-¿Ayla Adger?-lady Margaret Usher-Madden entró precipitadamente en la tienda de su hijo, seguida por Robbert y Ayla- ¿Es qué te has vuelto loco? ¿Qué ha pasado con Tabitah? ¿A caso no sabes lo que me costó convencer al Señor de Vero para que aceptase la propuesta de matrimonio?
-Lo se, madre. Se que os esforzasteis mucho para conseguirme una esposa digna, pero esta unión... La unión entre los Adger y los Madden, acabará con más de trescientos años de conflictos, y sin derramar una gota de sangre...-suplicó Robb.
Margaret y Robbert se miraron cara a cara, tenían los mismos grandes ojos añiles, como el océano. La mujer acarició dulcemente la mejilla de su hijo...
-Tú no lo entiendes cariño, todavía no... Eres más joven de lo que crees- lady Margaret habló con una dulzura maternal que a Ayla le recordó a como solía hablar su tía, la añoraba mucho- pero los Madden y los Adger jamás podrán reconciliarse
-¿Por qué no?-Ayla habló con un tono de voz firme y seguro, que sorprendió a lady Margaret, y se la quedó mirando perpleja. La mujer se acercó a Ayla, la joven se asustó ante la solemnidad y la seriedad que desprendía la madre de su prometido. Sus piernas la traicionaron y dieron un paso atrás, respiró hondo, alzó el pecho e intentó mantenerse firme.
-Dime una cosa Layla.
-Ayla-corrigió ella
-Como sea... ¿has estado alguna vez en Land?
-No he tenido ocasión, mi señora... pero Robbert me ha hablado mucho de su tierra y me encantaría visitarla en cuanto tenga....
-Es un lugar horrible- Ayla tragó saliva- es una estepa, desierta, oculta entre las montañas, apenas crece la vegetación y pocos animales de ganado sobreviven en esas condiciones. Las nubes apenas dejan pasar los rayos del sol. Por las mañanas, la densa niebla no deja ver más allá de dos pasos y cuando se despeja, el viento no deja de soplar en todo el día, soplan ráfagas heladas que cortan como cuchillos recién afilados. Y las noches... las noches son tan frías y tan gélidas que han llegado a morir hombres de hipotermia, acurrucados en sus camas, al lado de una hoguera en el interior de sus casas...-Ayla tragó saliva de nuevo, asustada, quiso buscar la mirada de apoyo de Robb, pero Margaret había fijado sus ojos azules en ella, y no la dejaba moverse- ¿No te has preguntado jamás, por qué una familia tan poderosa como los Madden, vive en un lugar tan inhóspito como el Valle de Land?-la joven negó con la cabeza. Lady Margaret se dio la vuelta y se sirvió una taza de te con menta que habían preparado especialmente para ella. Habló dándoles la espalda. Los jóvenes aprovecharon para mirarse por primera vez. El miedo se palpaba en los ojos de Ayla, pero Robb estaba igual de asustado-¿Cómo princesa de Malmö, supongo que conocerás perfectamente la historia de los Antiguos Clanes, verdad?
-Si, mi señora...-contestó ella. Robbert se mordió el labio inquieto: quería evitar que su madre sacase el tema de los Antiguos Clanes a toda costa, pero no se atrevía a contradecir a su solemne madre.
-¿Cuántas familias de los Antigos Clanes había inscritas en la roca de la Montaña, Ayla?
-Doce.
-¿Y cuantas se extinguieron después de la Gran Guerra?
-Cuatro.
-Nómbralas
-Bean, Fairley, Enston y Maggen.-recitó de memoria y sin pensárselo dos veces. Robb observaba perplejo
-¿Conoces sus símbolos?-Ayla asintió mientras Margaret se acercaba a Robbert y le desabrochaba el protector del antebrazo izquierdo.
-La de los Bean era una gran hoja, los Fairley portaban un delfín, los Enston un lobo y los Maggen....-Ayla abrió los ojos como platos en cuanto Margaret le mostró la palma de la mano izquierda de Robbert, en el interior de la muñeca, había una mancha de color crema, no del intenso color vino de la de Ayla, ni rosada-blanquecina como la de su padre, pero era una mancha de los Antiguos Clanes- un oso...
Robb sacudió bruscamente la mano que su madre le sujetaba y ocultó la marca con la otra mano... Ayla había pasado mucho tiempo con Robbert, casi siempre llevaba guantes o protectores en los antebrazos, y en las ocasiones en las que habían estados desnudos, la joven no se había percatado en esa mancha con forma de oso. Él si había visto la suya, pero no había mencionado que él poseía una igual...
