Cuando la joven madre llegó a la granja que le había indicado Eleonor, no encontró a nadie, ni a Iolaus, ni a Brujo ni a nadie... Se quedó paralizada delante del edificio medio derruido, su hijito se revolvió entre sus brazos y Ayla lo meció para que se durmiera... Unas lágrimas le resbalaron por las mejillas. ¿Dónde estará, Iolaus? le preguntó a su pequeño.
-En esta granja no vive nadie desde hace tiempo... - dijo una voz a sus espaldas. Ayla se dio la vuelta, le había respondido un anciano mellado, vestido con ropa vieja y apestando a estiércol- Hace muchos años vivía una mujer con su hijo, pero hace mucho que se marcharon...
Ayla le dio las gracias mientras unas lágrimas cristalinas le recorrían las mejillas.
-¿Te encuentras bien? ¿Puedo ayudarte?-dijo el anciano conmovido
-No, muchas gracias- respondió ella intentando sonreír- Es solo que... Estoy buscando a alguien, y esperaba encontrarlo aquí...
-Si buscas a alguien, seguramente se encuentra en la boda del Condesa de Orestes. Ha invitado a todo el pueblo para celebrar su unión. Me hubiese gustado asistir, pero mis piernas ya no me dejan trepar a la cima de la colina donde está su castillo.- un raquítico y huesudo hueso señaló hacia el norte.- Sigue el camino hacia allí. No tiene perdida.
Ayla asintió agradecida. No perdía nada por acercarse a la boda, a lo mejor alguien lo había visto y podía decirle donde se encontraba... Montó a su caballo, sujetó a su hijo con fuerza y siguieron el camino.
La joven llegó a la colina de la celebración, y permaneció oculta entre los árboles del bosquecillo, observando la escena. Sobre una pequeña terraza, los novios se daban el "si quiero", acompañados de un pequeño comité de nobles, debajo, el pueblo gritaba contento. Ayla no recordaba demasiado el Conde de Orestes de su época en palacio. Sabía que era un hombre muy mayor casado con una muchacha, la cual su padre calificaba como cazafortunas y por eso había dejado de invitar a palacio. Ahora que ella había heredado el título se preguntaba quien sería el "afortunado" que se casase con ella.
-¡El Conde y la Condesa de Orestes!- anunció el sacerdote y la pareja se volvió hacia el pueblo.
A Ayla casi le da un ataque al corazón... Era Ioalus, el novio era Iolaus, vestido con una túnica burdeos y brocada en oro, bien peinado y con una corona sobre su sien... Era Iolaus, el padre de su hijo, casándose con otra...
Pasó largo rato oculta entre los árboles, mientras veía como los novios saludaban a sus invitados. De repente Iolaus miró hacia el bosquecillo y la vió, allí de pié, apoyada en un árbol. Pidió disculpas y mientras su esposa saludaba a los invitados se escabulló.
Ayla se enderezó cuando lo vio venir. Pero no dijo nada. Instintivamente se llevó la mano hacia el bulto que ocultaba su capa...
-¿Ayla? ¿Qué haces aquí?- se sorprendió él.- Te creía en la isla...
-Me escapé Ioalus, para buscarte y poder estar juntos por fin... ¿Por qué te fuiste? Yo sola no puedo...
-Loki me iba a cortar en pedazos... ¿Es que como se nos ocurrió? Tenía que huir Ayla. Y luego, en fin, conocí a Niobe... y surgió.
Ioalus se percató del bulto que ocultaba Ayla, que se movía y emitía suaves gorgojitos. La joven le mostró el niño, recelosa, era su bebé.
-Dios mío,-exclamó Iolaus
-¿De quién sino?- dijo ella, muy seria
-¿Puedo cogerlo?- Ayla asintió, aunque no le hacía gracia que otra persona cogiese a su pequeño. Ni siquiera su padre- Es precioso... ¿Cómo se llama?
-Se llama Iolaus- el Conde sonrió entusiasmado, el niño se llamaba como él. Su pequeño, su Iolaus-Nació a principios de invierno. Todo fue bien. Es un niño fuerte y sano.- Ayla le acarició la cabecita- Como su padre...
