(basado en los personajes y los acontecimientos de la temporada 8)
La mujer del traje gris avanzó firmemente por el pasillo de piedra gris, el sonido de sus tacones de aguja y sus pasos firmes resonaban en eco por toda la estancia. Tendría unos cincuenta años, el rostro lleno de arrugas que perfilaban los dos pequeños ojos grises y el cabello castaño, mate y sin brillo recogido en un moño en la parte de arriba de la cabeza. Llevaba un maletín de cuero negro firmemente agarrado en la mano izquierda y caminaba en pos a un hombrecillo vestido con traje negro, que la condujo a una sala alargada con una mesa que ocupaba casi la totalidad de la estancia, varias sillas y apenas iluminada por unos pequeños candelabros colgados en las paredes. El hombrecillo trajeado de negro le sujetó la puerta:
-Espere aquí, el rey no tardará en llegar.
La mujer dejó el maletín sobre la mesa y recorrió la habitación examinando la escasa decoración de la sala. Se detuvo delante de un lienzo colgado en la pared, donde aparecía un hombre viejo semidesnudo y exageradamente musculado, con los ojos desencajados de las órbitas y las fauces abiertas devorando a un bebé desmembrado y ensangrentado.
-"Saturno devorando a su hijo".-proclamó una voz con acento británico tras ella.
-Francisco de Goya, 1819.-respondió la mujer.
El hombre bajito vestido con traje negro de Versace y corbata púrpura se situó a su lado y ambos contemplaron la pintura durante unos instantes, en silencio.
-¿Goya también pactó con uno de tus secuaces, Crowley? ¿Déjame adivinar: le dista a escoger entre curar su sordera o su impotencia sexual?
-Y gracias a mi: existen estas maravillosas pinturas negras...-le guiñó un ojo- de nada. ¿Nos sentamos?
Le ofreció asiento a la mujer y ella lo aceptó. Él parecía relajado, tranquilo, seguro de si mismo, mientras que ella apretaba la mandíbula y no le quitaba el ojo de encima. Las consecuencias la habían obligado a aceptar reunirse con aquel engendro que desprendía hedor a maldad y a pesar de su impecable aspecto exterior estaba podrido por dentro. No se fiaba de él, lo detestaba.
Sobre la mesa se encontraban varias carpetas, papeles y una tableta electrónica, la mujer lo examinó con sus ojos de águila.
-¿Quién lo diría, verdad, Naomi? Tú, yo aquí reunidos, haciendo negocios...-Crowley destapó una botella de cristal, muy elegante que contenía un líquido dorado de aroma muy fuerte, se sirvió un vaso y le ofreció a la mujer, pero ella declinó la oferta.
-Al grano Crowley,-sentenció Naomi-Soy una mujer ocupada, y si tu propuesta no es de mi agrado, mi equipo buscará a alguien capaz de resolver nuestro problema... El destino del Cielo depende de mi y que de esto salga bien, así que ¿qué tienes para mi?
El Rey del Infierno recogió tres carpetas de la mesa, las revisó rápidamente y le tendió una a Naomi, ella la abrió y consultó lo que había dentro: papeles, informes, fotografías... La mujer leyó en voz alta la ficha técnica del individuo en cuestión:
-Dean Judson Winchester, nacido el 24 de enero de 1979 en Lawrence, Kansas. Habilidades: capaz de matar a cualquier ser, humano o monstruo sin remordimiento. Ha sobrevivido al Infierno, al Purgatorio y a la Marca de Caín. Desventaja: agresividad máxima. Debilidades: su familia.-Naomi tiró la carpeta sobre la mesa, con desprecio-¿Los Winchester? ¿Qué clase de broma es esta Crowley? ¿Quieres que envíe a esos monos con alas, ha recuperar el mayor tesoro del Cielo?
Naomi se levantó de la mesa con intención de marcharse, pero Crowley agarró la otra carpeta y leyó en voz alta:
-Samuel Thomas Winchester, nacido el 2 de mayo de 1983 en Lawrence, Kansas. Habilidades: poderes psíquicos derivados de la ingestión de sangre de demonio, habilidad de exorcizar o matar demonios con la mente. Desventaja: síndrome de abstinencia y alucinaciones si se detiene de repente el consumo de sangre. Debilidades: su familia.
La mujer se detuvo de repente y miró a Crowley sorprendida:
-Creía que Sam Winchester había superado ya lo de la sangre de demonio...