-Robbert, ¿puedes explicarle a tu amiga lo que en realidad pasó en la Gran Guerra?
-Madre...
-Hazlo, Robbert- ordenó ella severa- ¿A caso no querrás comenzar un matrimonio con una mentira?
Robbert suspiró profundamente y miró a Ayla. No pensaba que su madre atacaría de una manera tan brutal a la mujer a la que amaba.
-¿Qué pasó en la Gran Guerra, Robb?
-Ayla...- suspiró él, hizo ademán de acercarse, pero ella dio un paso atrás.
-¿Qué pasó en la Gran Guerra, Robb?-repitió.
-Los Maggen gobernaban en Malmö antes que los Adger. Fueron los primeros guardianes de Halogala, pero no tenían el don que tenéis vosotros con los dragones. Pero eran más fuertes, más corpulentos, mejor luchadores, pensaban diferente... Se dieron cuenta de que Halogala era pobre, su gente se moría de hambre. Los sultanes del este son muy ricos, no solo valoraban las pieles, los huesos y los colmillos de dragón, querían al animal entero. Era la salvación de la aldea. Un sultán ofreció mucho dinero por poseer sus propios huevos de dragón y criar a sus propias criaturas. Los Adger se negaron, los decían que los dragones debían estar en Halogala, cerca de su creador...
-¡Por supuesto!-protestó Ayla-Deben estar cerca del Fuego Sagrado... sino, morirán.
Lady Margaret la fulminó con la mirada por haber interrumpido el relato de su hijo. Robb continuó.
-El Consejo rechazó la propuesta de los Maggen de comerciar con huevos o dragones vivos, pero mis antepasados no obedecieron y se llevaron una partida de huevos y crías hacia el este. Los Adger los descubrieron y los ejecutaron...- Ayla tragó saliva, no podía creer las palabras que salían de la boca de Robb.
-La pena de muerte en Malmö está terminantemente prohibida...- dijo ella con la voz entrecortada- No me lo creo Robb, esa es la versión que os deben contar a vosotros, los de Land, para animaros a conquistar Malmö...
-La Guerra estalló después, entre los defensores de los Adger y los de Maggen, después ya conoces el resto...-la que habló esta vez fue lady Margaret-Tu familia echó a la de mi hijo de vuestra isla, exiliándoles en ese horrible lugar que es Land. Las gentes del valle tenían dificultades para pronunciar el apellido Maggen, y acabó evolucionando a Madden. Tampoco había sangre de los Antiguos Clanes en Land, así que la sangre se fue ensuciando hasta casi desaparecer. Hasta la marca de Robb, llevaban cuatro generaciones sin ningún sangre pura en los Madden.
-Los dragones no deben alejarse demasiado del Fuego Sagrado....- susurró Ayla de nuevo, consternada.
-Ni deben acabar con la vida de nadie. Y tus antepasados lo hicieron Ayla-respondió lady Margaret de nuevo- Y sin embargo aquí estáis, gobernando la hermosa y prospera isla que debería pertenecer a mi hijo.-después se volvió hacia Robb bruscamente- Por ese motivo no puedes casarte con ella Robbert. Ella no va a renunciar a sus dragones por ti, jamás pisará el horrible valle de Land ni te cederá el trono. Esos usurpadores compartirían antes el lecho con un reptil alado que con un humano...
Ayla se sintió humillada, pensó en huir, como siempre hacía en esas ocasiones, como cuando Axel le acusó de acostarse con un kuti y descubrió como se sentía Robb cuando intentaba encajar con sus amigos y ella se lo impedía. Pensó en correr hacia la colina, quitarse ese estúpido vestido y deshacerse esas trenzas que le tiraban del pelo, solo deseaba montar en su dragón y huir de esa mujer, de ese lugar y de Robb... Pero se contuvo, apretó los puños y alzó la mirada. Los destellos anaranjados de sus ojos rebelaron una furia ardiente que penetró en el alma añil de la madre de Robbert. No huiría más, ella era Ayla Adger de Malmö, y no se avergonzaría jamás de ello. Se quitó la capa azul y se bajó el tirante izquierdo, para mostrar su mancha en forma de dragón, roja como el vino, para mostrarle a Lady Margaret que ella era una Adger de sangre pura.
