Voy a aparcar la aventura de Ayla y Enjolras un tiempo, mientras reflexiono como continuarla, y mientras tanto, para hacer más amena la espera, os voy a contar la historia de la princesa Ayla, una joven que lucha por ascender al trono y defender lo que más quiere en el mundo. Sus hijos.
Este fragmento corresponde al primer aniversario de Leah, la hija menor de la princesa Ayla y su marido, el general Aysel. Ayla se siente culpable, Aysel le profesa un amor muy sincero que dura desde la infancia, él es un hombre realmente feliz, se ha casado con la mujer de su vida y esta le ha dado una preciosa hija. Pero Ayla no aguanta más, claro que quiere Aysel, es su mejor amigo, pero no es el hombre del que estuvo enamorada hace años, y aunque adore a su hijita, echa de menos a su primogénito.
"Ayla se está preparando para la fiesta en honor del primer aniversario de la infanta Leah. Para la ocasión ha elegido una túnica veraniega de color verde, muy alegre y un chal oscuro. Sentada frente a su tocador se cepilla el cabello y se coloca la tiara. Su reflejo no muestra la alegría que tendría que sentir en el día del cumpleaños de su hija, Ayla tiene la mente en otros asuntos. Dejó a Ioalus cuando apenas tenía cuatro meses, ahora acabaría de cumplir los cinco. Se preguntaba cómo sería, si se llevaría bien con Leah, qué le gustaría hacer, seguro que estaba recibiendo la educación propia de un príncipe. Hizo bien en dejarlo con su padre y la condesa Niobe, un bastardo no tendría lugar en palacio, su tío Loki era el más claro ejemplo...
Alguien llamó a la puerta, Ayla se sobresaltó y vio a su tímido marido asomar la cabeza por su alcoba.
-Ayla, ¿puedo hablar contigo un segundo?-le tendió la mano
-Si, por supuesto.- Ayla se levantó y le tomó la mano a su esposo.
El general condujo a la princesa por la muralla del castillo, por el lado que daba al mar, a los preciosos acantilados donde habían jugado de pequeños. Aysel miró a Ayla, enamorada, con sus manos entrelazadas. Aysel se había vestido con la túnica blanca oficial de las ceremonias del ejército. Con su capa y su espada envainada. Realmente era un hombre muy apuesto, con unos preciosos ojos azules que Leah había heredado.
-Tengo un regalo para vos.
-No es necesario-dijo ella sonrojada.
-Si que lo es.
Aysel rebuscó entre sus ropas y depositó un objeto en las manos de Ayla, envolviéndolas entre las suyas. La joven princesa notó el frío contacto del metal y de entre sus manos observó una cadena de oro, en la cual colgaba un portamonedas que custodiaba una moneda de oro antigua, con una ancla gravada en una cara y las palabras "HAYDEN I" en asgardiano antiguo en la otra.
-Es preciosa...-dijo la joven.
Aysel sonrió.
-Verás, en tiempos de tu bisabuelo, durante las Guerras del Oeste, mi abuelo, se tuvo que marchar a luchar en el ejército del agua, dejando a mi joven abuela en Asgard, embarazada de su primer hijo. su navío fue abatido en combate y casi muere. Pero mientras se estaba hundiendo, en las frías aguas del mar, cuando casi había perdido la esperanza un resplandor le hizo recapacitar. Esta moneda, estaba frente a él, se había caído de un cofre que el rey había colocado en el barco, con unas monedas especiales para la contienda en el mar, por eso tiene el ancla en una cara y por eso es tan especial. Mi abuelo agarró la moneda y sacó fuerzas de donde no le quedaban para salir a la superficie. Para volver a ver a su adorada mujer y a su esperado hijito. Cuando regresó a Asgard no lo hizo como un simple soldado, sino como un héroe de guerra. Fue el primer general de la familia. Le regaló la moneda a mi abuela, que había tenido una preciosa niña, mi madre, y cuando creció se la regaló a ella. Mi madre falleció joven y no tuvo la gran suerte que he tenido yo, no tuvo a una hija, pero igualmente me dio la moneda a mí, y me dijo que si algún día tenía la inmensa fortuna de tener una esposa se la regalase a ella.
-Aysel, es una historia preciosa, y el colgante es muy bonito y más valioso que todas las joyas que pueda tener. Pero no me pertenece a mí, debe de ser para Leah.
El general cogió el colgante que Ayle le tendía y se lo colocó en el cuello a su mujer.
-¿Pero qué haces? No puedo aceptarlo... Es de Leah...
-Entonces se lo guardarás hasta que sea suficiente mayor para guardarlo.-Aysel la miró orgulloso- Estás preciosa...
La abrazó con amor.
-Creo que soy el hombre más afortunado de Asgard...
Ayla estaba triste, este hombre la quería de verdad, no como Ioalus, que se largó en cuanto pudo, pero igualmente ella le había querido, y le seguía queriendo y a su hijo...
-Aysel, yo... Hay algo que debes saber...
-¿Qué pasa? ¿Estás bien?
Ayla suspiró...
-Verás, los años que pasé fuera, cuando todo Asgard y sobretodo tú, os movilizasteis para encontrarme... Yo... yo... tuve otro hijo."