El demonio cogió la tableta electrónica y le enseñó una reproducción en directo del chico: Sam estaba atado a una camilla, en una habitación blanca, sin ningún tipo de muebles o decoración, solo él atado de pies y brazos a la cama. Tenía la frente perlada de sudor y algunos mechones de cabello castaño pegados a la piel. Por el esfuerzo había marcadas varias venas de los brazos y de la cabeza. Tenía los ojos cerrados y no paraba de sacudir el cuerpo, gritando que quería que todo se detuviera, que no lo soportaba más.
-¿Has atrapado a los hermanos Winchester y no has acabado con ellos?-Naomi apretó la mandíbula, no entendía nada.
-Mi querida Naomi...,-respondió él-ya sabes que yo soy un hombre de negocios: adoro las ofertas, las gangas y odio tirar material al que le puedes sacar provecho. Si, capturé a los Winchester y no los maté. pero porque descubrí, que con las herramientas indicadas, pueden convertirse en el arma de destrucción perfecta.
-¿Y anulaste a Sam Winchester volviéndolo adicto a la sangre, otra vez?-Crowley asintió-¿Y que hay de Dean? ¿Dónde lo tienes?
Crowley toqueteó algunos botones de la tableta y le mostró otra grabación a la mujer. Dean Winchester estaba en una pequeña celda en la que apenas podía dar dos pasos seguidos. Andaba inquieto por el escaso espacio, tenía la ropa manchada de sudor y los nudillos ensangrentados por golpear las duras paredes de cemento en busca de una salida. En un momento se percató de que la cámara de vigilancia lo estaba grabando y se acercó al objetivo.
-¿Qué has hecho con ellos hijo de puta?-Dean sacudió la cámara-¡Responde sucio bastardo! ¿Te crees muy poderoso, oculto detrás de esa cámara? Pero te vas a enterar cuando salga. Te voy a torturar de tal manera que regresar al Infierno te va a parecer unas vacaciones en las Bahamas.
Dean sacudió la cámara, pateó el suelo y volvió a caminar nervioso en sus dos metros cuadrados de celda.
-Que al Activo Numero 1 le inyecten un poco de relajante muscular en la comida-ordenó Crowley al mayordomo que los había acompañado y este transmitió la orden por el teléfonillo de su oreja.
-Así que has conseguido dominar a los Winchester... ¿Cómo lo has hecho?
- A mi me gusta llamarlos el Escuadrón W. Sorprendida ¿verdad? Digamos que utilicé métodos: persuasivos-respondió el demonio fanfarrón-No es que no me agraden tus métodos de pinchar agujas en el cerebro, de verdad, soy un gran admirador de tus técnicas, Naomi. Pero a veces, la tortura más eficaz es aquella que te destruye por dentro. ¿Has leído bien los informes de Sam y Dean?-Naomi asintió-¿Y cuál es su mayor debilidad?
-Su familia... Pero eso no es nada nuevo, Crowley.
El Rey del Infierno sonrió y le tendió un tercer informe a Naomi, Este era distinto, no había una fotografía del "Activo", como en el caso de Sam y Dean. La mujer leyó los datos para si misma: "Nombre: Ayden Mildred Winchester, nacida el 18 de septiembre de 1995 en Lawrence, Kansas, estatura: 1'60, peso: 49 kilos. Color de pelo: rubio. Ojos: verdes. Habilidades: poderes de arcángel: curación, teletransporte y matar solo con tocar. Desventaja: si su hechizo protector se rompe su recipiente puede explotar y destruir medio mundo. Debilidades: su familia y el ángel..."
-¿Por qué no tienes una foto de Ayden?-del millón de preguntas que se le pasaban a Naomi por la cabeza, fue la única capaz de pronunciar.
-No necesito una fotografía de quien puedo ver cuando quiera.-Hizo una señal al mayordomo, comunicó algo por el pinganillo y dos demonios trajeados trajeron a Ayden Winchester ante su presencia.
La joven vestía una camiseta blanca, ancha y un pantalón oscuro, corto y elástico. Iba descalza. El voluminoso cabello rubio le caía por los hombros, despeinado y enredado, tapándole la mitad de la cara con el flequillo. La trajeron arrastras, sus brazos y sus piernas estaban llenos de golpes y moratones. La plantaron entre ambas sillas y la muchacha alzó el rostro para mirarlos. Jamás había visto unos ojos así: tan llenos de miedo, de terror. Ella era la torturadora del Cielo, conseguía información como nadie y sus métodos eran infalibles, pero nunca, en todos sus años de existencia había visto una mirada que expresase tanto miedo. ¿Qué narices le habría estado haciendo Crowley para que esa chica los mirase así?