-Mi tío Svend intentó asesinarme. No estaba de acuerdo en que una mujer ocupase el trono el que tanto ansiaba, agarró a un puñado de jinetes rebeldes e intentó asesinarme. Dos veces. Fui presa en mi propio castillo, mi padre y mi tía siguen encerrados, mi primo se está acercando a la isla y, unto a mis mejores amigos, corre un grave peligro. Svend ha cerrado las fronteras y el alimento comenzará a escasear en pocos meses. Los pocos cultivos que llegan del extranjero están en manos de Kristian Pendragón que los vende a precios desorbitados, a los que la mayoría de la gente no puede acceder. Hay muchas vidas en peligro, que esperan a que su princesa- miró a Robb- y a su príncipe, que los salven. Se que las primeras intenciones de su hijo eran invadir mi isla, pero un puñado de hombres no son suficientes para combatir a un ejército de dragones... Pero, si contasen también con un ejército de dragones, será una victoria fácil, se salvarán muchas vidas. Svend no tiene una infantería como esta, ni caballerías... Y, una vez hayamos vencido, a mi pueblo, no le quedará más remedio que aceptar a Robbert Madden como príncipe.
Guardaron silencio unos minutos. Consternados por las palabras de Ayla.
-Madre...- finalmente pronunció Robb- para llegar al Peñón del Diablo, con los jinetes de dragón que los amigos de Ayla están reuniendo, necesitamos los barcos de vuestro padre. Los barcos que construyen los Usher son los más veloces del continente, necesitamos que intervengáis en nuestro favor para que nos preste sus mejores naves...
Lady Margaret suspiró profundamente.
-Habéis perdido los hombres de Vero, las huestes que tenéis aquí no son suficientes... Si lográis que vuestro padre apoye vuestra causa, hablaré con el señor de Usher para que os ceda algunas de sus naves...
Robb agarró las manos de su madre:
-¡Gracias! ¡Gracias madre!- Margaret le sonrió y Robbert salió corriendo de la tienda para hablar con sus hombres sobre como convencer a su padre.
Ayla también hizo ademán de retirarse, pero la mujer pelirroja de ojos azules la detuvo. La joven examinó de nuevo a su futura suegra, sin duda, Robb había heredado la belleza de su familia materna, el cabello castaño rojizo, los pómulos altos y los grandes ojos azul como el océano. Lady Margaret se sirvió otra taza de te con menta, le ofreció una a Ayla, pero ella la rechazó amablemente.
-Quiero comentarte un par de cuestiones, Layla...
-Ayla.-corrigió de nuevo.
-Como sea, solo quiero que sepas que me he esforzado mucho para establecer matrimonios dignos de su cuna para mis hijos. Hace menos de un año que mi hija Abril se casó con un poderoso señor, ahora me va a dar un nieto y Land está bien provisto de acero para forjar sus espadas. El matrimonio de Robb con Tabitah iba a proveer nuestros ejército de poderosos hombres, además de unirnos con una poderosa casa del continente. ¿Qué puedes ofrecerle tú, Ayla?
-Le amo.-Margaret la miró perpleja, la locuaz mujer tenía todo tipo de argumentos para rebatir cualquier beneficio que le aportaría el matrimonio con Ayla, todos menos ese.
-¿Le amas?-Ella asintió con la cabeza, pero su mente actuó rápido.-¿Le amas de verdad?
-Daría mi vida por él...
-Si es así... ¿Por qué le envías a una muerte segura?-Ayla la miró con los ojos llenos de lágrimas-Está bien que el primogénito de los Madden intente reclamar lo que es suyo, pero de ahí, a que se casé con una Adger, monte un dragón y la ayude a destronar a su tío? Ayla, Robb va a librar una guerra que no es la suya... Va a librarla por ti, para que tu seas reina, y si muere ¿qué harás? ¿Reclamarás el trono de Land también? Eso es lo que hacéis muy bien los Adger, reclamar lo que no es vuestro... Cualquiera que te oiga hablar pensará que conspiras para matar a mi hijo...
-Jamás dañaría a Robb, lo juro...-dijo ella muy solemne.
-Tendrás que convencer a a su padre de ello, y algo voy a dejarte muy claro, pequeña Adger. Magnus Madden no va a enviar a su primogénito a una guerra que no tiene porque librar...
