin provisiones.-sonreí con la boca llena de leche y bolas de miel. -Creía que ya no querías volver a casa por tu repentino odio hacia toda la humanidad.-respondió mi hermano pequeño mientras se llenaba un bol y se sentaba a mi lado. En la gran mesa donde antaño fuimos nueve, ahora solo estábamos dos. Bam y Noah ya no vivían con nosotros y Gabe pasaba largas temporadas fuera de casa. Así que prácticamente éramos cuatro hermanos Brown los que quedábamos en lo que llamábamos Browntown: Bear, las chicas y yo. Recientemente me había trasladado al patio trasero, que daba a un pequeño bosque, donde había montado una tienda de campaña, decorada como un tipi indio y había montado una cerca entrelazando ramas de madera. No era mi antigua choza de neumáticos con su verja para zombis, pero era...
La Grandeza nace de los Pequeños Comienzos.