-Ayden, querida... Me alegro de verte. Ven, toma asiento...-Crowley la atrajo hacia si y la sentó sobre su regazo, como si fuese una niña pequeña. Sacó del bolsillo de su traje, una chocolatina y se la tendió a la joven-¿Tienes hambre, Ayden? Toma, es para ti... No seas tímida...
Con la mano temblorosa Ayden agarró la chocolatina, le costó un infierno sacarla de su envoltorio hasta que Crowley la ayudó. Dejaron que la chica comiera con ansias el dulce, manchándose la cara y las manos de chocolate y relamiéndose los dedos hasta que no quedó ni gota. La ropa ancha no dejaba distinguir la silueta de Ayden, pero por la delgadez de los dedos y la deshidratación de las mejillas, Naomi supo que pasaba hambre. El demonio le tendió otra chocolatina y mientras comía, Crowley comenzó a hacerle preguntas:
-Ayden, esta es Naomi, y va a hacerte algunas preguntas sobre un objeto que le han robado... Creemos que nos puedes ayudar... ¿la ayudarás, verdad Ayden?-la joven asintió con la cabeza y clavó los horrorizados ojos verdes en la mujer.
Naomi sacó del maletín unos papeles y los tendió sobre la mesa, eran fotografías de un joven asiático, más o menos de la edad de Ayden.
-¿Conoces a este chico, Ayden?
La joven tomó una fotografía y la examinó detenidamente:
-Es Kevin Tran. Es mi amigo. Es un profeta del señor, así que tiene habilidades especiales, como yo...-susurró con un hilo de voz.
-¿Y sabes dónde está?
Ayden dudó unos instantes. Pero terminó asintiendo con la cabeza...
-¿Dónde?-Naomi se levantó de la silla y dio un golpe en la mesa, sobresaltando a Ayden. Ella se acurrucó en el pecho de Crowley, buscando protección. Sin duda, aquella muchacha había desarrollado un potente síndrome de Estocolmo hacia el Rey del Infierno, y él estaba encantado.
-Antes: el pago...
Naomi le sostuvo la mirada durante un instante, por muy fuerte que fuera, no era rival para Crowley, y mucho menos cuando tenía esa bomba de relojería sentada en el regazo. La mujer cogió el maletín negro y lo colocó sobre la mesa, al abrirlo una intensa luz azul los deslumbró:
-Cincuenta mil almas...
-Acordamos cien mil-corrigió Crowley.
-Tendrás el resto cuando recuperemos la tableta.
-¿Tableta?-preguntó Ayden-¿La tableta de los ángeles? Samandriel...-un ápice de cordura iluminó la maltratada mente de la joven. Claramente vio como el inocente ángel, conocido como Alfie, pujaba para obtener dicha tableta y como le había pedido su ayuda. Su última imagen fue él, siendo asesinado por Cas... Se levantó de golpe y señaló a Naomi con un dedo tembloroso-¡Tú asesinaste a Samandriel! Y le hiciste daño a Cas. Jamás te ayudaré, Kevin conseguirá lo que necesita y acabará contigo, zorra-Ayden le escupió en la cara.
Crowley se levantó de la silla y agarró a Ayden por el brazo.
-¡Traedlo!-ordenó. Luego susurró a la joven en el oído-Harás lo que yo diga, puta...
Un portazo resonó por toda la estancia y aparecieron otros dos demonios vestidos de negro, sujetando a Castiel por ambos brazos. Tenía sangre por todos lados y ni siquiera podía sostenerse en pie.
-¡Cas!-gritó Ayden, intentando correr hacia él, pero Crowley la detuvo.
Naomi se limpió el escupitajo de la mejilla y volvió a examinar los informes: "su familia y el ángel..." por supuesto, esa era la moneda de cambio. Crowley tenía a Cas, y Ayden estaba dispuesta a hacer cualquier cosa por él, y Sam y Dean no lo tocarían sabiendo que tiene a su hermana presa. Crowley rodeó a Ayden con ambos brazos, le apartó un mechón de pelo del rostro y le besó el cuello sensualmente...