* * *
Robb corrió a la colina donde se hospedaban Ayla y Lis. Los chicos habían partido junto con Tavi para reunir a los jinetes que todavía apoyaban a Ayla en el Peñón del Diablo mientras la princesa y Lis organizaban el ejército de Madden. Lis no quería dormir en el campamento militar, y seguía durmiendo en su tienda de tela sobre la colina, Ayla hubiese preferido dormir cómodamente en la tienda de Robb junto a su prometido, pero no quería dejar a Lis sola en la colina.
El príncipe encontró a Lis frente a la hoguera, afilando su hacha junto a Zaniah y Acamar, preguntó por Ayla, y la mirada de Lis le inundó de preocupación.
Ayla estaba en su tienda, deshaciéndose las trenzas del cabello. Dzigan dormitaba a su lado, frente a una pequeña lámpara de aceite que iluminaba parcialmente el rostro de la joven. Lis asomó la cabeza por la abertura de la tienda:
-Robb está aquí.
Ayla y Robbert no se habían visto desde la reunión con Lady Margaret, él había estado muy ocupado enviándole una carta a su padre y ella quería estar sola después de como la había tratado la madre de Robb. No había asistido a la cena con su suegra, quería estar sola. Tenía mucho en que pensar... El muchacho se arrastró a cuatro patas hasta el interior de la tienda de piel y se sentó junto a Ayla. Dzigan al verlo saltó sobre él y se acurrucó en su regazo. Robb le acarició el lomo y lo dejó en un almohadón, quería hablar con Ayla. La ayudó a quitarse las horquillas del pelo, observó en un rincón el vestido que había llevado durante la velada, hecho trizas. Sin duda a Ayla le había afectado mucho como la había despreciado Margaret.
-Lo siento mucho-dijo él finalmente después de un largo silencio-No sabía que mi madre sería tan dura. Estaba seguro de que se alegraría por mi.
-Mi vida es una mentira... Toda mi vida gira en torno a una mentira. Siempre he estado orgullosa de ser una Adger-cogió la mano de Robb y acarició con suavidad la marca en forma de oso, le pasó el dedo por encima varias veces, como si intentara borrarlo-Cuando era niña, mi padre y mi tío nos llevaron a Ryden y a mi a la cueva de los Antiguos Clanes. Hay una gran pared de roca, con los doce símbolos ordenados jerárquicamente, tallados en la piedra. Las familias extinguidas están atravesadas con una raya. El dragón de los Adger está la primera, pero justo encima hay un símbolo borrado. El último símbolo de todos es el oso de los Magger... Soy un fraude, no soy la legítima heredera de
Malmö... lo eres tú-miró los tristes ojos de Robb-¡Y tú lo sabías! Y no me dijiste nada ¿Por qué me mentiste Robb? Lo sabías desde un principio...
-No sabía que eres de Malmö, Ayla. Me lo ocultaste, y cuando lo descubrí ya me había enamorado de ti... Vi lo comprometida que estabas con la causa de tu pueblo, que querías salvarlo... La gloria, el honor, todo te daba igual, solo quieres el bien de Malmö y el de tus dragones. Y te admiro mucho por ello.
-Eso no te exculpa por haberme mentido.-Robb bajó la mirada, humillado.
-En dos días partiremos hacia Land. Necesito que vengas conmigo, para convencer a mi padre de que me preste más hombres...
-Ni hablar...-dijo ella asustada- Tengo que reunirme con Axel y Ryden en el Peñón. Pendragón me escribió hace poco, hay menos jinetes de los que nos pensábamos. Svend ha hecho una masacre... Muchos de los que apoyaban a Haakon han sido asesinados, y sus dragones encadenados hasta morir de pena. Axel dice que necesitan cuidados médicos, Ryden y Eloff no dan abasto. Necesitan mi ayuda...
-Lis puede ir en tu lugar.
-Lis no tiene los conocimientos médicos que yo tengo...
-Puede llevarse a algunos de mis médicos. Y puedes preparar medicinas para los dragones.
-Robb... Yo...
-Ayla, por favor... Te necesito a mi lado.
-Después de como me ha tratado tu madre, temo a tu padre...
-No dejaré que te hable como te ha hablado ella.-Ayla se dio la vuelta. De reojos observó como Dzigan volvía a reclamar la atención de Robb. Sin duda, Robbert Madden tenía sangre de los Antiguos Clanes. Era un sangre pura, y le necesitaba para rescatar a los habitantes y a los dragones de su querida isla.- Por favor, Ayla...
