Durante las siguientes semanas seguí acostándome con Ayla, ella cada día se habría más a mí... Estaba muy sola, y se sentía muy sola. Yo la quería, la quería para mí. Pero ella, ella solo me hacía el amor y me hablaba... Era su amante y su psicólogo, pero ella no era mía, y yo quería que fuese mía, y solo para mí. Una mañana la vi llegar a clase, con su carpeta y su mochila, como cada día. Miraba el suelo, distraída, evitando las miradas de sus compañeros, de repente un chico alto y rubio tropezó con ella, a Ayla se le cayeron las cosas y ambos se agacharon a recogerlas. Tuve que contenerme para no ir a ayudarla, nadie podía saber que quería que fuese mía... Pero tendría que escarmentar a ese chico, nadie podía tocar a Ayla... Mientras ambos estaban en el suelo el muchacho la miró, soltó la carpeta y se alejó. Ayla se quedó en el suelo, cogiendo sus cosas, con el cabello ocultándole medio rostro. Otro chico con gafas, al que había visto a menudo con ella, se acercó rápidamente cuand...
La Grandeza nace de los Pequeños Comienzos.