-Recuerda querida... Si haces lo que te pido, el ángel no sufrirá ningún daño...
-¡Crowley, por favor!-interrumpió Naomi-Es solo una niña.
-No me vengas ahora con esas, Naomi... ¿O es qué estás celosa?-ella lo fulminó con la mirada-¿Qué me dices, hay trato o no hay trato? Los Winchester por las cien mil almas y te traerán tu estúpida tableta.
-Ayden, huye...-gritó Castiel en un esfuerzo sobrehumano-no lo hagas por mi... Coge a Sam y a Dean y huye de aquí...
-¡A callar!-le ordenó uno de los demonios propinándole un puñetazo en la mejilla. El ángel escupió sangre al suelo. Ayden intentó correr hacia él de nuevo, pero Crowley se lo impidió.
-¡Déjala!-gritó Naomi-Acepto tu trato, usaré a los Winchester para que encuentren al profeta y me traigan la tableta-Pero ahora, déjala que se reúna con el ángel.
El Rey del Infierno le sostuvo la mirada de nuevo y soltó a Ayden de un empujón. La chica se levantó de golpe y corrió hacia Castiel, los demonios lo dejaron caer sobre ella. La joven lo acurrucó contra su pecho y lo meció suavemente, besándole la frente y acariciándole el rostro.
-No pasa nada Cas, si consigo esa tableta, Crowley te soltará, ya lo verás...
-No te fíes de ella Ayden, es una torturadora. Huye, olvídate de mi, huye...
-No Cas, no voy a hacerlo. Antes de que te des cuenta, estaré aquí contigo, aguanta vale, se fuerte...
-Ejem...-interrumpió Naomi-Es hora de que nos vayamos...
Ayden no se levantó, se quedó sentada en el suelo, abrazando a Cas. Los dos demonios lo recogieron y la mujer ayudó a la muchacha a ponerse en pie.
-Vayámonos Ayden...-le repitió.
Ella dio un paso al frente y besó a Castiel en los labios.
-Se fuerte, ¿vale? Te sacaré de aquí...-le prometió antes de que la torturadora del cielo se la llevase de la habitación.
La mujer del traje gris avanzó firmemente por el pasillo de piedra gris, el sonido de sus tacones de aguja y sus pasos firmes resonaban en eco por toda la estancia. Tendría unos cincuenta años, el rostro lleno de arrugas que perfilaban los dos pequeños ojos grises y el cabello castaño, mate y sin brillo recogido en un moño en la parte de arriba de la cabeza. Llevaba un maletín de cuero negro firmemente agarrado en la mano izquierda y caminaba en pos a un hombrecillo vestido con traje negro, que la condujo a una sala alargada con una mesa que ocupaba casi la totalidad de la estancia, varias sillas y apenas iluminada por unos pequeños candelabros colgados en las paredes. El hombrecillo trajeado de negro le sujetó la puerta:
-Espere aquí, el rey no tardará en llegar.
La mujer dejó el maletín sobre la mesa y recorrió la habitación examinando la escasa decoración de la sala. Se detuvo delante de un lienzo colgado en la pared, donde aparecía un hombre viejo semidesnudo y exageradamente musculado, con los ojos desencajados de las órbitas y las fauces abiertas devorando a un bebé desmembrado y ensangrentado.
-"Saturno devorando a su hijo".-proclamó una voz con acento británico tras ella.
-Francisco de Goya, 1819.-respondió la mujer.
El hombre bajito vestido con traje negro de Versace y corbata púrpura se situó a su lado y ambos contemplaron la pintura durante unos instantes, en silencio.
-¿Goya también pactó con uno de tus secuaces, Crowley? ¿Déjame adivinar: le dista a escoger entre curar su sordera o su impotencia sexual?
-Y gracias a mi: existen estas maravillosas pinturas negras...-le guiñó un ojo- de nada. ¿Nos sentamos?
Le ofreció asiento a la mujer y ella lo aceptó. Él parecía relajado, tranquilo, seguro de si mismo, mientras que ella apretaba la mandíbula y no le quitaba el ojo de encima. Las consecuencias la habían obligado a aceptar reunirse con aquel engendro que desprendía hedor a maldad y a pesar de su impecable aspecto exterior estaba podrido por dentro. No se fiaba de él, lo detestaba.
Sobre la mesa se encontraban varias carpetas, papeles y una tableta electrónica, la mujer lo examinó con sus ojos de águila.