-Prométemelo. Júramelo, jura que no permitirás que vuelvan a cuestionar mi nombre, mi posición o la de mi familia.
Robb la abrazó con dulzura, y le susurró en el oído: "Te lo juro". La miró a los ojos, agarrándola por los hombros:
-Vamos a ganar esta guerra Ayla. Te lo juro.
Y volvieron abrazarse, bajo la mirada de temor de la joven Adger, que comenzaba a cuestionarse la valentía de Robb Madden y si de verdad la amaba o si la usaba para alcanzar la isla en la que expulsaron sus antepasados. Y lo que es peor, empezaba a dudar de si misma...
-Lo se, madre. Se que os esforzasteis mucho para conseguirme una esposa digna, pero esta unión... La unión entre los Adger y los Madden, acabará con más de trescientos años de conflictos, y sin derramar una gota de sangre...-suplicó Robb.
Lady Margaret (Michelle Fairley) es la estricta madre de Robb que no aprueba su matrimonio con Ayla |
Margaret y Robbert se miraron cara a cara, tenían los mismos grandes ojos añiles, como el océano. La mujer acarició dulcemente la mejilla de su hijo...
-Tú no lo entiendes cariño, todavía no... Eres más joven de lo que crees- lady Margaret habló con una dulzura maternal que a Ayla le recordó a como solía hablar su tía, la añoraba mucho- pero los Madden y los Adger jamás podrán reconciliarse
-¿Por qué no?-Ayla habló con un tono de voz firme y seguro, que sorprendió a lady Margaret, y se la quedó mirando perpleja. La mujer se acercó a Ayla, la joven se asustó ante la solemnidad y la seriedad que desprendía la madre de su prometido. Sus piernas la traicionaron y dieron un paso atrás, respiró hondo, alzó el pecho e intentó mantenerse firme.
-Dime una cosa Layla.
-Ayla-corrigió ella
-Como sea... ¿has estado alguna vez en Land?
-No he tenido ocasión, mi señora... pero Robbert me ha hablado mucho de su tierra y me encantaría visitarla en cuanto tenga....
-Es un lugar horrible- Ayla tragó saliva- es una estepa, desierta, oculta entre las montañas, apenas crece la vegetación y pocos animales de ganado sobreviven en esas condiciones. Las nubes apenas dejan pasar los rayos del sol. Por las mañanas, la densa niebla no deja ver más allá de dos pasos y cuando se despeja, el viento no deja de soplar en todo el día, soplan ráfagas heladas que cortan como cuchillos recién afilados. Y las noches... las noches son tan frías y tan gélidas que han llegado a morir hombres de hipotermia, acurrucados en sus camas, al lado de una hoguera en el interior de sus casas...-Ayla tragó saliva de nuevo, asustada, quiso buscar la mirada de apoyo de Robb, pero Margaret había fijado sus ojos azules en ella, y no la dejaba moverse- ¿No te has preguntado jamás, por qué una familia tan poderosa como los Madden, vive en un lugar tan inhóspito como el Valle de Land?-la joven negó con la cabeza. Lady Margaret se dio la vuelta y se sirvió una taza de te con menta que habían preparado especialmente para ella. Habló dándoles la espalda. Los jóvenes aprovecharon para mirarse por primera vez. El miedo se palpaba en los ojos de Ayla, pero Robb estaba igual de asustado-¿Cómo princesa de Malmö, supongo que conocerás perfectamente la historia de los Antiguos Clanes, verdad?
-Si, mi señora...-contestó ella. Robbert se mordió el labio inquieto: quería evitar que su madre sacase el tema de los Antiguos Clanes a toda costa, pero no se atrevía a contradecir a su solemne madre.
-¿Cuántas familias de los Antigos Clanes había inscritas en la roca de la Montaña, Ayla?
-Doce.
-¿Y cuantas se extinguieron después de la Gran Guerra?
-Cuatro.
-Nómbralas
-Bean, Fairley, Enston y Maggen.-recitó de memoria y sin pensárselo dos veces. Robb observaba perplejo
-¿Conoces sus símbolos?-Ayla asintió mientras Margaret se acercaba a Robbert y le desabrochaba el protector del antebrazo izquierdo.
-La de los Bean era una gran hoja, los Fairley portaban un delfín, los Enston un lobo y los Maggen....-Ayla abrió los ojos como platos en cuanto Margaret le mostró la palma de la mano izquierda de Robbert, en el interior de la muñeca, había una mancha de color crema, no del intenso color vino de la de Ayla, ni rosada-blanquecina como la de su padre, pero era una mancha de los Antiguos Clanes- un oso...