-Iolaus... -la condesa Niobe apareció tras ellos, radiante con su vestido de novia rosa, sonriendo- ¿Que tienes ahí? Dios mío... Es un bebé...
-Niobe, ella es Ayla, una vieja amiga, y este es su bebé. Nuestro - corrigió- Nuestro bebé
-¿Cómo? ¿Tienes un hijo? ¿Por qué no me lo habías dicho?
-¡Me acabo de enterar!-protestó él- Por eso te lo he contado Niobe, no quiero comenzar este matrimonio con mentiras.
Niobe se fue indignada y Iolaus la siguió. Ayla permaneció en el bosquecillo, con su bebé en brazos. Quizá no tendría que haber venido, tendría que haber entregado el niño a Eleanor y que ella se encargara. Ahora ambos corrían peligro, Loki quería ver a su bebé muerto, y a saber lo que le haría a ella. Tenía que volver al Palacio, allí estaría a salvo, ¿pero que haría con Iolaus? los bastardos no son bienvenidos en la familia real de Asgard. Su pequeño, su bebé, lo quería tanto...
Iolaus y Niobe volvieron, cogidos de la mano, ella sonreía amigablemente mientras que él forzaba una mueca de alegría.
-Ayla,- dijo Niobe- Iolaus me ha contado lo vuestro, quiero que sepas que te perdono y que este condado no va a tomar represalias contra ti.
(Nadie envía represalias contra una infanta de Asgard- murmuró Ayla)
-Verás Ayla- explicó Iolaus intentando ser comprensivo- Niobe, jamás ha podido concebir, y su mayor deseo en este mundo es tener un hijo. No puedes cuidar a Iolaus tu sola Ayla, y lo sabes, así que hemos decidido adoptarlo...
-Lo criaremos como nuestro, jamás le faltará de nada
Ayla abrazó a su bebé y se retiró. Era su hijo, su pequeño. Lo había llevado dentro nueve meses, lo había traído al mundo y ahora se lo querían quitar... Alzó al niño y lo observó, era precioso... Pero Iolaus tenía razón, en el castillo el niño estaría a salvo, no le faltaría de nada y recibiría una buena educación. Volvió a abrazar fuertemente al niño y se lo entregó a Niobe con lágrimas en los ojos. No quería que la despedida fuera más dura. Montó su caballo y se alejó volando, rumbo a los acantilados del Palacio de Asgard.
-En esta granja no vive nadie desde hace tiempo... - dijo una voz a sus espaldas. Ayla se dio la vuelta, le había respondido un anciano mellado, vestido con ropa vieja y apestando a estiércol- Hace muchos años vivía una mujer con su hijo, pero hace mucho que se marcharon...
Ayla le dio las gracias mientras unas lágrimas cristalinas le recorrían las mejillas.
-¿Te encuentras bien? ¿Puedo ayudarte?-dijo el anciano conmovido
-No, muchas gracias- respondió ella intentando sonreír- Es solo que... Estoy buscando a alguien, y esperaba encontrarlo aquí...
-Si buscas a alguien, seguramente se encuentra en la boda del Condesa de Orestes. Ha invitado a todo el pueblo para celebrar su unión. Me hubiese gustado asistir, pero mis piernas ya no me dejan trepar a la cima de la colina donde está su castillo.- un raquítico y huesudo hueso señaló hacia el norte.- Sigue el camino hacia allí. No tiene perdida.
Ayla asintió agradecida. No perdía nada por acercarse a la boda, a lo mejor alguien lo había visto y podía decirle donde se encontraba... Montó a su caballo, sujetó a su hijo con fuerza y siguieron el camino.
La joven llegó a la colina de la celebración, y permaneció oculta entre los árboles del bosquecillo, observando la escena. Sobre una pequeña terraza, los novios se daban el "si quiero", acompañados de un pequeño comité de nobles, debajo, el pueblo gritaba contento. Ayla no recordaba demasiado el Conde de Orestes de su época en palacio. Sabía que era un hombre muy mayor casado con una muchacha, la cual su padre calificaba como cazafortunas y por eso había dejado de invitar a palacio. Ahora que ella había heredado el título se preguntaba quien sería el "afortunado" que se casase con ella.
-¡El Conde y la Condesa de Orestes!- anunció el sacerdote y la pareja se volvió hacia el pueblo.