-¿Quién lo diría, verdad, Naomi? Tú, yo aquí reunidos, haciendo negocios...-Crowley destapó una botella de cristal, muy elegante que contenía un líquido dorado de aroma muy fuerte, se sirvió un vaso y le ofreció a la mujer, pero ella declinó la oferta.
-Al grano Crowley,-sentenció Naomi-Soy una mujer ocupada, y si tu propuesta no es de mi agrado, mi equipo buscará a alguien capaz de resolver nuestro problema... El destino del Cielo depende de mi y que de esto salga bien, así que ¿qué tienes para mi?
El Rey del Infierno recogió tres carpetas de la mesa, las revisó rápidamente y le tendió una a Naomi, ella la abrió y consultó lo que había dentro: papeles, informes, fotografías... La mujer leyó en voz alta la ficha técnica del individuo en cuestión:
-Dean Judson Winchester, nacido el 24 de enero de 1979 en Lawrence, Kansas. Habilidades: capaz de matar a cualquier ser, humano o monstruo sin remordimiento. Ha sobrevivido al Infierno, al Purgatorio y a la Marca de Caín. Desventaja: agresividad máxima. Debilidades: su familia.-Naomi tiró la carpeta sobre la mesa, con desprecio-¿Los Winchester? ¿Qué clase de broma es esta Crowley? ¿Quieres que envíe a esos monos con alas, ha recuperar el mayor tesoro del Cielo?
Naomi se levantó de la mesa con intención de marcharse, pero Crowley agarró la otra carpeta y leyó en voz alta:
-Samuel Thomas Winchester, nacido el 2 de mayo de 1983 en Lawrence, Kansas. Habilidades: poderes psíquicos derivados de la ingestión de sangre de demonio, habilidad de exorcizar o matar demonios con la mente. Desventaja: síndrome de abstinencia y alucinaciones si se detiene de repente el consumo de sangre. Debilidades: su familia.
Crowley ha secuestrado a los Winchester para usarlos como sicarios. |
La mujer se detuvo de repente y miró a Crowley sorprendida:
-Creía que Sam Winchester había superado ya lo de la sangre de demonio...
El demonio cogió la tableta electrónica y le enseñó una reproducción en directo del chico: Sam estaba atado a una camilla, en una habitación blanca, sin ningún tipo de muebles o decoración, solo él atado de pies y brazos a la cama. Tenía la frente perlada de sudor y algunos mechones de cabello castaño pegados a la piel. Por el esfuerzo había marcadas varias venas de los brazos y de la cabeza. Tenía los ojos cerrados y no paraba de sacudir el cuerpo, gritando que quería que todo se detuviera, que no lo soportaba más.
-¿Has atrapado a los hermanos Winchester y no has acabado con ellos?-Naomi apretó la mandíbula, no entendía nada.
-Mi querida Naomi...,-respondió él-ya sabes que yo soy un hombre de negocios: adoro las ofertas, las gangas y odio tirar material al que le puedes sacar provecho. Si, capturé a los Winchester y no los maté. pero porque descubrí, que con las herramientas indicadas, pueden convertirse en el arma de destrucción perfecta.
-¿Y anulaste a Sam Winchester volviéndolo adicto a la sangre, otra vez?-Crowley asintió-¿Y que hay de Dean? ¿Dónde lo tienes?
Crowley toqueteó algunos botones de la tableta y le mostró otra grabación a la mujer. Dean Winchester estaba en una pequeña celda en la que apenas podía dar dos pasos seguidos. Andaba inquieto por el escaso espacio, tenía la ropa manchada de sudor y los nudillos ensangrentados por golpear las duras paredes de cemento en busca de una salida. En un momento se percató de que la cámara de vigilancia lo estaba grabando y se acercó al objetivo.
-¿Qué has hecho con ellos hijo de puta?-Dean sacudió la cámara-¡Responde sucio bastardo! ¿Te crees muy poderoso, oculto detrás de esa cámara? Pero te vas a enterar cuando salga. Te voy a torturar de tal manera que regresar al Infierno te va a parecer unas vacaciones en las Bahamas.
Dean sacudió la cámara, pateó el suelo y volvió a caminar nervioso en sus dos metros cuadrados de celda.
-Que al Activo Numero 1 le inyecten un poco de relajante muscular en la comida-ordenó Crowley al mayordomo que los había acompañado y este transmitió la orden por el teléfonillo de su oreja.