Robb sacudió bruscamente la mano que su madre le sujetaba y ocultó la marca con la otra mano... Ayla había pasado mucho tiempo con Robbert, casi siempre llevaba guantes o protectores en los antebrazos, y en las ocasiones en las que habían estados desnudos, la joven no se había percatado en esa mancha con forma de oso. Él si había visto la suya, pero no había mencionado que él poseía una igual...
-Robbert, ¿puedes explicarle a tu amiga lo que en realidad pasó en la Gran Guerra?
-Madre...
-Hazlo, Robbert- ordenó ella severa- ¿A caso no querrás comenzar un matrimonio con una mentira?
Robbert suspiró profundamente y miró a Ayla. No pensaba que su madre atacaría de una manera tan brutal a la mujer a la que amaba.
-¿Qué pasó en la Gran Guerra, Robb?
-Ayla...- suspiró él, hizo ademán de acercarse, pero ella dio un paso atrás.
-¿Qué pasó en la Gran Guerra, Robb?-repitió.
-Los Maggen gobernaban en Malmö antes que los Adger. Fueron los primeros guardianes de Halogala, pero no tenían el don que tenéis vosotros con los dragones. Pero eran más fuertes, más corpulentos, mejor luchadores, pensaban diferente... Se dieron cuenta de que Halogala era pobre, su gente se moría de hambre. Los sultanes del este son muy ricos, no solo valoraban las pieles, los huesos y los colmillos de dragón, querían al animal entero. Era la salvación de la aldea. Un sultán ofreció mucho dinero por poseer sus propios huevos de dragón y criar a sus propias criaturas. Los Adger se negaron, los decían que los dragones debían estar en Halogala, cerca de su creador...
-¡Por supuesto!-protestó Ayla-Deben estar cerca del Fuego Sagrado... sino, morirán.
Lady Margaret la fulminó con la mirada por haber interrumpido el relato de su hijo. Robb continuó.
-El Consejo rechazó la propuesta de los Maggen de comerciar con huevos o dragones vivos, pero mis antepasados no obedecieron y se llevaron una partida de huevos y crías hacia el este. Los Adger los descubrieron y los ejecutaron...- Ayla tragó saliva, no podía creer las palabras que salían de la boca de Robb.
-La pena de muerte en Malmö está terminantemente prohibida...- dijo ella con la voz entrecortada- No me lo creo Robb, esa es la versión que os deben contar a vosotros, los de Land, para animaros a conquistar Malmö...
-La Guerra estalló después, entre los defensores de los Adger y los de Maggen, después ya conoces el resto...-la que habló esta vez fue lady Margaret-Tu familia echó a la de mi hijo de vuestra isla, exiliándoles en ese horrible lugar que es Land. Las gentes del valle tenían dificultades para pronunciar el apellido Maggen, y acabó evolucionando a Madden. Tampoco había sangre de los Antiguos Clanes en Land, así que la sangre se fue ensuciando hasta casi desaparecer. Hasta la marca de Robb, llevaban cuatro generaciones sin ningún sangre pura en los Madden.
-Los dragones no deben alejarse demasiado del Fuego Sagrado....- susurró Ayla de nuevo, consternada.
-Ni deben acabar con la vida de nadie. Y tus antepasados lo hicieron Ayla-respondió lady Margaret de nuevo- Y sin embargo aquí estáis, gobernando la hermosa y prospera isla que debería pertenecer a mi hijo.-después se volvió hacia Robb bruscamente- Por ese motivo no puedes casarte con ella Robbert. Ella no va a renunciar a sus dragones por ti, jamás pisará el horrible valle de Land ni te cederá el trono. Esos usurpadores compartirían antes el lecho con un reptil alado que con un humano...