*Si os ha gustado esta historia podéis comentarla aquí o si preferís la otra y tenéis alguna idea de como continuarla podéis hacerlo con el hastag #AylaHurst
Este fragmento corresponde al primer aniversario de Leah, la hija menor de la princesa Ayla y su marido, el general Aysel. Ayla se siente culpable, Aysel le profesa un amor muy sincero que dura desde la infancia, él es un hombre realmente feliz, se ha casado con la mujer de su vida y esta le ha dado una preciosa hija. Pero Ayla no aguanta más, claro que quiere Aysel, es su mejor amigo, pero no es el hombre del que estuvo enamorada hace años, y aunque adore a su hijita, echa de menos a su primogénito.
"Ayla se está preparando para la fiesta en honor del primer aniversario de la infanta Leah. Para la ocasión ha elegido una túnica veraniega de color verde, muy alegre y un chal oscuro. Sentada frente a su tocador se cepilla el cabello y se coloca la tiara. Su reflejo no muestra la alegría que tendría que sentir en el día del cumpleaños de su hija, Ayla tiene la mente en otros asuntos. Dejó a Ioalus cuando apenas tenía cuatro meses, ahora acabaría de cumplir los cinco. Se preguntaba cómo sería, si se llevaría bien con Leah, qué le gustaría hacer, seguro que estaba recibiendo la educación propia de un príncipe. Hizo bien en dejarlo con su padre y la condesa Niobe, un bastardo no tendría lugar en palacio, su tío Loki era el más claro ejemplo...
Alguien llamó a la puerta, Ayla se sobresaltó y vio a su tímido marido asomar la cabeza por su alcoba.
-Ayla, ¿puedo hablar contigo un segundo?-le tendió la mano
-Si, por supuesto.- Ayla se levantó y le tomó la mano a su esposo.
El general condujo a la princesa por la muralla del castillo, por el lado que daba al mar, a los preciosos acantilados donde habían jugado de pequeños. Aysel miró a Ayla, enamorada, con sus manos entrelazadas. Aysel se había vestido con la túnica blanca oficial de las ceremonias del ejército. Con su capa y su espada envainada. Realmente era un hombre muy apuesto, con unos preciosos ojos azules que Leah había heredado.
-Tengo un regalo para vos.
-No es necesario-dijo ella sonrojada.
-Si que lo es.
Aysel rebuscó entre sus ropas y depositó un objeto en las manos de Ayla, envolviéndolas entre las suyas. La joven princesa notó el frío contacto del metal y de entre sus manos observó una cadena de oro, en la cual colgaba un portamonedas que custodiaba una moneda de oro antigua, con una ancla gravada en una cara y las palabras "HAYDEN I" en asgardiano antiguo en la otra.
-Es preciosa...-dijo la joven.
Aysel sonrió.
-Verás, en tiempos de tu bisabuelo, durante las Guerras del Oeste, mi abuelo, se tuvo que marchar a luchar en el ejército del agua, dejando a mi joven abuela en Asgard, embarazada de su primer hijo. su navío fue abatido en combate y casi muere. Pero mientras se estaba hundiendo, en las frías aguas del mar, cuando casi había perdido la esperanza un resplandor le hizo recapacitar. Esta moneda, estaba frente a él, se había caído de un cofre que el rey había colocado en el barco, con unas monedas especiales para la contienda en el mar, por eso tiene el ancla en una cara y por eso es tan especial. Mi abuelo agarró la moneda y sacó fuerzas de donde no le quedaban para salir a la superficie. Para volver a ver a su adorada mujer y a su esperado hijito. Cuando regresó a Asgard no lo hizo como un simple soldado, sino como un héroe de guerra. Fue el primer general de la familia. Le regaló la moneda a mi abuela, que había tenido una preciosa niña, mi madre, y cuando creció se la regaló a ella. Mi madre falleció joven y no tuvo la gran suerte que he tenido yo, no tuvo a una hija, pero igualmente me dio la moneda a mí, y me dijo que si algún día tenía la inmensa fortuna de tener una esposa se la regalase a ella.
-Aysel, es una historia preciosa, y el colgante es muy bonito y más valioso que todas las joyas que pueda tener. Pero no me pertenece a mí, debe de ser para Leah.
El general cogió el colgante que Ayle le tendía y se lo colocó en el cuello a su mujer.
-¿Pero qué haces? No puedo aceptarlo... Es de Leah...
-Entonces se lo guardarás hasta que sea suficiente mayor para guardarlo.-Aysel la miró orgulloso- Estás preciosa...
La abrazó con amor.
-Creo que soy el hombre más afortunado de Asgard...
Ayla estaba triste, este hombre la quería de verdad, no como Ioalus, que se largó en cuanto pudo, pero igualmente ella le había querido, y le seguía queriendo y a su hijo...
-Aysel, yo... Hay algo que debes saber...
-¿Qué pasa? ¿Estás bien?
Ayla suspiró...
-Verás, los años que pasé fuera, cuando todo Asgard y sobretodo tú, os movilizasteis para encontrarme... Yo... yo... tuve otro hijo."
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