-Así que has conseguido dominar a los Winchester... ¿Cómo lo has hecho?
- A mi me gusta llamarlos el Escuadrón W. Sorprendida ¿verdad? Digamos que utilicé métodos: persuasivos-respondió el demonio fanfarrón-No es que no me agraden tus métodos de pinchar agujas en el cerebro, de verdad, soy un gran admirador de tus técnicas, Naomi. Pero a veces, la tortura más eficaz es aquella que te destruye por dentro. ¿Has leído bien los informes de Sam y Dean?-Naomi asintió-¿Y cuál es su mayor debilidad?
-Su familia... Pero eso no es nada nuevo, Crowley.
El Rey del Infierno sonrió y le tendió un tercer informe a Naomi, Este era distinto, no había una fotografía del "Activo", como en el caso de Sam y Dean. La mujer leyó los datos para si misma: "Nombre: Ayden Mildred Winchester, nacida el 18 de septiembre de 1995 en Lawrence, Kansas, estatura: 1'60, peso: 49 kilos. Color de pelo: rubio. Ojos: verdes. Habilidades: poderes de arcángel: curación, teletransporte y matar solo con tocar. Desventaja: si su hechizo protector se rompe su recipiente puede explotar y destruir medio mundo. Debilidades: su familia y el ángel..."
-¿Por qué no tienes una foto de Ayden?-del millón de preguntas que se le pasaban a Naomi por la cabeza, fue la única capaz de pronunciar.
-No necesito una fotografía de quien puedo ver cuando quiera.-Hizo una señal al mayordomo, comunicó algo por el pinganillo y dos demonios trajeados trajeron a Ayden Winchester ante su presencia.
La joven vestía una camiseta blanca, ancha y un pantalón oscuro, corto y elástico. Iba descalza. El voluminoso cabello rubio le caía por los hombros, despeinado y enredado, tapándole la mitad de la cara con el flequillo. La trajeron arrastras, sus brazos y sus piernas estaban llenos de golpes y moratones. La plantaron entre ambas sillas y la muchacha alzó el rostro para mirarlos. Jamás había visto unos ojos así: tan llenos de miedo, de terror. Ella era la torturadora del Cielo, conseguía información como nadie y sus métodos eran infalibles, pero nunca, en todos sus años de existencia había visto una mirada que expresase tanto miedo. ¿Qué narices le habría estado haciendo Crowley para que esa chica los mirase así?
Naomi, aturdida por el deplorable aspecto que presenta Ayden Winchester |
-Ayden, querida... Me alegro de verte. Ven, toma asiento...-Crowley la atrajo hacia si y la sentó sobre su regazo, como si fuese una niña pequeña. Sacó del bolsillo de su traje, una chocolatina y se la tendió a la joven-¿Tienes hambre, Ayden? Toma, es para ti... No seas tímida...
Con la mano temblorosa Ayden agarró la chocolatina, le costó un infierno sacarla de su envoltorio hasta que Crowley la ayudó. Dejaron que la chica comiera con ansias el dulce, manchándose la cara y las manos de chocolate y relamiéndose los dedos hasta que no quedó ni gota. La ropa ancha no dejaba distinguir la silueta de Ayden, pero por la delgadez de los dedos y la deshidratación de las mejillas, Naomi supo que pasaba hambre. El demonio le tendió otra chocolatina y mientras comía, Crowley comenzó a hacerle preguntas:
-Ayden, esta es Naomi, y va a hacerte algunas preguntas sobre un objeto que le han robado... Creemos que nos puedes ayudar... ¿la ayudarás, verdad Ayden?-la joven asintió con la cabeza y clavó los horrorizados ojos verdes en la mujer.
Naomi sacó del maletín unos papeles y los tendió sobre la mesa, eran fotografías de un joven asiático, más o menos de la edad de Ayden.
-¿Conoces a este chico, Ayden?
La joven tomó una fotografía y la examinó detenidamente:
-Es Kevin Tran. Es mi amigo. Es un profeta del señor, así que tiene habilidades especiales, como yo...-susurró con un hilo de voz.
-¿Y sabes dónde está?
Ayden dudó unos instantes. Pero terminó asintiendo con la cabeza...
-¿Dónde?-Naomi se levantó de la silla y dio un golpe en la mesa, sobresaltando a Ayden. Ella se acurrucó en el pecho de Crowley, buscando protección. Sin duda, aquella muchacha había desarrollado un potente síndrome de Estocolmo hacia el Rey del Infierno, y él estaba encantado.