Ayla (Emilia Clarke) aguanta con toda la dignidad posible los insultos de Lady Margaret |
-Mi tío Svend intentó asesinarme. No estaba de acuerdo en que una mujer ocupase el trono el que tanto ansiaba, agarró a un puñado de jinetes rebeldes e intentó asesinarme. Dos veces. Fui presa en mi propio castillo, mi padre y mi tía siguen encerrados, mi primo se está acercando a la isla y, unto a mis mejores amigos, corre un grave peligro. Svend ha cerrado las fronteras y el alimento comenzará a escasear en pocos meses. Los pocos cultivos que llegan del extranjero están en manos de Kristian Pendragón que los vende a precios desorbitados, a los que la mayoría de la gente no puede acceder. Hay muchas vidas en peligro, que esperan a que su princesa- miró a Robb- y a su príncipe, que los salven. Se que las primeras intenciones de su hijo eran invadir mi isla, pero un puñado de hombres no son suficientes para combatir a un ejército de dragones... Pero, si contasen también con un ejército de dragones, será una victoria fácil, se salvarán muchas vidas. Svend no tiene una infantería como esta, ni caballerías... Y, una vez hayamos vencido, a mi pueblo, no le quedará más remedio que aceptar a Robbert Madden como príncipe.
Guardaron silencio unos minutos. Consternados por las palabras de Ayla.
-Madre...- finalmente pronunció Robb- para llegar al Peñón del Diablo, con los jinetes de dragón que los amigos de Ayla están reuniendo, necesitamos los barcos de vuestro padre. Los barcos que construyen los Usher son los más veloces del continente, necesitamos que intervengáis en nuestro favor para que nos preste sus mejores naves...
Lady Margaret suspiró profundamente.
-Habéis perdido los hombres de Vero, las huestes que tenéis aquí no son suficientes... Si lográis que vuestro padre apoye vuestra causa, hablaré con el señor de Usher para que os ceda algunas de sus naves...
Robb agarró las manos de su madre:
-¡Gracias! ¡Gracias madre!- Margaret le sonrió y Robbert salió corriendo de la tienda para hablar con sus hombres sobre como convencer a su padre.
Ayla también hizo ademán de retirarse, pero la mujer pelirroja de ojos azules la detuvo. La joven examinó de nuevo a su futura suegra, sin duda, Robb había heredado la belleza de su familia materna, el cabello castaño rojizo, los pómulos altos y los grandes ojos azul como el océano. Lady Margaret se sirvió otra taza de te con menta, le ofreció una a Ayla, pero ella la rechazó amablemente.
-Quiero comentarte un par de cuestiones, Layla...
-Ayla.-corrigió de nuevo.
-Como sea, solo quiero que sepas que me he esforzado mucho para establecer matrimonios dignos de su cuna para mis hijos. Hace menos de un año que mi hija Abril se casó con un poderoso señor, ahora me va a dar un nieto y Land está bien provisto de acero para forjar sus espadas. El matrimonio de Robb con Tabitah iba a proveer nuestros ejército de poderosos hombres, además de unirnos con una poderosa casa del continente. ¿Qué puedes ofrecerle tú, Ayla?
-Le amo.-Margaret la miró perpleja, la locuaz mujer tenía todo tipo de argumentos para rebatir cualquier beneficio que le aportaría el matrimonio con Ayla, todos menos ese.
-¿Le amas?-Ella asintió con la cabeza, pero su mente actuó rápido.-¿Le amas de verdad?
-Daría mi vida por él...
-Si es así... ¿Por qué le envías a una muerte segura?-Ayla la miró con los ojos llenos de lágrimas-Está bien que el primogénito de los Madden intente reclamar lo que es suyo, pero de ahí, a que se casé con una Adger, monte un dragón y la ayude a destronar a su tío? Ayla, Robb va a librar una guerra que no es la suya... Va a librarla por ti, para que tu seas reina, y si muere ¿qué harás? ¿Reclamarás el trono de Land también? Eso es lo que hacéis muy bien los Adger, reclamar lo que no es vuestro... Cualquiera que te oiga hablar pensará que conspiras para matar a mi hijo...
-Jamás dañaría a Robb, lo juro...-dijo ella muy solemne.
-Tendrás que convencer a a su padre de ello, y algo voy a dejarte muy claro, pequeña Adger. Magnus Madden no va a enviar a su primogénito a una guerra que no tiene porque librar...
* * *
Robb corrió a la colina donde se hospedaban Ayla y Lis. Los chicos habían partido junto con Tavi para reunir a los jinetes que todavía apoyaban a Ayla en el Peñón del Diablo mientras la princesa y Lis organizaban el ejército de Madden. Lis no quería dormir en el campamento militar, y seguía durmiendo en su tienda de tela sobre la colina, Ayla hubiese preferido dormir cómodamente en la tienda de Robb junto a su prometido, pero no quería dejar a Lis sola en la colina.
El príncipe encontró a Lis frente a la hoguera, afilando su hacha junto a Zaniah y Acamar, preguntó por Ayla, y la mirada de Lis le inundó de preocupación.