A Ayla casi le da un ataque al corazón... Era Ioalus, el novio era Iolaus, vestido con una túnica burdeos y brocada en oro, bien peinado y con una corona sobre su sien... Era Iolaus, el padre de su hijo, casándose con otra...
Pasó largo rato oculta entre los árboles, mientras veía como los novios saludaban a sus invitados. De repente Iolaus miró hacia el bosquecillo y la vió, allí de pié, apoyada en un árbol. Pidió disculpas y mientras su esposa saludaba a los invitados se escabulló.
Ayla se enderezó cuando lo vio venir. Pero no dijo nada. Instintivamente se llevó la mano hacia el bulto que ocultaba su capa...
-¿Ayla? ¿Qué haces aquí?- se sorprendió él.- Te creía en la isla...
-Me escapé Ioalus, para buscarte y poder estar juntos por fin... ¿Por qué te fuiste? Yo sola no puedo...
-Loki me iba a cortar en pedazos... ¿Es que como se nos ocurrió? Tenía que huir Ayla. Y luego, en fin, conocí a Niobe... y surgió.
Ioalus se percató del bulto que ocultaba Ayla, que se movía y emitía suaves gorgojitos. La joven le mostró el niño, recelosa, era su bebé.
-Dios mío,-exclamó Iolaus
-¿De quién sino?- dijo ella, muy seria
-¿Puedo cogerlo?- Ayla asintió, aunque no le hacía gracia que otra persona cogiese a su pequeño. Ni siquiera su padre- Es precioso... ¿Cómo se llama?
-Se llama Iolaus- el Conde sonrió entusiasmado, el niño se llamaba como él. Su pequeño, su Iolaus-Nació a principios de invierno. Todo fue bien. Es un niño fuerte y sano.- Ayla le acarició la cabecita- Como su padre...
-Iolaus... -la condesa Niobe apareció tras ellos, radiante con su vestido de novia rosa, sonriendo- ¿Que tienes ahí? Dios mío... Es un bebé...
-Niobe, ella es Ayla, una vieja amiga, y este es su bebé. Nuestro - corrigió- Nuestro bebé
-¿Cómo? ¿Tienes un hijo? ¿Por qué no me lo habías dicho?
-¡Me acabo de enterar!-protestó él- Por eso te lo he contado Niobe, no quiero comenzar este matrimonio con mentiras.
Niobe se fue indignada y Iolaus la siguió. Ayla permaneció en el bosquecillo, con su bebé en brazos. Quizá no tendría que haber venido, tendría que haber entregado el niño a Eleanor y que ella se encargara. Ahora ambos corrían peligro, Loki quería ver a su bebé muerto, y a saber lo que le haría a ella. Tenía que volver al Palacio, allí estaría a salvo, ¿pero que haría con Iolaus? los bastardos no son bienvenidos en la familia real de Asgard. Su pequeño, su bebé, lo quería tanto...
Iolaus y Niobe volvieron, cogidos de la mano, ella sonreía amigablemente mientras que él forzaba una mueca de alegría.
-Ayla,- dijo Niobe- Iolaus me ha contado lo vuestro, quiero que sepas que te perdono y que este condado no va a tomar represalias contra ti.
(Nadie envía represalias contra una infanta de Asgard- murmuró Ayla)
-Verás Ayla- explicó Iolaus intentando ser comprensivo- Niobe, jamás ha podido concebir, y su mayor deseo en este mundo es tener un hijo. No puedes cuidar a Iolaus tu sola Ayla, y lo sabes, así que hemos decidido adoptarlo...
-Lo criaremos como nuestro, jamás le faltará de nada
Ayla abrazó a su bebé y se retiró. Era su hijo, su pequeño. Lo había llevado dentro nueve meses, lo había traído al mundo y ahora se lo querían quitar... Alzó al niño y lo observó, era precioso... Pero Iolaus tenía razón, en el castillo el niño estaría a salvo, no le faltaría de nada y recibiría una buena educación. Volvió a abrazar fuertemente al niño y se lo entregó a Niobe con lágrimas en los ojos. No quería que la despedida fuera más dura. Montó su caballo y se alejó volando, rumbo a los acantilados del Palacio de Asgard.
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