-Antes: el pago...
Naomi le sostuvo la mirada durante un instante, por muy fuerte que fuera, no era rival para Crowley, y mucho menos cuando tenía esa bomba de relojería sentada en el regazo. La mujer cogió el maletín negro y lo colocó sobre la mesa, al abrirlo una intensa luz azul los deslumbró:
-Cincuenta mil almas...
-Acordamos cien mil-corrigió Crowley.
-Tendrás el resto cuando recuperemos la tableta.
-¿Tableta?-preguntó Ayden-¿La tableta de los ángeles? Samandriel...-un ápice de cordura iluminó la maltratada mente de la joven. Claramente vio como el inocente ángel, conocido como Alfie, pujaba para obtener dicha tableta y como le había pedido su ayuda. Su última imagen fue él, siendo asesinado por Cas... Se levantó de golpe y señaló a Naomi con un dedo tembloroso-¡Tú asesinaste a Samandriel! Y le hiciste daño a Cas. Jamás te ayudaré, Kevin conseguirá lo que necesita y acabará contigo, zorra-Ayden le escupió en la cara.
Crowley se levantó de la silla y agarró a Ayden por el brazo.
-¡Traedlo!-ordenó. Luego susurró a la joven en el oído-Harás lo que yo diga, puta...
Un portazo resonó por toda la estancia y aparecieron otros dos demonios vestidos de negro, sujetando a Castiel por ambos brazos. Tenía sangre por todos lados y ni siquiera podía sostenerse en pie.
-¡Cas!-gritó Ayden, intentando correr hacia él, pero Crowley la detuvo.
Naomi se limpió el escupitajo de la mejilla y volvió a examinar los informes: "su familia y el ángel..." por supuesto, esa era la moneda de cambio. Crowley tenía a Cas, y Ayden estaba dispuesta a hacer cualquier cosa por él, y Sam y Dean no lo tocarían sabiendo que tiene a su hermana presa. Crowley rodeó a Ayden con ambos brazos, le apartó un mechón de pelo del rostro y le besó el cuello sensualmente...
-Recuerda querida... Si haces lo que te pido, el ángel no sufrirá ningún daño...
-¡Crowley, por favor!-interrumpió Naomi-Es solo una niña.
-No me vengas ahora con esas, Naomi... ¿O es qué estás celosa?-ella lo fulminó con la mirada-¿Qué me dices, hay trato o no hay trato? Los Winchester por las cien mil almas y te traerán tu estúpida tableta.
-Ayden, huye...-gritó Castiel en un esfuerzo sobrehumano-no lo hagas por mi... Coge a Sam y a Dean y huye de aquí...
Cas suplica a Ayden para que huya y se olvide de él |
-¡A callar!-le ordenó uno de los demonios propinándole un puñetazo en la mejilla. El ángel escupió sangre al suelo. Ayden intentó correr hacia él de nuevo, pero Crowley se lo impidió.
-¡Déjala!-gritó Naomi-Acepto tu trato, usaré a los Winchester para que encuentren al profeta y me traigan la tableta-Pero ahora, déjala que se reúna con el ángel.
El Rey del Infierno le sostuvo la mirada de nuevo y soltó a Ayden de un empujón. La chica se levantó de golpe y corrió hacia Castiel, los demonios lo dejaron caer sobre ella. La joven lo acurrucó contra su pecho y lo meció suavemente, besándole la frente y acariciándole el rostro.
-No pasa nada Cas, si consigo esa tableta, Crowley te soltará, ya lo verás...
-No te fíes de ella Ayden, es una torturadora. Huye, olvídate de mi, huye...
-No Cas, no voy a hacerlo. Antes de que te des cuenta, estaré aquí contigo, aguanta vale, se fuerte...
-Ejem...-interrumpió Naomi-Es hora de que nos vayamos...
Ayden no se levantó, se quedó sentada en el suelo, abrazando a Cas. Los dos demonios lo recogieron y la mujer ayudó a la muchacha a ponerse en pie.
-Vayámonos Ayden...-le repitió.
Ella dio un paso al frente y besó a Castiel en los labios.
-Se fuerte, ¿vale? Te sacaré de aquí...-le prometió antes de que la torturadora del cielo se la llevase de la habitación.
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