Ayla estaba en su tienda, deshaciéndose las trenzas del cabello. Dzigan dormitaba a su lado, frente a una pequeña lámpara de aceite que iluminaba parcialmente el rostro de la joven. Lis asomó la cabeza por la abertura de la tienda:
-Robb está aquí.
Ayla y Robbert no se habían visto desde la reunión con Lady Margaret, él había estado muy ocupado enviándole una carta a su padre y ella quería estar sola después de como la había tratado la madre de Robb. No había asistido a la cena con su suegra, quería estar sola. Tenía mucho en que pensar... El muchacho se arrastró a cuatro patas hasta el interior de la tienda de piel y se sentó junto a Ayla. Dzigan al verlo saltó sobre él y se acurrucó en su regazo. Robb le acarició el lomo y lo dejó en un almohadón, quería hablar con Ayla. La ayudó a quitarse las horquillas del pelo, observó en un rincón el vestido que había llevado durante la velada, hecho trizas. Sin duda a Ayla le había afectado mucho como la había despreciado Margaret.
-Lo siento mucho-dijo él finalmente después de un largo silencio-No sabía que mi madre sería tan dura. Estaba seguro de que se alegraría por mi.
-Mi vida es una mentira... Toda mi vida gira en torno a una mentira. Siempre he estado orgullosa de ser una Adger-cogió la mano de Robb y acarició con suavidad la marca en forma de oso, le pasó el dedo por encima varias veces, como si intentara borrarlo-Cuando era niña, mi padre y mi tío nos llevaron a Ryden y a mi a la cueva de los Antiguos Clanes. Hay una gran pared de roca, con los doce símbolos ordenados jerárquicamente, tallados en la piedra. Las familias extinguidas están atravesadas con una raya. El dragón de los Adger está la primera, pero justo encima hay un símbolo borrado. El último símbolo de todos es el oso de los Magger... Soy un fraude, no soy la legítima heredera de
Robb (Richard Madden) no ha sido capaz de enfrentarse a su madre para defender a Ayla |
-No sabía que eres de Malmö, Ayla. Me lo ocultaste, y cuando lo descubrí ya me había enamorado de ti... Vi lo comprometida que estabas con la causa de tu pueblo, que querías salvarlo... La gloria, el honor, todo te daba igual, solo quieres el bien de Malmö y el de tus dragones. Y te admiro mucho por ello.
-Eso no te exculpa por haberme mentido.-Robb bajó la mirada, humillado.
-En dos días partiremos hacia Land. Necesito que vengas conmigo, para convencer a mi padre de que me preste más hombres...
-Ni hablar...-dijo ella asustada- Tengo que reunirme con Axel y Ryden en el Peñón. Pendragón me escribió hace poco, hay menos jinetes de los que nos pensábamos. Svend ha hecho una masacre... Muchos de los que apoyaban a Haakon han sido asesinados, y sus dragones encadenados hasta morir de pena. Axel dice que necesitan cuidados médicos, Ryden y Eloff no dan abasto. Necesitan mi ayuda...
-Lis puede ir en tu lugar.
-Lis no tiene los conocimientos médicos que yo tengo...
-Puede llevarse a algunos de mis médicos. Y puedes preparar medicinas para los dragones.
-Robb... Yo...
-Ayla, por favor... Te necesito a mi lado.
-Después de como me ha tratado tu madre, temo a tu padre...
-No dejaré que te hable como te ha hablado ella.-Ayla se dio la vuelta. De reojos observó como Dzigan volvía a reclamar la atención de Robb. Sin duda, Robbert Madden tenía sangre de los Antiguos Clanes. Era un sangre pura, y le necesitaba para rescatar a los habitantes y a los dragones de su querida isla.- Por favor, Ayla...
-Prométemelo. Júramelo, jura que no permitirás que vuelvan a cuestionar mi nombre, mi posición o la de mi familia.
Robb la abrazó con dulzura, y le susurró en el oído: "Te lo juro". La miró a los ojos, agarrándola por los hombros:
-Vamos a ganar esta guerra Ayla. Te lo juro.
Y volvieron abrazarse, bajo la mirada de temor de la joven Adger, que comenzaba a cuestionarse la valentía de Robb Madden y si de verdad la amaba o si la usaba para alcanzar la isla en la que expulsaron sus antepasados. Y lo que es peor, empezaba a dudar de si misma...
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